¿Qué es orar?

Hace bastantes años un número de la revista Doxa, de la entonces diócesis de Madrid-Alcalá, publicaba una serie de definiciones de la oración, que luego he visto repetidas en otros lugares, corregidas y aumentadas. Fue el origen de un fichero en que durante años he ido coleccionando distintas definiciones de la oración que he encontrado en distintos lugares. Creo que un buen lugar para compartirlas es al principio de este libro.

ORAR es abrirnos al proyecto de Dios sobre nuestra vida, para que haga en nosotros lo que siempre quiso hacer,

es creer que Dios tiene siempre tiempo,

es aprender a escuchar,

es permanecer tranquilos, dejando que Dios actúe cuando quiera, después de haber hecho nosotros todo lo posible

ORAR es suprimir cuanto impide que el Espíritu de Dios nos hable libremente,

es bendecir a Dios y sentirse bendecidos por él,

es abrir un canal que comunica la plenitud de Dios con nuestro propio vacío,

es ponernos bajo la mirada de Dios y desear ser contemplados por él hasta lo más hondo de los secretos de nuestro ser.

ORAR es llamar a Dios "Padre nuestro" y "Padre de nuestro Señor Jesucristo",

es exponerse a Dios como las personas en la playa se exponen al sol,

es hablar de amistad con quien sabemos nos ama,

es salir fuera de nosotros mismos avanzando cada día hacia el Dios invisible.

ORAR es acoger el proyecto de Dios, dejándonos contagiar de su entusiasmo creador,

es creer, que a fin de cuentas, Dios siempre lleva la razón,

es abrirnos a Dios para que Dios nos abra a los demás,

es reconocer que sin Dios no podemos nada en absoluto, pero que Dios puede hacerlo todo a través de nosotros.

ORAR es gozarse de que Dios sea Dios,

es sentirnos pobres en comunión con nuestro quebrantado mundo,

es permitir que el reino de Dios amanezca en nosotros,

es contemplar el mundo con los mismos ojos de Dios.

ORAR es conseguir que la piel de nuestro rostro se vuelva brillante como la de Moisés,

es dejar que Dios se revele a sí mismo en nuestro corazón a través de todo,

es acoger los gemidos inefables que el Espíritu pronuncia en nosotros,

es rendirnos a lo absoluto de Dios, de un Dios que es siempre mayor que nuestras ideas sobre él.

ORAR es resistir a la trivialidad aplastante de nuestra vida,

es dar hospitalidad en nuestro corazón a nuestros hermanos y sus problemas,

es aceptarlo todo y aprender a decir que sí,

es recuperar la mirada positiva que nos restaure en la alabanza.

ORAR es gritar bien fuerte haciéndonos portavoces del grito de nuestros hermanos,

es quebrar nuestra vasija y derrochar todo su perfume en un gesto aparentemente inútil,

es dejar que nuestros deseos más profundos sintonicen con los deseos de Dios,

es decir "Lo siento mucho", y acoger el perdón que Dios nos ofrece cada día.

ORAR es sentirnos perdonados acogiendo el perdón y el abrazo de Dios,

es perdonar y desdramatizar las ofensas para que no anide en nosotros el rencor,

es recargar las baterías con carga positiva invocando el Espíritu creador,

es discernir y descubrir la voluntad de Dios en los acontecimientos de la vida.

ORAR no es inventar cosas nuevas, sino hacer nuevas las antiguas,

no es buscar más cosas maravillosas sino mayor capacidad de admiración,

no es empinarse para llegar a Dios, sino acoger al Dios que se inclina hasta lo

más bajo que hay nosotros,

no es tanto mirar el rostro del Señor, cuanto descubrirnos mirados por él

e identificados por su mirada de amor que nos llama hijos queridos.

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