Perdonar las injurias

 

Si me creéis olvidaréis las injurias y afrentas que os haga vuestro prójimo. Ya veis que distintos nombre tendréis el uno y el otro: a el le llamarán colérico y violento, y a nosotros mansos y pacíficos. El se arrepentirá algún día de su violencia. y vosotros no os arrepentiréis de vuestra mansedumbre. (S. Basilio. Homl. de ira. sent. 18. Tric. T. 3. p. 193 y 194.)"

 

"Por grande que sea el bien que recibimos de nuestros amigos. ¿podrá compararse con el que nos hacen nuestros enemigos? Cuando por éstos conseguimos aquella felicidad que hace decir al Salvador en el Evangelio: Vosotros sois bienaventurados: cuando los hombres os persiguieren y dijeren todo mal contra vosotros, entonces alegraos y saldat de gozo. porque vuestra recompensa será muy abundante en el cielo. (S. Basilio, interrog. 176. sent. 70. Tric. T. 3. p. 202.)"

 

"¿En qué país ni en qué pueblos se ha mandado jamás bendecir a los que nos maldicen, orar por los que nos injurian, no airarse por la acusación de su delito, (aunque debe cada uno avergonzarse de haberlo cometido)? ¿No resistir a los que nos persiguen, abandonar nuestra hacienda al que nos quita la capa: y para decirlo en una palabra. vencer la violencia con la mansedumbre y procurar corregir con la paciencia a los que nos han hecho alguna injuria? (S. Greg. Naciac.. Orat. 3. sent. 11. Tric. t. 3. p. 353.)"

 

"Entre los cristianos no es miserable el que padece la injuria, sino el que la hace. (s. Jerón.. ad Macum.. Ep. 17. sent. 53, Tric. T. 5. p. 247.)"

 

"No respondamos a los que dicen mal de nosotros: hablemos solamente con el Señor en el silencio de la humildad, y con la voz de la paciencia: y el Salvador, que es invencible, peleará por nosotros. (S. Paulino, Epist. 38, ad Apr., sent. 16, Tric. T. 5, p. 332.)"

 

"Cuando alguno os dice una injuria si despreciáis la ofensa, se podrá decir con verdad que no la habéis recibido. (S. Juan Crisósto.. Homl. 2, sent. 7, Tric. T. 6, p. 301.)"

 

"¿Hay cosa más favorable ni más dulce que el precepto de la reconciliación? A nosotros mismos hace Dios jueces de la remisión de nuestros pecados. Si nosotros perdonamos poco, poco nos perdonará Dios: si perdonamos mucho, mucho nos perdonará Dios: si enteramente perdonamos de lo íntimo de nuestro corazón, del mismo modo nos perdonará Dios. (S. Juan Crisóst., Homl. 22, sent. 20, Tric. T. 6, p. 303 y 304.)" "Hay algunos que borran sus pecados velando en oración, durmiendo sobre la dura tierra y macerando su carne con maceraciones continuas: pero os abro un camino más fácil para conseguir este bien, y es no tener odio ni rencor contra ninguno. (S. Juan Crisóst., Homl. 39, Joann., sent. 81, Tric. T. 6, p. 314.)"

 

"Imitemos a Nuestro Señor: perdonemos las ofensas que sólo son contra nosotros; mas cuando ultrajan a Dios, entonces debemos vengarlas. (S. Juan Crisóst., Homl. 26, sent. 96, Tric. t. 6,m p. 319.)"

 

"¿Ha dicho alguno mal de ti? corrígete si te sientes culpado en lo que te acusa; si no, desprecia el dicho, y no tomes cuidado, o por mejor decir, alégrate, según la palabra de Dios: Porque han hablado mal de ti: porque el premio será grande en el cielo. (S. Juan Crisósto., Homl. 3, de Anna, sent. 117, Tric. T. 6, p. 321.)"

 

"Si a vista del enemigo os vienen a la memoria todas las injurias que os ha dicho o ha hecho, haced esfuerzos por olvidarlas: y si no las podéis arrojar de vuestra imaginación, echad la culpa al demonio y representaos las menores intenciones con que en otro tiempo os trataba. Si tenéis intención de reprenderle, sosegad antes los movimientos de la ira; porque entretanto que nos anima esta pasión, nada podremos decir, ni sufriremos que nos digan cosa alguna honesta y razonable. (S. Juan Crisóst., ibid.. sent. 118. Tric. ibid.. ibid.)"

 

"Dad a conocer a vuestro enemigo: porque es imposible que la persona que hace el bien y la que le recibe, permanezcan enemigos. (S. Juan Crisóst., Homl. 50, c. 25, sent. 280, Tric. T. 6. p. 358.)"

 

"Yo no me ofendo de las injurias ni de las afrentas; yo olvido gustoso las calumnias que algunos levantan contra mí, aunque no tengáis motivo para esperarlas: Dios será el juez de los que se ocupan para esperarlas: Dios será el juez de los que se ocupan en semejantes bajezas. Con tal que conserven la fe, yo seré su amigo y protector; pero si alguno le toca, ¿cómo será posible que yo no exponga mi vida? Aunque hubiera de sufrir la muerte, no tendría dificultad en padecerla, porque si no tenemos fortaleza para profesar la verdad por la gloria de Dios, solamente para librarnos de algunos sentimientos, ¿con qué cara nos atreveríamos a elogiar los santos Mártires en presencia del pueblo, siendo así que los alabamos porque combatieron hasta morir por la verdad? (S. Cirilo Alejand., Ep. 6, sent. 12, Tric. T. 8, p. 100.)"

 

"El amor a los enemigos no sólo es consejo, sino un precepto de que ninguno se puede dispensar: para que lo cumplamos con facilidad, bastará acordarse de que Dios nos ha perdonado nuestras culpas.

siendo incomparablemente mayores que las ofensas que nos hayan hecho los hombres. (S. Cesáreo de Arles, Serm., 74, sent. 15, Tric. T. 9, p. 46.)"

 

"Si en alguna cosa habéis contristado a vuestro hermano, manifes-tadle arrepentimiento; si le habéis ofendido, reconciliaos con él, pretendiendo su amistad: pedid prontamente perdón de la culpa con que le ofendisteis, y reparadla cuanto antes con pronta benevolencia; arran-cadle el perdón con un humilde reconocimiento sobre lo que le pudo irritar; hacedle afectuosos instancias, y manifestadle las más justas sumisiones para sacarle del corazón la saeta que le ha herido. (S. Anselmo, Exhort., ad contemptum temporalium, sent. 17, Tric. T. 9, p. 343.)"

 

"Conoced gustoso el perdón a quien le pide; abrazad prontamente al hermano que vuelve a vosotros; recibid con caritativa ternura las señales de su arrepentimiento y el deseo de volver a vuestra amistad; perdonad para que Dios os perdone; haced gracia para hallar gracia. Si negáis el perdón. Dios os le negará, y si el que os ofende no da paso alguno, si no quiere abatirse a pediros perdón, si no tiene suficiente humildad para suplicaros, olvidaos de su culpa; o si su ceguedad no le deja reconocerse, perdonadle de lo íntimo del corazón; remitidle generosamente y sin ficción la deuda; perdonadle gratuitamente, y concededle el mismo perdón que desprecia o que no quiere pedir. (S. Anselmo, ibid., sent. 18, ibid., ibid.)"


San Francisco de Asís (1182-1226) fundador de los frailes menores
Carta a un ministro general franciscano

“Setenta veces siete.” (Mt 18,22)

En esto conoceré que amas al Señor y me amas a mí, su siervo y el tuyo: si cualquier hermano en el mundo, después de haber cometido todos los pecados posibles puede reencontrar tu mirada, pedir tu perdón y salir de tu presencia perdonado. Si no pide perdón, pregúntale tú si quiere que le perdones. E incluso, si después de esto pecara mil veces más contra ti, ámalo más que me amas a mí, para conducirlo así al Señor. Ten siempre piedad de estos desgraciados. Y si se presentara la ocasión, comunica a los guardianes de nuestras comunidades tu firme resolución de actuar así.