Sacerdote
"¡Horrible
crimen! Los Judíos sólo una vez pusieron las manos sobre Cristo para hacerle
morir: pero los malos Sacerdotes despedazan todos los días el Cuerpo sacratísimo.
¡Oh manos dignas de cortarse! Teman que se haya dicho por ellos en el
Evangelio: Si tu mano te escandaliza, córtatela. En efecto, ¿qué manos
merecerán mejor este castigo, que las que cometen un escándalo tan grave en
todo el cuerpo de Jesucristo? (Tertuliano, lib. de la Idolatría, c.
7, sent.
17, Tric.t.
1,p.200.)"
"Los
que os llaman felices os inducen al error... Conviene, pues, que el Sacerdote de
Dios no engañe con falaces obsequios, sino que provea de remedios saludables.
Ignorante es el médico que toca, que trata con suavidad las cavidades hinchadas
de las heridas: pues aumenta el veneno cuando le conserva encerrado en la
profundidad de las entrañas. La herida se ha de abrir y cortar, y después de
haber cortado lo que estaba podrido, aplicar más fuerte medicina. Aunque el
enfermo, impaciente con el dolor, de voces, clame y se queje, después dará las
gracias en conociendo la sanidad. (S. Cipriano, lib. de Lapsis, sent.
10,
adic.. Tric. T. I, p. 381.)"
"Es
verdad que era permitido vivir para vosotros mismos antes de que os ordenasen,
mas sabed, y no dudéis que después de ordenados ya estáis en la obligación
de vivir para aquellos por quienes os ordenaron. (S.
Atanasio, ad Dracont. Epist., sent. 2, Tric. T. 2, p. 171.)"
"Cuando
no sepáis si un Sacerdote es o no digno del elevado ministerio que se le ha
cometido, guardaos de despreciarle, pues esto sería obrar contra el precepto de
Jesucristo: porque el oro, aunque tal vez esté cubierto de barro, no por eso
pierde su esplendor y su belleza, ni recibe disminución alguna. (S. Efrén, de
Sacerd., sent. 1, Tric. T.3,p.77.)"
"Bien
puede el escultor en un día arrojar en el molde una estatua: pero ¿quién podrá
en tan poco tiempo formar un hombre que fuese capaz de defender la verdad, de
entrar en sociedad con los Angeles, de glorificar a Dios con los Arcángeles, de
hacer que pasen sus sacrificios al altar supremo del Rey del cielo, de ejercer
con Jesucristo la función del Sacerdocio, de restablecer en el hombre la obra
de Dios, y retallar en el su santa Imagen, de trabajar en el mundo espiritual y
celeste, que es la Iglesia, y, en fin, de pasar más allá de lo que acabo de
decir, db tal modo, que sea como un Dios, que pueda hacer que los otros se
conviertan al Señor? Yo se de quien somos Ministros, cuan bajo es el lugar que
merecemos y cuan elevado es aquel Dios a quien enviamos nuestras ofrendas; y por
último, yo se la grandeza de Dios y la pequenez
del hombre. (S.
Greb. Nacianc., Orat. 1, sent. 5, Tric. T.
3,p.352.)"
"En
otro tiempo no era permitido indiferentemente a todo el mundo entrar en el
templo, sino solamente a los que vivían en grande pureza de cuerpo y espíritu;
y aún menos era permitido a todos pasar al santuario, ni mirar, ni tocar al
velo, al propiciatorio, ni al arca, ni los querubines. ¿Cómo, pues, conociendo
estas verdades, y que ninguno puede ser digno del gran Dios, del gran Sacrificio
y del Santo Pontífice, si el mismo no está sacrificado a Dios, como una Hostia
viva y santa, ni le ha presentado un culto espiritual que le sea agradable: cómo
digo, conociendo estas cosas, podré yo tener audacia para ofrecerle este
sacrificio exterior, este anticipo de los grandes misterios, y tomar la
vestidura, nombre y dignidad de Sacerdote? (S.
Greg. Nacianc., Orat. 1, sent. 6, Tric. T. 3, p. 352.)"
"Son
indignos del Sacerdocio, cuyas funciones ejercen, los que no tienen las
preparaciones convenientes: los que nada han padecido por el amor a la virtud;
los que a un mismo tiempo se hacen discípulos y maestros de la piedad; los que
se introducen a querer purificar a los otros antes de haberse purificado a si
mismos; los que ayer eran profanos y hoy disponen de las cosas santas; los que
son antiguos en el vicio, y nuevos en la virtud. Sois discípulos de un Señor
que es benigno y bueno, y sufre nuestras flaquezas, si vuestro hermano resiste
al principio, esperad con mansedumbre a que vuelva sobre si; si resiste segunda
vez, no desesperéis, porque aún no ha llegado el tiempo de sanar; si continúa
en resistir tercera vez, imitad la paciencia de aquel Jardinero del Evangelio,
suplicando al Supremo Señor que no arranque todavía ese árbol inútil e
infructuoso, y que no le mire con ojos de aversión, sino que la pode, cultive y
beneficie, esto es, que use de aquella corrección que se hace con la confesión
y vergüenza pública. (S.
Greg. Nanianc., Orat 26, sent. 41, Tric. T. 3, p. 358.)"
"Establezco
como ley general para todos los que tienen el cargo de gobernar las almas, y son
como los arbitros de la buena y sana doctrina, que no deben agriar ni turbar los
espíritus con la excesiva dureza, ni tampoco hacerlos más insolentes y
orgullosos con la demasiada relajación y condescendencia sino que es preciso
que en todo lo que pertenece a la fe, obren con maduro y prudente consejo, para
no dejarse llevar ninguno de los dos extremos. (S. Greg. Nacianc., Orat, 32, sent. 43, Tric. T. 3, p. 359.)"
"El
bautismo que recibió Jesucristo a los treinta años antes de haber ejercido
ninguna de las funciones de su ministerio, nos enseña que antes de gobernar a
otros, debemos habernos purificado y obedecido con humildad a los superiores, y
que ninguno se debe resolver a predicar antes de llegar a la edad madura y
perfecta, asi en el cuerpo como en el espíritu. (S.
Greg. Nacianc., 39, sent. 46, Tric. t. 3, p. 359.)"
"Mejor
es ceder las riendas del gobierno de nuestra salud a los que son excelentes en
el arte, que ser imperitos conductores de otros y sujetar los justos oídos, que
mover la lengua ignorante. (S.
Greg. Nacianc., Orat. 1, sent. 1, adic.. Tric. T. 3, p. 393.)"
“Con
más gusto debéis aprender algo acerca de Dios. que enseñarlo: procediendo de
modo, que dejando el examen exacto de estas cosas a los dispensadores de la
divina palabra, debéis reverenciar al Señor, lo menos, con palabras, lo más
con obras. (S. Greg. Nacianc., Orat.. 2. sent. 2, adic.. Tric.
ídem. ídem.)"
"Si
alguno está encargado del gobierno de otros, debe compadecerse mucho de sus
culpas, y tener presente que aunque elevado en dignidad sobre ellos,
no por eso es de otra naturaleza, y que así está expuesto a caer en las mismas
faltas. Por lo cual. Moisés había ordenado que se sacrificase una víctima por
el Sacerdote, para advertir que era pecador y que tenía necesidad de muchas
expiaciones como los demás. (S.
Greg. de Nisa, sent. 1S. Tric. T. 4. p. 1 16.)"
"No
seáis tan fáciles en separar los fieles de la comunión de la Iglesia, los que
debéis suplicar al Señor que no los separe de ella. y no desesperéis tan
prontamente de su corrección. Emplead vuestros cuidados. cavad al pie de esos
malos árboles, con reprensiones vivas; fomentadles como en vuestro seño con
caritativas exhortaciones: regadíos con el agua de vuestros saludables
documentos: aseguradlos con preceptos, como con unos fosos contra las avenidas
de los enemigos de lucra. Hace empeño de aplacar en favor suyo la indignación
del Juez Eterno: procurad merecer el nombre de consoladores, que es el que
consiguió Nuestro Señor entre lo hombres cuando les hizo favorables al Padre
divino. (S. Greg. ibid., sent. 19.
Tric. ibid.. ibid.)"
"Si
ves que el Sacerdote, huele a preciosos ungüentos, que viste delicadas telas,
que asiste a las abundantes y regaladas mesas, con razón diréis con las
palabras del Evangelio: No conozco el árbol sacerdotal, porque no es éste su
fruto. (S. Greg. de Nisa. Vit. de Morís, sent.
5.
adic.. Tric. T. 4, p. 35S.)"
"De
un modo vive el que está enfermo, y de otro el que está sano: el sano vive a
su arbitrio, va donde quiere, desempeña
libremente cualquier empleo y obligación: en
enfermo está postrado en un estrecho aposento
distante de la comunicación y retirado de ocupaciones.
El que antes de deleitaba en los magníficos convites,
ahora se sustenta con un poco de pan y agua. Esto
sucede al que ha perdido la salud corporal: tú. pues. que estás enfermo en el
alma ¿por qué no acudes al Médico? ¿Por qué con la confesión no le
manifiestas tu enfermedad? ¿Cómo sufres que te vaya consumiendo y que se vaya
inflamando? Vuelve alguna vez sobre ti. y conócete.
Ofendiste a Dios. tienes irritado a tu Criador, al
que tiene potestad sobre la vida presente, y es el
Señor y el Juez de la que esta por venir. (S. Greg. de Nisa. in Eccies. H.
2, sent. 1 1. adic.. Tric. T. 4. p. 360.)"
"Explora
cuidadosamente cuál es tu enfermedad: siéntela con el mayor dolor que te sea
posible: haz que los hermanos se conduelan contigo: escoge un Sacerdote por
padre que tome parte en tu aflicción. Tanto se entristece el Sacerdote por el
pecado del que recibe por hijo en atención a la religión, como David cuando
lloró la muerte de Absalón. y como Moisés por el pueblo impío que había
formado el becerro. Por lo que debes tener más confianza en el que te engendró
para Dios, que en los que te dieron la vida del cuerpo. No te detengas en
manifestarle lo más oculto: descubre al médico las heridas más secretas de tu
alma, que él cuidará de tu honra y tu salud. Más sienten los padres la
deshonra de sus hijos, que los mismos hijos. (S. Greg. de Nisa, ¡bid.. sent.
12, adic.. Tric. T. 4, p. 361.)"
"Los
pecados se perdonan en la Iglesia por la virtud de la palabra de Dios, se
perdonan por medio del Sacerdote y por su sagrado ministerio. (S. Ambrosio, lib.
2,
c. 3, sent.
1 1, Tric. T. 4. p. 315.)"
"El
ministro de los sagrados altares debe estar distante de la causa de sus padres:
para inspirar esta separación a los levitas, dijo el verdadero Príncipe de los
Sacerdotes, Nuestro Señor, en su Evangelio: ¿Quién es mi Madre, y quiénes
son mis hermanos? (S. Ambrosio, de fug. saecul., c.
2, sent.
25, Tric. T. 4. p. 318.)"
"Los
Profetas de Dios y los Sacerdotes no deben reprender temerariamente a los Príncipes
cuando no han cometido aquellos grandes pecados que es preciso reprender. Pero
si hubiesen incurrido en éstos. me parece que no debe ahorrarse con ellos el
Obispo, sino procurar que la reconvención sea conveniente a su culpa. (S.
Ambrosio. Ín Psalm. 39, sent. 48. Tric. T. 4. p. 322.)"
"El
verdadero Ministro del altar, para Dios nació y no para sí: porque la palabra
Leví, significa es mío, para mí está particularmente destinado, o lo que es
lo mismo, está escrito para mí. (S.
Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 62. Tric. T. 4. p. 325.)"
"No
se tasa la gracia de Dios a precio de plata: por lo cual no debe el Sacerdote
pretender el provecho temporal en la administración de los sacramentos, sino sólo
el cumplimiento de su obligación: y no es suficiente que él esté distante de
querer sacar para sí una sórdida ganancia, es preciso también que procure
impedirla en sus parientes y criados: no debéis contentaros con tener las manos
limpias de un tráfico semejante, es necesario que también lo estén los de
toda vuestra casa. (S. Ambrosio, lib. 4. in c. 4. sent. 79. Tric.
T. 4. p. 329.)"
"No
hemos de ser ni con exceso difíciles, ni con exceso fáciles en conceder a los
pecadores el perdón de sus faltas, no sea que la muy austera severidad los
espante, o que la relajación excesiva les de ocasión de pecar. (S.
Ambrosio, lib. 8, in c. 17, sent. 87. Tric. t. 4, p. 330.)"
"Vuestra
separación, dada con caridad y dulzura, es mucho más útil que la que va
acompañada de acrimonia y enojo: la primera inspira vergüenza, la segunda
excita la indignación. Mejor es tener oculto lo que teme que se descubra aquel
a quien corregimos: porque vale más que nos tenga por amigos, que por enemigos.
(S. Ambrosio, ibid.. sent.
88. Tric. T. 4, p. 330 y 331.)"
"Es
voluntad de Dios que el eclesiástico proceda con prudencia en el cuidado de su
salud, para no debilitarla con austeridad excesiva, de suerte que tenga que
recurrir a los médicos. Procederá, pues, en este particular con moderación,
para poder adelantarse en las sagradas órdenes hasta hacer a Dios el servicio
que ha empezado, en vez de tener que retroceder por la imprudencia de su
conducta. No dudo que la falta de moderación en las austeridades que nos hacen
enfermar. nos ponen en inquietudes, y cuidados de nuestra salud, que nos impiden
la debida aplicación a los ejercicios divinos. (S.
Ambrosio, in c. 5. ad Timoth.. sent. 103, Tric. T. 4. págs. 333 y 334.)"
"Así
como no creía Naamán Siró. que la lepra pudiera curarse con solo el agua. así
también no parecía posible que se pudiesen perdonar los pecados por la penitencia.
Pero Jesucristo dio este poder a sus Apóstoles, y
la misma potestad ha pasado de los Apóstoles al ministerio de los Sacerdotes.
(S. Ambrosio de Poenint.. lib.
2. c. 2. sent. 1 10. Tric.T.4.p. 336.)"
"Para
hablar de las cosas de Dios. debe el discurso ser puro. sencillo.
claro, grave y sólido:
también debe ser sin afectación de elocuencia.
mas no debe carecer absolutamente del agrado y de la gracia. (S. Ambrosio,
de Doctrin. fidei.
sent. 125.
Tric. T. 4. p. 339.)"
"En
las conversaciones de los eclesiásticos me parece que no sólo deben
desterrarse los discursos demasiado libres y disolutos,
sino también los juegos
y las chanzas: mas no reprendo que alguna vez se pueda mezclar lo divertido y
agradable sin herir la honestidad. (S. Ambrosio,
ibid.. c.
23, sent. 126, ibid.. ibid.)"
"Es
muy laudable liberalidad el no abandonar a los parientes necesitados:
pues es muy justo asistir a los que tendrían vergüenza de buscar el socorro
entre los extraños. No porque sea bueno enriquecerlos
con lo que pudiera servir para aliviar la necesidad de los pobres: porque no os
habéis entregado a Dios para enriquecer a los parientes. sino para conseguir la
vida eterna en el fruto de las buenas obras. (S. Ambrosio, ibid., c. 30, sent. 128. Tric. ibid.,
ihid.F
"El
que se consume con la enfermedad de sus propios pecados, no está en estado de
conferir a los otros los remedios de la salud inmortal. Mirad bien. ¡oh
Sacerdotes! lo que hacéis, no tengáis el santo cuerpo de Jesucristo con una
mano trémula con la fiebre de una pasión: curaos antes de pensar en adminístrale.
Si Jesucristo ordenó a los que habían estado leprosos, que se presentasen a
los Sacerdotes. ¡cuan puros deberán ser los Sacerdotes! (S. Ambrosio, de
Viduis. sent. 143, Tric. T. 4, p. 343.)"
"En
nada deben ser los Sacerdotes como el resto del pueblo, ni en los deseos y
pensamientos, ni en el modo de vivir, ni en las costumbres. La dignidad
sacerdotal les obliga a otra vida más seria, a otra gravedad y a otra piedad más
sólida. A la verdad, ¿qué hallará el pueblo que observar y que imitar en el
que no sobresalga en virtud al común de las gentes? ¿Qué admirará en
vosotros si solamente ve lo que hay en él? Si no halla cosa en que le excedáis,
o si le están dando en rostro, en el que miraba como digno de su respeto, los
mismos defectos que le avergüenzan en sí mismo. (S. Ambrosio. Epist.
6,
1¡b. l.sent. 154.Tric.t.4,p. 345.)"
"Yo
castigo mi cuerpo, para que no suceda que predicando a los otros, sea yo mismo
reprobado. Luego aquellos que no castigan su cuerpo y quieren predicar a otros,
serán reprobados de Dios. (S. Ambrosio. Epist.
82,
sent. 160, Tric. T. 4. p. 347.)"
"El
Sacerdote debe ser como Melquisedech, sin padre y sin madre: y no se ha de
elegir en él la nobleza de la sangre, sino la excelencia de las costumbres y el
resplandor de la virtud. (S.
Ambrosio. Epist., 82. sent. 163, Tric. T. 4. p. 347.)"
"Tanto
debe aventajarse la vida de un Sacerdote a la del común de los fieles, cuanto
su gracia y dignidad excede a la de los otros: y el que sujeta y obliga a los
demás con sus preceptos, debe primero saber guardar en sus acciones los
preceptos, que Dios le ha impuesto. (S. Ambrosio, ibid.. sent.
164. Tric. ibid.. p. 348.)"
"Sigamos
al Príncipe de los Sacerdotes del modo posible, para ofrecer sacrificio por el
pueblo. Aunque de poco necesita, merecemos mucha honra por el sacrificio: porque
aunque ahora parece que no le ofrece Cristo, El mismo se está ofreciendo en la
tierra, cuando se ofrece el cuerpo de Jesucristo, y aun se manifiesta que El es
el que se ofrece en nosotros: pues con sus palabras se consagra lo que se
ofrece. (S.
Ambrosio, in Psalm. 35, sent. 28. adic.. Tric. t. 4. p. 402.)"
"Con
grande cuidado debemos elegir a los que se han de hacer cargo de gobernar la
casa de Dios: porque si para administrar las cosas temporales se buscan sujetos
idóneos, cuánto más se habrá de procurar que lo sean los que han de
dispensar las celestiales. (S. Ambrosio, ¡n Epist. ad Rom.. c. 7, sent. 41.
Tric. T. 4. p. 406.)"
"Hay
muchos que siendo dignos, se excusan teniéndose por inhábiles para tan alto
ministerio: pero en esto se ve que son dignos. (S.
Ambrosio, in Epist. ad Phil.. sent. 42, adic.. Tric. ibid., ibid.)"
"Mucho
conviene que el Sacerdote adorne el templo de Dios. para que aun en este
exterior culto resplandezca el palacio de Dios. (S. Ambrosio, de Doct. fid.. c. 21. sent. 45, adic.. Tric. T. 4, p. 407.)"
"Dios
me guarde de decir mal de los que, sucediendo en la dignidad del Apostolado,
forman todos los días el cuerpo de Jesucristo con sus sagradas bocas: de
aquellos por cuyo ministerio nos hicimos cristianos: de los que. habiendo
recibido en depósito las llaves del reino celestial, nos juzgan de algún modo
antes del día del juicio. y conservan con una castidad acompañada de prudencia
a la santa Esposa de Jesucristo. (S.
Jerón.. Ep. ad Heliod.. c. 14. sent. 4, Trie T 5,p.239.)"
"Porque
la palabra griega Clero, significa en latín suerte o porción. se llaman Clérigos.
los que son de la porción o suerte del Señor. o aquellos a quienes el mismo Señor
ha tocado por suerte. Estos, pues. deben hacerse dignos de poseer a Dios. o de
que Dios los posea. Y así. el que. poseyendo al Señor, puede exclamar con el
Profeta: El Señor es mi porción, sólo a El debe poseer: pues si posee otra
cosa. no se podrá decir de éste con toda verdad que el Señor es su porción. (S. Jerón., Ep. ad Nepot. 52. sent. 5. Tric.
T. 5. p. 239.)"
"Es
preciso que las gentes del mundo nos hallen más prontos para consolarlas en sus
aflicciones, que para ir a comer y alegrarnos con ellas en el tiempo de la
prosperidad. Es muy cierto que desprecian al eclesiástico que jamás se excusa
de ir a comer con ellas cuando le convidan. Por lo cual nunca vayamos por
nosotros mismos. Debemos ir rara vez, aun cuando nos rueguen. (S.
Jerón., Ep. ad Nepot. 52. sent. 8. Tric. T. 5. p. 240.)"
"Los
que predican la continencia, no se deben mezclar en casamientos. (S. Jerón..
ibid.. sen. 9. Tric. ibid.. ibid.)"
"Los
profetas falsos siempre prometen cosas agradables que gustan por algún tiempo.
La verdad, por el contrario, es amarga y parece que los que la predican están
llenos de amarguras, porque la Pascua del Señor que se celebra con los panes ácimos
de sinceridad y verdad. se ha de comer con yerbas amargas. (S. Jerón.. advers. Jovin.. 1¡b. 1, sent. 38. Tric. T. 5. p.
245.)"
"No
basta que el Sacerdote viva exento de pecado: debe estar tan adornado de
virtudes, que siempre esté ocupado en las cosas santas y pronto a ofrecer el
sacrificio por el pueblo. Es como el mediador entre Dios y el hombre, y tiene
potestad para formar con su sagrada boca la carne del Cordero divino. (S. Jerón.. Ep. 56. ad Fab.. sent. 56. Tric. T. 5.P.248.)"
"Yo
te he constituido para que arranques y destruyas, para que edifiques y plantes.
No se puede edificar el bien hasta haber destruido el mal. ni plantar en la
tierra arboles buenos hasta haber arrancado los malos. (S.
Jerón.. ¡n Joann. c. 1, sent. 62. Tric.
T. 5. p. 249.)"
"Los
que quieren ser príncipes de los pueblos, tengan bien entendido que en el dfa
del Juicio han de dar cuenta a Dios. no solamente de sí mismos, sino también
por todo el rebaño que estuvo sujeto a su conducta. (S.
Jerón.. lib. 3. m c. 12. sent. 64, Tric. T. 5. p. 249.)"
"Los
niales Sacerdotes son la causa de la perdición de los pueblos. (S.
Jerón.. lib. 2. c. 4. sent. 72. Tric. T. 5. p. 251.)"
"Retiraos,
dicen los pastores soberbios, no tengáis la osadía de pretender algún
comercio con nosotros. Son incurables vuestras llagas. Jamas palabras semejantes
iluminaran a los ciegos, ni sanarán a los enfermos, ni darán fuerza a los
flacos, antes bien. acabarán de quitar la vida. y precipitarán en la
desesperación a los que ya titubean. Por el contrario, los buenos pastores
procurarán sacar los pecadores de su extravío con suavidad y humildad.
Procurarán, digo. no arrojar con la excesiva aspereza al principio de la
perdición a los que ya bambolean y están para caer. (S.
Jerón.. in. lament. Jesum.. lib. 2. sent. 73. Tric. t. 5. p. 251.)"
"¿Puede
haber cosa comparable a la honra del Sacerdocio? El cielo saca la principal
autoridad de sus juicios, de los que se hacen en la tierra. Estos jueces
espirituales tienen su tribunal en la tierra, y el mismo Señor sigue las
decisiones de sus siervos, y ratifica en lo más alto del cielo cuanto han
juzgado ellos en esta baja región del mundo. El Sacerdote está como en medio
de Dios y el hombre para traernos los beneficios que Dios nos envía, y para
presentarle las peticiones que le hacemos: para reconciliarnos con el. para
desarmarle en su ira y para apartar de nosotros sus castigos cuando le hemos
ofendido. (S. Juan Crisóstomo. Homil. 5. ¡n Isaiam. sent. 160. Tric. t. 6. p.
330.)"
"Ha
dado Dios a los hombres que habitan en la tierra el poder de administrar las
cosas del cielo, lo que no concedió a los Angeles ni a los Arcángeles. Porque
a éstos no los dijo: Todo cuanto ataréis sobre la tierra, quedará atado en el
cielo, y todo cuanto desataréis en la tierra, será desatado en el cielo. Los
príncipes y soberanos del mundo pueden atar y desatar, pero esto es sólo
respecto del cuerpo: las ataduras que puso Jesucristo en manos de los
Sacerdotes, llegan a las almas y hasta el cielo, de suerte, que cuanto ordenan
los Sacerdotes en la tierra, se ratifica en el cielo, confirmando Dios los
juicios que hicieron acá sus siervos. (S. Juan Crisóst.. lib.
3. de Sacerd.. sent.
16^ Tric.T.6.p. 331.)"
"Aquí
no se trata de conducir soldados, ni gobernar un reino, sino de un ejercicio que
pide virtud angélica para la buena administración: porque el alma de un
Sacerdote debe estar más pura que los rayos del sol. (S. Juan Crisóst.. lib.
6.
de Sacerd.. sent. 164. Tric. T. 6. p. 331.)"
"No
solamente debe estar el pastor puro y limpio de toda mancha para ser digno de
emplearse en tan altos misterios: además de esto es necesario que sea prudente,
de grande experiencia, adornado de sabiduría y conocimiento de todo cuanto
pertenece el mundo, como también de los que están
más metidos en él. También es preciso que haya adquirido tal fortale/a
en el alma. que ya no viva en medio del mundo con menos seguridad que los
solitarios en los montes y en lo más retirado de los desiertos. (S. Juan Crisóst..
lib. 6. de Sacerd.. sent
165. Tric. T. 6. p. 332.)"
"Hacer
capitanes de los soldados de Jesucristo a los que son incapaces de gobernarlos:
¿no es esto hacer capitanes de los que son soldados del diablo? Porque cuando
aquel que ha de disponer en batalla los soldados espirituales
de Jesucristo, armarlos y animarlos a pelear es el
más flaco de todos, se puede decir que entrega a
su enemigo aquellos que estaban confiados a su fe: y que de este modo hace el
oficio de capotan para servir al demonio y para
servir a Jesucristo. (S. Juan Crisóst.. ibid..
sent. 166. Tric. ¡bid..
ibid.)"
"A
nosotros nos corresponde cumplir con nuestra
obligación, aun cuando los otros no quieran sacar
utilidad de nuestras
diligencias, y cuidados.
(S. Juan Crisóst.. Adv. vituper. vit.
monastic.. lib. 3. c. 20. sent.
178. Tric. T. 6. p. 335.)"
"No
hablo temerariamente: lo digo con la sinceridad que pienso y según estoy
persuadido. No creo que haya entre los sacerdotes muchos que se salven, y pienso
que habrá muchos más que se han de perder. La razón es. porque pide esta
dignidad un alma muy elevada.. Pues los Sacerdotes están expuestos a una
infinidad de tentaciones que los pueden sacar del camino que deben seguir. (S.
Juan Crisóst.. Homil. 3, in Act.. Aposto.. sent. 260. Tric. T. ó. p.
354.)"
"Dice
el Apóstol a los Presbíteros de Efeso: Yo estoy puro e inocente por vuestra
parte, porque no he dejado de anunciaros todas las voluntades de Dios.
Cualquiera, pues. que no las anuncie, es reo de la sangre de sus subditos. ¡Puede
haber cosa más terrible! (S. Juan Crisóst.. Homil.
44. sent. 27^, Tric. T. 6. p. 357.)"
"¡Oh
pastor indigno! ¿Puedes ignorar la dignidad del rebaño que esta a tu cargo? ¡No
consideras cuánto hizo por él tu mismo Señor' ¿No derramó su sangre por
salvarle? ¡Y tú. miserable, solamente buscar tu descanso! (S. Juan Crisóst.. Homil. 29, sent. 298. Tric. T. 6. p.363.)"
"Sea
verdad o mentira el mal que decimos de los Sacerdotes, sólo por hablar de
ellos, nos hacemos agravio a nosotros mismos. Porque aun cuando fuese verdad, no
dejaríamos de pecar, juzgando a los que Dios nos ha puesto por superiores, y
perturbando de este modo el orden de la disciplina. Porque si no es permitido
juzgar al menor de nuestros hermanos, mucho menos lo será juzgar a nuestros
superiores y Prelados: y si lo que decimos es falso, es incomprensible el
riguroso castigo que merecemos. (S. Juan Crisóst.. Homil.
9. in Ep. ad Philip.. sent.^353. Tric. t. 6, p. 377.)"
"No
sucede con los eclesiásticos lo que con los pobres: porque si halláis un
hombre que diga que es Presbítero o de otro orden inferior. en este caso debéis
examinar la verdad curiosamente. (S. Juan Crisóst.. Homil.
1 1. c. 6, ad Hebr.. sent. 380. Tric. ibid.. p.
382.)"
"Aunque
los Sacerdotes sean malos, por ellos lo hará Dios todo. y enviará el Espíritu
Santo: porque no es el alma pura la que por .su propia pureza atrae el espíritu:
la gracia de Dios es la que obra todas las cosas. Omnia própter vos. sive
Paulus. sive Apollo, sive Caeph. (S. Juan Crisóst.. ibid..
sent. 10. adic.. Tric. ¡bid., p. 454.)"
"Si
todos nosotros somos ministros de nuestro Salvador, y si se nos ha confiado el
ministerio de la predicación, ¿por qué no estarnos unidos todos a él.
queriendo los intereses de Jesucristo? (S. Cirilo. Alejand.. Homil.
3. sent. 14. Tric. T. S. p. 100.)"
"Somos
el campo que cultiva Dios. y el edificio que construye: nada es el que planta ni
el que riega, sino Dios que da el incremento. No obstante, nos pide la
servidumbre de nuestro ministerio, y quiere que dispensemos sus dones, para que
el que lleva la imagen de Dios, haga la voluntad de Dios. Por esto decimos
sagradamente en la oración del Señor: "Venga a nos el tu reino, hágase
tu voluntad así en la tierra como en el cielo." ¿Qué pedimos en estas
palabras, sino que Dios sujete a si el que todavía no ha sujetado, y que haga
en la tierra a los hombres ministros de su voluntad como a los ángeles en el
cielo? Cuando esto pedimos, amamos a Dios y al prójimo, y no tenemos diferente
amor, sino uno mismo, siempre que deseamos que sirva el que debe ser siervo, y
que sólo el Señor mande. (S. León. Papa. Serm.
90, c. 39. sent. 70, Tric. ibid., págs. 400
y 401.)"
"El
que enseña, debe atender a no predicar más que lo que el auditorio puede
entender. Pues debe descender hasta ajustarse con la flaqueza de los oyentes. El
que anuncia a los pequeñuelos cosas sublimes. que por lo mismo no les han de
aprovechar, más pretende hacer ostentación de sí. que ser útil a los que le
escuchan. (S. Greg. el Grande, lib.
20. Mor., c. 2. sent. 2. adic.. Tric. T. 9. p. 379.)"
"Según
la calidad de los oyentes debe ser el sermón de los predicadores. y de suerte,
que a cada uno le sea útil para lo que en particular necesita, pero sin
apartarse del arte de la edificación común. (S. Greg. el Grande, lib.
30. Mor..
c. 4. sent. 4. adic.. Tric. T. 9. p. 399.)"
"El
que asciende al sacerdocio, entra en el oficio de pregonero de Dios, para que
vaya clamando antes de la venida del Juez que le va terriblemente siguiendo. Si
el Sacerdote, pues. no sabe predicar, ¿cómo podrá dar clamores un pregonero
mudo? Por esto se puso el Espíritu Santo sobre los primeros pastores en figura
de lenguas, porque hacen que hablen de este divino Espíriru los que una vez
llegó a llenar de si. Escrito está: de las campanillas del Sumo Sacerdote,
para que cuando entre en el santuario se oiga el sonido,
y no muera. Porque muere el Sacerdote, si cuando entra o sale no se oye su voz.
y porque provoca la ira del Juez oculto, si llega sin el sonido de la predicación.
(S. Gregorio el Grande. Part.
2. c. 4, sent. 10. adic.. Tric. T. 9. p. 381.)"
"La
plática de la doctrina no entra en el entendimiento del necesitado. si no llega
a su alma la recomendación del sermón por mano de la misericordia. Cuando la
piedad del predicador riega la semilla de la palabra en el pecho del oyente,
brota con facilidad. (S. Greg. el Grande, ibid.. c.
7, sent. 1 1, adic.. Tric. T. 9. ibid.)"
"En
el uso de la razón no se hallan las palabras de doctrina, sino en la perfecta
edad. Por lo que el Señor, que estaba sentado a los doce años de su edad en
medio de los doctores y en el templo, no quiso que se hallaran enseñando, sino
preguntando: para que los hombres no se atreviesen a predicar en la corta edad,
se dignó de preguntar a los hombres en la tierra cuando tenía doce años, el
que por su divinidad está siempre enseñando a los Angeles en el cielo. (S.
Greg. el Grande. Homil. 2, nep. Excq., sent. 21. adic.. Tric. ibid.,
p. 386.)"
"Me
parece, hermanos, que no tolera Dios mayor perjuicio que el que padece de los
Sacerdotes: cuando ve que dan ejemplo de perversidad los que el tiene puestos
para la corrección de los otros, cuando pecamos los que debiéramos contener
los pecados. (S. Greg.. el Grande. Homil.
7. sent. 26. adic.. Tric. ibid., p. 388.)"
"Lo
que predicáis con las palabras, cumplidlo con las obras. Haced antes de enseñar.
Cuidado no suceda que instruyendo a los otros, y ayundándolos a levantar de sus
caídas, os las haga dar más peligrosos la soberbia y el deseo de la vana
estimación. (S. Anselmo, Exhort. ad contemptum temporallum, senl. 28,
Tric. ¡bid.. p. 346.)"
"El
que no tiene la facilidad de agradar, no puede reconciliar ni aplacar. (S. Bern.. de Convers. ad Cíe.. c. 33, sent. 18, Tric. T. K». p
323.)"
"El
pastor docto, pero que no es bueno, no aprovecha tanto con su abundante
doctrina, cuanto perjudica con lo estéril de su vida. (S.
Bern.. serm. 76. in Cant., n. 10. sent. 29. Tric. ibid., ibid.)"
"Al
buen pastor no le pertenece buscar sus intereses, sino expe-derlos. (S. Bern.. de Consid., c. 2. sent. 47, Tric. ibid. ¡bid.)"
"¿Qué
espera aquel, cuya vida es despreciable, sino que también desprecien su
predicación? (S. Bern., Serm. 1, senl. 100. Tric. ibid p
328.)"
"No
puede excusar la ignorancia al que hace profesión de ser Maestro de la Ley. (S. Bern., Tract. ad Cler., c. 5, n. 15, sent. 104. Tric. ibid., ibid.)"
"El
que no apacienta sus ovejas, es indigno de disfrutar de la leche y de la lana. (S. Bern., ibid., n. 20. sent. 105, Tric. ibid.. ibid.)"
"¡Ay
de ti. clérigo y ministro del altar! La muerte está escondida en esos platos
regalados, porque comes los pecados del pueblo. (S.
Bern., ibid., sent. 106, Tric. ibid., ibid.)"
"El
que envía las ovejas al pastor sin persona que las guarde, no es pastor de
ovejas, sino de lobos. (S. Bern.. Serm. 77, in Cant.. sent. 134. Tric.
ibid..p. 330.)”
"Las
chanzas en la boca del seglar, son chanzas: pero en la del Sacerdote, son
blasfemias. (S. Bern.. lib. 2. de Consid., c. 15. sent. 137.
Tric. ibid.. ibid.)"
"Razón
es que el que sirve al altar, viva del altar. Se te concede. pues. que si sirves
bien. vivas del altar: pero no lasciviar ni ensoberbecerte con los dineros del
altar para que compres fresnos de oro, sillas bordadas, plateadas espuelas con
remates purpúreos, pieles de varios colores para adornar el cuello y las manos.
Por último, todo cuanto retengas de las rentas del altar, fuera del alimento
necesario, y el vestido sencillo, no es tuyo, es rapiña, es sacrilegio. Contentémonos,
pues, con vestidos que nos cubran, no que nos hagan lucir o ensoberbecernos, no
con los que procuremos parecemos o agradar a las mujercillas. Me dirás: Esto
mismo hacen aquellos con quienes hábito: y si yo no hago lo que todos, me notarán
de singular. Por esto te diüo que salgas de entre ellos para no vivir notado y
señalado en la ciudad, o perecer con el ejemplo de los otros. (S. Bern.. Epist. 2, ad Fule. puer.. sent. 4. adic..
Trib. ibid.. págs. 345
y 346.)"
"No basta que el que se encarga del gobierno de otros, no sea de mala vida: es preciso que sea de una eminente virtud, y que su mérito sea superior a su dignidad: que no fije límites a los deseos de elevarse sin cesar a más alto grado de perfección: que no mire tanto como ventaja el progreso en la virtud, cuanto como pérdida el haberse descuidado en algo. y que no se persuada ninguno a que es una grande honra en él exceder en mérito al común del pueblo, sino que considere como vergonzoso el no ser digno del ministerio de que está encargado. (S. Greg. Nacianc., sent. 2. de Orat., Tric. T. 3. p. 351.)"