Ecología y Cristianismo

Manuel Gonzalo


1.- MANIFESTANDO INSATISFACCIONES

Yo soy parte del 14 % de la humanidad que resulta ya bastante molesto. Con mis 54 años pertenezco a un grupo estadístico que cada vez va a gastar más en el área de la salud y que va ir decayendo en la productividad.

Vivo en un planeta de sólo 6.000 kilómetros de radio que gira alrededor de una vulgar estrella de segunda generación que ocupa, entre otros cien mil millones de estrellas, una posición no central en una de las más de cien mil millones de galaxias que pueblan el universo. Es notorio lo minúsculo de mi planeta en estas dimensiones.

Estoy compuesto por unos 25 elementos, pero mayoritariamente por oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio, azufre y fósforo. El valor de mis átomos no sobrepasa los 15 dólares.

Soy el producto de una serie de cambios evolutivos que se produjeron por azar durante un período muy largo de tiempo. En esta historia, mi vida puede ser considerada como un accidente.

Todo lo anterior es verdad. El mismo Francis Crick, descubridor del ADN, me lo recuerda: “Tus alegrías y penas, tus recuerdos y ambiciones, tus sentimientos de identidad y de libertad, no son de hecho nada más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y de moléculas que les están asociadas” (Scientific American, 1994, vol 271).

Es cierto que ante los datos comprobados poco se puede argumentar. Refutarlos sería de locos. De todas formas me queda un sinsabor al escuchar la frialdad de los mismos. La única duda que me ronda es preguntarme si será toda la verdad. Mi interior se rebela si tengo que asumir que soy un ser sobrante y que no significo nada.

Por otra parte, conozco el discurso que me ha llegado desde gente amiga:

-no te mueras

-conocerte ha sido un afirmar mi caminar

-tú tienes una manera bonita de ser

-yo te quiero y me alegro de que existas

-me hace bien tu amistad

 

Desde él empiezo a sentirme mejor. Es un discurso que toca más fibras de mi vida que las simplemente intelectuales.

Además conozco otro discurso que viene de otras fuentes:

-eres una criatura de un gran Creador

-tu vida es importante para Dios

-Dios te acoge y desea que seas feliz

-Dios manifestó su rostro con sabor humano en Jesús

Estos dos últimos discursos me tocan en lo profundo de mi ser. Ambos me ayudan a afirmarme, a mirarme con valor. El fruto que producen es vida y expansión de las potencialidades que hay en mí.

Como ser humano soy un ser curioso. Quiero conocer cómo funcionan las cosas. A su vez necesito darle un sentido a mi vida, saber por qué estoy aquí, de dónde vengo, y hacia dónde voy. La ciencia se ha concentrado en el primer punto mientras que la religión lo ha hecho en el segundo.

2.- TENSIÓN CIENCIA - RELIGIÓN

El caminar entre la ciencia y la religión ha sido tensionante durante varios siglos. Las dos han ido por caminos separados y la agudización de posturas por ambas partes ha hecho mal al mismo ser humano. Por una parte han caminado los datos concretos sobre la realidad del mundo, y por otra las explicaciones sobre la relación de lo existente con Dios. A su vez, la Tierra ha pagado fuertemente los efectos de estas tensiones.

La distinción entre mente y materia justificó una nociva relación entre persona humana y naturaleza. La ciencia y la tecnología se han sentido tratando “cosas” y el abuso creado todavía sigue produciendo resultados catastróficos en el planeta.

A su vez distintas religiones no han sido capaces de infundir una relación de respeto a la Tierra. Linn White, en 1966, criticó al cristianismo diciendo que el versículo de Génesis 1,18 -“poblad y dominad la tierra”- ha sido la base teórica para la situación de deterioro de la Tierra actual. Sean o no exactas estas críticas, por lo menos han servido para cuestionar cómo las creencias religiosas -cristianas en este caso- afectan al trato que se le da al planeta.

Hoy se viven otros momentos. La ciencia y las religiones están despertando ante la gravedad del problema que afecta a la Tierra.

Un punto de preocupación, tanto de la comunidad científica como de la religiosa, es la realidad actual de la Tierra. Es un hecho que existe un deterioro de la misma y que es preciso hacer algo. Temas como la lluvia ácida, el calentamiento del planeta, la desertificación, la tala de los bosques tropicales, la superpoblación, el agua, las grandes diferencias Norte-Sur, los productos de desecho, alarman cada vez más a mentes que tienen una visión global. En un documento gestado en 1990 por eminentes científicos, titulado “Una carta abierta a la comunidad creyente”, se reconoce que el problema ecológico tiene una dimensión tanto religiosa como científica. Podríamos añadir que también las culpas recaen sobre ambas comunidades. El documento afirma que “los esfuerzos por salvaguardar y cuidar el medio ambiente necesitan ser infundidos con una visión de lo sagrado(1).

3.- CAMBIOS EN LA CIENCIA

La ciencia es hoy más consciente de sus propios límites. Ella intenta explicar cómo funcionan las cosas, pero no está capacitada para dar un sentido a las mismas. La religión se preocupa más del sentido, pero no está capacitada para analizar cómo los hechos ocurren. De todas formas, ambas son realizadas por el ser humano y son expresión de su búsqueda fundamental: encontrar un sentido a su estadía en este planeta y producir una respuesta positiva tanto para la convivencia como para el tipo de relación que mantiene con el planeta.

Hay pensadores que critican no el método científico sino unos aspectos que se han ido añadiendo a la forma como la ciencia se ha ido desarrollando. Un aspecto ha sido el analizar el todo desde la parte. Reduciendo y aislando el todo se ha llegado a conocer más de los componentes. Se ha llegado en tantísimos campos a profundas explicaciones que después se han podido usar en las aplicaciones técnicas. El problema radica en que en el esfuerzo por conocer mejor la parte, se ha olvidado que se comenzaba desde un todo. Diríamos que al analizar el árbol se ha olvidado el bosque. A su vez, el saber se ha ido separando del sujeto que sabe. La distinción sujeto-que-analiza y objeto-analizado ha creado un saber distanciado de lo humano, aséptico, frío, “objetivo”.

Otro limitante lo encuentra la ciencia al usar conceptos que le son prácticos, pero que a su vez necesitarían ser mejor conocidos. La ciencia produce conceptos como “fuerza”, “atracción o repulsión de electrones o de partículas”, “materia”, que la misma ciencia no es capaz de entender. Podemos recordar la enigmática fuerza de la gravedad. Es ella la que sigue controlando la velocidad de enfriamiento del Cosmos. El recordar cómo a la ciencia le quedan al final demasiados interrogantes, ayuda para superar una visión autosuficiente.

A su vez hay un elemento muy positivo que se convierte en una revolución para esta generación: por primera vez la ciencia posee un discurso bastante completo sobre la evolución del Universo y de la vida. Es capaz de presentar los grandes hitos tanto de la primera explosión ocurrida hace unos 15 mil millones de años, como de la aparición del sistema solar y de nuestro planeta, como de la evolución de la vida en los últimos tres mil millones y medio de años, como del surgimiento de la vida humana hace unos cuatro millones de años. Los datos están ahí, fruto de un inmenso proceso investigativo realizado tanto desde la astrofísica como desde la biología, la paleontología y otras ciencias. Se trata de una historia que no se centra sólo en la historia de la raza humana, sino a su vez en la de la vida y en la del Universo. Es un discurso global y evolutivo dentro del transcurrir del tiempo. Se trabaja por saber más sobre la historia del Universo.

4.- RASGOS DEL UNIVERSO

Cada vez es mayor el consenso en la comunidad científica sobre rasgos que aparecen en esta historia del Universo. De entre ellos voy a señalar 13 que considero más significativos.

1.- Un primer rasgo, al que se llegó con los aportes del astrónomo Hubble y su constatación del corrimiento hacia el rojo del espectro luminoso de las galaxias, es el de la expansión del Universo. Este dato, originado al principio de los años 30, revolucionó la comprensión estática que se tenía del universo. Años después iría tomando forma la teoría del Big Bang que expresa cómo hace unos 15.000 millones de años el Universo comenzó como una gran explosión. Todo el Universo estaba concentrado en un tamaño inferior a una cabeza de alfiler y poseyendo la máxima temperatura jamás alcanzada. Entonces surgieron tanto el espacio como el tiempo. Desde ese comienzo se puede hablar de la historia del Universo. Expansión y enfriamiento son dos características del mismo.

2.- También se trata de un Universo que se ha ido abriendo, desvelando, a la medida que el tiempo ha ido pasando. Una buena imagen para entenderlo sería observar por primera vez el nacimiento de una flor. No se sabe de ella hasta que por fin ha desarrollado todos sus pétalos, sépalos, aparato reproductor y demás partes. Se trata de un proceso que causaría admiración ante las novedades que irían apareciendo. Por tomar otra analogía, hoy se podría hablar del Universo como de un embrión.

3.- Otro rasgo del Universo es la creatividad desarrollada. El proceso ha sido lento, pero continuo. Primero fue la energía, después la materia, luego elementos como el hidrógeno y el helio, las estrellas y galaxias, después la explosión de las estrellas supernovas capaces de producir los elementos más pesados de la Tabla Periódica, después el Sol y la Tierra, después la vida. El Universo ha manifestado una creatividad desbordante. Cada evento ha ocurrido en su momento. Se trata de procesos irreversibles.

4.- También aparece el rasgo del crecimiento de la complejidad. Sabemos que una ameba es menos compleja que un caracol. Se puede afirmar que posee menos información. La complejidad se podría medir por la universalidad del lenguaje requerido para describir un sistema concreto. Los grados de detalles que aparecen en una estructura jerarquizada (como puede ser un caracol) aparecen cada vez más inagotables. Estamos inmersos en la complejidad cósmica. La tendencia hacia la complejidad aparece desde el principio, desde las partículas elementales y desde el valor de las cuatro fuerzas fundamentales (la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil). Si se entiende la complejidad como la capacidad para “sorprender” al observador, no sería de extrañar que viviéramos con la boca abierta ante todo cuanto nos rodea.

5.- Otro rasgo es la aparición de propiedades emergentes. Aquí se cumple el dicho de que “el todo es mayor que la suma de las partes”. Por ejemplo, no es lo mismo un electrón y un protón separados, que ambos relacionados y dando lugar al átomo de hidrógeno. Tampoco tienen las mismas propiedades el hidrógeno y el oxígeno separados, que ambos combinados produciendo la molécula de agua. Y si analizamos la aparición de la vida vemos que las moléculas no tienen vida, pero juntadas en diferentes estructuras generan algo que es capaz de reproducirse, de alimentarse, de interactuar con el medio ambiente y de tener autonomía. Surge algo con coherencia de comportamiento desde componentes que presentan una incoherencia inicial.

6.- El Universo presenta otro rasgo, al cual fue muy sensible Teilhard de Chardin: se ha ido produciendo un crecimiento de la conciencia. En la vida animal el sistema nervioso aparece en un proceso de complejificación desde las bacterias pasando por los invertebrados, incrementándose en los mamíferos y llegando a su máxima expresión en el cerebro humano. Se trata de un Universo que se ha hecho reflexivo. E. Cardenal se cuestionará: “Qué Premio Nóbel nos explicará por qué estamos en un Universo que aprendió a pensar? (2)

7.- Los humanos nos encontramos entre dos grandes infinitos: lo infinitamente grande -el Cosmos, las galaxias, las estrellas, el sistema solar- y lo infinitamente pequeño –los quarks, protones, electrones, neutrones, fotones, neutrinos, átomos, moléculas-. La vida emerge como una fructuosa interacción entre esos dos infinitos. A su vez producirá un nuevo infinito: lo infinitamente complejo –como el cerebro humano y como los ecosistemas-.

8.- A Demócrito se atribuye la sentencia “todo llega por azar y por necesidad” (3). El caminar del Universo es entendido por muchos como una combinación de azar y de necesidad. En el azar, se asume cuanto ha habido de aleatorio, de juego, de oportunidad, de ocasión, de casualidad durante los 15.000 millones de años. Dentro de la Teoría del Caos se recuerda cómo un fenómeno mínimo puede tener repercusiones enormes, como el aletear de una mariposa que generase un huracán que se manifestara a miles de kilómetros. Hay una amplificación de los fenómenos. Por eso no se puede predecir exactamente el porvenir. Desde estos enfoques se está lejos del mecanicismo fixista de siglos anteriores. En la necesidad, en cambio, se comprende el cumplimiento de las leyes físicas, es decir, el carril impuesto por el valor que las cuatro fuerzas fundamentales tomaron desde el primer milisegundo que siguió a la Gran Explosión. El Universo manifiesta su inventiva a través del azar y de la necesidad.

9.- Otro rasgo es constatar cómo aparece una larga cantidad de demasiadas casualidades. En el Universo no ha sido posible un paso posterior sin que se hubieran dado los anteriores. El mismo físico Stephen Hawking hace ver que cualquier cambio mínimo que se hubiera dado en el valor actual de las cuatro fuerzas fundamentales hubiera impedido el que estuviéramos nosotros aquí como seres humanos pobladores del planeta Tierra. Otro tanto hubiera ocurrido si hubieran sido diferentes tanto la velocidad de expansión del Universo, como la distancia entre el Sol y la Tierra, como el radio de Tierra. Gracias al calor interno de la Tierra tuvimos la primera atmósfera. Para la expansión de los mamíferos fue beneficioso el meteorito que hace 65 millones de años chocó en la península de Yucatán (México) acabando con los dinosaurios. Para la evolución de los humanoides fue positiva la falla aparecida en el este de Africa que recorre desde Egipto hasta Tanzania. Al este de la falla, debido a la sequía, el bosque se convirtió en sabana, haciendo que los simios superiores se vieran obligados a bajar de los árboles.

10.- Analizamos la historia del universo “a posteriori”. Desde nuestra inteligencia seguimos la pista a los pasos generales que han permitido el surgimiento de la inteligencia. Desde el llamado Principio Antrópico se afirma que todo el largo caminar desde el Big Bang ha permitido la aparición del ser humano. E. Barrow expresa que “no es sólo que el ser humano esté adaptado al Universo. El Universo está adaptado al ser humano(4). Hay un cambio de enfoque. Aquí la vida humana no aparece como un proceso caótico marcado por sobresaltos improbables. Al contrario, se entenderá que el Universo “deseaba” la aparición de lo humano. “Era preciso que la vida y el pensamiento estuvieran inscritos en las potencialidades del Universo primitivo”(Hubert Reeves, astrofísico). Reeves también afirma: “Las propiedades de la materia son exactamente las que aseguran la fertilidad del Cosmos y la aparición de la consciencia(5)

11.¿- Qué ocurre en cada momento? Hay un azar de posibilidades por delante. El Universo juega, pero ha manifestado que sabe jugar muy bien. Ha sabido sacar ventaja, por ejemplo, tanto de la mínima mayor cantidad de materia sobre la antimateria -fenómeno ocurrido antes del primer milisegundo-, como de la aparición de las circunvoluciones cerebrales. La evolución del Universo aparece como una actualización progresiva de sus potencialidades. Hubert Reeves afirma que la materia “empujada por lo que podríamos llamar una potente levadura cósmica, tiende a alcanzar estados más y más estructurados (6).

12.- Otro rasgo, en el proceso de crecimiento de la diversidad de formas de vida, es la relación que existe entre todo. Ninguna especie es autosuficiente. Todas son interdependientes. Además de darse una relación entre las grandes redes de seres vivos, también existe otra entre las formas vivas con las no vivas. Océanos, atmósfera, composición de suelos, temperatura, todo esta relacionado como un gran tejido que hace de la Tierra un planeta excepcional con vida. La visión ecológica aparece como una lectura interdisciplinar y a la vez responsable sobre el planeta.

13.- En la hipótesis llamada Gaia, propuesta por Loveloch, se plantea un acercamiento al planeta Tierra considerándolo como un ser vivo. Aparece el planeta como un sistema auto-mantenido, que ha manifestado su capacidad de auto-equilibrio.

Todos estos rasgos expresan cómo la comunidad científica está teniendo un acercamiento diferente no sólo hacia el planeta Tierra, sino hacia la vida, las cosas, el ser humano. Lejos de encerrarse sólo en explicaciones científicas, cada vez genera más interrogantes metafísicos.

5.- CAMBIO EN LAS RELIGIONES

¿Qué visión de Dios, de los demás y de la Tierra han planteado las religiones para que se haya llegado a tal estado? La crisis ecológica entendida por Juan Pablo II como una crisis moral, ha sido planteada por teólogos como J.B. Metz como una crisis religiosa.

En el ámbito de las grandes religiones mundiales se han levantado diferentes voces de alerta. La Asamblea Ecuménica reunida en Seúl, 1990, afirmaba: “La resistencia a la desintegración de la creación debe convertirse en una prioridad universal de nuestra época (7). Se busca tanto el mejorar la calidad de la vida humana como el hacer el menor daño posible a la Naturaleza. En Occidente se empieza a ser más sensible hacia la enseñanza del hinduismo -de no hacer daño- y hacia la del budismo -de reverenciar la Naturaleza-.

En S. Pablo habría que profundizar:

-la visión del Cristo Cósmico (Col 1, 15-20 ; Ef 1, 1-10)

-la solidaridad entre el ser humano y la Naturaleza (Rom 8, 19–22)

La ecoteología tiene, entre otros, estos tres retos:

-recuperar la creación continuada en clave evolucionista,

-recuperar los lazos entre creación y salvación,

-recuperar lo relacional de Dios. Sería absurdo imaginar que a Dios no le interesara lo que ocurre en el mundo.

Thomas Berry, ecoteólogo, sugiere dos elementos a tener en cuenta en esta reflexión:

-el Universo es una realidad tanto psíquica como física,

-existen tres leyes en el Universo que ayudan a entenderlo mejor: la Diferenciación, la Subjetividad, y la Comunión.

Como vemos no se trata de añadir un nuevo capítulo a la teología, sino de un nuevo horizonte de comprensión. Es necesario asumir el cambio en la visión del cosmos que presenta la ciencia moderna y desde ahí reflexionar sobre Dios. También nuestra imagen de Dios está en “expansión”. La moderna cosmología exige una actualizada teología. Este cambio ya está llevando hacia un desarrollo de las capacidades de admiración y escucha frente al Universo, hacia actitudes más contemplativas, hacia responsabilidades nuevas para con el planeta y la vida en el mismo, hacia la comprensión de un Dios dinámico que ama al mundo. Es tarea pendiente construir una nueva espiritualidad más conforme a la nueva visión del cosmos.

6.- HACIA LA REVOLUCIÓN ECOLÓGICA

Nadamos en la complejidad. Dicho de otra manera, nadamos en el misterio. Desde los cambios presentados en la ciencia y en las religiones se está abriendo el horizonte de comprensión de esta época. Formamos parte de la revolución cibernética que es continuadora de la revolución tecnológica. Ésta sustituyó a la revolución agraria. Hoy las puertas se van lentamente abriendo hacia la revolución ecológica.

Nada de lo que pasa en la inmensidad del Cosmos nos es indiferente. Somos más conscientes del diálogo mantenido entre el cielo y la tierra, es decir, entre lo abiótico y lo biótico. Nuestra vida sigue dependiendo –entre otras cosas- de la atmósfera, de la luz del sol, de la temperatura, del agua. Por ejemplo, los astrónomos explican la inclinación de 23 grados del eje de rotación de la Tierra debido a la colisión brutal de meteoritos durante los primeros tiempos del sistema solar. Gracias a esos meteoritos tenemos estaciones. Ellas tienen que ver con el canto de los pájaros, la floración de las plantas, la no monotonía del planeta. Todo está interconectado. Para descubrir por qué un ser está vivo es necesario mirar muy lejos.

Como animales conscientes, somos el universo que se entiende a sí mismo. El poeta Ernesto Cardenal nos ayuda a entender, en su Cántico Cósmico (8), que al mirar a las estrellas somos Hidrógeno contemplando Hidrógeno.

Esta revolución ecológica exige un cambio de mentalidad hacia el Cosmos. ¿Qué nuevas actitudes son necesarias para este cambio? Quisiera señalar cinco que me parecen claves:

1.- Respeto. Se ha dicho que durante la revolución tecnológica se ha mirado a la Tierra más como una sierva para violar que como una amiga para amar. Sabemos que todo esta sometido al Segundo Principio de la Termodinámica, o dicho de otra manera, que es necesario tomar energía si se quiere seguir vivo. Los seres vivos somos sistemas abiertos y vivimos en un flujo de entradas y salidas de energías. Sin él no podemos vivir. Comemos animales, que a su vez comen plantas, que a su vez comen sol. Formamos parte de esta cadena de alimentos y de vida que cada día nos relaciona con lo que está a nuestro alrededor. Como seres humanos somos totalmente dependientes del exterior. Usamos de lo que nos rodea. Respetar no significa, por tanto, no usar. Pero sí implica renunciar al espíritu posesivo y a malgastar. Es tener en mente también a las generaciones que poblarán el planeta en el futuro. El consumismo actual está muy lejos de una tal comprensión. Respetaremos la Tierra si la entendemos como un sistema agotable que hay que mantener y aprendemos a consumir menos, a reutilizar más, y a reciclar al máximo.

2.- Veneración. La ciencia nos está ayudando a descubrir lo grande y complejo que es todo. Nada es simple, vulgar, sin valor. Una hoja de árbol posee demasiada sabiduría. A través del estudio del parénquima, de los estomas, de la función clorofílica que en ella se realiza podemos llegar a hacernos conscientes de las maravillas que una hoja cualquiera encierra. Con razón Walt Whitman tituló a uno de sus libros “Hojas de hierba”. La veneración nos lleva a caminar por la Tierra “quitándonos las sandalias”, como Moisés ante la zarza ardiente (Ex 3,2). Una piedra, un riachuelo, una nube caprichosa, un pájaro, se convierten en vehículos de sabiduría. Nos es necesario educarnos para captar el mensaje que nos transmiten y aprender a gozar con todo lo que nos rodea. Todo el Cosmos es como un gran libro que necesita ser leído.

3.- Comunión. Actualmente hay grupos indígenas en Guatemala que piden perdón al árbol antes de cortarlo. También hoy la ciencia –como hemos recordado- nos abre el horizonte para entender que todos somos familia de todos. Somos, por lo menos, primos de las demás especies. Si entendiéramos bien lo que implica la historia del Universo descubriríamos que, en las estrellas, somos hermanos de todo. La diversidad y variación presentes en nuestro universo actual estuvieron juntas y no diferenciadas en el momento del Big Bang. Al abrirnos a la noche estrellada nos abrimos a nuestro pasado. Podemos sentir cómo los átomos que forman hoy parte de nuestro cuerpo surgieron de la explosión de una supernova. El Universo nos gestó en el calor de las estrellas que murieron para producir átomos más pesados necesarios para que la vida apareciera. Sin la explosión de las estrellas supernovas no habría habido posteriormente vida. Cada uno de nosotros está emparentado con todo. A su vez, lo acaecido en las sabanas africanas, hace unos cuatro millones de años, es el recuerdo próximo de nuestra hermandad como especie humana. Desde estos acercamientos, las diferencias de color, raza, religión, resultan insignificantes.

4.- Adoración. El diálogo entre los tres grandes infinitos coloca su sede en cada uno de nosotros. En lo infinitamente grande, los telescopios nos abren hacia los espacios inmensos y hacia la información que nos traen las estrellas primitivas, pues mirar a lo lejos es mirar hacia atrás en el tiempo. En lo infinitamente pequeño, los microscopios nos permiten descubrir las diminutas organelas que realizan un papel vital para el funcionamiento de las células. A su vez los aceleradores de partículas nos permiten acercarnos hacia la comprensión de los primeros segundos del Universo y sus grandes energías. En lo infinitamente complejo, los estudios neurológicos nos abren hacia la riqueza grandiosa del cerebro. También el análisis sobre un ecosistema nos da un acercamiento hacia la complejidad que encierra la diversidad de variables allí presentes. Por cualquier vertiente hacia la que nos asomemos nos encontramos con lo mismo: la sabiduría, la creatividad, lo inagotable, lo sorprendente, el misterio. Las religiones hace tiempo que captaron esa relación de todo con Dios. Lejos de formar parte de “la levedad de lo real” formamos parte de “la densidad de lo real”, de lo sagrado que es todo. Como ya afirmaba san Pablo: “Todo ha sido creado por Él y para Él” (Col 1,16). Teilhard habló de “la santa materia”. El Cosmos es la obra de Dios y exige un acercamiento contemplativo. Participamos de la alabanza cósmica que comenzó hace 15.000 millones de años. Todo es una gran liturgia cósmica. La adoración nos lleva a palpar el paso de Dios a través del Universo. Nos corresponde captar y celebrar esta gran fiesta cósmica.

5.- Nueva identidad. El malestar que he presentado en la introducción del escrito tenía que ver con una visión de la vida humana que refuerza el sin sentido. Desde ella resultamos ser un vulgar accidente en un proceso sin rumbo. En cambio, hoy en día la revolución ecológica amplia nuestra identidad. Ya no se trata únicamente de lograr una identidad desde la propia familia, ni desde el grupo cultural al que se pertenece. La historia del Universo se revela como parte de nuestra propia historia, de nuestra identidad. No es que tengamos en nuestras vidas 20, 40 ó 70 años. Cada quien tiene 15.000 millones de años. Venimos desde muy lejos. Estamos orgullosos de saber de nuestros orígenes. No somos únicamente de una ciudad de origen, de una patria. La larga historia que comenzó en el Big Bang es nuestra propia historia. “El ojo que busca la galaxia de la Vía Láctea es un ojo configurado por la Vía Láctea”, dirá Brian Swimme, cosmólogo (9). El conocer y asimilar esta perspectiva nos hace ver que nuestra existencia es preciosa. Como afirma H. Reeves: “la levadura cósmica la llevamos en nosotros mismos. Ella nos incita a promover la maravillosa odisea de la complejidad cósmica (10). Si a todos estos aportes de la ciencia les añadimos la experiencia religiosa de sabernos además amasados y amados por el Creador, la mezcla puede resultar excesivamente fecunda.

En el planeta hay demasiadas injusticias. Hoy el progreso es inmenso, pero profundamente inhumano. No está la persona en su centro. Por ello, al leer el mundo como un todo, se pone en duda la bondad del estilo de vida de los países desarrollados. Vivimos “un modelo de desarrollo que desprecia la vida y adora las cosas” (Eduardo Galeano) (11). En cambio, la nueva identidad buscada no sólo ancla profundamente nuestras raíces en el pasado sino que se proyecta hacia el futuro. Nos lanza en una tarea responsable hacia la Tierra y hacia la vida. Es una llamada a responder ante los dos grandes sujetos que sufren opresión humana hoy: los pobres de la Tierra y la misma Tierra. Es la llamada a la acción desde “el grito de los pobres y el grito de la Tierra” (L. Boff) (12).

7.- APORTES ENTRE CRISTIANISMO Y ECOLOGÍA

La ecología es para quienes aman la vida. Nosotros, como cristianos, tenemos la dicha de pertenecer a ese grupo. Si seguimos a Jesús de Nazareth es porque es un camino de apertura a Dios, de búsqueda de su rostro, de servicio a los demás, de transmisión de buenas nuevas. Un camino de santidad y de humanización del mundo.

Hoy la ecología aparece como el nuevo reto en una visión a largo plazo que quiere ser responsable del planeta y de la vida del planeta. Es una aventura a la vez material y espiritual.

En el cristianismo hemos heredado el gusto por lo nuevo. Jesús estuvo abierto a nuevos retos e invitó a sus seguidores a interpretar los signos de los tiempos. Sin ninguna duda, hoy en la conciencia ecológica está aleteando el Espíritu de Dios. Es una invitación a ubicarnos de manera diferente en el Universo, y a tomar en serio la responsabilidad que tenemos sobre la creación.

Hoy la revolución ecológica es a su vez una revolución cultural. Invita a entender una nueva ubicación del ser humano en la Tierra. Exige nuevas comprensiones y nuevas respuestas. Necesita de quienes la transmitan. Se trata de un reto que toca tanto el aula como la vida personal y comunitaria. La ecología cuestiona aspectos tan variados como la economía, la política, la sociedad, la ciencia, la cultura, la religión. Podríamos entenderla como un nuevo denominador común llamado a influir sobre todos los numeradores.

La ecología se convierte a su vez en una aventura espiritual. Podemos ir construyendo una espiritualidad ecológica que nos enseñe a abrazar al Cosmos y al Dios del Cosmos. Nuestro caminar como cristianos se puede ver profundamente enriquecido desde este reto. La respuesta, una vez más, está en nosotros.

 

Manuel Gonzalo sm
mgonzalo@yahoo.com
Bogotá-París, 16 de abril de 2000


Notas

1.- Citado por Cornnie Barlow, Green space green time, Copernicus, New York 1997, p. 11

2.- Ernesto Cardenal, Cántico Cósmico, Ed. Nueva Nicaragua, Managua.

3.- Citado por Hubert Reeves, Oiseaux, mervelleux oiseaux, Seuil, Paris, 1998.

4.- J. Barrow, The anthropic cosmological principle

5.- H. Reeves, op.cit.

6.- H. Reeves, op. cit.

7.- Citado por Jose A. Merino, De la crisis ecológica a la paz con la naturaleza, Cuadernos Pedagógigos de Vida Religiosa, Madrid.

8.- E. Cardenal, op.cit.

9.- Brian Swimme, Universe Story, Harper, San Francisco, 1992.

10.- H. Reeves, op. cit.

11.- Citado por Revista Christus, Ecología, número 657, Agosto 1992

12.- Leonardo Boff, Ecología, grito de la Tierra, grito de los pobres, Ed. Trotta, Madrid.