HOMILIA DEL DOMINGO XXX.- CICLO C

EL FARISEO Y EL PUBLICANO

I.- EL FARISEO

Consideremos en primer lugar al fariseo. Esta parábola no está dirigida directamente a los fariseos, pero si a todos los que tienen el espíritu farisaico.

1º) Comienza dando gracias a Dios porque no tenía los pecados de los demás, despreciándolos.

Quizá nunca se hayan pronunciado palabras de acción de gracias con menos agradecimiento que éstas. Porque el agradecimiento implica:

    1. el reconocimiento de un don recibido.
    2. un sentido de nuestra necesidad personal.

1. a1.- Pero el primer acto de este fariseo fue, "ponerse el mismo aparte" "de los demás" y especialmente de este publicano a quien despreciaba. Esto significa fariseo, "separado" del pueblo ignorante.

1. a2.-Su acción de gracias se refería, no a lo que había recibido, sino a los pecados de los otros por los cuales, el estaba separados de ellos.

Así que sus palabras indicaban su actitud interior y los dos actos referidos eran expresión no de agradecimiento sino de engreimiento y jactancia.

"Los demás" podían ser o bien los gentiles o más probablemente el pueblo común sin letras a quienes él acusaba de todo pecado posible según su principio:

"El hombre sin letras no puede ser piadoso" porque no conoce toda la ley y por tanto no puede cumplirla.

Este tipo de acción de gracias en la que se expresa que los fariseos no son como el resto de los hombres lo encontramos incluso en la Liturgia de la Sinagoga.

2º) Después de despreciar a los demás, el fariseo empieza a enumerar sus méritos

Hay que recordar que, según el libro judío el Talmud, por amor a los méritos y justicia de los Padres, Israel como nación espera aceptación, perdón y beneficios temporales en general, pero todos los beneficios espirituales que cada israelita posee individualmente no tiene necesidad de recibirlos de Dios puesto que ellos mismos pueden obtenerlos y "los obtienen por si mismos" sin necesidad de la ayuda de Dios.

Por eso aquí el fariseo abandona la forma de acción de gracias a Dios y sólo enumera sus méritos religiosos que son los que todo fariseo adquiere por sí mismo y dijo:

  1. Ayuno dos veces a la semana

    Esta era la costumbre de los que eran "más justos que los demás", los más santos según ellos.

    Ayunaban el segundo y el quinto día de la semana (lunes y jueves); estos eran los días de mercado, cuando la gente de los pueblos acudía a la ciudad y había servicios especiales en la Sinagoga y se reunía el Sanedrín , de modo que "estos santos", con sus rostros desfigurados por el ayuno, atraerían a muchos israelitas y así les transmitirían la noticia de sus ayunos.

  2. Doy diezmo de todo lo que gano

No solo de su tierra, de los frutos, etc. Esta era una de las características distintivas de los fariseos, como dice el libro judío la Mishnah:

"El fariseo diezma todo lo que come, lo que vende, lo que compra, y no es huésped en casa de una persona ignorante".

II.- EL PUBLICANO

Consideremos ahora al publicano: El publicano se pone atrás como correspondía a uno que se tenía como indigno de mezclarse con el pueblo de Dios, no quería ni aún alzar los ojos al cielo como hacen generalmente los hombres cuando oran, sino que se golpeaba el pecho, como hacen todavía los judíos el día de la expiación, diciendo:

"Dios, se propicio a mi "el pecador". El artículo definido "el" es usado para indicar que él se sentía como si fuera "el único pecador"; no piensa en nadie más, en tanto que el fariseo había pensado en todos los demás.

El publicano consideraba a todos los demás justos comparados con él, "el pecador", en contraste con el fariseo que consideraba a todos los demás como un pecador.

El publicano sólo sentía necesidad del perdón y pedía para si una cosa, la misericordia, en tanto que el fariseo no sentía ninguna necesidad y no hacía ninguna petición.

Es imposible imaginar un contraste más completo.

El publicano volvió a casa justificado, el fariseo no.

III.- ¿PORQUÉ CONDENA DIOS AL FARISEO?

El fariseo cumplía la ley y más que la ley; ayunaba dos días por semana como era costumbre entres los fariseos mientras que la ley sólo obligaba a ayunar una vez al año el día de la Expiación.

La ley solo exigía los diezmos del trigo, del mosto y del aceite (Dt 14,23) y él daba el diezmo de todo lo que adquiría, era un fariseo ejemplar.

La oración del fariseo, conforme a la mentalidad de premios temporales a la virtud en el Antiguo Testamento era un acto de gratitud a Dios.

¿Por qué se le condena?

  1. Porque consideraba sus obras como si fueran sólo mérito suyo sin ayuda de Dios y se engreía confiando mucho en sí mismo y despreciando a los demás.
  2. Por tanto sus obras no estaban vivificadas por el Espíritu de amor que es lo que salva. Le faltaba amor como Cristo les echó en cara a los fariseos.

Le faltaban pues humildad y amor las dos virtudes fundamentales de la vida espiritual.

IV.- APLIQUEMOS ESTE EVANGELIO A NUESTRA VIDA

  1. Evitemos la falsa humildad que es la peor soberbia que consiste en aparentar ser humildes con gestos o palabras.
  2. Apliquemos la verdadera humildad a nuestra vida

La verdadera humildad es andar en verdad (Santa Teresa) y la verdad es que todo es don y todo es gracia

    1. Hay que reconocer en primer lugar; que hemos sido creados por amor y para el amor.

      Los dones recibidos son otros tantos deberes y responsabilidades y además hay gran distancia entre lo que hemos hecho y lo que deberíamos haber hecho.

    2. Hay que reconocer, además, nuestra nobleza de hijos de Dios, lo cual nos exige mayor humildad pues si los sentidos y potencias nos han sido dados de balde (gratuitamente), mucho mas gratuitamente hemos recibido la gracia: pues de ella no sólo no somos dignos sino positivamente indignos.
    3. Por lo cual tenemos que reconocer que somos pecadores y soberbios. Todo lo que hay de defectuoso en nosotros depende de nosotros y todo lo que hay de válido depende en definitiva de Dios.
    4. Hay que tener humildad para reconocer nuestra limitación esencial.

      Según la moderna psicología, en la terapia analítica, el reconocimiento de nuestros límites es el fundamento indispensable del equilibrio psíquico y de la madurez humana.

    5. Pero es el ejemplo de Cristo quien revela la novedad más grande de la humildad cristiana: El anonadamiento del Verbo al encarnarse nos ha hecho ver que la verdadera grandeza consiste en la entrega voluntaria al servicio de los hermanos animada por la caridad. Servicio activo que llega no solo a un despojamiento de bienes exteriores sino a un desprendimiento radical de uno mismo.

La humildad cristiana recibe su sello no del rebajamiento, sino del desprendimiento en orden a la entrega y al servicio.

Es el amor que condesciende humildemente y que se pone al servicio, que se hace servidor. (Fil 2, 5-8).

V.- OREMOS CON HUMILDAD

Para ello la primera condición esencial es, que debemos dirigir nuestras oraciones a Dios Padre por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo.

En la oración la actitud humilde es lo que hace a Dios acogerla, en cambio la oración con la actitud soberbia del que pide con exigencia mas o menos camuflada, Dios no la escucha. Dios rechaza a los soberbios por eso termina la parábola con una frase que sintetiza la enseñanza de este evangelio: "El que se humilla será enaltecido, y el que se ensalza será humillado"

En esta tentación de soberbia pueden caer más fácilmente aquellos cristianos que se sientan con menos pecados que otros, lo cual les puede llevar a despreciarlos.

Jesús nos enseña el odio al pecado y el amor al pecador y nos invita a reconocer que todo lo bueno procede de Dios. Todo es don y todo es gracia, Don en el orden natural y gracia en el orden sobrenatural.

Debemos orar siempre con humildad y cuando se trate de una oración para librarnos de un sufrimiento no debemos decir ¿Porqué me mandas a mí esto si yo no hago nada malo? El defecto de esta oración está en que supone que el sufrimiento es un castigo de Dios, pero la verdad es que Dios no castiga haciendo sufrir al hombre, Dios no quiere el sufrimiento, lo permite, porqué? El respeta las leyes del Universo.

Debemos orar en este caso como Cristo en Getsemaní:

"PADRE, SI ES POSIBLE PASE DE MI ESTE CÁLIZ, PERO NO SE HAGA MI VOLUNTAD SI NO LA TUYA"