LITURGIAS LOCALES ANTIGUAS (ORIGEN Y DESARROLLO)
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SUMARIO: I. Liturgias locales, fenómeno histórico: 1. Para una justa comprensión de la liturgia, incluido el rito romano actual, es necesario conocer sus antecedentes; 2. Sentido de la "tradición" litúrgica en la antigüedad; 3. Diverso grado de desarrollo, diversa suerte de los antiguos ritos locales - II. Fases de la formación de un rito local: 1. Período de gestación; 2. Tiempo de creatividad; 3. Codificación - III. Orígenes y primeros desarrollos del rito romano: 1. De san Dámaso a san León Magno; 2. De san León Magno al papa Vigilio; 3. Codificación del sacramentario romano - IV. Otros ritos latinos: 1. En la iglesia africana; 2. El rito ambrosiano; 3. El rito galicano; 4. El rito céltico; 5. El rito hispánico.


I. Liturgias locales, fenómeno histórico

1. PARA UNA JUSTA COMPRENSIÓN DE LA LITURGIA, INCLUIDO EL RITO ROMANO ACTUAL, ES NECESARIO CONOCER SUS ANTECEDENTES.

En el estado actual de la liturgia, cuando en todo el mundo católico occidental el rito romano —revisado y reformado varias veces— representa un papel preponderante, no es fácil imaginar cómo se produjo la composición de los textos litúrgicos, la consiguiente definición de las estructuras celebrativas y en qué medida hay que relacionar la formación de la liturgia con circunstancias eclesiales y socioculturales muy precisas. Sin embargo, todo el que quiera emprender un estudio histórico o doctrinal sobre el misal-leccionario, sobre el ritual-pontifical o sobre el libro de las horas no debería ignorar la trayectoria histórica que han seguido los textos y los ritos hasta llegar a ser incorporados al patrimonio litúrgico de la iglesia de nuestro tiempo.

2. SENTIDO DE LA "TRADICIÓN" LITÚRGICA EN LA ANTIGÜEDAD. Hay  que aclarar ante todo que en la antigüedad no habría sido concebible que el conjunto de normas de tradición apostólica, sobre las que en un primer momento se fundaba la improvisación de la -> plegaria eucarística y de otras oraciones sacramentales, y más tarde la redacción literaria de los textos litúrgicos, pudiera concretarse en un repertorio establecido que hubiera que imponer a todas o casi todas las iglesias cristianas, y mucho menos durante un largo período de tiempo. La liturgia de los primeros siglos, fidelísima a la tradición, fue en cierto modo universal, precisamente porque no se quería aceptar el hecho de que las normas apostólicas pudieran ser formuladas definitiva e inalterablemente.

3. DIVERSO GRADO DE DESARROLLO. DIVERSA SUERTE DE LOS ANTIGUOS RITOS LOCALES. Cuando a partir del s. IV algunas iglesias orientales, y desde el s. v las iglesias de Roma y de Milán [-> Ambrosiana, Liturgia], dedicaron sus recursos culturales a la formación de una liturgia peculiar, estalló en todo el mundo cristiano el fenómeno de las liturgias locales. Algunas de estas liturgias se extinguieron apenas nacidas, otras no alcanzaron el pleno desarrollo que sus comienzos habrían hecho esperar, y muchas otras, una vez desarrolladas, permanecieron en vigor sólo por poco tiempo. No obstante, de aquel particular momento histórico nos ha quedado un precioso patrimonio de cultura cristiana. Todo este tesoro de doctrina, que hay que adjuntar al corpus de la literatura patrística, aunque se emplea sólo en parte mínima en la liturgia viva de hoy, nos sirve para profundizar en el sentido de los signos sacramentales de la iglesia.


II. Fases de la formación de un rito local

Usamos el término rito restringiendo su significado a una de sus posibles acepciones: el conjunto de textos y disposiciones que una determinada iglesia produjo y organizó para sí misma al objeto de interpretar y llevar a efecto del mejor modo posible, según las exigencias del momento, las normas de la tradición apostólica referentes a la vida sacramental de la iglesia. Así podríamos hablar de divergencias entre el rito romano y el rito ambrosiano, y de convergencias entre los ritos galicano e hispánico.

Nos limitamos a tratar de los ritos latinos, y más en particular del rito romano, aunque todo lo que diremos genéricamente de la formación y del desarrollo de los ritos se podría aplicar igualmente a los ritos orientales [-> Orientales, Liturgias].

Los ritos que alcanzaron en plenitud su desarrollo debieron pasar por tres fases sucesivas: 1) un largo período de gestación; 2) el gran momento de la creatividad; 3) la hora de la codificación litúrgica.

1. PERÍODO DE GESTACIÓN. Sólo a posteriori se podrá establecer cuánta ha sido la duración de este período y cuáles los factores que lo han caracterizado. La creatividad, que inesperadamente estallará en un determinado momento, no vendrá de la nada. Peripecias humanas, cuestiones teológicas y logros culturales se han ido acumulando o estratificando, y condicionarán ciertamente el estilo y las ideas que emergerán en los productos de la futura escuela eucológica.

Lo que dio el impulso inicial, decisivo, al período de gestación puede haber sido el paso de una lengua a otra; por ejemplo, del griego al latín, en Roma. La adopción de una nueva lengua lleva consigo un intento de adaptación al nuevo contexto cultural, adaptación no reducible a un simple trabajo de traducción.

2. TIEMPO DE CREATIVIDAD. La aparición del nuevo rito demuestra que la comunidad cristiana en la que se produce tal fenómeno ha alcanzado un grado de madurez que le permite asimilar de modo peculiar la tradición sacramental apostólica. La celebración de la liturgia entraña ya, para tal comunidad, una revelación de sí misma en cuanto iglesia de Cristo, aplicada a ejecutar fielmente el mandato del Señor.

Aunque responde a una necesidad -a saber: para que la comunidad cristiana pueda encontrarse más perfectamente identificada con el modo de contemplar el misterio de la salvación- , la empresa de realizar una liturgia propia se concibe también implícitamente como una misión en el interior de la iglesia católica. Cada iglesia local que tenga posibilidades para hacerlo está llamada a enriquecer con las propias búsquedas y experiencias el tesoro de la doctrina litúrgica de la iglesia universal.

La verdadera creatividad tiene lugar cuando esa determinada iglesia puede contar con hombres particularmente dotados: escritores que sepan expresarse en un lenguaje noble y eficaz, y que sean al mismo tiempo pensadores capaces de redescubrir con ideas nuevas las verdades eternas. Su doctrina será fruto de estudio, de reflexión personal y de oración.

Sabedores de la dimensión pastoral de la liturgia, los grandes autores componen los textos litúrgicos pensando concretamente en una determinada comunidad cristiana y, al menos en una primera fase del período creativo, destinándolos para una fecha específica. No prevén que esos textos se empleen en otras partes y en tiempos sucesivos. Por eso la producción de los formularios litúrgicos es abundante y no está necesariamente vinculada a una programación global del año litúrgico.

3. CODIFICACIÓN. Totalmente diversa es la actitud de los compiladores de los -> libros litúrgicos. Estos últimos pretenden establecer para la posteridad el ordenamiento de las celebraciones litúrgicas y textos destinados a tales celebraciones. El que ordena un libro litúrgico demuestra tener la idea de una programación global de la distribución de los textos litúrgicos; de todos los textos, y no sólo de los que entran en la composición del libro que intenta compilar. Este plan de ordenamiento litúrgico presupone un conocimiento más o menos completo de las diferentes tentativas que se han hecho precedentemente para enriquecer las celebraciones locales eón textos nuevos.

Tratándose de libros, por ejemplo, sacramentario, leccionario, antifonario..., estructurados según el orden del año litúrgico, la tarea esencial del compilador consiste en la distribución de los textos eucológicos —respectivamente: de las perícopas bíblicas o de los cantos— según un calendario preestablecido. Para la configuración de los libros cuyo orden no depende estrictamente del año litúrgico —por ejemplo, ritual, pontifical—, el compilador sigue una sucesión lógica de las partes, que obviamente será lógica según la mentalidad de su época.

Durante el período de creatividad, los autores componían varias misas para una misma fiesta, mientras que omitían componer, o quizá no conservaban, los textos para otras fiestas menores. El compilador debe colmar estas lagunas del fondo de los libelli. Se producen así los textos complementarios, derivados o adaptados de textos que estaban destinados a otras celebraciones.

Habitualmente, el compilador se atribuye el derecho-deber de corregir los textos que incluye en su libro. La revisión, que puede referirse al estilo (pero a menudo también a los contenidos), causa siempre graves daños literarios o doctrinales a los textos originales.


III. Orígenes y primeros desarrollos del rito romano

Para ilustrar históricamente la formación y constitución del rito romano, se hace referencia a los nombres de san Dámaso (366-384), el papa Inocencio I (401-417), san León Magno (440-461), san Gelasio (492-496), el papa Vigilio (537-555) y san Gregorio Magno (590-604). Tendremos que distinguir los diversos modos según los cuales cada uno de estos seis personajes contribuyó a la formación del rito romano y a su caracterización en relación con los demás ritos.

1. DE SAN DÁMASO A SAN LEÓN MAGNO. La noticia del Liber Pontificalis según la cual san Dámaso habría dispuesto que se emplease el latín en la liturgia de Roma hay que colocarla en el contexto de toda la obra de san Dámaso: sus inscripciones poéticas destinadas a decorar las tumbas de los mártires y la obra derevisión de la versión latina de la Escritura, que san Dámaso encomendó a san Jerónimo.

Dámaso era de origen hispano. Las iglesias de España estaban más vinculadas a la iglesia de Cartago que a la de Roma. En tiempos de san Cipriano (249-258) tenía ya una liturgia latina. No se ha de excluir, por tanto, que, en la decisión de adoptar el latín para la liturgia de Roma, Dámaso se haya visto impulsado por la experiencia vivida en España, que le había revelado las ventajas de una liturgia latina en una sociedad latinizada.

Nunca podremos determinar hasta qué punto el impulso inicial que imprimió san Dámaso prefiguró las características de la futura escuela eucológica romana de los ss. v-vl. Sin embargo, el hecho es que las estructuras sumamente sintéticas de las oraciones romanas responden perfectamente al estilo damasiano de los orígenes —lenguaje noble, formas epigramáticas.

Entre la plegaria eucarística que san Ambrosio (339-397) reproduce en su De sacramentis (IV, 5, 21-22; 6, 26-27) y el canon romano, de factura leoniana (que luego encontraremos en los sacramentarios), hay una evolución que no es meramente lingüística. Admitimos, sin embargo, con Ch. Mohrmann que uno de los aspectos más interesantes de tal evolución consiste precisamente en la progresiva adopción de un lenguaje sagrado latino —terminología y expresiones provenientes del latín de los ritos paganos— en la plegaria eucarística de la iglesia de Roma.

La carta del papa Inocencio I al obispo Decencio de Gubbio, escrita el 19 de marzo del 416, afirma que los nombres deben enunciarse ínter sacra mysteria. Este testimonio hay que ponerlo en relación con el hecho de que el canon romano insertó, entre el prefacio y la narración de la institución, los dípticos por la iglesia, por la jerarquía eclesiástica, por los oferentes y para la memoria de los santos. Esta es una peculiaridad exclusiva del rito romano.

Una frase de la misma carta ("prius ergo oblationes sunt commendandae, ac tunc eorum nomina quorum sunt edicenda") puede referirse a la presentación de los dones, que luego fue integrada en el Te igitur del canon "... uti accepta habeas et benedicas haec dona, haec munera..."), pero podría también representar un precedente de lo que pasará a ser un texto variable típicamente romano: la oración super oblata.

2. DE SAN LEÓN AL PAPA VIGILIO. Una importante colección de la producción eucológica romana de este período se ha conservado providencialmente en el códice LXXXV de la Biblioteca Capitular de Verona, en el cual, entre finales del s. v4 y comienzos del vli, alguien transcribió los libelli missarum del archivo papal que se habían compuesto desde la mitad del s. v hasta la mitad del vi. Reprodujeron el códice, Bianchini (1735) y Muratori (1748) como Sacramentario leoniano; Mohlberg (1956), como Sacramentarium veronense. Le faltan los primeros cuadernos. Con las debidas cautelas críticas, es preciso recuperar, al menos en parte, los textos correspondientes a epifanía, cuaresma y pascua tomándolos del Gelasiano, primer intento romano de codificación.

No se puede excluir que antes de san León Magno alguien haya compuesto textos que luego, a su vez, sirvieron a León como un modelo inmediato. Pero lo que es cierto es que la obra litúrgica de san León, por su genialidad, originalidad y grandeza, fijó de una vez para siempre las características esenciales del rito romano.

Nos encaminamos hacia la composición de textos variables —distintos para cada celebración—, que se colocarán en diversos puntos del esquema de la celebración eucarística. Una misa completa comprende cinco oraciones —primera y segunda colecta, super oblata, postcommunio y super populum— y el prefacio.

La máxima novedad consiste en la variabilidad del prefacio. Representa una verdadera revolución dentro de la historia de la plegaria eucarística. También la adopción de oraciones variables, breves pero densas de contenido, que insertan en el esquema de la celebración eucarística la temática del año litúrgico, constituye una novedad absoluta, que tendrá gran repercusión en la formación y desarrollo de los ritos latinos.

Hay que recordar que la obra literaria más importante de san León Magno es el conjunto de sus sermones, destinados a exponer su doctrina sobre la actuación del misterio de Cristo mediante las fiestas cristianas. San León era sin duda consciente de la originalidad e importancia de su contribución: una síntesis teológica de la obra de la salvación, fruto de su búsqueda personal en la contemplación de las diferentes fases del año litúrgico, síntesis que iba elaborando progresivamente para responder a las exigencias de su deber pastoral de predicar durante la celebración de la eucaristía.

Si no hubiera existido la tentativa de introducir con mayor claridad e insistencia la teología del año litúrgico dentro de la celebración eucarística, probablemente no se habría llegado nunca al sistema romano de la variabilidad de las oraciones y del prefacio. El año litúrgico, que hasta aquel momento había irradiado la luz de la presencia del misterio de Cristo sólo a través de las lecturas y el comentario de las lecturas, ejercitará su fuerza sacramental también por medio de la eucología.

La rica capacidad creativa que san León Magno desplegó en la exposición de la teología del año litúrgico sirviéndose de los textos eucológicos, lo conduce a otras novedades estructurales del rito romano: el conjunto eucológico inserto entre las lecturas del AT de la vigilia pascual (conservado en el Gelasiano, ed. Mohlberg, nn. 431-442), conjuntos eucológicos análogos para las vigilias de la ascensión (Veronense, nn. 169-173), de pentecostés (Veronense, nn. 187-190; 200-201),y del sábado de los grandes ayunos estacionales (Veronense, nn. 192-195; 916-921).

San Gelasio y Vigilio compondrán nuevos textos aceptando los modelos dejados por san León. Mantendrán el principio de una distribución de textos variables en torno a un canon fijo. Las normas estructurales para la composición de las oraciones, consagradas con la obra genial de san León, permanecerán en vigor.

Una novedad que trata de introducir san Gelasio —quizá él compone la parte central del prefacio en forma deprecativa (cf Veronense, nn. 376 y 623)— no será imitada ni seguida por Vigilio. Otra invención de san Gelasio —referirse, dentro de los textos eucológicos, a hechos contingentes que atañen a la iglesia o a la población de Roma— la aceptará Vigilio, aunque con las debidas restricciones. Gelasio polemizaba contra los abusos de las lupercalia, abusos en que incurrían también ciertos cristianos (cf Veronense, nn. 620-625). En los textos del papa Vigilio se refleja la angustia de la población durante un asedio sufrido por la ciudad, y la sensación de respiro que experimentaron los romanos cuando se alejaron los invasores.

San Gelasio y Vigilio divergen profundamente en el modo de tratar los acontecimientos contemporáneos: el tono de Gelasio es áspero, agresivoy a veces inconveniente; por el contrario, las reflexiones de Vigilio son moralizantes y espiritualistas. Sin embargo, debemos considerar como muy digno de destacarse el hecho de que ambos expresaron en los textos eucológicos inquietudes derivadas de situaciones muy concretas de su iglesia local. Es simbólico el ejemplo del prefacio, que hace referencia al malestar experimentado por los romanos al ver, desde lo alto de los muros, cómo los asediantes recogían el trigo que los mismos romanos habían sembrado y cultivado (Veronense n. 446). La cuestión resulta mucho más importante si se considera que la temática fundamental del prefacio es la historia de la salvación: se dan gracias a Dios porque ha salvado a su pueblo. En este momento se ve cómo también hechos contemporáneos que atañen a la comunidad cristiana de un determinado tiempo pueden verse y considerarse como páginas de la historia de la salvación.

3. CODIFICACIÓN DEL SACRAMENTARIO ROMANO. POCOS años después del pontificado de Vigilio debía producirse el primer intento de compilación del sacramentario romano, llegando así al llamado Gelasiano.

San León, san Gelasio y el papa Vigilio no se habían limitado a llenar unos formularios preestablecidos. En todo caso, la composición de los nuevos textos llevaba consigo la invención de estructuraciones celebrativas, de géneros literarios y de argumentos todavía inéditos. El carácter experimental, de verdadera búsqueda, que ha quedado impreso en sus textos explica que los autores mismos hayan considerado los propios textos como algo provisional. La evolución de León a Gelasio y Vigilio, por la que la eucología se convertía cada vez más en el espejo de los problemas contingentes de la iglesia local romana, era una evolución natural basada en el carácter contingente de los textos.

El momento histórico de la compilación del Gelasiano es de capital importancia. Probablemente se trata del primer caso en la historia, en que se ha llegado a una compilación litúrgica plenamente codificada.

La idea de un liber totius anni circuli revela la conciencia de que el año litúrgico está ya sustancialmente constituido. El año litúrgico que, todavía en fase de formación, había impulsado a san León a la composición de los textos, ahora, al convertirse en realidad lograda, conduce a la creación del primer sacramentario. Los textos destinados a la celebración eucarística y a la administración de los demás sacramentos se ordenan sobre la base del calendario de las fiestas y de los tiempos del año. Se pasa, pues, de los libelli a un libro bien estructurado, que trata de recoger toda la eucología, comprendidas las series de oraciones compuestas para la liturgia de las Horas.

En el contexto de la codificación gelasiana hay que colocar algunos repertorios eucológicos menos originales que los otros, que podríamos llamar textos eucológicos de autor. Por ejemplo, alguien compone las oraciones para la vigilia de pentecostés (Gelasiano, nn. 618-623) imitando el conjunto leoniano compuesto para la pascua (ib, nn. 431-442). Remitiéndose a menudo a textos preexistentes, se llenan las casillas correspondientes a la octava de pascua (ib, nn. 463-515).

Se establece así un método de composición de textos litúrgicos que puede haber tenido precedentes en las sucesivas reelaboraciones de las anáforas antiguas, pero que ahora se fija un objetivo nuevo: ampliar los repertorios para llenar todas las secciones previstas en la estructuración global del libro litúrgico.

La compilación gregoriana del sacramentario encontrará allanado el camino. El experimento de la codificación gelasiana ha hecho posible la decisión de san Gregorio Magno de emprender un trabajo de gran envergadura: una nueva codificación del sacramentario tras una revisión de toda la eucología romana.

Naturalmente, los principios de tal revisión los han dictado las tendencias personales del mismo san Gregorio. Los textos —oraciones y prefacios— de san León eran quizá muy breves (cf Veronense, nn. 183 y 1250; Gelasiano, nn. 458 y 462); otras veces, por el contrario, eran muy desarrollados (cf Veronense, nn. 416; 428; 530). El estilo de Vigilio había sido más regular, con una clara propensión a la concisión, tanto en los prefacios como en las oraciones (cf Veronense, nn. 533-549; 553-568; 610-619; 626-670).

La primera impresión puede ser que el estilo de san Gregorio es bastante semejante al del papa Vigilio. Las oraciones gregorianas son casi siempre de la misma longitud, breves, estructuralmente muy sencillas. Pero, por una tendencia personal del autor, el tema de las oraciones gregorianas es mucho más abstracto; ta además la profunda cohesión estructural que exhibían las oraciones de los autores precedentes.

Algunos repertorios más típicamente gregorianos contienen textos que pueden considerarse joyas de la eucología romana, aunque no son parangonables a los textos de la tradición antigua (cf Gregoriano, ed. Deshusses, Ha, nn. 42; 175; 435; 474). Pero Gregorio, quizá por querer unificar demasiado el estilo de todo el sacramentario y rehacer personalmente todo el cuerpo eucológico, cayó a menudo en el defecto del formulismo: en el Sacramentario gregoriano, un mismo texto se repite, idéntico o con poquísimas variantes, para celebraciones muy diversas.

En su obra de reelaboración, Gregorio se sirvió en parte de los textos de la tradición anterior; pero casi siempre alteró su sentido original, empobreciendo notablemente su contenido y lesionando gravemente su expresividad literaria. Con su revisión de la eucología y con su sistematización del sacramentario, san Gregorio pretendía actualizar la liturgia de la ciudad de Roma, pero de hecho la redujo culturalmente al nivel de decadencia que era ya tan sensible en su tiempo.

El Sacramentario gregoriano, sobre cuya base se compondría luego el Missale Romanum y que subsiste todavía como fuente principal del Misal de Pablo VI, no refleja en absoluto el verdadero tesoro de la mejor escuela eucológica romana.


IV. Otros ritos latinos

No todos los ritos latinos han podido recorrer plenamente las tres fases [1 supra, II] necesarias para cerrar naturalmente el arco de su evolución y constitución.

1. EN LA IGLESIA AFRICANA. La liturgia que se celebraba en el Africa latina desde los tiempos de san Cipriano de Cartago quedó bloqueada por los acontecimientos políticos que provocaron el desenraizamiento total de aquellas iglesias, sumamente florecientes. Hubo una fase de gestación que habría podido desembocar en un rito local bien constituido. Residuos de la desaparecida liturgia arcaica de Africa han sobrevivido en las liturgias de las Galias y de España. Pero el rito afrolatino en cuanto tal no pudo pasar de la primera a la segunda fase, y obviamente no llegó nunca a la fase constitutiva.

2. EL RITO -> AMBROSIANO. El rito que tuvo a Milán como centro, a consecuencia del exilio voluntario del alto clero y de parte de la ciudadanía milanesa en Génova, vio alterada y perturbada su segunda fase (de creatividad): por mucho que en él influyera también el Oriente litúrgico, desde el principio el rito de Milán se encontró condicionado por modelos romanos mucho más de cuanto lo fueron los otros ritos latinos, en parte porque había sido el primero en erigirse después del romano, en parte por la proximidad geográfica de Roma, con su ascendiente moral sobre Milán, ascendiente que no se sentía en igual medida en las demás sedes mediterráneas.

Se discute sobre la génesis de la primera codificación, la verdaderamente autóctona, de los libros litúrgicos ambrosianos (tercera fase). Los que han llegado hasta nosotros fueron sistematizados, sobre la base de materiales preexistentes, durante el período carolingio, cuando ya no le era posible al rito local sustraerse a la liturgia franco-romana imperante.

3. EL RITO GALICANO. El rito galicano comenzó espléndidamente la segunda fase, pero se vio ahogado de repente por la penetración del rito romano, que acabó sustituyéndolo. Los diferentes intentos de codificación, de los que son testimonio sus libros litúrgicos, se vieron faltos de ese mínimo indispensable de centralización que habría hecho posible una constitución más fuerte del mismo rito, dotándolo de una mayor resistencia frente a la invasión romana. Por eso los resultados de la codificación fueron muy dispares.

4. EL RITO CÉLTICO. El rito irlandés, en el que se pueden descubrir signos peculiares de una fase inicial, debió cerrarse precipitadamente en una tercera fase, sin haber tenido un período de creatividad autóctona. Los únicos textos propios dignos deatención son los himnos, cuyos autores se han beneficiado de una tradición poética local.

5. EL RITO -> HISPÁNICO. El único rito que, después del romano, pudo desarrollarse según el ritmo connatural de sus tiempos en las tres fases de su constitución fue el rito hispánico. Cuando se produjo la invasión de los árabes (711), el arco de su formación estaba ya cerrado. La ocupación árabe y el consiguiente bloqueo de la cultura eclesiástica en España contribuyeron más bien a impedir que la liturgia de la España visigótica se desarrollase de forma decadente, paralelamente a lo que sucedió al rito romano.

J. Pinell
 

BIBLIOGRAFÍA: Aldazábal J., Influencia de Gregorio de Elvira y de Justo de Urgel en el "Liher Psalmographus" hispano, en VV.AA., Fons Vivus. Miscellanea Vismara, PAS-Verlag, Zurich 1971, 143-161; Arce A., Itinerario de la virgen Egeria (381-384), BAC 416, Madrid 1980; Blázquez J.M., Imagen y mito. Estudios sobre religiones mediterráneas e ibéricas, Cristiandad, Madrid 1977, 467-494: Origen africano del cristianismo español; Fernández Alonso J., La cura pastoral en la España romanovisigoda, Iglesia Nacional Española, Roma 1955; García del Valle C., Jerusalén, un siglo de oro de vida litúrgica, Studium, Madrid 1968; Janini, J., Liturgia Romana, en DHEE 2, Consejo S. de Investigaciones Científicas, Madrid 1972, 1320-1324; Pinell J., Liturgia Hispánica, ib, 1303-1320; Van der Meer F., San Agustín. pastor de almas, Herder, Barcelona 1965.