Purgatorio

"Señor, purificadme en esta vida, y reducidme a tal estado, que cuando salga de ella, no necesite pasar por aquel fuego purificante que dice San Pablo. (S. Agust., Psalm. 37, sent. 39, Tric. T. 7, p. 457.)"

 

"El fuego del Purgatorio será mucho más intolerable que cuantas penas pueden sentirse ni aún imaginarse en esta vida. (S. Cesáreo de Arles, Serm. 35, sent. 7, Tric. T. 9, p. 45.)"

 

"Acercándose el venerable Obispo, dice el grande Areopagita, hace oración sobre el difunto e invoca la divina clemencia para que le remita los pecados, colocándole en la luz y región de los vivos. El Nacianceno exhorta a su pueblo a que ore por los vivos y los muertos. San Atanasio dice que las almas de los difuntos perciben grande utilidad de las oraciones de los vivos. El Crisóstomo afirma que los Apóstoles establecieron la costumbre de orar por los difuntos, en la ciencia cierta que les servía de grande utilidad esta memoria. Y San Efrén, San Cirilo y San Epifanio, testifican esta verdad. Tertuliano muestra entre las tradiciones apostólicas los sufragios por los difuntos. San Cipriano testifica esta inviolable costumbre en la Iglesia de Africa. San Ambrosio, consolando a Faustino por la muerte de su hermana, le aconseja no emplee tanto tiempo en llorarla como en pedir a Dios por su alma. San Jerónimo, consolando a Panmaquio por la muerte de Paulina, dice: Los demás maridos rocían sobre el túmulo de sus mujeres, violetas, rosas, lirios y otras flores; pero nuestro Pan maquio riega los huesos de la suya con el bálsamo de la limosna, sabiendo que como el agua extingue el fuego, así la limosna el pecado. De la misma manera se expresan San Paulino y San Gregorio. (Sánchez Sobrino, T. 13, Serm.0 p. 71 y 72.)"

 

"Lo que hayamos descuidado en la tierra, dice San Bernardo, lo pagaremos por centuplicado en el Purgatorio. (De Obitu Umb., Barbier, T. 4, p. 386.)"

 

"Además de haber en el Purgatorio la pena de sentido, hay también la de daño, que es la privación de la vista de Dios. Y esta pena es grandísima: 1.°, porque aquellas almas tienen un conocimiento más profundo que nosotros de las infinitas perfecciones de Dios; 2.°, por el inmenso deseo que tienen de ir a Dios; 3.°, por su grande amor hacia Dios; 4.°, porque no están, como nosotros, distraídas de Dios. (Barbier, ibid., p. 386 y 387.)"