Patria
"Cristianos,
vosotros sois ciudadanos de la celestial Jeru-salén, y peregrinos en este
mundo. Ninguna parte tenéis en los placeres del siglo; sólo la aflicción os
pertenece; el mundo se alegrará y vosotros lloraréis, decía Jesucristo; y
también, felices los que lloran. En el mundo no hay realidad alguna, todo es
imaginario. (Tertuliano, lib. de la Corona de los que militan, c. 13, sent. 21, Tric. T. 1, p.201.)"
"Si
sois verdaderamente cristianos, no tenéis ciudad ni habitación sobre la
tierra. Dios es el fundador y arquitecto de nuestra celestial ciudad. Cuando
fueseis dueño de toda la tierra, no seríais más que un pasajero que va de
viaje. Nosotros estamos destinados para ser ciudadanos del cielo y allí debemos
habitar desde ahora con el corazón y el espíritu. No hagamos lo que los niños,
que despreciando las cosas grandes, se admiran de las pequeñas. (S. Juan Crisóst., Homl. 17,
sent. 16, Tric. T. 6, p. 302 y 303.)"
"La primera y más saludable doctrina que debemos
abrazar, es persuadirnos que en esta vida somos caminantes y extranjeros; esta
ciencia es la raíz y fundamento de toda virtud; pues el que sólo usa como huésped
y pasajero de las cosas presentes, algún día se verá ciudadano y poseedor de
las del cielo. (S. Juan Crisóstomo, in Psalm. 119, sent. 139, Tric. T.
6, p. 326.)"
"Cuando
se halla contento en el destierro, es señal de que no se desea la patria. (S. Agust., Psalm. 78, sent. 134,
Tric. T. 7, p. 467.)"
"Levantemos nuestro corazón a aquella santa ciudad,
elevemos a ella nuestro amor y nuestra esperanza, y no los dejemos pudrirse
sobre la tierra. (S.
Agust., Psalm. 86, sent. 137, Tric. T. 7, p. 467.)"
"Escoged una de dos, y ved si queréis más una
eterna pena, que un trabajo corto y pasajero; una felicidad temporal o un eterno
descanso. (S.
Agust., Psalm. 91, sent. 139, Tric. T. 7, p. 467.)"
"El
descanso eterno merecería conseguirse con eterno trabajo. (S. Agust., ibid., sent. 140,
Tric. ibid., ibid.)"
"Todos
apetecen el sumo bien con un deseo natural. (S. Bern., Tract. in Cant., sent.
164, Tric. T. 10, p. 332.)" "Patria es el lugar en
donde hemos nacido y nos hemos criado. En la ley antigua consagró Dios en
cierto modo el amor a la patria. Moisés no deja de exhortar a los judíos al
aprecio de sus leyes, de su nación y del suelo de la tierra prometida, y todo
el mundo sabe hasta donde llegó el patriotismo de este pueblo. El autor del
Eclesiástico, llenó de alabanzas a todos los personajes que contribuyeron a la
prosperidad y fuerza de la nación judaica. Si Jesucristo no manda en el
Evangelio el amor a la patria, es porque vino para formar una sociedad
religiosa, universal entre todos los pueblos, por consiguiente para inspirar a
todos los hombres una caridad general. En Jesucristo, dice San Pablo, no hay judío,
ni gentil, ni escita, ni bárbaro, todos son un mismo pueblo y una sola familia.
(Ep. a los Colos. c. 3, v. 11, a los Gálat., c. 3, v. 28, Bergier, T. 7, p. 590.)"
"Existe,
dice San Gregorio Nacianceno, una patria para los grandes hombres, para los
hombres verdaderamente virtuosos, es aquella Jerusalén que sólo se comprende
con la inteligencia y no estas ciudades que vemos oprimidas en estrechos muros y
habitadas por ciudadanos que pasan y desaparecen. Estas mansiones terrestres,
están pretendidas patrias se parecen a la escena de un teatro. (In Districh., Barbier, t. l.p.217.)"
"San
Gregorio de Nisa, decía de San Basilio: Jamás ha temido el destierro, porque
estaba convencido de que tan sólo el Paraíso es la patria de la humanidad:
miraba la tierra toda como un lugar común de destierro. (Orat., Barbier, ibid., ibid.)"
"Los
santos de todos los siglos y de todos los países, ha mirado la tierra como un
destierro; el cielo, como la única y verdadera patria... (Barbier, ibid., ibid.)"
"¿Cuál
no debe ser, dice San Bernardo, la abundancia de un lugar en donde no hay nada
de lo que no se quiere, y se encuentra todo lo que se desea? La remuneración de
los escogidos, dice en otra parte este gran santo, es un torrente de delicias,
un río impetuoso de goces. Es un río que corre de una u otra parte, y que jamás
se seca. Se le compara a un río, no porque pase, sino porque tiene su
profundidad. (Serm. in errores huj. saeculi, Barbier, ibid., ibid.)"
"El
ojo no ha visto: el oído no ha percibido: ni el corazón del hombre jamás
concibió lo que Dios ha preparado a los que le aman, dice San Pablo a los
corintios. El ojo del hombre jamás ha visto, y sin embargo, ¿qué no ha visto
el ojo del hombre? La hermosura del firmamento, las maravillas de la naturaleza,
la primavera, las grandes ciudades; las grandes fiestas... El oído jamás ha
percibido, y sin embargo, ¿qué armonías no le
han conmovido? Has oído cantos admirables, voces arrebatadoras, sinfonías
maravillosas, el canto de los pájaros, la elocuencia de los oradores... El
corazón del hombre jamás ha concebido y, sin embargo, ¿qué no concibe el
corazón del hombre? Grande y bienaventurado Apóstol: vos, que, arrebatado
hasta el tercer cielo, habéis visto, oído y concebido tantas maravillas: vos
que habéis visto la misma esencia de Dios, decidnos lo que habéis visto, lo
que habéis oído y lo que habéis concebido. Escuchad su respuesta: Audivi
arcana verba queae non licet homini loqui: He visto, oído y concebido
maravillas, que no puede expresar un hombre. (II Corinth., XII, Bar-bier, ibid.,
ibid.)"
"Vean lo que dice San Juan en el Apocalipsis, y concluiré con San Agustín, que dice: ¿Qué serán las riquezas de Aquel, cuya pobreza nos hizo ricos? Todo lo bueno que existe, está en el cielo, y ninguna cosa mala penetra jamás allí. (Lib. 22. de Civit., c. 30, Barbier, ibid.. p.219.)"