Temor de Dios
"¿Podemos
formar buena opinión de un pecador. que estando postrado en tierra y viéndose
herido, amenace a los que están
de pie. sanos y robustos: y que con ser un sacrilegio se queja de los sacerdotes,
porque no quieren permitirle que reciba tan presto el cuerpo del Señor con unas
manos todavía manchadas: y porque no consienten que beba la sangre de
Jesucristo con una boca corrompida? ¡Oh furioso e
insensato! Reflexiona bien cuánta es tu locura,
pues te irritas contra Aquel que procura apartar de ti
la divina indignación. Tú estás amenazando al que implora por ti la
misericordia del Señor: al que siente la Haga de
tu alma, que tú mismo no sientes: al que está derramando lágrimas por tus
culpas, cuando acaso tú no las derramas por ti mismo. (S. Cipriano,
lib. de Lapsis,
sent. 14, Tric. T. 1. p. 299.)"
"Vosotros
queridos hermanos, que vivís en el temor de Dios. considerad vuestras culpas
con color y arrepentimiento, y sin desesperar de la misericordia de Dios. no
presumáis todavía que ya la habéis conseguido. A proporción que Dios es
bueno y condescendiente con la ternura de Padre, también es terrible por la
majestad de juez: y así es preciso que la abundancia de vuestras lagrimas
corresponda a la enormidad de nuestras ofensas. Empleemos mucho cuidado y mucho
tiempo en curar una llaga profunda, y no sea nuestra penitencia menor que
nuestro delito. (S. Cipriano, ibid.. sent.
15, Tric. ibid., ib¡d.).
"Nadie
se deja penetrar del temor de las cosas que están por venir: nadie considera
con este mismo temor y temblor el día de Dios. aquel día grande de la
indignación divina. Si tuviéramos te para considerar estas cosas, también
tendríamos temor: mas porque no las creemos, no las tenemos: si de verdad creyésemos,
trabajaríamos por evitarlas. y poniendo de nuestra parte, seguramente nos
libraríamos de tanto mal. (S.
Cipriano, sent. 17. Tric. ¡bid.. p. 300.)"
"Aquel
debe temer la muerte, que no quiera ir a Chisto, y aquel le corresponde no
querer ir a Cristo, que no cree que empieza a reinar con Crislo. Inscrito esta
que el justo vive de la te. Si eres justo y vives de la le. si crees
verdaddcramente en Dios ¿por qué habiendo de estar con Cristo y seguro de la
promesa del Señor, no abra/as el que te llamen a Cristo? ¿Cómo no recibes
parabienes de no poder ser ya esclavo del demonio? (S. Cipriano. Tract. de
mortal.. sent. 17, adic.. Tric.. ib¡d..p. 384.)"
"Vos
habéis dado la herencia a los que temen vuestro nombre. ¿Qué herencia es
esta? No lo dice, y nos deja el cuidado de investigarlo. Prometió Dios a los
israelitas por boca de Moisés, una tierra en la que había de correr la leche y
la miel: pero a nosotros nos deja buscar la herencia que da él a los que le
temen. Esta la hallaréis en las bienaventuranzas que señaló nuestro Salvador,
cuando dijo: Bienaventurado los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino
de los cielos. También tenemos esta promesa del Salvador: Recibirá mucho mas
en este siglo, y en el futuro tendrá por herencia la vida eterna. En el Salmo
15
está bien señalada esta herencia con estas palabras: El Señor es la porción
que me ha tocado en herencia y que me ofrece mi cáliz. Vos. Señor, me dais m¡
herencia, y ésta para mi es la más excelente. (Eusebio de Cesárea,
sent. 4.
Tric. T. 2. págs. 83 y 84.)"
"Alegraos
en Dios. que es nuestro socorro. Lo que este salmo -cuyas palabras empiezan
convidando a una alegría divina- dirige a los judíos, se nos dice a nosotros,
los que hemos sido llamados de entre los gentiles, para que vivamos vigilantes,
no nos suceda también caer en las mismas desgracias. (Ensebio de Cesárea,
sent. 5.
Tric. ¡bid.. ibid.)"
"No
hay justo alguno que deba pasar un solo día sin
temor, sabiendo que no hay día que no esté lleno de lazos contra él de parte
del demonio y de sus ángeles, que sin cesar conspiran a su perdición. Por otra
parte, sabe que el gran día del Señor está oculto, y que será repentino como
la irrupción del ladrón nocturno. (S.
Hilario, in Psalm. 137. sent. 17. Tric. T. 2. p.
201.)"
"Escrito
está: Servid a Dios con temor, y alegraos en El para que la suavidad del gozo
temple lo servil del temor, y porque el mismo temor nos causa de algún modo
alegría con el testimonio que nos da muestra conciencia de ser fieles en el
servicio de Dios: mas recelando que el exceso del gozo no pasase los límites de
una justa moderación. dice también el Salmista: Alegraos en el temor, porque
un gozo libre de toda aprensión pudiera horrar en nosotros el temor de Dios.
Las palabras del Profeta van señalando este orden:
Que el temor nos detenga en el servicio de Dios: que el gozo modere este temor:
que el cuidado del peligro que viene después, contenta este gozo en los justos
límites. Añade todavía el Profeta: Abrazad la disciplina, para enseñarnos
que este temor acompañado con el gozo. y este gozo. templado con el cuidado,
conspiran solamente al servicio de Dios y a la obediencia de su santa ley. (S. Hilario, in Psalm.
2. sent. 23. Tric. ibid..p. 263.)"
"No
es poco el daño que el
pastor se está haciendo a si mismo entretando que
duerme fuera del redil de sus ovejas: pues la negligencia y descuido de los
pastores es el contento de los lobos. (S.
Efrén. de Timore Dei.
sent. 1. adic.. Tric. T. 3. p. 366.)"
"Si
alguno por pereza o flojedad, se descuida en
implorar los auxilios de la gracia,
no acuse a la divina gracia si se ve desamparado. acúsese a sí mismo. (S. Efrén.
ibid.. sent.
2. adic.. Tric. ¡bid..
ibid.)"
"La
penitencia sacrifica los pecadores, pero les
vuelve a dar la vida: primero les mortifica, y
después los resucita. Es la penitencia
un horno excelente, porque le
echan metal despreciable y le convierte en oro. (S. Efrén. ibid..
sent.
3. adic.. Tric. ibid..
ibid.)"
"Sólo una cosa habéis de temer, y es el temer a otro más que a Dios. (S. Greg. Nacianc.. Orat. 6. sent. 13. Tric. ¡bid.. p. 353.)"
"En
todo tiempo y en toda ocasión es preciso poner la esperanza y confianza
en Dios: el temor nos debe contener en la prosperidad, y la esperanza en la
adversidad. En tiempo de la bonanza se debe pensar en la tempestad que puede
sobrevenir; y durante la tempestad confiar en el cuidado del que tiene el timón
de nuestro gobierno. (S.
Greg. Nacianc., Orat. 17, sent. 32, Tric. ¡bid., p. 357.)"
"Cuanto
más vamos creciendo en perfección con la práctica de los divinos
mandamientos, más motivos tenemos de temer, que, inchada nuestra alma con el
conocimiento de su propia virtud; y cayendo en el deseo de ser alabada, se deje
arrebatar de algún exceso de orgullo que la mancha con la presunción, cuando
se considera más virtuosa. (S. Ambrosio, Epist. 84,
Tric. T. 4, págs. 348
y 349.)"
"Si
me preguntáis por qué me retiro al desierto, respondo: que con el fin de
evitar las tentaciones y combates. Me diréis que esto no es pelear, sino huir.
En esto confieso mi flaqueza: no me atrevo a combatir con la esperanza de
vencer por temor de que algún día no pierda la victoria. No logro la victoria
cuando huyo, pero huyo porque temo ser vencido. Jamás tiene seguridad el que
duerme al lado de una serpiente. (S.
Jerónimo ad Vigilantium, sent. 45, Tric. T. 5, p. 246.)"
"La
verdadera unión y amistad es la que se estrecha con el lazo de Jesucristo, y no
se funda en utilidades temporales, en la familiaridad, en la condescendencia, ni
en la lisonja, sino en el temor de Dios y en un amor igual al de las divinas
Escrituras. (S.
Jerónimo, ad Paul., Ep. 53, sent. 54, Tric. ¡bid., p. 247.)"
"Nada
temamos sino a Dios, y nada amemos sino a. El. (S.
Paulino, Ep. 9, ad Amand., sent. 13, Tric. ¡bid., p. 331.)"
"Lloró
Jesucristo la muerte de Lázaro, luego os es permitido llorar, pero con
moderación, con reserva y con temor de Dios. (S.
Juan Crisósto., Homl. 62, in Joann, sent. 87, Tric. T. 6, p. 316.)"
"El
Profeta nos enseña lo que debemos temer, y nos dice: que ni la pobreza, ni la
vergüenza, ni las enfermedades, ni todos los otros males temporales que tan
formidables parecen a los hombres, solamente el pecado es digno de temerse. ¿Qué
temerá yo en el día malo sino la iniquidad que me ha de seguir? (s.
Juan Crisóst., in Psalm. 44, sent. 128, Tric; ¡bid., p. 323.)"
"Si
un hombre tiene tanto temor de Dios que sufre con inexpugnable fortaleza toda
suerte de tormentos antes que ejecutar cosa alguna que pertenezca al culto de
los ídolos, esta misma fortaleza le adquiera la corona del martirio. Mas yo os
digo, que así como este mártir padece con tanto sufrimiento dolores tan
intolerables por no adorar a un
vano simulacro, vosotros también manifestaréis en la presencia divina
semejante valor cuando lleguéis a sufrir con sumisión los dolores de las
enfermedades. Pero me diréis: son mucho más vehementes los dolores del
martirio: yo os respondo, que lo de las enfermedades son más largos, y así, ¿por
qué no han de ser iguales las consecuencias y los premios? (s.
Juan Crisósto., Homil 3, c. 3, ad Thesalon., sent. 361, Tric. T. 6, p.
378.)"
"Temamos,
mejor diré, convirtámonos a Dios de todo corazón y así nunca temeremos. La
paja teme al fuego, pero ¿qué tiene que temerle el oro? (S.
Agust., Psalm. 49, sent. 65, Tric. T. 7, p. 460.)"
"Si
tememos ahora (legará el día en que nada tengamos que temer. (S.
Agust., Psalm. 98, sent. 145, Tric. ¡bid., p. 467.)"
"No
teman los imperfectos, pero al mismo tiempo no gusten de su
imperfección y su flaqueza. (S.
Agust., Psalm. 134, sent. 164, Tric. ¡bid., p. 469.)"
"Temed
a Dios, pero de tal modo, que esperéis siempre en su misericordia; huid cuando
se indigna contra vosotros, pero huid hacia El para aplacarle, y sin duda le
aplacaréis si esperáis siempre en su misericordia. (s.
Agust., Psalm. 146, sent. 170, Tric. ¡bid., ¡bid.)"
"Si
no se empieza por el temor a servir a Dios, nunca se llegará a amarte. (S.
Agust., Psalm. 149, sent. 179, Tric. ¡bid., p. 470.)"
"Según
las Divinas Escrituras, el principio de la sabiduría o de los bienes es el
temor de Dios; y el fin de esta sabiduría o de estos bienes es una vida
adornada de virtudes y de acciones arregladas por la ley del Señor: porque Dios
no llama bienaventurados a los ricos, ni a los que viven en las delicias, para
los cuales todo prospera: sino a los pobres de espíritu, a los mansos y
misericordiosos, a los que tienen hambre y sed de justicia, y padecen sin
quejarse el verse maltratados por su amor. (Teodoreto, Discur. 11, sent. 7,
Tric. T. 8, p. 263.)"
"Hay
un temor inútil, triste y cruel, el cual no consigue el perdón, porque no le
pretende; y hay otro temor devoto, humilde y fructuoso que merece fácilmente la
misericordia a. cualquiera por pecador que sea. Este temor no solamente
engendra, nutre y conserva la humildad, sino también la mansedumbre y la
longaminidad. ¿A quién no agradará una descendencia tan generosa? Pero los
hijos infelices del otro temor, son la pertinacia, la excesiva tristeza, el
rencor, el error, el desprecio de lo bueno y la desesperación. (S.
Bern., Epist., 87, ad Oger. Canon. Reg., sent. 17, adic., Tric. T. 10, págs. 350
y 351.)"