Tendencias actuales en la pastoral popular (Brasil)

 

João B Libânio

Este final de siglo y de milenio se anuncia paradójico. Por un lado la violenta crisis que viven las instituciones más vetustas y veneradas, tanto del mundo civil como del religioso. Los grandes partidos, sindicatos, empresas de gran porte se ven envueltas en una corrosiva crisis de credibilidad, de gerenciamiento. Las iglesias institucionales no escapan al mismo destino. El poder persuasivo de sus discursos carece de fuerza. La palabra de los dirigentes hace eco sin resonancia en las decisiones personales, familiares y sociales.  Por otro lado, nunca se vio tanta búsqueda de lo sagrado, tanta religiosidad, tanto surgir de grupos espiritualistas. Las Iglesias, sobretodo pentecostales, nacen a borbotones por todas partes. En general con más vigor en el medio popular.

A ese escenario político-religioso se agrega el triunfo solitario del neoliberalismo. La consecuencia inmediata de la hegemonía económica del neoliberalismo ha sido el aumento del desempleo, al lado del crecimiento económico.

En términos sociales, esto significa que el mayor problema que enfrentamos en este momento no son los pobres de cara a una mejoría que les permita dejar atrás su pobreza, sino los excluidos. Naturalmente los primeros excluidos son los pobres. La situación de ellos empeoró pues al ser reducidos a la categoría de excluidos, se les quitó la esperanza de salir de esa condición de pobres.

Opción por los excluidos

Si en las décadas de 1970 y 1980 la prioridad de la pastoral popular católica era la opción por los pobres, ahora, en la década de 1990, la opción es y será por los excluidos. La exclusión es el resultado perverso de la concentración de capital, de saber, de poder. No puede ser superada simplemente por la inclusión, inserción o entrada en el club restringido de los detentores de ese poder, sino por solidaridad. Por eso la tendencia principal de la pastoral popular es enfrentar doblemente la exclusión. Negativamente, criticándole sus causas, desenmascarando sus pseudo soluciones. Por otro lado, creando estructuras de solidaridad en todos los niveles.

En muchos lados se ha trabajado con la pastoral de la «economía popular solidaria». Se combinan iniciativas y políticas productivas, saber popular, estrategias de supervivencia para enfrentar carencias y necesidades concretes, falta de recursos, de empleo y de bienes de subsistencia, con espíritu de libertad, participación y creatividad a partir de los recursos que los mismos pobres consiguen obtener de manera autosuficiente. En cuanto pastoral, se acentúan los valores evangélicos de las relaciones de fraternidad, de confianza, de ayuda mutua, de igualdad y de compartir.

En el ámbito de la solidaridad en oposición a la exclusión creciente, están las innumerables pastorales sociales en los movimientos de los sin tierra, sin casa. Han asumido relevancia las «Romerías de la tierra» y es de prever que en los próximos años la cuestión de la tierra se vaya agravando. A pesar de haber sido siempre gravísima, la conciencia de la nación ha crecido a partir de un largo, persistente y eficaz trabajo del movimiento de los sin tierra. A nivel urbano, la cuestión de los sin casa tiene una gravedad similar. Pero el nivel de organización no consiguió todavía la plataforma que lance el problema al ámbito nacional con presión irresistible sobre los poderes públicos.

Por un nuevo tratamiento de la religiosidad popular

Se abre un nuevo campo de creciente gravitación pastoral con la situación de las Iglesias pentecostales autónomas. Apoyándose sobre la promesa de la cura, del exorcismo y de la prosperidad económica inmediata han llegado a los sectores populares más carentes. Con eso, provocan un enorme desafío a la pastoral popular de la Iglesia católica y de las Iglesias protestantes históricas.

En ese contexto, se entiende la nueva tendencia de la pastoral de la Iglesia a privilegiar la religiosidad popular y de los medios de comunicación en vista de las mesas. Ya no se trata de proteger al pueblo fiel simple, ni de orientar tal religiosidad en la línea liberadora, sino de comprender, valorizar, trabajar pastoralmente la dimensión espiritual religiosa, antropológica que emerge más fuertemente en este momento de crisis. El mero hecho del pueblo que celebra de manera simple, espontánea, piadosa, la fe, es ya un valor que la pastoral popular debe reforzar.

La migración de muchos fieles a las iglesias pentecostales autónomas se debe, sin duda, a la falta de habilidad pastoral en el tratamiento de esa piedad popular. La pastoral popular de la Iglesia viene tomando conciencia del hecho y evitando naturalmente una posición proteccionista y gregaria.  La propuesta más consistente es inventar un nuevo catolicismo popular evitando los dos extremos: o quedar tal cual era, sin diferenciarse del catolicismo tradicional, o crear formas tan originales que el fiel simple no reconozca en ellas sus símbolos religiosos, sus devociones y ritos habituales. Se sienten ahí extraños. En consecuencia muchos o migran para otras denominaciones evangélicas o continúan en los grupos religiosos tradicionales. Este fue el equívoco de muchas comunidades eclesiales de base. Inventaron formas religiosas llamadas populares pero de hecho no eran reconocidas como tales por la mayoría de los fieles piadosos.

La pastoral en los medios de comunicación y por medio de ellos en el medio popular ya viene ocupando las energías pastorales de la Iglesia. Y esa preocupación crece en los últimos tiempos por causa de la percepción más clara de las dificultades de las Iglesias de llegar a las masas.  La opción pastoral prioritaria por las CEB's de muchas iglesias particulares pareció en un primer momento responder a tal reclamo. Pero los hechos evidenciaron que con las CEB's se llega a unos diez millones y un poco más de católicos. Se calculan hoy unas cien mil CEB's en todo Brasil. Y entre los más de cien millones de católicos no comprometidos en las CEB's están las grandes mesas de los más pobres. La atención de las iglesias particulares comienza a volverse pastoralmente para ellas. El tema elegido para el Encuentro Intereclesial de CEB's de 1997, se trata, precisamente, de las CEB's y las masas.

Esta elección refleja la percepción del problema pero también ya la conciencia de concentrar ahí los esfuerzos pastorales. Los medios de comunicación son los instrumentos más aptos pare atenderlas. Sin embargo la pastoral de masas por estos medios en el mundo católico todavía es ambigua. La presencia en las radios grandes y pequeñas ocupa muchas energías pastorales pero se podría preguntar por la orientación realmente popular de los programas.

Relacionado con la pastoral de mesas se vienen incentivando algunos cambios en la praxis eclesial católica. La desproporción gigantesca entre el número de ministros ordenados y fieles, ha hecho de ellos personas muy apuradas y ocupadas, de poca posibilidad de atención personal a los fieles. Por eso le han dedicado mayor atención al acogimiento de las personas para paliar tal deficiencia pastoral.

Además de ello, la Iglesia Católica, aunque tímidamente, ha levantado la cuestión de los ministerios. La larga tradición eclesiástica centra los ministerios en torno a los ministros ordenados. Es sabido que ese número es irrisorio en relación a las demandas pastorales. Por más que se promuevan vocaciones el desfase permanecerá insuperable. Además de eso se ha descubierto una nueva comprensión del protagonismo de los laicos en la vida de la Iglesia superadora de la rígida distinción de servicios: el clero en la Iglesia, el laico en el mundo. Ambos mundos pertenecen a los dos aunque con cierta especificidad. La tendencia pastoral marca una presencia creciente de los laicos en los ministerios internos de la Iglesia y mayor credibilidad y visibilidad, como Iglesia, de actuación en el mundo.

Todavía en ese contexto hay una percepción pastoral mejor y más libre respecto de la importancia de las fiestas para los sectores populares. La iglesia tradicional siempre valoriza las fiestas, sólo que, en general, en vista de recaudar fondos pare las necesidades propias, de promover la devoción a los patronos, etc. Las CEB's en muchos casos fueron radicales aboliéndolas y con eso espantaron a los fieles. Hay un redescubrimiento del valor humano, antropológico de la fiesta, independiente de un fin inmediatamente orientado hacia una praxis liberadora. La pastoral de la fiesta está acentuando el valor intrínseco del celebrar, festejar, compartir la vida en la alegría y esperanza de existir contra las formas de la muerte. La pastoral política de la Iglesia ciertamente será influenciada por la Campaña de Fraternidad de 1996 que versará sobre tal cuestión.

Esas nuevas tendencias de la pastoral popular tendrán mayor o menor chance de afirmarse dependiendo de la manera como la Iglesia institucional en Brasil, sobre todo en las personas de sus obispos, no se deje arrastrar por la onda neoconservadora y se mantenga fiel a las grandes opciones de Medellín, Puebla y Santo Domingo.

 

Nueva Tierra 30(abril 1996)40-41