F) SOCIOLOGÍA

I. Visión histórica

Los fenómenos sociales han sido en todos los sistemas sociales objeto de pensamiento, de lo cual son expresión extraordinaria las obras de la -> filosofía socia. Con el principio del -> industrialismo y de la -> secularización y con la ruina de los vínculos sociales válidos hasta ahora, se han hecho problemáticas las bases sociales mismas. Esto y las estructuras sociales que se complicaban progresivamente, han exigido una ciencia independiente que trabaje con métodos propios, la cual, entre otras cosas, ha de ayudar a solucionar las «cuestiones sociales» que surgen. La sociología es, por ello, en gran medida conocimiento de cada s. actual, sin que por esto pueda descuidarse el aspecto histórico y sistemático de la sociología.

La denominación «sociología» se debe a Comte, que en la ley de los tres estadios (teología, metafísica, positivismo; en el últi mo estadio dominan los sociólogos) creyó haber hallado la ley de la evolución que late en la historia. Spencer, basándose en material etnográfico, intentó fundamentar una sociología paralelamente a la fisiología y a la biología (darwinismo). Concepciones orgánico-biológicas se encuentran también, en parte unidas con pensamientos románticos, en Lilienfeld, Schäeffle y Worms. Junto a esto aparecieron iniciativas de reforma social, las cuales produjeron las primeras investigaciones empíricas de importancia (L. v. Stein, Le Play, Booth y otros).

Dos filósofos influyeron considerablemente en la sociología. Por un lado Hegel, que en su filosofía del derecho designó la s. burguesa como «sistema de necesidades» y destacó como puntos centrales de relación su forma de trabajo y de producción. Y por otro lado Marx, que entendió el sistema industrial como s. capitalista de clases, la cual ha de dejar paso a la s. sin clases. Aunque sus pronósticos sobre la miseria creciente, sobre un proletariado de trabajadores en aumento y sobre la desaparición de la clase media no fueron acertados, sin embargo conoció una serie de fenómenos importantes de la s. industrial y los analizó acertadamente (-> socialismo). En discusión crítica con la fe en el progreso y con 1as teorías políticas de los sistemas enciclopédico-especulativos de Saint-Simon, Comte, Marx, Spencer y otros; Durkheim, Pareto y Max Weber, que hoy pasan por clásicos de la sociología, exigieron una cierta autodelimitación de la sociología y una mayor fundamentación empírica.

Influyó ejemplarmente el procedimiento metódico de Durkheim en Le suicide (investigación hecha en dependencia de la cohesión de grupos, especialmente de la confesión religiosa), obra en que él expone el estado de anomia como derrumbamiento de la estructura normativa. A sus Régles de la rnéthode sociologique, en las que se explican todas las categorías de pensamiento, incluidas las concepciones religiosas, como productos de la respectiva convivencia social, se les hizo el reproche de sociologismo. Durkheim consideró el método comparativo («el experimento indirecto») como el único procedimiento adecuado a la sociología.

Pareto puso el centro de gravedad de su teoría de la acción social sobre el análisis de las acciones no lógicas. Éstas contienen un elemento constante, los impulsos irracionales («residuos»). El elemento variable lo forman las fundamentaciones aparentes («derivaciones») que actúan como ideologías. Según él, en una lucha de concurrencia, en la cual las ideologías tienen un papel importante, los círculos dominantes son sustituidos por los grupos sociales que escalan el poder («curso cíclico de las minorías selectas»). Max Weber, en una visión universal de conjunto, creó una síntesis de sociología histórica y sistemática, la cual repercute fuertemente hasta hoy. Refutó la tesis marxista de que el pensamiento humano está determinado primariamente por las relaciones deproducción, intentando probar que el espíritu del capitalismo ha surgido de la ética protestante y con ello de una línea de pensamiento originariamente religioso. Junto a la sociología de la dominación (autoridad legitimada carismática o tradicional o racionalmente), trató problemas de sociología de la economía, de sociología de la religión (todas las grandes religiones), etc. Su espíritu observador se centró principalmente en la racionalidad progresiva de la s. moderna y en la –> secularización del mundo. Max Weber, apoyándose en Dilthey, vio el cometido de la sociología en entender mediante una interpretación las acciones orientadas a un sentido. Las ciencias naturales, que establecen leyes causales para los hechos y a partir de ellas «explican» los sucesos particulares, no pueden entender la conducta de los individuos. También contra M. Weber pueden formularse objeciones críticas, así contra su teoría del conocimiento, en parte contradictoria e influida por el neokantismo, y contra su exigencia de neutralidad valorativa en la ciencia. La concepción de la sociología como una ciencia de la cultura que sigue el método del «entender» era compartida entre otros, en Alemania, por Sombart, Freyer, Alfred Weber y, en los EE. UU., por Sorokin y Zaniecki. Según ellos la sociología versa sobre objetos inmateriales (símbolos), que deben definirse como valores culturales. En la sociología una realidad social se conoce a sí misma. Una explicación causal necesariamente dejará de dar en el blanco del objeto social; en el mejor de los casos se debe recurrir a ella a título de complemento.

Por otro lado, toda una serie de sociólogos, principalmente en los EE.UU., partiendo de una actitud fundamentalmente empírica, tiende al neopositivismo y al operacionalismo. Los representantes más importantes son Lundberg y Chapin. Éstos sostienen que no hay ninguna diferencia metódicamente relevante entre ciencia natural y sociología. Dedican su atención principalmente a la comprensión de «leyes» sociales. Chapín, p. ej., desarrolló un modelo de fuerza de gravedad que debe adaptarse de igual modo a objetos físicos y a grupos sociales. Esta línea ha traído un considerable aumento y refinamiento del arsenal de técnicas, pero también un descuido de la teoría sociológica.

La situación actual de la sociología está determinada por una institucionalización, que desde 1945 es cada vez más fuerte (multiplicación de cátedras, edificación de institutos, carrera especial). Las publicaciones sociológicas han crecido enormemente en todos los dominios, hasta tal punto que es casi imposible una enumeración internacional completa. A una fase de esperanzas excesivas por parte de otras ciencias y en concreto de la política respecto de la sociología, parece seguir una fase crítica. También desde la sociología misma se alzan voces contra una institucionalización demasiado fuerte.

Sorprendente es en la mayoría de países occidentales (Francia es una excepción relativa) la influencia americana, la cual, sin embargo, retrocede lentamente. Es grande la apertura frente a investigaciones empíricas y nuevas técnicas, que en parte están matematizadas (Lazarsfeld, Guttman). Estimulado por la recepción de los grandes representantes europeos de la sociología, como Max Weber, Durkheim, Pareto y Simmel, y también Freud, se da en los EE.UU. un gran aprecio de la teoría sociológica. Ese aprecio está vinculado ante todo al nombre de Parsons, que, en conexión con la escuela funcional de la etnología (Malinowski, Radcliffe-Brown y Linton) dio nueva vida a la antigua idea de organismo bajo el nombre de teoría estructural-funcional, y desarrolló un amplio edificio conceptual que recuerda la sociología formal de Wiese. Merton y otros se han distanciado más tarde de esta teoría, la cual no pudo establecer convincentemente la conexión buscada entre las concepciones empíricas fundamentales y los esquemas desarrollados de clasificación. En vez de esto se exigió la formación de teorías de «alcance medio», en lo cual la cuestión del criterio para la determinación de «lo medio» ha quedado abierta. Cuestiones de estructura son abordadas también por la escuela francesa, influida considerablemente por Lévi-Strauss. Esta escuela está inspirada por la ciencia del lenguaje (Saussure) y realiza principalmente análisis de sistemas de significación, pero descuida la cuestión de hasta qué punto estos sistemas coinciden con los fenómenos sociales allí significados. Mientras que la dirección del «entender» apenas tiene ya representantes, la sociología dialéctica, que parte de la izquierda hegeliana (Adorno, Habermas, Marcuse, Lefébvre, Milis y otros, en el bloque oriental Markiewicz, Szczepanki, Hahn y otros), se ha desarrollado como antípoda de las direcciones empíricas. Apelando a Marx, destaca la importancia de la filosofía social (Horkheimer, Lukácz, Schaff, Garaudy). También la -> hermenéutica tiene su puesto ahora en el contexto de la fundamentación (Habermas, basándose en Gadamer). Al mismo tiempo se da nueva vida al elemento político-revolucionario; los sociólogos no marxistas aparecen desde este punto de vista como meros conservadores del status quo.

II. Exposición sistemática

La sociología es la ciencia de la «acción social». Puesto que esta acción siempre está orientada a sistemas sociales, se puede también decir que la sociología es la ciencia de los sistemas sociales (grupos, instituciones, s.). Por su orientación a sistemas sociales, la acción recibe una constancia relativa, se hace repetible y al mismo tiempo valorable para otros autores y, con ello, accesible también al análisis científico. Puesto que este proceso es relativamente independiente de los sujetos particulares, no está en el campo visual de la sociología el hombre como individuo, sino el hombre como portador de una función social (rol, oficio), y con ello como representante de una realidad social. La representación significa al mismo tiempo realización y actualización visible de normas de grupos (fines y deberes). Éstas resultan tanto del consentimiento de los miembros del grupo, que depende de la tradición, como de la visión individual del sistema social, en cuanto su existencia es reconocida como dotada de sentido. La sociología intenta, por consiguiente, comprender las normas e imágenes normativas independientemente del individuo, que se transmiten a éste por el proceso de socialización (-a educación) y posibilitan y determinan la acción humana y forman y acuñan al hombre como miembro de grupos. En consecuencia el objeto de la sociología no está en lo «interhumano», en las relaciones recíprocas y en los procesos sociales, sino primariamente en la comprensión de las constelaciones de normas relevantes para la acción humana. Un sistema social no se puede precisar exactamente, ni local ni temporalmente. Se abre siempre sólo a partir de sus funciones, en último término a partir de acciones particulares dirigidas a un fin. Éstas a su vez sólo pueden verse desde el trasfondo del sistema íntegro y de sus normas centrales, es decir, de su estructura.

Las funciones sociales particulares, por una parte, son formulables de cara a la persona (profesión) y como tales a su vez son divisibles (calificaciones particulares y cometidos de una profesión), y, por otra parte, se unen en unidades de tipo más general (en la sociología de la industria, p. ej., la línea: puesto de trabajo-sección-tipo de empresa-economía-s. en conjunto). Estas funciones junto con las funciones individuales (roles), también abarcan siempre objetos empíricos del tipo más variado (p. ej., instrumentos, máquinas), que a su vez influyen en la estructura normativa. También las funciones más generales pueden ser representadas por personas particulares, y por cierto de tal modo que ahí se incluya toda la interrelación objeto-medio con las personas que allí actúan. Así se constituyen la dirección, la autoridad, el dominio y el rango, en cada caso primariamente como participación en la actualización de los grupos sociales, secundariamente como facultad de orientación y de sanción. Sólo después de la visión, lograda por el análisis, de los grupos de normas de un sistema social y de su diferenciación funcional, pueden comprenderse el cambio social, los conflictos, la conducta desviada, la integración y la desintegración, la estratificación social, la movilidad, la manipulación, la represión, etc.

Desde aquí se ve claro que no es posible conocer en absoluto la significación estructural de los problemas particulares y cómo uno se pierde en la abundancia de los datos coleccionados empíricamente, si no se procede a una separación estricta entre la filosofía social y la sociología, pues todo sistema social solamente puede comprenderse en una interdependencia más amplia de estructura.

Una sociología sólo cae en la ideología allí donde aspectos parciales se hacen pasar por la «totalidad». Junto con la filosofía, están especialmente cerca de la sociología: la psicología social, la pedagogía, la ciencia de la historia, las ciencias económicas, el derecho, la demografía y la antropología social (etnología). Estas dos últimas pueden incluirse también como dominios parciales en la sociología.

Los campos de investigación de la sociología son, por un lado, los de la «sociología general», que estudia problemas fundamentales como norma, rol, grupo, dominación, cambio social, etc., y, por otro lado, los de la «sociología especial» o de las «sociologías». Los campos de investigación se han desarrollado junto con los problemas sociales urgentes y en dependencia de los intereses de cada investigador. No están en modo alguno estrictamente delimitados. Así las circunstancias de los trabajadores industriales, particularmente en el s. xix han encontrado especial atención. Entre las ramas más importantes de la investigación se hallan: la sociología industrial y empresarial, la sociología de la comunidad, la sociología de la familia, la sociología política y la sociología de la -> religión. Hoy los puntos de gravedad de la investigación radican, aparte de la teoría general, principalmente en las cuestiones de la juventud y la educación, del tiempo libre y de la profesión, de los países en desarrollo, de la planificación de la población y del espacio, de los medios de -> comunicación social y, últimamente, de la -> revolución. Otros campos de investigación son la sociología del derecho, del saber, de la organización, de las minorías y de la conducta desviante. Fundamentalmente, todo ámbito social puede convertirse en objeto de una sociología especial (p. ej., arte, militares, edad, deporte, medicina, etc.). Ocupa un puesto especial la investigación de la -> ideología, que examina todas las manifestaciones espirituales a la luz de sus condiciones sociales e intenta desenmascarar las ideologías como medios de la conducta social. A veces esa investigación ha conducido a una sospecha total de ideología, que dificulta incluso o hace imposible una discusión objetiva y científica y el logro del propio punto de vista crítico. Si se ofrece únicamente una «liturgia de la crítica» (Dahrendorf), la sociología puede perder fácilmente el espíritu crítico si no revela los cánones de su crítica y el sistema correspondiente. Ahora bien, si toda orientación en el mundo, si toda conciencia de grupo se designa como ideología, entonces se fomenta un relativismo para el que la distinción entre ideología y verdad es una cuestión superflua.

III. Método

La discusión de métodos, principalmente en Europa (Alemania, Francia) y en los EE. UU., ha sido cultivada ampliamente. Los temas principales son: a) la peculiaridad del objeto sociológico; b) el modo de la fundamentación empírica de las teorías sociológicas; c) la llamada «neutralidad valorativa».

En la situación actual se desarrolla una discusión sobre el método entre los representantes de la dirección empírica, influida por el neopositivismo, es decir, por la «filosofía analítica», y los representantes de la sociología dialéctica. Mientras que los primeros echan en cara a la sociología dialéctica la arbitrariedad de sus afirmaciones, puesto que éstas, según su intención, escapan a la observación intersubjetiva como instancia de control; por el contrario, la sociología empírica es criticada porque usa técnicas experimentales sin someterlas a reflexión, pierde de vista los problemas importantes y cae en un estilo de análisis sin profundidad histórica ni distancia crítica. Además, ambas tendencias se acusan mutuamente de ideología.

Contra la orientación empírica ha de objetarse además que el «conocimiento de leyes» al estilo de las ciencias naturales, proclamado como ideal, es interpretado falsamente. Realmente, también en éstas se trata siempre de investigación de estructuras, no del conocimiento de leyes causales aisladas con «validez universal» según la fórmula «si-entonces», puesto que los factores que actúan no pueden aislarse totalmente. Un aislamiento de factores es tanto menos posible en sociología por el hecho de que el -> conocimiento está estructurado históricamente, en principio se halla orientado a todo y así está abierto a la totalidad. Contra la sociología dialéctica hay que resaltar cómo ésta muchas veces se opone a una visión sistemática desarrollada a partir del objeto mismo (esto puede decirse menos de la investigación en los países comunistas, que a veces argumenta con serenidad objetiva) e intenta desvirtuarla como «ontología». Una discusión con sus posiciones resulta a veces infructuosa, porque éstas se van suplantando dialécticamente, pero de tal modo que la -› utopía de la s. sin clases ni dominación proporciona la orientación histórico-filosófica.

En cuanto la manera de proceder del entender se concibe no sólo como introspección individual, sino como especie de conclusión a partir de los sucesos y acciones individuales (de individuos y de grupos sociales), teniendo en cuenta su significación simbólica, para remontarse a la orientación normativa allí latente, la cual descubre así la estructura de un sistema social histórico; en ese procedimiento se posee un método fundamental que conduce a la formación de conceptos «ideal-típicos». Aquí es decisivo el conjunto del fenómeno social en cada caso. Desde aquí adquieren su rango y significación las partes que constituyen la estructura.

Para poder percibir su peso de manera adecuada es necesario observar todos los factores relevantes conocidos. Así el análisis sociológico podrá esclarecer críticamente los fenómenos sociales particulares a base de esa norma. En la teoría que surge de la formación de un concepto ideal-típico no siempre puede evitarse el subjetivismo. Sin embargo, puede satisfacerse en ella la exigencia de verificabilidad intersubjetiva. La fundamentación experimental de la teoría sociológica surge por la argumentación a base de todo el saber disponible de cara al fin de la investigación. El criterio para la teoría sociológica está, por consiguiente, en la comprensión adecuada del fenómeno social mediante los conceptos contenidos en aquélla. Bajo estos presupuestos la exigencia de «neutralidad valorativa» en la - ciencia, exigida desde Max Weber una y otra vez (después de la segunda guerra mundial especialmente en Alemania, menos entre los sociólogos americanos), difícilmente puede mantenerse, si ha de significar algo más que la renuncia a la opinión subjetiva no fundada. Pues una teoría científica debe entenderse en su núcleo como una medición que otorga a las estructuras parciales su rango, su valor o su importancia. La renuncia a toda valoración equivaldría a una (imposible) renuncia a la comprensión de las relaciones en una estructura.

Pero si la sociología en su análisis teorético contiene necesariamente valoraciones, entonces ya no hay ningún abismo infranqueable entre sociología por un lado, y ética y política por otro.

Dentro de las orientaciones empíricas de la sociología no hay unidad acerca de si la comprobación empírica inmediata de hipótesis ha de hacerse por la observación como verificación (apoyándose, p. ej., en Carnap) o como falsación (apoyándose en Popper). La exigencia de verificación de las hipótesis es problemática, porque los fenómenos sociales no se pueden repetir. Además, los muchos juicios sobre hechos no dan ninguna fundamentación de una afirmación universal. La exigencia de falsación de hipótesis por la observación tiene poco sentido por el hecho de que en principio todo es falsable, es decir, se dan siempre condiciones (no observadas) bajo las cuales el suceso esperado no se produce. Y hemos de añadir que en ambos planteamientos empíricos se presenta problemática la edificación de una teoría sistemática, porque los dos infravaloran la dimensión conceptual, que no es accesible a un test empírico. Ciertas fijaciones conceptuales se requieren ya en la formulación de una hipótesis. Por consiguiente, las hipótesis jamás pueden sustituir un conjunto de conceptos estructurados. Tampoco sobre correlaciones estadísticas en un conjunto pueden lograrse «leyes» universalmente válidas, pues las correlaciones designan relaciones entre elementos de la estructura; y su significación se deduce solamente de un análisis de la estructura total. En las relaciones señaladas como «leyes» se trata generalmente de trivialidades, que de ningún modo tienen validez bajo todas las condiciones y no siempre la tienen en la mayoría de los casos, p. ej.: «Cuanto más contacto, tanto mejor inteligencia entre las personas» (Homans). Sin embargo, tales leyes pueden tener valor prognóstico para una situación determinada. La construcción del modelo matemático, que compendia varias dependendencias, queda siempre muy por detrás de la realidad y debe descuidar necesariamente los componentes históricos y simbólicos en la acción social. Sin embargo, todas estas reflexiones no son una objeción contra el uso de técnicas esmeradas, sino sólo una alusión al hecho de que su fundamentación y empleo deben hacerse siempre mirando a la estructura total que ha de investigarse y a todo el saber existente.

Entre la multiplicidad de técnicas y procedimientos empíricos hay que citar especialmente la observación, la interrogación y el experimento; además, las escalas. En la observación se distingue: según la posicióndel observador ante el objeto (mayormente un grupo), entre observación con participación y sin participación; según el tipo del registro, entre controlada y no controlada; y según el tipo del saber de los miembros del grupo, entre oculta y abierta. Esta técnica fue empleada con frecuencia en la etnología y en la sociología de la juventud. Una interrogación se hace por escrito (aquí surgen muchos inconvenientes) o de palabra como entrevista. La entrevista se usa en los distintos estadios del proceso de investigación bajo formas diferenciadas: como entrevista de profundidad para la aprehensión de todos los problemas importantes en una interrogación, como test previo para la prueba y el control de la encuesta y, finalmente, como hilo conductor para el que hace la entrevista en su toma de datos. Según el grado de fijación de la secuencia en la serie de preguntas, se distingue entre entrevista estandarizada y no estandarizada; y según el grado en que las categorías de la respuesta están o no dadas previamente, se distingue entre preguntas «cerradas» y «abiertas».

El experimento es menos utilizado en la investigación, pero, no obstante, tiene una función importante en la discusión teorético-científica. Se distingue entre el experimento proyectivo (planeado hacia el futuro) y el experimento ex-post-facto, que elabora material estadístico ya obtenido. El problema es en cada caso cómo se logran los factores relevantes y se aísla la situación. Las escalas son un establecimiento de criterios y normas para la medición de diferenciaciones de valor (p. ej., opiniones). Es esencial que la medición de la intensidad no pueda reducirse a la suma cuantitativa de casos individuales. La teoría de las escalas no debe separarse de la discusión teorético-científica sobre la formación de conceptos; tampoco las interrogaciones de expertos llenan esta laguna. Tipos importantes para lograr escalas son las confrontaciones por parejas, el perfil de polaridad, el método de Thurson de los intervalos regulares. Merecen resaltarse la escala de Likert y la de Guttman.

Decisiva para todas las técnicas es la prueba de la validez (validity, coincidencia de los resultados de la investigación con la intención) y de la fiabilidad (reliability, exactitud formal de la medida, coincidencia de los resultados de observaciones idénticas bajo condiciones idénticas).

Entre los modos de procedimiento (con intenciones y cursos típicos de la investigación) hay que citar la exploración de la opinión, el análisis del contenido (de periódicos, emisiones radiofónicas, etc.), los estudios de casos particulares (investigación de un objeto con ayuda de todas las técnicas disponibles) y la sociometría (medida del aprecio y de la distancia en grupos pequeños).

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Wigand Siebe! — Norbert Martin