LA REDENCIÓN EN CRISTO,

NUEVA CREACIÓN:

HACIA UNA REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA

EMILIA CONDE

MONTEVIDEO 1994

 

1) INTRODUCCIÓN

 

JUAN PABLO II

Carta del 8 de Diciembre de 1989

Día Mundial de la Paz

"Los cristianos profesan que la Muerte y Resurrección de Cristo, ha realizado la obra de reconciliación de la humanidad con el Padre a quien plugo reconciliar por el y para EL "todas las cosas" pacificando mediante la sangre de su cruz "lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col. 1, 20). Así la creación ha sido renovada (Ap. 21, 5) y, sobre ella, sometida antes a la servidumbre de la muerte y la corrupción (Rom. 3, 21) se ha derramado una nueva vida, mientras nosotros "esperamos... nuevos cielos y nueva tierra en los que habite la justicia" (2 Pe. 3, 13). De este modo el Padre nos ha dada a conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en EL se propaso de antemano para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza (Ef. 1, 9‑10).

1.1. SITUACION DEL TEMA

Proponer el tema "Redención" en cualquiera de sus matices y posibilidades, en el marco de un trabajo curricular, es, por lo menos una pretensión desmesurada. Así lo entendimos a la hora de discernir nuestro tema. Pero, entendimos también, que no existe la palabra humana referida a Dios que no sea, de todas maneras "desmesurada".

Nos situamos entonces en nuestra realidad más próxima y concrete; la de nuestra cotidianeidad más humano, y ahondamos en ella buscando un punto en el que fundar "mesuradamente" nuestra reflexión.

También entonces, era necesario reconocer que desde "arriba" o desde "abajo", desde la razón o desde el corazón: la vocación humano es "desmesura" en tanto es por Dios, sin más.

Tomamos entonces el riesgo, e intentamos hilvanar algunas ideas en torno a este tema.

1.2. DIBUJANDO EL HORIZONTE

La nuestra, es una historia de amor. Más precisamente, una dramática historia de amor entre dos, radicalmente diferentes.

Esta historia empieza con un encuentro ocurrido en el desborde de uno, que es el amor mismo, hacia otro que será para siempre su amado, su pequeño.

Pero este pequeño, que sabe poco de amor, es, además, muy veleidoso. Por eso a veces se niega o se escapa. Otras veces traiciona y ofende, o se aleja hasta que se pierde y asustado, quiere volver.

EL Amor fiel lo recibe, lo consuela y lo deja crecer.

Quiere verlo venir libre y seguro de su propio amor.

Pero esta criatura se ha dañado tanto, ha dañado tanto a los demás y al mundo en el que vive que ya no encuentra caminos para andar el regreso.

Este pequeño veleidoso, creador de tantas "cosas" que a veces se ve tan grande, ha quedado, justamente, preso de sus "cosas".

...y sin embargo en medio de ese fárrago, cuando deja de lastimarse entre las "cosas", todavía suspira por la posibilidad del Amor.

Así, hasta que un día, el Amante Fiel, dice su Palabra y el mismo Espíritu del Amor le es dado gratuitamente.

Y en este punto de la historia estamos.

Es aquí cuando hay que escribir el capítulo en que la palabra dicha en el estrépito del mundo, lo llena y lo envuelve todo. Sobrevolando batallas. Sanando heridas. Repoblando selvas. Repartiendo pan. Limpiando mares. Consolando dolores.

A veces sus ecos se pierden entre gritos, discursos y maldiciones, otras veces golpean como bofetadas. Pero, siempre están, y de algún modo encuentran el corazón del hombre.

Entonces, anidando en él, por enésima vez le dicen: "Te amo".

1.3. NUESTRO PROPOSITO

Tratar el tema de la Redención‑Nueva Creación, en este horizonte, exige, a nuestro criterio, antes que un planteo estrictamente académico, una aproximación al conocimiento de quienes son sus protagonistas.

Así, nos encontramos, con alguien que necesita ser redimido, y alguien que puede y quiere redimir.

Diciendo Redención, decimos: necesidad y don, a la vez; hombre y Dios, con el mismo aliento.

De este modo, pretendemos ubicarnos en el mismo centre de la historia inmediata, con la mirada puesta en el horizonte definitivo.

Tomamos así la Redención‑Nueva Creación, en la perspectiva de la Creación, desfigurada por el pecado y superada en la Pascua del Señor.

En el análisis de la situación de pecado nos detendremos especialmente en la relación hombre‑mundo ante el desafío de la crisis ambiental, en el marco de discernimiento de los signos de los tiempos propio de Vaticano II.

En este punto la Encíclica Redemptor Hominis de Juan Pablo II, aporta claves fundamentales para la comprensión de la situación del hombre en el mundo contemporáneo. Se trata a la vez, del hambre en desesperanza, atrapado en si mismo y en sus obras, y el hombre en esperanza, liberado en Jesucristo Redentor.

En la misma línea recurrimos a la Conferencia de Santo Domingo y su análisis de la realidad de América Latina y el Caribe. Encontramos en él, el perfil propio del hombre latinoamericano y su circunstancia.

Nos proponemos buscar allí, por un lado, los signos que presencializan la Redención en una realidad que la contradice radicalmente, y por otro, los modos de conversión de esta situación que hagan más visible la presencia del Reino entre nosotros, hasta que finalmente, Dios sea todo en todo.

 

2) EN EL PRINCIPIO...

En el cumplimiento de su sueño de autodonación amorosa, Dios era como volviendo páginas: EL cielo y la tierra, el día y la noche, los mares, las estrellas, las plantas, los animales y... el hombre... era entonces que EL descansó[1].

Había confiado el fruto de su trabajo a la criatura que siendo su propia imagen podía cuidarlo[2] [3]

las condiciones eran claras; el hombre que cuida el mundo, el mundo que es su posibilidad de vida. Uno hacienda al otro, siendo lo que debían ser, eran como Dios los había soñado.

EL ser del hombre y del mundo se entiende cabalmente cuando se los descubre en su intima relación.

Entonces Dios descansó, santificando el séptimo día, y bendijo al mundo, revelándolo como su creación.

En el principio... era la Comunión.

PERO ENTONCES...

Esta imagen de equilibrio y de armonía entre lo creado y con el Creador que llamamos comunión, está ciertamente, muy lejos de la realidad presente.

EL profundo cambio operado, la gran fracture que afecta todo, es la patencia de lo que llamamos pecado.

La propia auto‑experiencia humano es de honda ruptura. EL hombre que conocimos para la comunión sobrevive en la soledad. Ha roto sus relaciones con su Creador y con la Creación; está alienado de Dios[4]) excluido de Dios[5] .

Alienación y exclusión de Dios, lo son también de sí mismo.

EL hombre ha salido de su ser hombre a un ser no‑hombre, incumpliendo su vocación radical.

"Los desequilibrios que fatigan al mundo moderno, están conectados con este otro peor desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano"[6].

Este desequilibrio fundamental se visualiza en todas las relaciones humanas: con Dios, con el mundo, con los demás hombres y consigo mismo.

La experiencia humana se desarrolla entonces en tensión entre lo que desde dentro, en tanto imagen, lo convoca, y la fuerza del pecado que lo retiene [7]  [8].

No es posible para el hombre romper esta tensión Su NO a Dios se ha hecho tan pasado que sólo puede ser levantado por un SI categórico y radical, un SI definitivo.

 

3) ALGUNAS LINEAS ANTROPOLÓGICAS

EN "REDEMPTOR HOMINIS"

3.1. MARCO DE REFERENCIA

EL hombre que Juan Pablo II presenta, es la criatura a imagen y semejanza de Dios, confirmada en su vocación a la filiación divina en el Misterio Pascual.

EL mismo acto amoroso que lo creó le concede la Vida Nueva.

Ya no, la vida una vez más, como prolongación de la vida presente hasta la eternidad, sine la Vida definitiva y nueva en Dios. EL ser, donado en la creación, es superado en el don del ser como filiación.

La evidente desproporción de esta donación hace que sólo sea comprensible en términos de participación de menos a más.

Si entendemos al hombre teniendo como meta de realización la participación en Dios mismo, toda reducción de su ser (política, científica, filosófica, etc.) debiera ser inadmisible para la conciencia creyente.

EL hombre considerado en todas sus dimensiones y cada una de ellas en plenitud, es la única vía de acceso adecuada a su dignidad.

Esta valoración de la dignidad humana no se compadece, frecuentemente, con la realidad que se viva.

Se articula aquí el elemento dinámica central en la antropología de Juan Pablo II: la realización humana, como vocación desde la imagen en el contexto de la gracia, como fruto pascual, hacia Dios mismo.

En este camino a la realización en plenitud, el obrar humana se ve pobre, débil e imperfecto pero potencialmente capaz en Cristo. "Todo es posible al hombre con Dios, sin EL nada"[9] .

EL hombre creyente redimido, revelado en Cristo se constituye en criterio de realización de su propio ser en el mundo y en la historia.

En todo case esta dignidad del ser humana debiera traducirse en la dignidad de su obrar. EL bien pensado, en el bien actuado. Pero este dinamismo sólo por excepción, se verifica en estos términos.

Del obrar humana en el mundo se siguen el poder y el tener y ambos entrañan el riesgo de la absolutización y la idolatría. Este nuevo orden introducido por el  hombre, deviene para él esclavitud, contradiciendo el carácter de libre que le es connatural, por su realidad de imagen[10]  [11]. [12] [13] [14]

Es imprescindible la relativización del tener al ser, como media de garantizar la libertad interior del hombre en tanto legítimo contexto de su realización.

La condición de libre es propia del Hombre Nuevo[15] que Cristo ha revelado al hombre en su oferta de salvación[16]) "EL misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del verbo encarnado"[17] y esto no sólo en sentido genérico sine "en el más concrete"[18].

La donación de Dios en Jesucristo, muerto y resucitado es Nueva Creación para la humanidad, y para "toda carne", es decir "toda creación".

Este hombre que Cristo revela, hecho nuevo en el misterio de la Redención, ya está de algún modo presente en el mundo que habita y en la historia que protagoniza, por tanto también estas dimensiones son alcanzadas por el misterio y tocadas por la "novedad".

"Devolver al hombre el sentido de su existencia en el mundo" [19] es sanar la relación hombre‑mundo[20]  [21] poniendo la realidad entera en tensión escatológica.

La desnaturalización de su relación con la creación impone al hombre la imagen de su pecado de des‑creación.

Este desplazamiento del centre ordenador de su existencia pervierte la jerarquización de sus interrelacionamientos y sus interdependencias naturales, confundiendo sus roles esenciales.

Este desorden se evidencia en el actuar del hombre en el mundo, y hace a la calidad de la relación en la que se manifiesta o se oculta la "novedad" presente en el hombre.

Cada cultura, en el más amplio sentido del término, es un modo particular de cumplir esta relación. Por tanto los "modelos culturales no son sine la expresión de un cierto posicionamiento de lo humana respecto del "todo restante".

La actividad propia del hombre en el mundo, aparece legitimada por Dios en el relate del Génesis cuando encomienda al hombre el cuidado de la creación [22].

Decimos entonces, que el ton de relación hombremundo, se evidencia en los modos de su obrar con todos sus matices e implicancias.

El rol operante del hombre en el mundo se da con todas las variantes posibles entre los extremos: cocreador / des‑creador.

El hombre redimido por Cristo, es el lugar donde el equilibrio de relaciones de comunión se realiza. Sin embargo, no es allí donde, efectivamente, culminan.

Juan Pablo II para esta realización en el hombre, como cumplimiento de alga que Dios ha querido, pero sólo como un destello en media del camino, donde la condición humana se muestra en su potencialidad pero no en su plenitud.

El Papa afirma con el concilio: "Cristo revela el hombre al hombre" y esto se verifica en un "desde donde" propio de su raíz creatural; tensando por un "hacia donde" en la posibilidad filial, que pasa por un "por donde" sostenido por el Espíritu. Este es el aquí y ahora de la Iglesia[23]).

El desarrollo que Juan Pablo II hace de estas líneas antropológicas en diferentes pasajes de su magisterio, deja en claro su preocupación por el rescate de la dignidad de esta creatura amada por Dios al extremo de su propia entrega, sin agotarse en la inmediatez del riesgo antropocentrista.

El centre del planteo es Dios mismo, y no otra cosa, pero en este mismo centre es que el hombre, ahijado en el amor, está llamado a participar.

El cristocentrismo expreso de esta antropología no reduce al hombre sine que lo enaltece, revelando su verdadero destine.

Este equilibrio entre cristología y antropología, muy caro al pensamiento de Juan Pablo II se ve claramente a lo largo de toda la reflexión de Redemptor Hominis hasta ser, entusiastamente sintetizada en una palabra: Evangelio[24].

3.2. REDEMPTOR HOMINIS: LINEAS GENERALES

En esta encíclica Juan Pablo II ofrece su reflexión al hacer pastoral de la Iglesia post‑Conciliar; respondiendo a las tres grandes interrogantes, de la conciencia religiosa: Cristo, el Hombre y la Iglesia[25]  [26].

Más que el planteo sucesivo de los temas, encontramos aquí un esfuerzo por mostrar su articulación. Aparece entonces, la razón de ser de la Iglesia y su misión, en el punto donde Cristo y el hombre se encuentran o debieran encontrarse.

Este encuentro, Redentor‑Redimido, es la posibilidad de realización, en la gracia, del equilibrio entre las plurales dimensiones de lo humana, tensionadas al límite, entre su ser histórico y su destine escatológico .

Cristo, redentor del hombre; el hombre necesitado de salvación y la Iglesia "que no puede ser detenida por nada, ni por nadie en su misión" "hacia Cristo", son los tres ejes alrededor de los cuales se mueve la reflexión de Redemptor Hominis.

3.3. REDEMPTOR HOMINIS ‑ ANTROPOLOGIA

Uno de los temas fuertes de la encíclica está en "la dimensión humana del misterio de la Redención" [27] [28].

El hombre accede a su autocomprensión total sólo en la Revelación de Cristo. En ella se muestran la grandeza, la dignidad y el valor propios de la humanidad.

En el misterio de la Redención el hombre es recreado, hecho nuevo, en tanto confirmado en su ser original, superado en la gracia de la filiación.

Esta posibilidad de vida nueva condiciona y da sentido a la vida presente. Esta vocación de Dios al hombre, sólo puede ser ofrecida y aceptada en el presupuesto de Verdad y Libertad de las partes.

En esta perspectiva, el Papa entiende el desafío para el rol misionero de la Iglesia, desde el anuncio de la Buena Nueva al hombre concrete, en su existencia personal, inserta en un contexto histórico determinado.

Así en el número 8 de RH. encara la relación hombremundo, señalando la renovación del "vínculo original" (entre el "mundo visible" y su creador, como fruto de la Redención y al mismo tiempo la realidad histórica sujeta a la "vanidad" que la impide, manteniéndola atada al régimen de pecado.

EL Papa se pregunta cómo es posible que permanezcamos insensibles, sordos y mudos ante la "creación entera que gime y sufre dolores de parto"[29]  "esperando la manifestación de los hijos de Dios" [30].

En su valoración y análisis del mundo contemporáneo el Papa se remite al concilio. Allí la figure del hombre se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado, en la profundidad y sublimidad de su vocación.

La dignidad y perfección originales, perdidas por el pecado, resultan recuperadas y superadas en la Encarnación, por la que el "hijo de Dios se ha unido, en cierto modo, a todo hombre" [31].

Como se ha dicho, la relación hombre‑mundo concebida originalmente como comunión, no escape a la realidad de pecado en que es vivida sine que la evidencia.

EL Papa destaca la profunda contradicción entre el asombroso desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas que, cuando no están al servicio de la humanidad y su realización, sine que se utilizan al servicio de unos pocos con mentalidad cortoplacista, se tornan instrumentos de opresión, esclavitud y explotación del hombre y de su media[32]  [33]  [34] .

Así la creatividad humana llamada a la co‑creación ha devenido en amenaza para el hombre mismo; poniendo en evidencia la íntima contradicción en que se debate, atrapado entre la esperanza de plenitud y la experiencia de finitud que no puede superar sin la gracia[35]  [36]  [37].

3.4. REDEMPTOR HOMINIS: CRISTO UNIDO A TODO HOMBRE

Juan Pablo II afirma rotundamente: "No hay para nosotros sine una orientación de la inteligencia, de la voluntad y del corazón: hacia Cristo, "Redentor del hombre, Redentor del mundo".

Jesucristo aparece entonces como cumplimiento y revelación definitivos del amor siempre fiel de Dios a los hombres[38].

EL es el realizador de la Redención; es quien paga el precio, y el precio mismo.

Este "hacia Cristo" se funda en la iniciativa de Dios que llama al amor en la gracia de la adopción, como hijos en el Hijo.

La infidelidad del hombre al Padre queda superada en la obediencia perfecta del Hijo y permanentemente ofrecida en el Espíritu que nos mueve a vivirlo reconociéndole: Abba, Padre.

De este modo, el hombre conoce en Cristo, no sólo su propio rostro, sino el de Dios, sorprendente en su cercanía.

Esta simultaneidad reveladora[39] es desarrollada en RH. 8 como "cumplimiento final de la vocación del hombre".

Esto se afirma en la perspectiva de la Encarnación por la que el Verbo asume realmente la humanidad en todos sus extremos para que finalmente el hombre participe en Dios.

Subyace a este tema el de la libertad del hombre y la acción liberadora de Cristo Redentor en tanto ser "nuevos" es ser para el amor.

Esta liberación, legible a nivel del hombre, esclavo de amores relativos, lo es también a nivel cósmico universal.

"Cristo Redentor del Hombre es el centre del Cosmos y de la Historia"[40]. De este modo el mundo, creado por Dios, como lugar de encuentro con el hombre, y confiado al mismo para su conservación, participa en la Redención operada por Cristo.

3.5. REDEMPTOR HOMINIS: MISION DE LA IGLESIA

"Dirigir la mirada del hombre y orientar la conciencia y la de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo"[41]  como única posibilidad de respuestas verdaderas a las preguntas del hombre". No hay para la Iglesia otra misión que no sea acompañar al hombre al encuentro de Cristo, para encontrarse a la vez consigo mismo y con la Salvación[42]

En este camino "La Iglesia no puede ser detenida por nadie" ni por sí misma en tanto es el Espíritu quien la anima[43] .

Cristo "unido a todo hombre" se convierte en camino de la Iglesia hacia el Padre y hacia el hombre simultáneamente. Redentor y redimido, en la perspectiva misionera de la Iglesia, son su única y la misma clave de discernimiento. Es así que "el todo hombre" al que Cristo se ha unido, se hace también "coda hombre" para la Iglesia. Para ella, en cumplimiento de su misión "todo hombre" y "coda hombre" es camino, porque en todos y en coda uno Cristo permanece, aunque lo ignoren.

No son, entonces, Cristo y el hombre, caminos diferentes para la Iglesia sine que son el mismo, señalado el uno por el otro, Cristo ha puesto en él las señales de la Encarnación y la Redención, haciéndolo pasar entre lo humana y lo divino integrados.

Se fundamentan así, a la vez, la dignidad del hombre y el compromiso de la Iglesia en promoverla, asumiendo el rol profético que le compete.

 

4) CONFERENCIA DE SANTO DOMINGO

4.1. EL CAMINO DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA HACIA LA IV CONFERENCIA DEL EPISCOPADO EN SANTO DOMINGO

Una aproximación fructuosa al Documento de Santo Domingo presupone el conocimiento de su génesis histórica y del contexto social, en el que se dio y al que se orienta.

A nivel universal el gran referente es el Concilio Vaticano II y su propuesta renovadora, particularmente, la de una iglesia servidora que se autodefine "en Cristo, como un sacramento" [44].

A nivel latinoamericano, Medellín y Puebla son sus antecedentes históricos inmediatos y expresamente reconocidos.

En tanto antecedentes, conviene distinguir aunque solo sea someramente, sus aportes y circunstancias, a fin de entender la dinámica generadora del tono particular que Santo Domingo dio a algunos de los temas que interesan a nuestro trabajo.

Medellín, intentando la adaptación del Concilio Vaticano II a su realidad, contribuye a definir, de algún modo, su propia identidad de iglesia latinoamericana

Esta definición pasó, entre otras cosas, por la adopción de un método propio de reflexión (ver, juzgar y actuar) que tomando como punto de partida el análisis de la realidad, la ilumina desde la fe, para llegar a una praxis cristiana concrete.

EL momento histórico de Medellín es de gran efervescencia política y enfrentamientos ideológicos. En media de esta situación, los obispos reclaman justicia, denuncian la pobreza y lo que llaman "pecado estructural". De algún modo, Medellín era la "conferencia de la liberación".

A la hora de Puebla las condiciones habían cambiado cualitativamente.

EL continente sufría la puesta en práctica de la doctrine de la Seguridad Nacional, y los duros regímenes que la sostenían. Así la pregunta que se le planteaba a Puebla era: ¿qué pasaría con lo actuado en Medellín?

Para entonces la Teología de la Liberación y la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base habían alcanzado simultáneamente gran difusión, algunas críticas y cierta resistencia. las tensiones derivadas de esta circunstancia no podían sine reflejarse en la conferencia y aun fuera de ella.

Finalmente Puebla se define armónicamente con Medellín y será reconocida como la conferencia que hizo la "opción preferencial por los pobres".

Desde Puebla a Santo Domingo los cambios se sucedieron rápidamente. La dura y amarga experiencia vivida en Latinoamérica fue un gran anhelo de paz y vuelta a las instituciones. Con la democracia se pusieron también en marcha nuevos modelos económicos por los que pagaron altos costos sociales los grupos más desprotegidos, especialmente los 150 millones de indígenas, negros y mestizos del continente,

Así, Santo Domingo ubica su reflexión en continuidad con Medellín y Puebla, alineada por la defensa de la vida.

4.2. SANTO DOMINGO. CONSIDERACIONES GENERALES

En el marco de recordación de los 500 años de evangelización de América Latina, Juan Pablo II propone en Haití, en 1983, el tema de la Nueva Evangelización para que fuera tratado por la CELAM en República Dominicana en 1992.

Reunidos los obispos elaboran el documento que contiene las conclusiones de Santo Domingo respecto a tres temas: Nueva Evangelización, Promoción Humana y Cultura Cristiana.

Se trata de un documento orientador para América Latina y el Caribe. Todo su discurso, fuertemente cristológico, se articula en la confesión de Hebreos 13,8: "Jesucristo, ayer, hay y siempre", que sirve de apertura al documento.

Habiendo proclamado a Cristo como realizador eficaz y permanente de la salvación de Dios para los hombres en la historia, se sigue naturalmente, la necesidad de que la iglesia asuma como misionera el compromiso concrete que le corresponde planteado desde las conferencias anteriores.

Se habla entonces con propiedad de una iglesia latinoamericana y caribeña como mediación legítima de Cristo en la historia de estos pueblos. En consecuencia, para esta iglesia, "evangelizar es su razón de ser" [45].

Las orientaciones para esta Nueva Evangelización contenidas en el documento se ordenan en tres partes:

1. Jesucristo evangelio del Padre.

2. Jesucristo evangelio viviente en su iglesia.

3. Jesucristo vida y esperanza en América Latina y el Caribe.

La segunda de ellas se divide, a su vez, en tres capítulos que desarrollan los tres grandes temas de Santo Domingo:

1. Nueva Evangelización.

2. Promoción Humana.

3. Cultura Cristiana.

Aunque en su exposición aparecen en forma un tanto inconexa, en el espíritu del documento están intima y recíprocamente ordenados.

4.3. PROMOCIÓN HUMANA

Nos detendremos, particularmente, en el segundo capítulo de la segunda parte destinado a la Promoción Humana. Esta es presentada como una "dimensión privilegiada de la Nueva Evangelización" [46] [47]  según lo que podríamos llamar una comprensión religiosa del tema, complementada luego, con el análisis de los signos de la realidad que la interpelan.

EL capítulo encara, por un lado, los mismos desafíos todavía abiertos desde Medellín y Puebla, como el de la pobreza por ejemplo y asume otros por primera vez en forma expresa, como el de la ecología o la tierra.

4.4. PROMOCION DE LA VIDA Y SU MEDIO

La diversidad de culturas coexistentes en América Latina y el Caribe se evidencia en todos los órdenes de acción humana, y es muy clara en las formas de relacionamiento del hombre con el media en general y con la tierra en particular.

Si tomamos como referente la comprensión cristiana de la creación como don del amor de Dios, confiado al hombre para su conservación y protección, es posible reconocer al menos otras dos concepciones diferentes con valoraciones de la tierra y su relación con el hombre también diferentes.

Encontramos una mentalidad propia de las culturas indígenas (amerindios) en la que la tierra tiene un alto valor religioso, propio de lo divino, que sólo llega al hombre como don y nunca como objeto en propiedad. La tierra es un elemento integrador de la comunidad, es la madre común que los hace hermanos. La maternidad de la tierra (Pachamama ‑ Cuahtlicue) se extiende a lo que ella produce (Sarama ‑ maíz, Oxamama ‑ papa) y a lo femenino en general. La vida del hombre depende de la tierra, hay entre ellos una relación filial amorosa determinante: no es posible agredirla sin agredirse.

En el extremo, se reconoce lo que podemos llamar la mentalidad mercantilista‑utilitarista, que no ve en la tierra sine un media de producción generador de riqueza. Por tanto, se relaciona con ella en términos de explotación. Se trata de un bien de capital sometido a leyes de mercado. EL hombre, inadvierte en ella la presencia del misterio de lo creado y queda en soledad.

Reconocida la interrelación vital entre el hombre y la tierra, se entiende que la explotación mercantilista del media, conlleva la misma explotación para los seres humanos que la habitan. La marea de la des‑creación alcanza el grado de la des‑humanización. Entre el hombre "cosificado" y el hombre "cosificador", el tú a tú se pervierte en un yo ‑ ello que hiere profundamente la dignidad humana, degradándola en ambos extremos.

EL deterioro de las condiciones de vida de muchos latinoamericanos y el agotamiento del media ambiente que ocupan ha llegado al punto en que debe plantearse en términos de viabilidad.

A la hora del discernimiento pastoral de la iglesia latinoamericana, el planteo adecuado es que para muchos pueblos y para algunas culturas la demora en asumir la crisis en todos sus términos, incluso el ambiental, comprometa su posibilidad de seguir existiendo.

Se funda aquí el compromiso con la vida asumido por Santo Domingo que deberá traducirse de modo diferente ante cada uno de los desafíos que se le presentan.

Un abordaje serio del tema ambiental en América Latina exige la perspectiva de una ecología social, que haga un planteo interdisciplinar amplio del tema, desde su etiología socio‑política más próxima y éticoreligiosa más profunda.

4.5. DISCURSO DEL PAPA EN SANTO DOMINGO

En su discurso inaugural Juan Pablo II trata el temario de la conferencia hacienda su aporte a coda uno de ellos.

En la tercera parte de este discurso, retomando algunos hilos de su reflexión, se refiere a la promoción humana presentándola como consecuencia natural de la evangelización[48] y la "preocupación por lo social" como "parte de la misión evangelizadora de la iglesia"[49]. El hombre sigue siendo el camino irrenunciable de la iglesia y éste no es sine evangelización.

Al hablar de desarrollo integral del hombre en un contexto con tendencia secularizadora se insiste en que esto no es posible sin Dios[50].

"La genuina promoción humana ha de respetar siempre la verdad sobre Dios y la verdad sobre el hombre"[51]).

En el análisis de la realidad elude a los grandes temas de América Latina: pobreza creciente, inflación, manipulación de mercados, deuda externa, etc. Se trata (del largo proceso de institucionalización de la injusticia frente al cual es urgente sostener un nuevo "ideal de solidaridad": es lo que el Papa propone en su discurso como "economía de comunión y participación de bienes en el orden nacional e internacional".

"No existe auténtica promoción humana, verdadera liberación, ni opción por los pobres, si no se parte de los fundamentos mismos de la dignidad de la persona y del ambiente en que tiene que desarrollarse, según el proyecto del Creador"[52].

EL logro de esta meta exige un profundo discernimiento de medios y la realidad, muestra la incapacidad humana para alcanzarlos. Solo "otro hombre", un "hombre nuevo" puede acceder a un orden nuevo y esta posibilidad ha sido hecha realidad en Jesucristo, redentor del hombre y del mundo. A esta verdad única, revelada de una vez para siempre en Cristo el Señor, nos remite al Papa en su discurso y Santo Domingo en su profesión a cuya luz asume sus desafíos y propone sus líneas pastorales orientadoras.

 

5) APUNTES PARA UNA CONCLUSIÓN

5.1. HACIA UNA CONVERSIÓN ECOD6GICA EN LA PERSPECTIVA DE LA REDENCIÓN

La cuestión ambiental se ha convertido en un signo de nuestro tiempo, y por tanto, para los cristianos, en tema de discernimiento de fe en el seguimiento de Cristo.

Las situaciones de impacto ecológico se dan en todo el mundo y la ecología las estudia en dos niveles según afectan el planeta en toda su extensión o en parte de ella. Se reconocen hay al menos tres problemas con extensión universal: el recalentamiento de la atmósfera, la disminución de la capa de ozone y la población. En América Latina son cinco los problemas más acuciantes: la deforestación de los bosques tropicales, la contaminación de las grandes urbes como México, San Pablo, Santiago

de Chile o Buenos Aires, los desechos industriales vertidos al media sin una legislación que lo regale o con desconocimiento de ella cuando existe, las centrales nucleares como Candiota en nuestro media y los depósitos de residuos tóxicos en algunos cases de origen extra‑continental.

La crisis ambiental en nuestro continente exige una pluriperspectiva social, jurídica, política, económica, ética y religiosa puesto que desde todos estos frentes se han dado pasos para llegar a ella ‑y desde todos ellos habrá que dar pasos nuevos para detener su avance y revertirla.

5.2. BREVE NOTICIA HISTORICA DEL PROCESO DE DETERIORO AMBIENTAL EN AMÉRICA LATINA

Hace cinco siglos la mira "descubridora" de españoles y portugueses encontró en América un panorama social y económico con niveles muy altos de civilización y riqueza. La primera era ignorada y la segunda expoliada.

La orfebrería, la agricultura y la mano de obra empleada sufrieron la primera embestida de la codicia y de la explotación. La segunda era la de los monocultivos y las economías de exportación dependiente sin límite ni criterio alguno. La tierra, las selvas, y las comunidades que la habitaban entraron en un proceso de devastación que con distintas modalidades ha permanecido active hasta hoy.

los criterios de explotación cortoplacistas generaron, como queda dicho, economías de exportación dependiente. En ellas los determinantes son: la demanda del mercado consumidor, generalmente en el hemisferio norte, y el beneficio inmediato de quien detente los medios de producción.

En este planteo no hay lugar para una economía de subsistencia de las comunidades aborígenes ni de conservación del media que habitan.

EL círculo se cierra cuando el área destinada a este tipo de producción tele‑dirigida se convierte, compulsivamente, en mercado consumidor de productos de comercialización prohibida en el norte (plaguicidas, medicamentos, etc.) de tecnología superada y de maquinaria obsoleta, (industria, agro, defensa, etc.) que sus propios clientes producen.

Esta modalidad de sometimiento del hombre y su media con exclusivas fines de lucre, tiene como consecuencia la pauperización de la población, la devastación de la naturaleza y la modificación, difícilmente reversible, del hábitat. Valen como ejemplo el impacto de ltaipú y Jasiretá.

5.3. ¿EXISTE UN FUNDAMENTO RELIGIOSO PARA EL ECOCIDIO?

Frecuentemente se alzan voces que responsabilizan por esta situación a la base judeo‑cristiana de la cultura occidental.

Estas opiniones se fundan en el relate creatural del Génesis[53]  en el que el hombre, es constituido "señor" de la creación.

Sin duda es un anacronismo entender el señorío del que habla el Génesis del mismo modo en que hay lo entendemos. Esto resulta claro si se comparan las posibilidades reales de ejercicio de dominio de que disponía el hombre entonces y el enorme aparato científico y tecnológico de que dispone hoy. Por otra parte, la imagen de señorío aludida es la de Dios mismo, y este señorío se funda en el amor.

En el capítulo siguiente[54] al hombre y a la mujer se les encomienda "el cuidado" del jardín. Podría decirse que desempeñarán en él una mayordomía (mayordomus) pero no que son sus dueños.

Admitimos que la lectura de estos textos ha sido hecha en clave de dominación del hombre sobre la naturaleza, pero debemos admitir también, que se trata de una lectura condicionada por un contexto cultural de fuerte antropocentrista en el que el hombre se sitúa por sobre la naturaleza y no en ella, cambiando así radicalmente su perspectiva crítica.

Procurando una comprensión más completa del tema es imprescindible la lectura armónica de los tres primeros capítulos del Génesis. Puesto que en el tercero aparece el que será el elemento siempre presente en el horizonte humano: el pecado. De allí en más el pecado estará siempre tiñendo todos los actos humanos, y, la historia misma lleva su impronta. Es necesario, desde su globalidad, retomar la lectura de los tres capítulos poniendo énfasis en "el cuidado del jardín de Dios" su único dueño legítimo.

Esta idea de cuidado de la naturaleza como tarea del hombre y deseo de Dios, se ejemplifica en el Deuteronomio[55] en el que ni en la emergencia de la guerra el hombre queda exonerado de su misión protectora de la naturaleza.

La tradición hebrea, tiene conciencia de los límites que Dios pone entre el hombre y el medio. Puede tomar  de los frutos naturales, pero sólo de los vegetales y para su alimentación [56]

Más tarde, al establecer el nuevo orden después del diluvio, Dios autoriza al hombre a comer carne, pero será bajo ciertas condiciones[57].

Esto significa que la relación entre el hombre y la naturaleza no es fruto de su antojo sino que es ordenada por Dios. También por esto el castigo al hombre y la mujer después del pecado se evidencia en la calidad de la relación entre ellos y con el mundo: trabajo, dolor, fatiga, enemistad, dominación, etc.[58] y la tierra, que no es ajena al actuar del hombre es quien clama a Dios por el pecado de la sangre derramada[59]. Del mismo modo, en la contracara, la restauración mesiánica es la armonía en toda la creación[60].

La capacidad humana es crear a partir de lo preexistente‑yetzirah‑ es su posibilidad de realizar la imagen de Dios[61], (60) creador de la nada ‑beriah‑ pero el signo de esta capacidad no puede ser sino positiva en tanto es de Dios. Cuando este signo se torna negativo, su capacidad se hace pecado.

La firma conciencia de la trascendencia de Dios, evita en el judeo‑cristianismo la idea de un dies fundido en la creación, que conllevaria el riesgo de un cierto panteísmo e idolatría de lo creado. No obstante ello, si se lo aleja demasiado en su trascendencia, sin enfatizar la presencia de su Espíritu en su obra, queda una zona de cierta laxitud en la que el pecado del hombre se introduce, como ejercicio de poder y dominación.

A pesar de la brevedad de nuestro recurso a la Escritura, podemos afirmar que la cultura judeo‑cristiana no sólo no da cobertura para esta actitud, definitivo que por el contrario aporta los valores fundantes de una ética ecológica.

Redención: Nueva Creación

EL sucinto planteo de la crisis ambiental a nivel universal y latinoamericano que hamos realizado nos ha enfrentado a la patencia del pecado en el mundo.

Hemos vista como la tensión armoniosa resultante del ajustado entretejido de todo lo creado entre sí y con Dios, se alteraba y aún desaparecía por acción del pecado. Pese a ello, "en Jesucristo, el mundo visible creado por Dios para el hombre, el mundo que entrando en el pecado está sujeto a la vanidad, adquiere nuevamente el vinculo original con la misma fuente divina de la Sabiduría y del Amor". "Así como en el hombre Adán, este vínculo quedó roto, así en el hombre Cristo, ha quedado unido de nuevo"[62] . "La redención llevada a cabo por media de la cruz ha vuelto a dar al hombre, definitivamente, la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo[63].

EL hombre se autodescubre en el Misterio Pascual, y recibe la posibilidad de superación del límite en la gracia de la filiación. La gracia recuperada y superada en la redención, que alcanzará su plenitud en la consumación, es visible ya "en el anuncio del Misterio de Cristo,

en la Revelación de la dimensión divino humano, en la redención, en la lucha con perseverancia incansable en favor de esta dignidad que todo hombre ha alcanzado y puede alcanzar continuamente en Cristo" [64].

5.5. PRESENCIALIZACIÓN DE LA NUEVA CREACION COMO RE-RELACIONAMIENTO DE LAS CREATURAS ENTRE SI Y CON EL CREADOR

"Sólo hay cosmos para el hombre si el universo se torna su case" (oikós)[65].

EL replanteo integral del hombre en la perspectiva de la novedad absoluta, se ubica entre los dos polos que activan su relacionalidad. Por un lado su referencia al creador y por otro la creación misma, hombre‑naturaleza, que lo comprende.

Entre ambos existe un punto de equilibrio en el que el hombre accede a la vez a su verdadera conciencia de ser creatura y a su verdadera conciencia de ser responsable de lo creado.

Desde allí es que el hombre puede hacer su opción más radical por Vida o por No Vida, asumiendo la libertad ganada por Cristo en la cruz.

Optar por Nuevo Cielo y Nueva Tierra es haber optado de algún modo por un Hombre Nuevo. En esta perspectiva la creación recupera su transparencia y su dimensión sacramental, y el hombre su capacidad de mirar en profundidad que le permite redescubrir una realidad transida de presencias que lo remiten a Dios.

Desde esta premisa no es posible el planteo de una cultura que violente las realidades creadas definitivo que es necesaria una cultura de no violencia, con espacios fermentales, que den lugar a criterios y formas nuevas de relación entre el mundo y el hombre que, a su vez, ya se van hacienda nuevos con Cristo en la historia que protagonizan.

En esta línea, el primer punto es la necesidad de una ecología social que relacione los sistemas humanos y los ambientales con criterios de largo aliento que respeten su equilibrio vital.

Otro punto importante es el discernimiento entre los proyectos de "desarrollo sostenible" o "eco‑desarrollo" y los imprescindibles limites al "crecimiento económico". También es necesaria la denuncia de los sistemas de explotación del hombre y del media que con filosofía de mercado revierten el proceso de creación en des‑creación.

En otras palabras, es necesario romper con el ordenamiento antropocéntrico del mundo, sin caer en una concepción biocéntrica de tipo reduccionista.

Tal vez este sea el punto en el que cabe preguntarse por la necesidad de un "centrismo" del tipo que sea.

Nuestra propuesta es por la posibilidad de un centre en el que pondríamos la "comunión" como relación redimida, articulante e integradora de todo lo creado entre sí y con el creador.

Tal vez llegaríamos a pensar en la creación como imagen perijorética, de semejanza incierta, sin duda, pero abierta a más en su inacabamiento.

También nos permitimos aquí el planteo de la urgencia de un nuevo ethos cultural que entienda la Vida y la Vida Humana en el mismo gesto creador.

¿Estamos planteando un nuevo giro copernicano?

Ciertamente, planteamos más que eso, por cuanto hablamos de: METANOIA.

Decimos entonces, que es imperioso el cambio de mentalidad y de actitud, y decimos que para un cristiano, la conversión se expresa en la radicalidad y coherencia de su testimonio: "conviértanse y crean la Buena Nueva"[66] 

Toda hora es hora de conversión cristiana y buena para su testimonio, pero "el arrepentimiento y la conversión son ahora cuestión de supervivencia"[67].

La distancia entre la intuición y la conciencia puede ser cualquiera. Para nosotros es la que hemos recorrido desde una experiencia muy puntual del hombre, del mundo y, por supuesto de Dios, andando un camino erizado de preguntas, orientados por la fe y apoyados en la reflexión de la iglesia.

Escuchando a Juan Pablo II y mirando a América Latina desde Santo Domingo encontramos al hombre alienado en un mundo enemigo donde no queda ni tiempo ni lugar para el sentido.

Surge entonces, con urgencia la pregunta por la posibilidad de conversión de esta situación y simultáneamente, la respuesta desde Dios, única respuesta adecuada a la pregunta del hombre.

En este trabajo elegimos plantear las preguntas desde un problema concrete: La crisis ambiental; y la respuesta desde la gracia de la Redención‑Nueva Creación, en el proceso de conversión de la creación entera a Dios hasta que EL sea todo en todo.

Hemos planteado hasta aquí muchas de nuestras inquietudes en torno a un tema que consideramos urgente para el mundo e interpelante para la fe.

Como sabemos, aún el más largo viaje comienza con un paso.

Ese es el que creemos haber dado en este trabajo.

Esperamos, con la ayuda de Dios, perseverar en la marcha.

 

 

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[1]              Gn. 1, 2

[2]              Gn 1, 28‑29

[3]              Gn. 2.15

[4]              Ez. 14, 7‑8.

[5]              Ef. 4, 18.

[6]              GS. 10. 10

[7]              Rom. 7, 15

[8]              GS. 13 1 1

[9]              GS. 9.

[10]             DP. 497

[11]             PP. 20.34.

[12]             GS. 35

[13]             RH. 10

[14]             GS 22

[15]             2 Cor 2, 10

[16]             RH. 8

[17]             RH 10

[18]             GS. 2

[19]             RH. 10

[20]             RH. 15, 16

[21]             SRS. 29. 30

[22]             Gn. 2, 15

[23]             RH. 18ss

[24]             RH. 10

[25]             RH. 7

[26]             RH. 9

[27]             RH. 10

[28]             RH. 12

[29]             Rom. 8, 20

[30]             Rom. 8, 19

[31]             GS . 22

[32]             RH. 15

[33]             RH. 16

[34]             RH. 18

[35]             RH .11

[36]             RH. 14

[37]             RH. 18

[38]             RH. 9

[39]             GS. 22

[40]             RH. 1-8

[41]             RH. 10

[42]             RH. 11

[43]             RH. 13

[44]             LG. 1

[45]             SD. Discurso inaugural

[46]             SD. 2.1]

[47]             EN. 31

[48]             EN. 29‑39

[49]             SRS. 41

[50]             GS. 43‑45

[51]             SD. Discurso Inaugural

[52]             SD. 18

[53]             GN. 1,28

[54]             Gn.2,15

[55]             Deut. 20, 19‑20

[56]             Gn. 1, 29

[57]             Gn. 9, 2‑6

[58]             Gn. 3, 15‑19

[59]             Gn. 4, 10

[60]             Is. 11, 6‑9

[61]             CAMM, Norman‑Faith and Doubt‑Ch. VI

[62]             61  RH 8

[63]             RH 10

[64]             RH. 11

[65]             BUBER, Martín .Tú y Yo

[66]             Mc. 1, 15

[67]             Consejo Mundial de Iglesias "Ha llegado la hora".