Cabeza.

El interés de esta palabra viene en gran parte de su empleo cristológico en las cartas paulinas. Pablo, para describir la soberanía de Jesucristo, no temió enfrentarse con la complejidad de este tema y utilizar las diferentes aplicaciones de esta imagen.

1. Cristo,“cabeza de ángulo”.

Por encima del sentido propio del hebreo ro's y del griego kephale, que designan la cabeza de un hombre o de un animal, por encima de su empleo para describir actitudes y sentimientos de alegría, de duelo o de burla, se observa un uso metafórico en la aplicación de esta palabra a todo lo que en el mundo inaminado aparece como lo primero (comienzo de un camino, de un año, fachada de un edificio), lo mejor o lo más alto (cima de un árbol, de una montaña, cúspide de un monumento: Gén 11, 4; Zac 4,7). En este último sentido hay probablemente que enteder la imagen de Sal 118,22: “La piedra desechada por los constructores se convirtió en cabeza de ángulo.” Ahora bien, esta imagen es utilizada con frecueñcia por los autores del NT. que la aplican a Cristo: ¿no es Cristo la piedra principal que corona el nuevo templo, garantiza su cohesión y le da sentido (Mt 21,42 p; Hech 4,11; 1Pe 2,7; Ef 2,20)? Sin embargo, algunos autores prefieren ver en esta piedra angular el fundamento sobre el que reposa todo el edificio.

2. Cristo, cabeza del universo.

Según otro uso metafórico, la palabra cabeza se aplica a los hombres que van por delante (cf. la cabeza opuesta a la cola en Dt 28,13.43s; Is 9,13) y sobre todo a los jefes (Éx 6,14; 1Sa 15,17: Job 29,25; Dan 7,6; Ap 12,3). Este mismo sentido se halla en 1Cor 11,3: “La cabeza de todo hombre es Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios”; y a este significado de jefe se refieren sin duda las alusiones a la primacía de Cristo sobre todos los seres (1Cor 11,3; Col 2,10; cf. Ef 1,10.22).

3. Cristo, cabeza de la Iglesia.

Cuando Cristo es llamado por Pablo cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia (Col 1,18; 2,19; Ef 1,22s; 4,15), parece que esta representación -en la que, por lo demás, la cabeza no constituye un miembro de tantos, sino un principio de vida, de cohesión y de crecimiento (Col 2,19; Ef 4.15s) -, es un desarrollo de la eclesiología paulina. En efecto, según 1Cor, la Iglesia, por el bautismo y la eucaristía, se une a Cristo de tal forma que viene a ser su cuerpo. Sin embargo, en el interior de esta unidad existe una diferencia real entre el Cristo llegado ya a la meta, que ejerce su acción vivificante, y el conjunto de los cristianos que reci ben todo de él. Seguramente por haber tomado en consideración esta diferencia en la unidad, vino Pablo a ver en Cristo la cabeza del cuerpo, de la misma manera que en Ef 5,23 ve en Cristo al esposo, es decir, la cabeza de la Iglesia.

4. Conexiones entre estas representaciones.

Sin embargo, Pablo enlazó con frecuencia estas diversas repre sentaciones de Cristo, como cabeza de ángulo del nuevo templo, cabeza del universo, cabeza del cuerpo de la Iglesia. El primer título, sin duda el más antiguo y el más tradicional (Hech 4,11; Mt 21,42 p), se halla, especialmente en Ef 2,20s, asociado al tercero (véase el paralelismo de vocabulario entre la descripción del templo en Ef 2,20s y la del cuerpo en Ef 4,16. Nótese en este último versículo, como también en el v. 12, el empleo de la palabra construcción). Finalmente, no es pura casualidad el que Cristo aparezca en las cartas paulinas a la vez como cabeza de la Iglesia del universo. Como hemos visto, no hay equivalencia entre estas dos representaciones, y sólo la Iglesia es esa parte del universo que puede honrarse con el título de cuerpo de Cristo y de esposa de Cristo; así pues, Cristo es su cabeza en un sentido privilegiado. Sin embargo, el universo, aun antes de consentir en unirse a la Iglesia y en dejarse así transformar en cuerpo de Cristo, en esposa inmaculada y en templo santo, se halla, quiera o no, sujeto a la primacía de aquel que, habiendo recapitulado todas las cosas (Ef 1,10), quiere purificarlas, vivificarlas bajo una sola cabeza y garantizar por sí mismo la cohesión de este templo santo.

PAUL LAMARCHE