NUEVA TEOLOGÍA
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El concepto de n.t. aparece por primera vez en un artículo de P. Patente («Osservatore Romano», febrero de 1942), refiriéndose a dos autores dominicos. En 1946 fue adoptado por Garrigou-Lagrange, que lo usó especialmente para caracterizar las posiciones teológicas de algunos teólogos de la compañía de Jesús. Este concepto tenía un carácter claramente peyorativo, pues se usaba para denominar los nuevos métodos, tendencias y escritos que, a los ojos de estos críticos, estaban poco conformes con su concepción de la ortodoxia. Los reproches se referían a los siguientes temas: inmutabilidad del dogma, evolución de los dogmas, creación, evolucionismo, pecado original, eucaristía. En el mismo año el papa Pío xii, en una alocución de mucha resonancia, previno a los miembros de la congregación general de la Compañía de Jesús contra las nuevas tendencias teológicas y usó a este respecto el concepto de Nouvelle Théologie (17-9-1946); una alocución posterior al capitulo general de los dominicos repitió esa misma prevención.

Desde ese momento comenzó una polémica sumamente fuerte en la que se enfrentaron dos direcciones diferentes de la teología (más que dos congregaciones religiosas). La una buscaba la renovación de los métodos, la otra apelaba insistentemente a la tradición y en particular a Tomás de Aquino. Pero en ambos lados había buenos tomistas. Ya en 1910 Pierre Rousselot S.I. había valorado positivamente la obra de A.-G. Sertillanges O.P. sobre Tomás de Aquino, mientras que sus hermanos de orden la impugnaban. Sobre el año 1950 teólogos muy meritorios se hicieron sospechosos, fueron denunciados y tuvieron que suspender su actividad docente. Se mezcló la prensa; y algunos observadores esperaban incluso defecciones sensacionalistas. En cambio, ciertos prelados que tenían conocimiento de esto, p. ej., el cardenal Gerlier, resaltaron la sumisión y el espíritu de obediencia de aquellos teólogos que eran objeto de medidas autoritarias. Más tarde, Pablo vi mostraría su benevolencia sobre todo para con hombres como Y. Congar O.P. o H. de Lubac S.I.

Las circunstancias particulares de esta historia dolorosa se hallan en los documentos publicados; pero hay que usar con cautela las publicaciones editadas en estos años. La publicidad deberá esperar la aparición de los datos contenidos en los archivos, únicos documentos que posibilitan un juicio equilibrado y claro.

En el centro de esta página dramática de la historia de la teología se halla la encíclica Humani generis, donde se habla de «ciertas concepciones que ponen en peligro los fundamentos de la fe católica» (12-8-1950: AAS 42 [1950] 561-577). En los comentarios, que siguieron inmediatamente a la encíclica, se hizo hincapié en ciertos enunciados concretos, olvidando que en tales documentos los enunciados se formulan generalmente en un tono apologético-polémico, para resaltar así mejor las doctrinas rechazadas. Mediante una retrospección histórica podemos decir que al final de la segunda guerra mundial algunos alumnos mal aconsejados en un clima de «liberación», usaron unilateralmente las formulaciones de profesores jóvenes, ortodoxos pero sospechosos de innovación, mientras que otros teólogos más viejos o ciertos obispos alarmados confundieron la doctrina católica con la teología de los manuales usados en los seminarios, que necesitaban una revisión.

¿Cuál es el balance de todo esto? Después de la aparición de la encíclica se acentuaba sobre todo la postura rígida del magisterio eclesiástico y así resultaba un paralelismo más que problemático con la encíclica Pascendi. En cambio, teólogos más clarividentes subrayaron muy pronto la frase de la Humani generis: «Las ciencias teológicas rejuvenecen constantemente por el estudio de las sagradas fuentes; y, por el contrario, una especulación que descuida el retorno constante al depósito de la fe se hace estéril, según lo muestra la experiencia» (Dz 2314). De hecho, ante el -> modernismo los mejores miembros de la Iglesia no eran los denunciantes o los demasiado miedosos, sino aquellos que fomentaban valientemente la investigación de la sagrada Escritura, la teología positiva e incluso el retorno a un Tomás mejor entendido. La Humani generis recuerda que «al magisterio le ha sido confiado para su interpretación todo el depósito de la fe, la sagrada Escritura y la tradición» (Dz 2313), y no admite sin más la concepción según la cual «hay que volver a las fuentes primitivas para interpretar las constituciones y los decretos más recientes del magisterio según los escritos de la Iglesia antigua» (ibid.). Pero la mayoría de los teólogos opinaba que los nuevos documentos tenían suficientemente en cuenta la tradición, de modo que no consideraban necesaria una nueva confrontación teológica de tales documentos con la historia.

Ahora bien, si el concilio mismo de Trento, tan rico en doctrina y espiritualidad, ha de interpretarse desde su situación histórica, ¡con cuánto mayor motivo no habrá que hacer lo mismo con las declaraciones de la comisión bíblica! En 1910 Rousselot puso de relieve que no se puede leer a Tomás como si fuera coetáneo de Bayo. Se trataba por tanto de una divergencia en la concepción de la evolución de los –* dogmas y de la teología. Al aislar las afirmaciones cambia el valor objetivo que ciertos conceptos teológicos tienen en su lugar correspondiente. Por tanto, para destacar lo inmutable, hay que tener en cuenta los cambios de los conceptos, que afectan también al contenido de éstos. Para que una fisonomía permanezca la misma a través de todas las fases del crecimiento, tienen que modificarse todos los rasgos. En las discusiones del último concilio se han reflejado claramente estos problemas.

La evolución y el origen del hombre eran puntos neurálgicos en 1950. Por la larga disputa con el -> evolucionismo materialista se había endurecido la concepción teológica. Ésta no comprendía que el evolucionismo bien entendido no era en las ciencias naturales una mera hipótesis, sino, según la persuasión de científicos y filósofos, una «teoría» general. Discrepan las opiniones sobre el «cómo», pero los científicos están de acuerdo sobre el principio general. En cambio los teólogos, a diferencia de las ciencias bíblicas, dejando olvidado a Cayetano siguen explicando el relato de la creación de Adán y Eva como lo habían hecho los coetáneos de Suárez. Por la encíclica se abrió una rendija en la puerta, que, sin embargo, permaneció herméticamente cerrada con relación al poligenismo. Desde el Vaticano II el problema del origen del hombre se les plantea a los teólogos en una forma más diferenciada (-> monogenismo).

Vuelta a las fuentes, apoyo en la Escritura y una fundamentación más amplia de la doctrina en la tradición griega y la latina, es el espíritu del Vaticano II. Y ese era también el programa de los investigadores y maestros que, sin ser escuchados, quedaron marginados como representantes de una n.t. Ellos no tenían otra intención que la de hacer consciente y subsanar la ruptura desde el siglo xvi entre espiritualidad y teología escolástica. Si se logró el intento o no, es asunto que deberán decidir los historiadores después de estudiar detalladamente este período de tiempo, si bien no se podrá reproducir fácilmente esa época en todas sus diferenciaciones.

DOCUMENTACION: Se señala a continuación la más importante bibliografía, la cual refleja el desarrollo de la discusión. — M.-D. Chenu OP, Position de la théologie: RSPhTh 24 (1935) 232-257; :dem, Une école de théologie (Le Saulchoir - P 1937); L. Charlier OP, Essai sur le probléme théologique (P 1938); R. Gagnebet OP, Essai sur le probléme théologique: RThom 39 (1939) 108-145; C. Boyer SJ, Qu'estce que la théologie?: Gr 21 (1940) 255-266; H. Bouillard SJ, Conversion et Gráce chez Saint Thomas d'Aquin (P 1944); J.-Daniélou SJ, Orientations presentes de la pensée theologique: Études n. 249 (1946) 4-21; M.-M. Labourdette OP, La théologie et ses sources: RThom 46 (1946) 353-371; «La théologie et ses sources». Réponse aux «Études critiques de la Revue Thomiste»: RSR 33 (1946) 385-402; M.-L. Guérard des Lauries OP, La théologie historique et le développement de la théologie: ATh 7 (1946) 276-339; H. Bouillard SJ, A propos de la gráce actuelle chez Saint Thomas: RSR 33 (1946) 92-114; H. de Lubac SJ, Surnaturel: Études historiques... (P 1946); R. Garrigou-Lagrange OP, La nouvelle théologie, oü va-t-elle?: Angelicum 23 (1946) 126-145; M.-M. Labourdette OP - M.-J. Nicolas OP - R. L. Bruckberger OP, Dialogue théologique (Saint Maximin 1947); J.-M. Le Blond SJ, L'analogie de la vérité, réflexions d'un philosophe sur une controverse théologique: RSR 34 (1947) 129-141; C. Boyer $J, Nature pure et surnaturel dans le «Sumaturel» du P. de Lubac: Gr 28 (1947) 375-395; M.-M. Labourdette OP - M.-J. Nicolas OP, L'analogie de la vérité et l'unité de la science théologique: RThom 47 (1947) 417-466; H. Bouillard SJ, Notions conciliaires et analogie de la vérité: RSR 35 (1948) 251-271; H. de Lubac SJ, Le probléme du développement du dogme: RSR 35 (1948) 130-160; C. Boyer SJ, Sur un article des Recherches de science religieuse: Gr 29 (1948) 152-154; Y. de Montcheuil, Legons sur le Christ (P 1949); H. Bouillard SJ, L'intention fondamentale de M. Blondel et la théologie: RSR 36 (1949) 321-402; J. de Tonquédec - H. Bouillard, Maurice Blondel et la Théologie: RSR 37 (1950) 98-112; Th. Deman OP, Tentatives franpaises pour un renouvellement de la théologie: Revue de l'Université d'Ottawa... (Ottawa 1950) 129-167 (cf.: ThRv 48 [1950] 61-82); R. Rouquette, L'encyclique Humani generis: Études 83 (1950) 108-116; Documents et extraits de presse sur les réactions diverses au lendemain de 1'Encyclique: DC n. 1079 (1950); R. d'Ouince, Quelques commentaires de I'Encyclique Humani Generis: Études 83 (1950) 353-373; M.-M. Labourdette OP, Les enseignements de 1'Encyclique Humani generis: RThom 50 (1950) 32-50; C. Colombo, II significato teologico dell'Enciclica Humani generis: SC 78 (1950) 397-428; A. Perego Sf, La nuova teologia sguardo d'assieme alla luce dell'Enciclica Humani generis: DTh(P) 53 (1950) 436-465; G. Weigel SJ, The Historical Background of the Encyclical Humani generis: ThSt 12 (1951) 208-230; P. Parente, Struttura e significato storico-dottrinale dell'Enciclica «Humani Generis»: Euntes docete, fasc. 1-2 (R 1951) 23-45; G. Eldarov, Presenza della teologia (Padua 1954); C. Baumgartner, Tradition et magistbre: RSR 41 (1953) 160-187; H. de Lubac SJ, Meditación sobre la Iglesia (Desclee Bil 1958); R. Aubert, La théologie catholique au milieu du XX' siécle (P - Tou 1954); H. Rondet SJ, Le mystére du surnaturel: RSR 54 (1966) 69-73.

Henri Rondet