Quietismo

El teórico del quietismo fue un sacerdote español llamado Miguel de Molinos (1628-1696), autor del famoso libro La guía espiritual, publicado en Roma el año 1675, en el que sostenía que la perfección cristiana consiste en un completo y pasivo abandono en Dios, suprimiendo todo acto explícito de virtud y hasta todo deseo de santidad, sin oponer resistencia alguna a las tentaciones o a las acciones inmorales, antes bien, aceptándolas pasivamente tal como se presentan, puesto que para el alma, anonadada en Dios, nada puede haber que pueda ser pecado. En las casi veinte mil cartas postales escritas por Molinos, se exponen estas ideas con muchos más detalles y pormenores, poniendo, sobre todo, de relieve la ambigüedad y las consecuencias maléficas.

Condenado por Inocencio XI en 1687, molinos se retractó de los propios errores. Pero el quietismo, aunque de una manera algo mitigada, tuvo en Francia dos grandes representantes y paladines en el barnabita Francisco Lacombe y en madame Guyon: ésta logró mas tarde implicar en la doctrina al mismo Fénelon, con quien Bossuet entró en viva polémica. En 1699 Inocencio XII condenó veintitrés proposiciones sacadas del libro de Fénelon: Explicación de las máximas de los santos, poniendo fin, de este modo, a aquella que se llamó "controversia del puro amor" y que se condensaba en la primera proposición condenada: "Existe un estado habitual de amor de Dios que es caridad pura y ausente de cualquier interés propio. Ni el temor de las penas ni el deseo de la recompensa tienen aquí lugar alguno. No se ama a Dios con la idea de merecer y de alcanzar la perfección, ni para obtener la felicidad que se encuentra amándole".


(s. XVII) -  se designa bajo este nombre al movimiento iniciado por el sacerdote y teólogo español Miguel de Molinos (1628-1696). A los fines de lograr una mayor perfección cristiana, creía Molinos que debía el hombre abandonarse totalmente a Dios al punto de suprimir todo acto explícito de virtud y/o deseo de santidad. Por ende, afirmaba que al encontrarse el alma unida a Dios no debía resistirse a las tentaciones sino a aceptarlas pasivamente ya que en ese estado, el hombre no puede pecar. Tales ideas fueron condenadas por el Papa Inocencio XI (1687), retractándose Molinos de las mismas. Sin embargo, sus doctrinas fueron recogidas por otros como el sacerdote Lacombe, el escritor francés Fenelón y principalmente por madame Guyón, por lo que el quietismo volvió a ser condenado, esta vez, por el Papa Inocencio XII (1689).