ENTUSIASMO
SaMun

 

I. Significación

Originariamente, la palabra griega significa un estar lleno de Dios, un estado religioso. Hoy e. expresa, en general, el hecho de estar arrebatado por un «espíritu», es decir, por un impulso que excita y llena.

II. Esencia

El e. no es algo «en» el hombre, sino que el hombre está en él; ser entusiasta significa estar «dentro», vivir y moverse en aquello que, por su parte, como espíritu, vive dentro del hombre y lo mueve. El otro rasgo fundamental del e, es un activo «estar fuera de sí», estar el hombre sacado e impulsado fuera de sí mismo por obra del espíritu que lo entusiasma. Se marcan aquí tres direcciones de referencia. El espíritu que entusiasma es dentro del e. lo primero y lo único, su absoluto «de donde» (procedencia). A esto corresponde un universal ua donde» (intención): el espíritu lo abarca todo, empuja sin límites, llega a todos, lo expresa todo, lo transciende todo (transcendencia). Pero el yo del hombre - tercera dirección -está fuera de sí, es mero centro entre el «de donde» y el «a donde», está enajenado de sí; pero así precisamente es uno consigo mismo. Al amanecer en él el espíritu, amanece también él, gana él mismo nueva y más alta originalidad; hallándose dirigido a todo, está agraciado con la realidad entera, incluso con su propia mismidad. E. quiere decir salir por el espíritu de sí mismo hacia todas las cosas y ser así uno consigo mismo y con todo.

III. Diferencia de la conciencia ordinaria

Ocultamente, el hombre es un «entusiasta» en la conciencia cotidiana. Originariamente él no dice: veo esto así o asá, sino: ¡así es! Sale, pues, de sí mismo hacia todas las cosas, hacia el mundo, y afirma allí la verdad: ¡Sí, así es de verdad, aun sin mí, absolutamente! El hombre sólo amanece como « yo», cuando, según su afirmación, amanece también la verdad en su primera y absoluta originalidad. En la conciencia cotidiana, la originalidad directora de la verdad está escondida bajo el esfuerzo de la preocupación, del preguntar, del afirmar y querer dominar del hombre. Es, de todos modos, evidente que él no se identifica sin más con la verdad. Da siempre su palabra por verdadera, vive siempre de un --> espíritu (-> espiritualidad), de una interpretación de la verdad y del mundo que lo empuja y determina; pero que ése sea el espíritu de la verdad, no está de antemano decidido. Su esencia se manifiesta en el e. como unidad con lo absoluto; pero su existencia está en tensión con la esencia. No constituye una cosa obvia el hecho de que él es, y menos todavía el de que su existencia alcance la cima de la esencia, el de que posea la «plenitud». Por tanto el e. es para el hombre tan esencial como extraordinario; no puede ni «provocarse» ni «retenerse».

IV. Notas para el enjuiciamiento

El e. es auténtico cuando su espíritu es verdaderamente absoluto y universal; es decir, cuando es espíritu de la verdad, y el yo, lleno verdaderamente del espíritu, es sólo su centro transmisor (-> mística). Siendo el hombre propenso a la exaltación del e., él corre peligro de arrogarse el espíritu, que sólo puede ser don o regalo. A este respecto la imitación estética es e. inauténtico; y la exaltación individual o social es e. sin espíritu: aquí el espíritu - o precisamente la falta de espíritu- sirve solamente de medio para el desenfreno, la confirmación o la sublimación del yo. El e. de un espíritu inauténtico es fanatismo. El espíritu de la verdad deja que todo sea lo que es; su e. es la otra cara del abandono; su pasión únicamente se entrega: a lo absoluto, absolutamente; y a lo condicionado, condicionalmente.

V. Referencia del entusiasmo a Dios

La correspondencia con la esencia del hombre y la tensión con su existencia contienen una referencia del e., la cual transciende la -->naturaleza y sólo puede leerse a base del hecho de la revelación de Dios en Jesús. Ser hombre significa ser más que hombre y, así, plenamente hombre, significa estar abierto al origen absoluto y hallarse en alianza con él. Ese origen amanece en forma oculta junto con el yo humano, al que él da su primera existencia (-> religión). El misterio de jesús, que une en su persona la divinidad y la humanidad sin mezcla ni separación, realiza al hombre en una absoluta transcendencia de su naturaleza hacia lo supremo, y muestra a la vez el ejemplar primero del hombre en general, tal como Dios lo pensara en su gracia. Ser, pues, miembro de jesús por el -> Espíritu Santo equivale a la perfección de nuestra condición humana, a la redención del e. humano. El e. del cristianismo primitivo se manifiesta como una representación inicial de la esencia de la --> Iglesia, que, evidentemente, en este tiempo del mundo está en necesaria solidaridad con la conciencia cotidiana (-> carismas). La simultaneidad del e. y de la conciencia cotidiana, la constante mediación entre ambos y la prueba de su autenticidad es la cruz.

BIBLIOGRAFÍA: A. A. C. Shaftesbury, A Letter concerning Enthusiasm (Lo 1711); I. Kant, Critica del juicio (Losada BA 1961); R. Otto, Lo Santo, Rev. Occidente (Ma 1925); E. Fink, Vom Wesen des Enthusiasmus (Essen 1947); B. Welte, Das Heilige in der Welt: Freiburger Dies Universitatis 1948-49 (Fr 1949) 141-183; R. A. Knox, Enthusiasm (O 1951); Leeuw; W. Trillhaas: RGG3 II 495 s; O. Kuss, Enthusiasmus und Realismus be¡ Paulus: Auslegung und Verkündigung (Rb 1963) 260-270.

Klaus Hemmerle