Pasiones

 

"Dice Jesucristo: Mi Eterno Padre arrancará el árbol que no de fruto en mí, y limpiará a los que le produzcan, para que le den más abundante; porque así como se hace un yermo la viña que no se poda, así también sucede en el corazón del hombre, por lo que la palabra de Dios, como un cuchillo, corta de nuestro corazón los tallos superfinos que en el nacen, reprimiendo nuestras desordenadas pasiones, que pudieran producir perversos frutos. (S. Clemente, Pedagogo, lib. 1, c. 8, sent. 2, Tric. T. 1, p. 123.)"

 

"Todos sabemos, por haberlo aprendido en la Escritura, que un cristiano no debe emplear el tiempo en juegos y diversiones del mundo. (S. Efrén, -a lud. reb. abast.,-sent. 13, Tric. T. 3, p. 79.)"

 

"Siendo cristianos, no debiéramos conocer otra guerra que la que es preciso hacer contra las potestades espirituales, que son nuestros enemigos. (S. Gregorio Nacianceno, Orat. 14, sent. 24, Tric. T. 3, p. 355.)"

 

"Cuando el hombre se deja vencer del tumulto y desarreglo de sus pasiones, no es el ya el que manda, sino la pasión que le domina, supuesto que habéis sido criados para mandar a las bestias, dominad a lo menos vuestras pasiones, por atender a vuestra salvación. (S. Greg. de Nisa, Orat. 1, sent. 1, Tric. T. 4, p. 113.)"

 

"Hagamos al hombre para que presida. Para mandar nació el hombre. ¿Por qué, pues estás sirviendo a las pasiones? ¿Cómo así te despojas de tu dignidad? ¿Por qué te entregas al pecado para hacerte siervo? ¿Por qué te abates a ser esclavo, del demonio? (S. Gregorio de Nisa. Orat, 1, sent. 1, adic., Tric. T. 4, p. 357.)" "Cortad, Señor, con vuestro espiritual cuchillo la corrupción de mis pecados y mientras me tenéis sujeto con los lazos de la caridad, id separando de mi todo cuanto está corrompido; venid prontamente a quitar de mi corazón con favorables incisiones tantas pasiones diversas y ocultas que le despedazan; manifestadme la llaga par que el mal no pase adelante. (S. Ambrosio, lib. 5, in c. 5, sent. 82, Tric. 4, p. 329.)"

 

"Nada debemos tener por útil sino lo que sirve para la vida eterna, y no debemos estimar todo lo que toca a los placeres y utilidades de la presente vida. Por lo cual, no hemos de considerar como una comodidad verdadera la abundancia de los bienes del mundo, antes bien, la hemos de mirar como embarazo e inquietud, entretando que no procuremos desprendernos: debemos, pues, contemplar las riquezas como una carga cuando las guardamos, y no tenerlas por perdidas cuando las damos a los pobres. (S. Ambrosio, de Officciis, lib. 1, c. 2, sent. 118, Tric. T. 4, p. 337 y 338.)"

 

"Yo os digo que ofrezcáis vuestros cuerpos a Dios como una hostia viva. Y ¿cómo podrá nuestro cuerpo llegar a ser hostia? No miren nuestros ojos lo malo, ni se emplee nuestra lengua en malas conversaciones, y haremos de nuestro cuerpo una santísima oblación: más no basta esto, es preciso hacer el bien. Es necesario que la mano de la limosna: que la boca bendiga al que nos maldice; que los oídos se ocupen en oír la palabra de Dios, y de este modo nada habrá que sea impuro en la hostia de nuestro cuerpo. (S. Juan Crisóstomo, Homl. 1, -20 c. 12- sent. 290, Tric. T. 6, p. 360.)"

 

"¿Por qué, siguiendo aquí vuestras pasiones, os consumís miserablemente en la miseria de las sensualidades terrenas? ¿No sabéis que tenéis en el cielo Padre, patria y herencia? (S. Agust., Psalm. 78, sent. 126, Tric. t. 7, p. 466.)"

 

"No es lo mismo cesar de hacer alguna cosa, v. gr., el pecado, que abolirle y arrojarle. Pues en la cesación de pecar no se sigue la extirpación de las perturbaciones del ánimo, sino que se contienen con la razón, como con un freno las pasiones: se ven reducidas a una cierta quietud, y después se van venciendo con el ejercicio y trabajo e la virtud, pero aún no se arrancan del todo del ánimo. La extirpación de las pasiones desenfrenadas, es mucho más que cesar de pecar, y no la podremos conseguir, si primero no cesamos de pecar, y abriendo de este modo paso, subimos más fácilmente a lo que es más que dejar de pecar... Pero la extirpación de la perturbación de las pasiones, de ningún modo es obra de solos nosotros, es obra propia de Jesucristo que padeció por nosotros para reformarnos a todos en una nueva vida. (s. Cirilo Alejand.. Comment. in Joann.. lib. 5, c. 51, sent Trie t 8 p 98.)"

 

"Entretanto que dura la vida no se debe desesperar de la salud de ninguno: de todos se debe esperar que se corrijan con el auxilio de Dios. que levanta a los que se precipitaron, rompe las cadenas de los que estaban en prisiones y da luz a los ciegos. (S. León Papa, Serm 33. sent. 25. Tric. T. 8. p. 387.)"

 

"Ser insensibles a las pasiones y a los atractivos de la concupiscencia. no pertenece a esta vida que toda es tentación, y aquel es vencido de ella. que no recela ser vencido. Es soberbio el presumir que no pecaremos fácilmente, pues ya es pecado el haberlo presumido: porque, como dice San Juan: Si dijéramos que no tenemos pecados. nos engañamos, y no es'ta en nosotros la verdad. (S. León Papa, Serm. 40. sent. 35. Tric. T. 8. p. 390.)"

 

"Convencidos estamos de que queremos, cuando hacemos lo que no se haría si no quisiéramos. (S. Bernardo, lib. Arb. n. 14, sent. 12 Tric.T. 10. p. 322.)"

 

"Infeliz víctima es aquella que venciendo al hombre, se rinde al vicio. (S. Bern.. Exhort. ad Mil.. n. 2. sent. 161, Tric. T. 10. p. 331.)"

 

"El hombre que se abandona a las pasiones es semejante a los animales que se dejan llevar del ímpetu de sus instintos. ¿Qué digo? Es peor que ellos: porque los animales de la misma especie no se atacan unos a otros: mientras que el hombre, llevado de sus pasiones, ataca al hombre. El sólo reúne la envidia del perro, la voracidad del lobo. el orgullo del león, la ferocidad del tigre, la maldad de la serpiente, la astucia de la raposa, etc. No se puede, dice un grave autor, no se puede seguir considerando como hombre al que vemos meta-morfoseado por medio de las pasiones: la apariencia humana que le queda, prueba que en otro tiempo fue un hombre, pero que ya no lo es. Si la avaricia que le devora le impele a arrebatar violentamente bienes al prójimo, colocadle entre los lobos; si cediendo a sus arrebatos y agitaciones se entrega a gritos, injurias y querellas, colocadle entre los perros; si se alegra de haber engañado a su prójimo con secretas astucias, igualadle a las raposas; si está poseído de la ira y del furor, creed que tiene un corazón de león; si tímido y miedoso huye, aun cuando no corra peligro alguno, ponedle en parangón con el ciervo; si se manifiesta perezoso y estúpido, poned su vida al nivel del asno; si da pruebas de ligereza e inconstancia, comparadle justamente con las aves, y sobre todo, con las mariposas; si se sumerje en los sucios y asquerosos deleites de la carne, colocadle entre un cerdo y macho cabrío, y los tres serán dignos uno de otro. así el hombre que abandona a Dios, la justicia y la virtud, se convierte en bestia inmunda y cruel. (Boethius, de Consolatione, lib. 4, Barbier., T. 4, p. 151.)"