VOLUNTARISMO
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V. es la doctrina que atribuye a la voluntal una preeminencia respecto de la razón. Las formas del v. varían según las diversas concepciones de la voluntad (como apetito, libre albedrío, amor, acción, tendencia) y según el punto de partida teológico, ontológico o antropológico.

El v. teológico, ligado por lo general con un v. epistemológico, desvincula la voluntad de Dios de toda (supuesta) dependencia respecto de un orden (del ser, de la naturaleza o del conocimiento) fijado previamente al acto de la voluntad divina, a fin de salvaguardar así la libre personalidad y soberana trascendencia de Dios. Este v. brota de impulsos cristianos (creación libre, redención por amor; y ciertos pasajes del Antiguo Testamento sobre la poligamia, el despojo de los egipcios, etc., sólo parecían explicables por el v.). Sin embargo, en su principio fundamental o bien permanece en una ontología que contradice al v., o bien, si quiere desprenderse de ella, cae en el agnosticismo o en un v. metafísico. Fundado por Escoto, el v. teológico continuó en el -> nominalismo de Occam (que influyó en Lutero y, a través de éste, en la teología protestante, sobre todo en la teología -> dialéctica), que determinaba lo moralmente bueno por la positiva voluntad arbitraria de Dios. Según Descartes, también la verdad es puesta libremente por la causalidad omnipotente de Dios.

En realidad, la voluntad de Dios no es determinada por nada realmente distinto de él mismo; pero en sí no carece de ley, no es arbitrariedad formal, sino que es la luminosa y amorosa plenitud óntica de Dios, que en el conocimiento de sí mismo, idéntico con su propia afirmación, conoce también la estructura y la verdad de lo posible finito (posibles). Puesto que la creación y la consumación de lo finito constituyen el único plan de Dios, ya la naturaleza del -> hombre es expresión concreta del personal llamamiento de Dios al bien moral. De donde se sigue que, en una fijación puramente positiva del bien moral, Dios contradeciría a la propia decisión de su voluntad, representada en la creación.

El v. metafísico (Böhme, Schelling; Schopenhauer, Nietzsche) ve el principio fundamental de la realidad en una voluntad no espiritual, oscura e instintiva, que, o se contrapone en forma dualista al espíritu (a la idea, al bien), o es en absoluto la estructura única de la realidad. En este v. se da el intento violento de liberarse de una inteligencia del ser orientada unilateralmente hacia el conocimiento (-> intelectualismo). Pero este empeño no puede llevarse a cabo introduciendo un factor voluntarista no espiritualen una noción del ser ya unilateral, o rechazando radicalmente la estructura espiritual de la realidad, sino por un retorno a la primigenia inteligencia del ser en que éste aparezca, en su luminosidad, como actual y libre posesión de sí mismo, y las tendencias impulsivas se presenten como una forma suya finita y deficiente.

El v. psicológico acentúa el predominio de la voluntad (del apetito, de las tendencias, de la acción) en la vida y la conciencia humanas. Según su forma estricta (Wundt), todos los procesos psíquicos han de entenderse en analogía con los actos de voluntad y con los apetitos. Sin embargo, la voluntad sólo en unidad con el conocimiento perceptivo, que nos determina activamente, constituye el núcleo de la persona, el cual, como corpóreo y referido al mundo, sólo llega a sí mismo por una pluralidad de funciones psíquico-físicas distintas de la voluntad. Igualmente la felicidad, como consumación de la persona, no consiste sólo en la voluntad, sino en la compenetración de visión receptiva y amor que se entrega.

El v. epistemológico atribuye a la -> voluntad (al amor, al sentimiento) una función decisiva ora en el asentimiento al conocimiento ya realizado (Descartes, Malebranche), ora en el hallazgo mismo de la verdad (así, en formas diferentes, Kant, Jacobi, Scheler, -> pragmatismo y convencionalismo, algunas tendencias del -> existencialismo). El asentimiento a la verdad conocida es un acto plenamente personal del espíritu en su unidad, en el que la voluntad, como potencia particular, sólo se destaca de manera decisiva cuando la verdad no es de suyo evidente (certeza libre, -> fe). Si en el hallazgo de la verdad la voluntad se arroga la función misma del conocimiento, tratando de poner autónomamente la -> verdad, ésta pasa a ser un postulado o una convención, sin contacto con la realidad (-> irracionalismo). Sin embargo, en orden al conocimiento no sólo corresponde a la voluntad la elección del objeto, sino que además, según los órdenes de objetos, únicamente un interés activo, un afán incondicional de verdad, un amor penetrante y una pureza moral abren el acceso a la verdad. Precisamente los conocimientos decisivos (relativos a valores y personas, a la verdad ética y religiosa, a la vocación individual) afectan en su contenido tan profundamente a la esencia de la -> persona, que, aun en el acto cognoscitivo de ese contenido, sólo pueden realizarse como verdaderos partiendo del núcleo personal. Ahora bien, en lo más íntimo de la persona se compenetran el -> conocimiento y la voluntad, sin estar casi separados de forma que el conocer, el amar y el libre albedrío sólo pueden realizarse como unidad. Únicamente por la creciente exteriorización se diferencian los actos de conocimiento y los de voluntad; pero a la vez disminuye la fuerza de la voluntad para la apertura de la verdad, así como la necesidad de encontrarse con el objeto en forma plenamente humana.

BIBLIOGRAFÍA: W. Kahl, Die Lehre vom Primat des Willens bei Augustinus, Duns Scotus und Descartes (Str 1886); R. Knauer, Der Voluntarismus (B 1907); 1. Marcus, Intellektualismus und Voluntarismus in der modernen Philosophie (D 1918); Eisler III 429-435; E. Przywara, Thomas von Aquin, Ignatius von Loyola, Friedrich Nietzsche: GuL 11 (1936) 257-295; 1. Auer, Die menschliche Willensfreiheit bei Thomas von Aquin und Johannes Duns Skotus (Mn 1938); A. Bellieri, Dal naturalismo al neovolontarismo (Mi 1940); D. Linder, Intellektualismus und Voluntarismus bei Albertus Magnus (Mr 1941); A. Forest, Le réalisme de la volonté: RThom 46 (1946) 457-476; E. Raitz v. Frentz: GuL 21 (1948) 50-63; DThC XV 3309-3322; R. Crippa, L'Intellettualismo agostiniano e le correnti esigenzionalisticovolontaristiche della filosofia contemporanea: S. Agostino e le grandi correnti della filosofia contemporanea (Tolentino 1956) 77-95; 1. Auer: LThK' X 870 ss (bibl.).

Klaus Riesenhuber