MOVIMIENTO LITÚRGICO EN ESPAÑA
NDL


SUMARIO: I. Comienzos del movimiento litúrgico español: orígenes monásticos y primeros desarrollos (1903-1936): 1. Antes del 1 Congreso litúrgico de Montserrat; 2. 1 Congreso litúrgico de Montserrat; 3. Después del 1 Congreso litúrgico de Montserrat - II. Nuevo despertar del movimiento litúrgico (1939-1952) - III. Etapa final del movimiento litúrgico español (1959-1963).


I. Comienzos del movimiento litúrgico español: orígenes monásticos y primeros desarrollos (1903-1936)

El primer período del movimiento litúrgico se sitúa entre dos fechas históricas, pero de índoles diversas: 1903, publicación del motu proprio Tra le sollecitudini, sobre música sagrada, del papa Pío X; 1936, inicio de la guerra civil española, cuyo término en 1939 significó la ruptura de todas las esperanzas de renovación litúrgica.

El movimiento litúrgico español recibió fuertes influencias de la abadía benedictina de Solesmes; monjes de esta abadía restauraron la de Santo Domingo de Silos, en Castilla y en ella recibió la formación musical el padre Gregorí Suñol, futuro abad titular de Santa Cecilia de Montserrat, de la abadía de la B.V.M. de Montserrat, en Cataluña.

En el primer período del movimiento litúrgico español encontramos un acontecimiento central que define el período: -> Congreso litúrgico de Montserrat, y hace que este período se divida entre antes y después del Congreso litúrgico, que es el momento crucial del movimiento.

1. ANTES DEL 1 CONGRESO LITÚRGICO DE MONTSERRAT. La primera etapa está dominada por la música sagrada. A partir del motu proprio de Pío X se inició el camino de la renovación. Ya en los últimos años del s. xix se habían dado algunos signos de renovación al penetrar, en algunos centros y personas, las ideas de la renovación. Pero fue a partir de 1903 cuando se dio el definitivo paso adelante.

Estos primeros pasos están guiados por las abadías benedictinas de Silos y Montserrat', los centros difusores de la renovación, y que representaron las dos vertientes del movimiento, la castellana y la catalana.

A través de la restauración del canto gregoriano tuvo lugar también la renovación de la vida litúrgica. Por este hecho podemos definir el movimiento litúrgico español como un movimiento de renovación litúrgico-musical. A la restauración del canto gregoriano correspondía un nuevo espíritu litúrgico, que se fue introduciendo en la iglesia española.

En la labor difusora del nuevo espíritu litúrgico influyó de un modo decisivo la vida litúrgica de las abadías. A través de la liturgia vivida se expandió el espíritu de renovación al resto del Estado. Esta labor fue más fácil en Montserrat, pues era el centro espiritual de Cataluña, y la vida religiosa del país se movía al ritmo de la vida espiritual de la abadía. La labor de Silos fue más difícil; tuvo que empezar desde cero, llegó a ser un centro de vida litúrgica para Castilla, pero sin llegar al nivel de Montserrat.

La labor de los centros difusores puede ser dividida en diversos aspectos:

a) Labor docente: cursos, conferencias, enseñanza de la liturgia y el canto gregoriano en los seminarios y comunidades religiosas.

b) Labor investigadora: estudios sobre liturgia hispánica, especialmente en Silos, y sobre el oficio divino; recordemos la importancia de la obra del abad Guepin.

c) Labor divulgadora: las abadías dedicaron buena parte de sus esfuerzos a la divulgación de la liturgia, a diversos niveles, a través de obras dirigidas a la formación de los fieles.

d) Vida litúrgica, a la que hemos hecho referencia anteriormente.

La labor de los centros difusores no estuvo encerrada detrás de los muros de las abadías; al contrario, los benedictinos de Silos y Montserrat estuvieron abiertos a las necesidades de las diócesis y a la colaboración con éstas. Ellas fueron las encargadas de difundir en las diócesis el espíritu de renovación y hacer capaces a los sacerdotes diocesanos de tomar las riendas del movimiento de renovación litúrgico-musical.

El camino de renovación de las diócesis, en esta primera etapa, estuvo muy ligado a los centros difusores, pero manteniendo una vida propia, con la proliferación de scholae cantorum, capillas y coros populares; la constitución de las comisiones diocesanas de música sagrada; la elevación del nivel de la liturgia y el canto gregoriano en los seminarios, aunque no en todos; la proliferación de revistas, que fueron eficaces órganos de difusión de la renovación, y la celebración de los congresos nacionalés de música sagrada.

La celebración, en Valladolid, Sevilla y Barcelona, de los congresos, en 1907, 1908 y 1912 respectivamente, representaron la explicitación en líneas y medidas concretas de actuación de la renovación.

Estos congresos tuvieron una evolución interesante, pues expresan la evolución del movimiento en esta etapa. El camino desde el primer congreso, prácticamente musical, al segundo y al tercero, más preocupados por el apostolado litúrgico, por la difusión del espíritu litúrgico y por llevar a la plena participación a los fieles, sin dejar de lado el plano musical.

Fueron congresos de música sagrada, pero bien pudieron ser congresos de renovación litúrgico-musical, pues la música era estudiada desde la perspectiva litúrgica y desde las posibilidades de aplicarla al apostolado.

Encontrándose la vida litúrgica de la iglesia española en este aceptable nivel, se celebró en la abadía de la B.V.M. de Montserrat el I Congreso litúrgico.

2. 1 CONGRESO LITÚRGICO DE MONTSERRAT. Celebrado del 5 al 10 de julio de 1915 en la abadía de la B.V.M. de Montserrat, fue preparado por un grupo de sacerdotes y religiosos dirigidos por el doctor Lluis Carreras. La idea tuvo una maravillosa aceptación, ya sea por la abadía, ya sea por el episcopado de la provincia eclesiástica tarraconense, encabezado por el arzobispo de Tarragona, doctor López Peláez, que aprobó la celebración del congreso con una carta, dirigida al abad de Montserrat, sobre las excelencias de la liturgia. Fue creada, por sugerencias del grupo de sacerdotes y religiosos anteriormente mencionados, la revista Vida Cristiana, que sería el órgano de preparación del congreso y, posteriormente, el órgano de expresión del movimiento en tierras catalanas.

El congreso fue preparado a través de un amplio cuestionario que recogía los objetivos del movimiento litúrgico clásico Las sesiones del mismo se desarrollaron entre conferencias de obispos y liturgistas, secciones de estudios y celebraciones litúrgicas, a las que se les dio gran importancia, pues el congreso quiso partir de la experiencia profunda de la celebración litúrgica.

El episcopado de la provincia eclesiástica tarraconense tuvo un papel importante, no sólo por el apoyo e interés que ofreció al congreso, sino por la participación activa en el mismo.

El tema central de los estudios fue la santa misa, existiendo una especial preocupación, que se manifiesta en las conclusiones, por el apostolado litúrgico.

Las conclusiones, divididas en generales y particulares, de cada sección de estudios, a saber: estudios históricos, gregorianos y popularización de la liturgia, ofrecieron un amplio e interesante programa de apostolado litúrgico.

Se dedicó una sección de estudios, no reflejada en las conclusiones, a los ministerios sacerdotales. El objetivo de esta sección era la comunicación de experiencias y comentarios sobre la vida litúrgica, con el propósito de vigorizar el espíritu sacerdotal.

El congreso ofreció como concretización de las ideas expresadas en el mismo, el Eucologio, eficaz instrumento para impulsar la participación activa de los fieles en la celebración litúrgica.

El congreso tuvo diversos significados: ser la más alta respuesta de la iglesia española al motu proprio de Pío X. Ser el aglutinamiento de todos los deseos, esperanzas y anhelos existentes en la iglesia española, y la delineación del futuro caminar del movimiento. Y es el momento clave de la total incorporación de España al movimiento litúrgico.

3. DESPUÉS DEL 1 CONGRESO LITÚRGICO DE MONTSERRAT. Celebrado el I Congreso litúrgico, dio inicio la segunda etapa del primer período del movimiento litúrgico español. Después de una etapa a la que podríamos definir de carismática, las líneas maestras quedaron definidas en el congreso de Montserrat, y el movimiento continuó el camino de forma más serena y organizada.

En esta etapa encontramos el mismo defecto que en la anterior: la falta de un organismo central que guiara el movimiento y animara su caminar. Hasta 1954, fecha de la constitución de la Junta Nacional de Apostolado litúrgico, no existirá este organismo.

Es una etapa en la que encontramos diversos acontecimientos de carácter congresual, pero en diversos sentidos. Desde los acontecimientos de índole diocesana, como las Semanas litúrgico-gregorianas de Besalú (Gerona), en 1916 y 1917, y la litúrgica de Bañolas (Gerona), en 1917, que fueron fruto del congreso litúrgico, y la II Exposición de arte litúrgico de Barcelona, en 1928'°; a los de índole nacional, como el congreso de ciencias de Salamanca, en 1923; el certamen con motivo del VII centenario de la catedral primada de España, Toledo, en 1926, y el IV Congreso de música sagrada de Vitoria, en 1928.

Destacan el certamen de ciencias de Salamanca y el certamen con motivo del VII centenario en Toledo, como grandes triunfos del movimiento. Significaron el reconocimiento de la entidad científica de la sagrada liturgia. En el congreso de ciencias de Salamanca, la liturgia estuvo a la altura de las restantes ciencias por primera vez.

En esta etapa recibió España diversos reconocimientos a nivel internacional. En 1936, Barcelona fue elegida como sede del III Congreso internacional de musicología; en 1931, el padre Nemesio Otario, sj., fue llamado a dirigir el Pontificio Instituto de Música Sagrada de Roma; en el mismo año, el padre Gregorí Suñol, osb., fue llamado a Milán para dirigir la Escuela Superior de Canto Ambrosiano, pasando en 1938 a dirigir el Pontificio Instituto de Música Sagrada de Roma; y en 1930, el doctor Carreras participó en el 1 Congreso internacional de Amberes.

El doctor Carreras presentó una ponencia sobre el movimiento litúrgico español, que suscitó la respuesta del padre Germán Prado, osb., produciéndose una interesante polémica. Esta discusión tuvo el interés de ser diálogo entre la vertiente castellana y la vertiente catalana del movimiento.

En 1923, el padre Irruarizaga fundó la Escuela Superior de Música Sagrada de Madrid, que debió cerrarse en el curso 1927/28 por falta de apoyos.

Las publicaciones de obras litúrgicas continuaron adelante; aparecieron nuevas revistas litúrgicas y musicales, y otras desaparecieron. Una de las características de esta etapa fue la proliferación de misales y devocionarios.

Y una de las características más significativas de esta etapa estuvo en el paso de la guía del movimiento al clero diocesano. Esto no supuso una ruptura con los benedictinos, significó una apertura a otros campos de acción.

La vida litúrgica realizó el camino de la renovación a partir del canto gregoriano y de la música sagrada, después de haber aglutinado los deseos, esperanzas y anhelos de renovación en el congreso de Montserrat, y de haber marcado las líneas maestras de la renovación en el mismo congreso. Pero estos deseos y realidades fueron destruidos en 1936 con la guerra civil.


II. Nuevo despertar del movimiento litúrgico (1939-1952)

Terminada la contienda, se inicia la reconstrucción de la vida en el Estado; al mismo tiempo la iglesia comienza la reconstrucción de la vida litúrgica, que es el despertar del movimiento litúrgico.

Los centros difusores estaban en circunstancias diversas: Silos reinicia la publicación de obras divulgativas; Montserrat estaba vacía. Pero este hecho ayudó a las diócesis, pues los monjes benedictinos catalanes dispersos por las diócesis inyectaron las ideas de renovación en multitud de seminaristas y sacerdotes.

El movimiento encuentra otro centro difusor, la diócesis de Vitoria, que junto a la de Barcelona se sitúa a la cabeza del movimiento.

En 1940, Montserrat vuelve a realizar su gran labor educativa: cursos de gregoriano, biblioteca litúrgica, biblioteca de vida cristiana, revista "Scripta et Documenta".

La influencia de Silos y Montserrat continuó llevando el movimiento a los seminarios españoles. También en esta etapa existieron acontecimientos de importancia: 1940, exposición internacional de arte sacro en Vitoria; 1944, nacimiento de las "Hojas de liturgia", publicadas por Casimiro Sánchez Aliseda y Juan Francisco Rivera; 1946, Silos lanzó el número 1 de "Liturgia", y Vitoria el de "Apostolado litúrgico".

A pesar de estos hemosos hechos, España no volvió a llegar al nivel de 1936. En las iglesias españolas aparecía el rigorismo, la rúbrica; las misas dialogadas desaparecieron. La flor fue marchitada, pero volvía a sonreír tímidamente.


III. Etapa final del movimiento litúrgico español (1952-1963)

La celebración del XXV Congreso eucarístico internacional de Barcelona, en 1952, constituyó el hecho decisivo, el punto de arranque de la última etapa del movimiento litúrgico. Este mismo año se abre la Escuela Superior de Música Sagrada en Madrid.

Si el punto de arranque se sitúa en 1952, el hecho clave, que marca el florecimiento del movimiento, debemos situarlo en 1954: se inician los Coloquios de pastoral litúrgica, organizados por F. Miranda y los padres Alameda, Toribios, Echevarría, Sánchez Aliseda, Roig. Este magnífico grupo de liturgistas impulsaron la publicación de la revista "Incunable"".

La fecha central fue: 15 de abril de 1956, fundación de la Junta Nacional de Apostolado litúrgico, presidida por mons. F. Miranda, trágicamente fallecido más tarde.

Señalemos algunos momentos claves de esta etapa: 1956, 1 Congreso litúrgico de la diócesis de Barcelona; 1957, 1 Semana nacional de estudios litúrgicos en Montserrat; 1958, fundación del Centro de Pastoral litúrgica de Barcelona, por Pedro Tena; 1 Asamblea nacional de Comisiones diocesanas de Liturgia; 1960, Directorios pastorales de la Misa, Ritual bilingüe 15.

Un nutrido grupo de liturgistas españoles participaron en el Congreso de Asís-Roma, cuyas actas fueron publicadas en castellano.

Uno de los últimos momentos del movimiento tuvo lugar en 1961: la asamblea de metropolitanos creó la Comisión episcopal de Liturgia, Pastoral y Arte Sacro.

Esta última etapa significó el resurgir del movimiento; la iglesia encontró un gran tesoro: un maravilloso grupo de liturgistas, que impulsaron la renovación, la cual inundó la nación y llevó la renovación a todas las diócesis. Se intentó abandonar el rubricismo y pasar a la verdadera liturgia. Esta etapa realizó un trabajo nunca seriamente reconocido: preparó la iglesia española para asimilar la reforma litúrgica.

J. M. González Jiménez


BIBLIOGRAFÍA

1. Estudios generales

Alamo M., Evocando cincuenta años de apostolado litúrgico, en "Liturgia" 1 (1946) 267-275, 306-313; Bustamante J.L., Cincuenta años de Liturgia, en "Ilustración del clero" 51 (1957) 381-390; Carreras L., Le mouvement liturgique en Espagne, en Cours el Conferences de Semaines liturgiques, tomo II: 1 Cong. international de Anvers 1930 (Mont-César 1930) 125-140; Floristán C., Espagne, en "La Maison Dieu" 74 (1963) 109-127; Franquesa A., Movimiento litúrgico contemporáneo, en Diccionario Enciclopédico de Historia eclesiástica de España, tomo II, Madrid 1972, 1330-1332; La constitución en su contexto histórico: coronación de un proceso, historia del movimiento litúrgico en función de la reforma conciliar, en Morcillo González C. (ed.), Concilio Vaticano 1I, tomo 1: Comentarios a la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Madrid 1974, 66-73; Garrido Bonaño M., Movimiento litúrgico en España, en Curso de liturgia romana, Madrid 1961, 52-54; Prado G., 11 movimento liturgico nene varíe nazioni, Spagna, en "Ephemerides liturgicae" 49 (1935) 156-175.

2. Documentos

Guía del congrés litúrgic de Montserrat, Montserrat 1915.

3. Estudios

Baixauli M., Primer congreso nacional de música sagrada, "Razón y Fe" 19 (1907) 266-268; Franquesa A., El congrés de 1915 i la seva significació histórica, en Abadal i de Vinyals, R. d' (ed.), II Congrés litúrgic de Montserrat, vol. I, Montserrat 1958, 5-36; El moviment litúrgic a Montserrat, en 75 anys de patronage de la Mare de Deu de Montserrat (1881-1956), Montserrat 1958, 166-176; López Peláez A., El proyecto del congreso. Excelencias de la Sagrada Liturgia, en El congreso litúrgico, Madrid 1915, 3-17; Marcet A.M., Saludo, en "Vida Cristiana" 1 (1914) 3-4; El congrés litúrgic de Montserrat, en "Vida Cristiana" 1 (1914) 47-48; 2 (1914) 90-96; 3 (1914) 141-142; 6 (1915) 247-260; 7 ( 1915) 295-299; 8 ( 1915) 367-395.