ÁNGELUS
Meditación
mariana del Papa Juan Pablo II, domingo 18 de marzo
El domingo 18 de marzo, víspera de la solemnidad de San José, el Papa Juan Pablo II dirigió la siguiente meditación mariana a la hora del Ángelus:
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Mañana, 19 de marzo, celebraremos la fiesta de san José. En el corazón
de la Cuaresma, la liturgia nos presenta a este gran santo como ejemplo que
debemos seguir y como protector que hemos de invocar.
San José
es para nosotros, en primer lugar, modelo de fe. Como Abraham, vivió
siempre con una actitud de total abandono a la Providencia divina, y por eso nos
da un ejemplo estimulante, en especial cuando se nos pide confiar en Dios
"por su palabra", es decir, sin ver claro su designio.
Estamos
llamados a imitarlo, además, en el humilde ejercicio de la obediencia,
virtud que resplandece en él con un estilo de silencio y ocultamiento activo.
¡Cuán valiosa es la "escuela" de Nazaret para el hombre contemporáneo,
amenazado por una cultura que muy a menudo exalta las apariencias y el éxito,
la autonomía y un falso concepto de libertad individual! Por el contrario, ¡cuánta
necesidad hay de recuperar el valor de la sencillez y de la obediencia, del
respeto y de la búsqueda amorosa de la voluntad de Dios!
2. San José vivió al servicio de su Esposa y del Hijo de Dios; así, se convirtió para los creyentes en un testimonio elocuente de que "reinar" es "servir". Para aprender una útil lección de vida pueden contemplarlo en especial quienes en la familia, en la escuela y en la Iglesia tienen la tarea de ser "padres" y "guías". Pienso, sobre todo, en los padres, que precisamente en el día dedicado a san José celebran su fiesta. Pienso también en cuantos Dios ha puesto en la Iglesia para que ejerzan una paternidad espiritual. Y, entre estos, permitidme que recuerde a los nueve obispos que mañana, en la basílica de San Pedro, tendré la alegría de ordenar. Os pido que recéis por ellos y por todos los pastores de la Iglesia.
San José, a quien el pueblo cristiano invoca con confianza, guíe siempre los
pasos de la familia de Dios y ayude de manera muy singular a los que desempeñan
el papel de la paternidad, tanto física como espiritual. Que acompañe nuestra
invocación e interceda por nosotros María, Esposa virginal de José y Madre
del Redentor.
Después de la plegaria mariana, el Santo Padre dirigió saludos a los
peregrinos presentes. En español dijo:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, de modo particular al
grupo de la parroquia de San Miguel y San Sebastián, de Valencia.
Os aliento a continuar en el camino de la radical conversión al Evangelio, para
poder dar frutos pascuales en abundancia. Que Dios os bendiga.