Brotarán ríos de agua viva
Vigilia de Pentecostés

 

Lauro MARTÍN
Catequista. Estudiante de Teología. (Madrid).

Queremos celebrar

A partir de la fiesta de Pentecostés, los primeros cristianos se dieron cuenta de que Jesús seguía presente entre ellos, pero de forma nueva. Ahora los guiaba a través de su Espíritu. Y este Espíritu los llevaba a formar una comunidad y continuar en el mundo la labor de salvación que Cristo había iniciado. Había nacido la Iglesia.

A nosotros, la salvación alcanzada por Jesús, que hemos celebrado durante siete semanas, nos llega a través de su Espíritu, en la Iglesia. Se trata pues de reconocer ese Espíritu presente y dejarnos trans-formar por Él. Así brotarán en nosotros ríos de agua viva que saciarán nuestra sed de Dios.

Cuándo celebrar

La liturgia nos propone celebrar la Eucaristía en la Vigilia de Pentecostés. La liturgia de la Palabra recorre la Historia de la Salvación y la constante promesa de enviar el Espíritu a nuestros corazones.

Proponemos una forma de celebrar estas lecturas. Puede enmarcarse en la Eucaristía o hacer una celebración independiente. Pentecostés, como ninguna otra fiesta, pide que la unidad de todos sea visible.

La celebración

Ambientación

Habilitamos un espacio central amplio, que permita moverse con libertad. En el centro, una mesa. A su lado, si es posible, un recipiente en el que se pueda hacer fuego. En su defecto, el cirio pascual.

Junto a la Palabra, varias jarras llenas de agua, a ser posible de cristal incoloro transparente (para que se vea el agua). Tiene que ser suficiente para que beban todos los asistentes. Al lado colocamos vasos para todos, en bandejas... Mejor de plástico transparente.

Hacen falta doce personas para los gestos de las lecturas. Pueden ser más. En todo caso, es imprescindible ensayar bien, para que los gestos tengan seguridad y sean significativos.

Los cantos en esta celebración son importantes: deben ser conocidos, y conviene ensayarlos y cantar varias letras. La liturgia de la Palabra es larga y el canto permite participar en ella de forma activa y evitar la monotonía.

Desarrollo

Canto de entrada

Saludo del presidente

- La alegría, la gracia y la paz de Dios que nos llega a través del Espíritu estén con todos vosotros.

Oración

- Dios Padre, que nos has salvado por la muerte y resurrección de tu Hijo, renueva entre nosotros el envío del Espíritu, para que trabajemos con empeño en la construcción del Reino, y de este modo tu amor sea conocido y alabado por todos los pueblos.

Primera lectura: Gen 11, 19

(Se hace de forma escenificada: un narrador, un coro recita los párrafos de los hombres, y el sacerdote que recita el párrafo de Dios.
Durante la lectura, en el momento en que el coro recita la decisión de cocer ladrillos, cinco personas salen, cada una con un vaso de cristal. Después, según habla el coro por segunda vez, van colocando los vasos encima de la mesa, haciendo una torre. Parecen trabajar en ella. Cuando el narrador cuenta la dispersión de los hombres por la tierra, cada uno coge su vaso y se queda en pie, mirando a la asamblea).

Acto penitencial

(En silencio. Sin explicarlo. Sin prisas. El primero de ellos coloca el vaso en la mesa sobre un trapo, dice con voz fuerte: "odio", y lo rompe con un martillo. A continuación los tres siguientes hacen lo mismo, diciendo, respectivamente: "violencia", "injusticia", "mentira". El último hace un silencio prolongado, y, sin decir nada, rompe también su vaso. Se quedan sentados en el suelo, con la cabeza entre las manos).

Canto: Señor, ten piedad (u otro similar)

Segunda lectura: Ez 37, 1-14

Canto: Si la asamblea lo sabe, "El Señor os dará su Espíritu Santo", de Kairoi. O uno de alabanza.

(Mientras suena el canto, cinco personas salen a la mesa y anudan los trapos en los que estaban los cristales rotos. Los colocan en torno al recipiente para encender fuego o el cirio. Se quedan mirando a la asamblea).

Tercera lectura: Jl 3, 1-5

(La primera de las cinco personas desenrolla un papel, a modo de pregón, dice: "De la profecía de Joel", y recita el primer versículo en voz alta. Cada uno de los siguientes recita un versículo. El último, tras acabar, hace un silencio y dice: "Palabra de Dios". Los cinco se sientan al lado de los cinco anteriores).

Canto: El mismo de la vez anterior.

(Mientras suena el canto, un miembro de la asamblea enciende fuego en el recipiente, o el cirio pascual. De aquí toma luz para cada una de las diez personas que están sentadas en el suelo. Él mismo se sienta entre ellas).

Cuarta lectura: Rom 8, 22-27

(Al acabar, el lector se coloca, con su propia luz, entre los once que están en el suelo).

Aleluya

Evangelio: Jn 7,37-39

Canto: "El agua del Señor"
(Mientras cantan, los doce que estaban en el suelo se levantan, toman los vasos y el agua que estaban junto a la Palabra y sirven a todos. Cada uno queda con su vaso de agua en la mano).

o Homilía: (Muy breve)

Nos cuesta ser fieles al plan de Dios. Todos, en nuestra historia, tenemos conciencia de las muchas ocasiones en que hemos roto con Dios. Cuando esto ocurre, nos vemos incapaces de saciar nuestra sed de felicidad.

El pueblo de Israel también vivió esta experiencia. Y recibió la promesa del Espíritu que habitaría sus corazones y les conduciría a la vida.

Nosotros, por Jesús, hemos recibido este Espíritu prometido, si bien todavía tiene que germinar en nuestro interior. Pero sabemos que esta germinación es obra del mismo Dios. La cuestión es, ¿estamos dispuestos a aceptar el don de Jesús? Sabemos que el camino para llegar a la resurrección pasa por la cruz. Cada uno debe decidir si quiere el agua que Jesús le ofrece.

 

Canto: El sacerdote invita a todos a beber el agua que simboliza nuestra fe en Jesús. Y todos juntos cantamos al Espíritu.

Liturgia Eucarística
(Reunidos por el Espíritu, continuamos con la celebración normal de la Eucaristía).