EVENTOS
VATICANO
01/08/2017
“El
turismo sostenible como instrumento de desarrollo”
1.
Con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo, que cada año se celebra el 27
de septiembre, la Iglesia se une a la sociedad civil en la aproximación a
este fenómeno, desde el convencimiento de que toda actividad genuinamente
humana debe encontrar eco en el corazón de los discípulos de Cristo.
Por
primera vez, este mensaje es publicado por el nuevo Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral, como parte de su propia misión.
La
Asamblea general de las Naciones Unidas ha proclamado el 2017 “Año
Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”. Oportunamente, la
Organización Mundial del Turismo (OMT) ha hecho suya esta decisión eligiendo
como título para la Jornada de 2017 “El turismo sostenible como instrumento
de desarrollo”.
2.
Cuando hablamos de turismo, nos referimos a un fenómeno de gran importancia,
tanto por el número de personas implicadas (viajeros y trabajadores), como
por los numerosos beneficios que puede ofrecer (tanto económicos como
culturales y sociales), pero también por los riesgos y peligros que en
diversos ámbitos puede suponer.
Según
el último Barómetro de la Organización Mundial del Turismo, referido a
2016, asciende a unos 1.235 millones el número de llegadas turísticas
internacionales. A nivel mundial, el sector representa el 10% del PIB y el 7%
del total de las exportaciones, teniendo en cuenta que uno de cada 11 puestos
de trabajo se encuentra en el turismo. Éste ocupa por tanto un lugar
relevante en las economías de los diversos Estados y en las políticas
dirigidas a alcanzar el desarrollo inclusivo y la sostenibilidad ambiental a
nivel global.
3. El
turismo puede ser un instrumento importante para el crecimiento y para la
lucha contra la pobreza. Según la doctrina social de la Iglesia, el auténtico
desarrollo “no se reduce al simple crecimiento económico”. Éste, de
hecho, para ser auténtico “debe ser integral”, es decir, “promover a
todos los hombres y a todo el hombre”, como pone de manifiesto la Carta encíclica
Populorum progressio. En este sentido, Pablo VI subrayaba la necesidad de
promover un “humanismo pleno”, que incluya las exigencias materiales y
espirituales para la maduración de toda persona en su propia dignidad. Veinte
años después, en 1987, la ONU introducía el concepto de desarrollo
sostenible como aquel “que satisfaga las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las
propias”. Para la Iglesia, el concepto “integral”, unido a la expresión
“desarrollo humano”, permite incluir también esa sostenibilidad de la que
hablan las Naciones Unidas, abrazando todos los aspectos de la vida: social,
económico, político, cultural, espiritual, y haciéndoles parte de una única
síntesis, la persona humana.
La
OMT ha aplicado estas ideas para promover el “turismo sostenible”. Esto
significa que debe ser responsable, no destructivo ni perjudicial para el
ambiente ni para el contexto socio-cultural sobre el que incide,
particularmente respetuoso con la poblaciones y su patrimonio, orientado a la
salvaguardia de la dignidad personal y de los derechos laborales, al tiempo
que atento a las personas más desfavorecidas y vulnerables. El tiempo de
vacaciones no puede ser, de hecho, pretexto ni para la irresponsabilidad ni
para la explotación: es más, éste es un tiempo noble, en el que cada uno
puede enriquecer su propia vida y la de los demás. El turismo sostenible es
un instrumento de desarrollo también para las economías en dificultad si se
convierte en vehículo de nuevas oportunidades, y no en fuente de problemas.
En la
resolución de 2017, las Naciones Unidas reconocen que el turismo sostenible
es “instrumento positivo para erradicar la pobreza, proteger el medio
ambiente, mejorar la calidad de vida y empoderar económicamente a las mujeres
y los jóvenes, así como su contribución a las tres dimensiones del
desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo”. En esta
línea, se debe promover la sostenibilidad “ecológica”, que procura no
modificar los ecosistemas; la sostenibilidad “social”, que se desarrolla
en armonía con la comunidad que acoge; la sostenibilidad “económica”,
que impulsa un crecimiento inclusivo. En el contexto de la Agenda 2030, el
presente
Año
internacional se presenta como una oportunidad para favorecer políticas
adecuadas por parte de los gobiernos así como buenas prácticas por parte de
las empresas del sector, y para sensibilizar a los consumidores y a las
poblaciones locales, poniendo de manifiesto cómo una concepción integral del
turismo puede contribuir a un auténtico desarrollo sostenible.
4.
Conscientes de que “en todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a
promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio”, los
cristianos queremos ofrecer nuestra contribución para que el turismo pueda
ayudar al desarrollo de los pueblos, especialmente de los más desfavorecidos.
Proponemos, por eso, nuestra reflexión. Reconocemos a Dios como Creador del
universo y Padre de todos los hombres, que nos hace hermanos los unos de los
otros. Ponemos al centro la persona humana; respetamos la dignidad de cada uno
y la interacción relacional entre los hombres; compartimos el principio del
destino común de la familia humana y el destino universal de los bienes de la
tierra. El ser humano no actúa, por tanto, como dueño, sino como
“administrador responsable”. Al reconocernos como hermanos, comprenderemos
“el principio de gratuidad y la lógica del don”, y nuestros deberes de
solidaridad, justicia y caridad universal.10.
En
este punto nos preguntamos: ¿en qué modo estos principios pueden conformar
el desarrollo del turismo? ¿Qué consecuencias se derivan para los turistas,
los emprendedores, los trabajadores, los gobernantes y las comunidades
locales? Es ésta una reflexión abierta. Invitamos a todas las personas
implicadas a comprometerse en un serio discernimiento y a promover prácticas
en esta línea, acompañando comportamientos y cambios en los estilos de vida
hacía un nuevo modo de situarse en relación con el otro.
La
Iglesia está ofreciendo su propia contribución, promoviendo iniciativas que
ponen realmente el turismo al servicio del desarrollo integral de la persona.
Por esto se habla de “turismo con rostro humano”, que se concreta en
proyectos de “turismo de comunidad”, “de cooperación”, “de
solidaridad”, así como en la valoración de su importante patrimonio artístico,
que es un auténtico “camino de la belleza”.
En el
discurso a las Naciones Unidas, el Papa Francisco afirmaba: “La casa común
de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión
de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida
humana, de cada hombre y cada mujer [...]. La casa común de todos los hombres
debe también edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la
naturaleza creada”.12 ¡Que nuestro compromiso pueda ser vivido a la luz de
estas palabras y de estas intenciones!
Ciudad
del Vaticano, 29 de junio de 2017
Cardenal
Peter Kodwo Appiah Turkson
Prefecto