IGLESIA, NOTAS DE LA

 

"Habiendo tantas pruebas de verdadera la fe, no debemos buscar la verdad fuera de la Iglesia; en esta la encontraremos fácilmente. Los Apóstoles dejaron a la Iglesia como un inestimable tesoro todo cuando pertenece a la verdad; en ella podemos todos beber el agua de la vida eterna. (S. Ireneo, sent. 3, Tric. T. I, p 86.)"

"En todas partes predica la Iglesia la verdad: esta es la lumbrera que lleva la luz de Cristo; aquellos, pues, que desamparan la predicación de la Iglesia, arguyen de impericia a los santos Presbíteros, no considerando cuánta más estimación merece un idiota con religión, que un sofista blasfemo y descarado. (S. Ireneo, sent. 4, Tric. T 1 p 345.)"

"Así como en un camino real se descubren varias sendas, y muchas van a rematar en un precipicio, pero el prudente pasajero prosigue su viaje siguiendo el camino y despreciando las sendas; del mismo modo, aunque se levanten varias doctrinas en la Iglesia, no debemos abandonar la verdad, antes bien, examinarla con mayor cuidado, hasta adquirir el más perfecto conocimiento. (S. Clemente, sent. 21, lib.7,Tric.T. l.p. 126.)"

"La antiquísima y muy verdadera Iglesia nos hace ver con toda claridad, que las otras que son menores y más nuevas, y formadas en tiempos diferentes, son adulterinas y heréticas: yo tengo por cosa cierta que sólo hay una verdadera Iglesia, que es la más antigua, en la que han vivido los clérigos del Señor; porque siendo uno nuestro Dios y Señor, por la unidad merece ser recomendable y digno de veneración; pues la unidad es imagen del primer principio de todas las cosas; por esto nosotros atribuimos la unidad a la verdadera Iglesia, que los herejes se han esforzado en dividir en muchas. (S. Clemente, sent. 22, lib.'7, Tric. T. l.p. 127.)"

"Aunque se separe la soberbia y contumaz multitud de los que no quieren oir, no por eso la Iglesia se aparta de Jesucristo: la plebe unidad con el Sacerdote, y el rebaño con su pastor, estos son la Iglesia. Por lo que deben saber que cada Iglesia particular está con el Obispo, y el Obispo en la Iglesia; y el que no estuviese con el Obispo, no está en la Iglesia. (S. Cipriano, Epist. 69, ad Floren., sent. 7, Tric. T. l.p. 380.)"

"Una es mi Paloma. ¿Piensa que mantiene la fe el que no tiene esta unidad de la Iglesia? ¿Vive acaso en la confianza de que está en la Iglesia el que resiste a la Iglesia, y el que desampara la Cátedra de San Pedro, sobre la cual está fundada la Iglesia? (S. Cipriano, ibid., sent. 15,adic.,Tric.T. l.p. 383.)"

"Si pudo alguno libertarse fuera del Arca de Noé, entonces se librará el que esté fuera de la Iglesia... Este sacramento o misterio de unidad se manifiesta cuando la túnica de Nuestro Señor Jesucristo, ni del lodo se divide, ni se rasga, sino que echando suerle.s sobre quién la había de llevar, se queda la vestidura entera, y se posee esta túnica incorrupta y sin división. (S. Cipriano, ¡hid., senl. 16, Tric. T. l.p. 383.)"

"No hay pueblo que esté más obligado a Dios que nosotros, pues a nosotros ha dado las mayores cosas. Dió su palabra y su ley a los judíos, pero a los cristianos les dió el fruto de la fecundidad de una Virgen santa, nos dió aquel Emmanuel, aquel Dios con nosotros; nos dió la cruz, ¡a muerte y la resurrección de su Hijo, y aunque es verdad que Jesucristo padeció por todos los hombres, también lo es que padeció particularmente por nosotros, quiero decir, por su Iglesia. (S. Ambrosio, lib. 5, in c. 6, sent. 85, Tric. T. 4, p. 330.)"

"La Iglesia es una nave, que aunque experimente este siglo como un trabajoso golfo, jamás se estrella contra los escollos, ni se hunde. (S. Ambrosio, De Salom., c. 4, sent. 38, adic. Tric. T. 4, p. 405.)"

 "Hay un camino real que es la Iglesia de Dios, esta es la senda de la verdad. Cada una de las herejías abandona este camino real, y declinando a la diestra o a la siniestra, se deja arrastrar al error, y no conoce límites en el descaro del error que forma cada herejía. Ahora, pues, siervos de Dios, hijos de la santa Iglesia, que no conocéis la regla segura de la fe, y camináis por la senda de la verdad, no os dejéis arrastrar por oír voces opuestas, por las voces que da cada una de las falsas sectas; porque sus caminos son resbaladizos, y las sendas de su espíritu engañoso, escarpadas y llenas de precipicios. Afectan un lenguaje sublime, y no conocen el más sencillo de todos. Prometen la libertad y son esclavos del pecado. Se glorían de haber llegado a lo mejor y no han alcanzado todavía lo menor de la verdad. (S. Epifanio: Adv. Haer. 1. 2, Haeres. 39 y 59, sent. 1, Tric. T. 5, p. 63.)"

"La Iglesia es el puerto tranquilo de la paz, es un lugar de delicias que esparce suaves fragancias de la viña que nos produce el racimo de bendiciones, y nos da cada día una bebida que mitiga nuestras penas, ofreciéndonos la sangre pura y verdadera de Jesucristo. (S. Epifanio Anaceph. T. 1. 3, sent. 2, Tric. T. 5, p. 64.)"

"Suspira la Iglesia viendo en su seno llenas de riquezas a unas gentes que antes eran tan pobres en el mundo. (S. Jerón., Ep. ad Nepot. 52, sent. 6, Tric. T. 5, p. 240.)"

"Sobre Pedro sólo edifica su Iglesia; y aunque a todos los Apóstoles dio su potestad, y dijo: Como me envió el Padre a mi, así os envío yo a vosotros. Con todo eso, para manifestar la unidad, constituyó una sola Cátedra, y con su autoridad dispuso que el origen de la misma unidad empezase por uno. (S. Cipriano, de Unit. Eccies. Catholicae, sent. 14, adic. Tric. T. 1, p. 383.)"

"La Iglesia está fundada sobre Pedro. En otros lugares de la Escritura se dice también que está fundada sobre todos los otros Apóstoles: todos reciben las llaves del cielo, y sobre ellos igualmente se asegura la solidez de la Iglesia. No obstante, uno solo es escogido entre los doce, para que siendo establecido por cabeza, no pueda haber ocasión de cismas. (S. Jerón., adver. Jovin., lib. I, sent. 37, Tric. T. 5, p. 245.)"

-Persecuciones.- "La Iglesia Santa sabe creer con las tribulaciones y hacer una vida digna de la horna y de la gloria entre los oprobios. La Iglesia nos ha enseñado a no abatirnos en la adversidad y a no ensoberbecemos en la prosperidad, a humillamos profundamente en el tiempo favorable y a sostenernos en el adverso con la esperanza de llegar algún día a la soberana elevación; nos ha enseñado a atribuir todos los bienes a la misericordia de nuestro Redentor, y todos los males a la justicia de aquel justísimo Juez, porque sabe que todo su bien proviene de su liberalidad y que sin su permisión no padece mal alguno. (S. Jerón., in La m. Jerem., lib. 2, sent. 69, Tric. T. 5, p. 250.)"

"Vosotros me despreciáis en mis necesidades. Muchas veces parece que Dios desprecia y desampara a su Iglesia en el tiempo que tiene más necesidad de su socorro; mas no la asiste al punto que la ve en su tribulación, con el fin de ejercitarla como le place; porque sabe que cuanto más dilata sus auxilios, más motivo da a su Iglesia para inflamarse en el deseo de verse socorrida. (S. Jerón., in Psalm. 9, sent. 102, Tric. T. 5, p. 356 y 357.)"

"Nada hay que sea tan poderoso y fuerte como la Iglesia. Cesad, pues, hombres, de hacerla la guerra, porque vuestros esfuerzos sólo sirven para debilitaros: no os toméis con el cielo.Si combatís con un hombre podréis ser vencido, mas también le podréis vencer; pero contra la Iglesia nunca conseguiréis la victoria, por grande que sea vuestro artificio y esfuerzos. La Iglesia es más fuerte que el cielo: porque el Señor dijo: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Y ¿qué palabras son sino éstas? Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Para la Iglesia, formó Dios el cielo, y no hizo la Iglesia por razón del cielo: -este debe entenderse de este cielo visible-. (S. Juan Crisóst., Homl. ante exilium., n. 1, sent.. 1S6, Tric. T. 6, p. 336.)"

"Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Debemos dar crédito a lo porvenir, por lo que hemos visto ya de lo pasado: porque si al principio se componía la Iglesia de tan pocos, que parecía obra de una nueva secta, y una doctrina reciente y mal fundada, y la perseguían tantas oposiciones y guerras, y con todo eso no tuvieron fuerza para detener sus progresos ni para destruirla: ¿quién será capaz de conseguirlo al presente, cuando ya está extendida por todos los países y naciones y ha llegado a ocupar toda la tierra? (S. Juan Crisóst., lib. quod Christus sit Deus, n. 11, sent. 231, Tric. T. 6, p. 346.)"

"Ninguno destruirá lo que Jesucristo ha edificado, y ninguno edificará lo que El ha destruido. Edificó la Iglesia, y ninguno la podrá arruinar; destruyó el templo, y ninguno lo podrá levantar de nuevo. Los Judíos han hecho esfuerzos para destruir la Iglesia y nunca lo han podido conseguir: los han hecho para reedificar su templo, y nunca han llegado a poner por obra sus intenciones. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 232, Tric. T. 6, p. 347.)"

"Yo os digo y os protesto, que causar división en la Iglesia, no es menor mal que caer en la herejía. (S. Juan Crisóst., Homl. 11, sent. 341, Tric. T. 6, p. 375.)"

"Dice San Pablo: Si padece un miembro, padecen también todos los otros. Tres condiciones pide aquí el Apóstol a los miembros de la Iglesia: la primera, es que no se separen unos de otros, sino que estén recíprocamente unidos; la segunda, que los unos tengan cuidado de los otros; la tercera, que consideren cuanto sucede a los otros miembros, como que es una cosa común. (S. Juan Crisóstomo, Homl. 3 i, c. 12, sent. 315, Tric. T. 6, p. 367.)"

"¡Abuso deplorable y loca pretensión de nuestros días! Se cree que Dios necesita de la protección de los hombres o de las potestades de la tierra para la defensa de su Iglesia. Obispos que así pensáis, yo os pregunto: ¿De qué apoyo se sirvieron los Apóstoles para predicar el Evangelio? ¿Qué potestades fueron las que le ayudaron a predicar a Jesucristo, y a convertir casi todas las naciones del mundo, reduciéndolas del culto de los ídolos al del verdadero Dios? ¿Llamaban a algún Oficial de la Corte cuando cantaban las alabanzas de Dios en la cárcel, y entre grillos, después de haberlos azotado por Jesucristo? ¿Formaba San Pablo la Iglesia del Señor con edictos de los Emperadores, cuando le sacaban al teatro por espectáculo? Yo pienso que se sostuvo sin la protección de Nerón, de Vespasiano o de Decio, cuyo horror al cristianismo dió realces a la doctrina celestial. Cuando se sustentaban con el trabajo de sus manos, se juntaban con secreto en las casas particulares, recorrían las aldeas, las ciudades y los diferentes países de la tierra, a pesar de las órdenes del Senado y los edictos de los Príncipes: ¿cómo creeré yo que entonces no tenían las llaves del reino de los cielos? Todo lo contrario, y nunca el poder de Dios resplandeció más que en estas circunstancias; jamás fue anunciado Jesucristo con más fortaleza, que cuando pretendieron impedir la predicación del Evangelio. (S. Hilario, Cont. Auxent., n. 3, sent. 21, Tric. T. 2, p. 262.)"

—Respeto- "En la iglesia no es permitido conversar con los parientes, ni aun con un amigo que no se haya visto en mucho tiempo. Eso es bueno para fuera de la iglesia; pero no es la iglesia mercado o lugar público, para que se trate en ella de las cosas del mundo. Es el retiro de los Angeles, el palacio de Dios, y el mismo cielo. Y como si os abrieran el cielo y entrarais en él, aunque vierais en el a vuestro padre, tendríais tan grande respeto a tan santo lugar, que no hablaríais la menor palabra. Del mismo modo no debéis en la iglesia abrir la boca sino para palabras espirituales, supuesto que también está el cielo en nuestras iglesias. Si lo dudáis poned los ojos en esa sagrada mesa, y considerad para lo que sirve: representaos al que ha de bajar aquí; reverenciad y admirad de antemano un aparato tan augusto. ¿No es verdad que cuando se ve un trono de un rey. aun antes que se siente, se conmueve el espíritu con cierto respeto, esperando su venida? (S. Juan Crisóst., Homl. 36, c. 14, sent. 318, Tric. T. 6, p. 368.)"

"Muchos hay tan tibios y tan disipados, que durante el oficio de la Iglesia, se divierten en conversar, y esta es la causa de todos sus desórdenes, porque en el tiempo en que nos debíamos aplicar más a reconciliarnos con Dios, no hacemos otra cosa que encender más contra nosotros la indignación divina. (S. Juan Crisóst., Homl. I, ad Corinl., sent. 327, Tric. T. 6, p. 371.)"

"Veo en la iglesia algunos que ríen y juegan durante la oración, y otros que están divertidos en el mismo tiempo en que el Sacerdote da la bendición al pueblo. ¡Habrá descaro semejante! ¿Qué salvación podréis esperar? ¿Qué camino os queda para aplacar la justa indignación de Dios? Si se dispone un baile, hay quien cuide de que cada uno baile por su orden, que todas las cosas vayan arregladas para que no haya confusión. No obstante, ¡aquí en donde estamos en compañía de Angeles cantando las divinas alabanzas con estos espíritus celestiales, estáis parlando y riendo! No habría que admirar que cayese un rayo del cielo, no solamente sobre estos impíos, sino también sobre nosotros; porque este castigo merece acciones semejantes. (S. Juan Crisóstomo, Homl. 24, c. 11, sent. 271, Tric. T. 6, p. 356.)"

"Cuando salimos de la iglesia, no nos divertamos al instante en parlar, perdiendo e! tiempo en vanas conversaciones, o en otras ocupaciones inútiles; antes bien, mientras nos dura la memoria fresca de las instrucciones que acabamos de recibir, vaya cada uno a su casa y haga reflexiones con su mujer y con sus hijos de todo lo que ha oído predicar en la concurrencia de los fieles. (S. Juan Crisóst., Serm. 6, de Martyrib., n. 3, sent. 244, Tric. T. 6, p. 350.)"

"En todas las iglesias del Oriente se encienden luces cuando van a leer el Evangelio, aunque el sol esté resplandeciente, no para ahuyentar las tinieblas, sino en señal de alegría. (S. Jerón., adv. vigil., sent. 7, adic. Tric. T. 5, p. 353 y 354.)"

"¿No es milagro digno de admiración? El Señor fue puesto en la cruz, los siervos se vieron cargados de cadenas, y con todo eso se extiende todos los días la predicación de su Evangelio y crece la Iglesia por los mismos medios que parece debieran extinguirla. (S. Juan Crisóst., Homl. 16, sent. 14, Tric. T. 6, p. 302.)"

"Si siempre permanecéis los mismos, os privaré la entrada en la Iglesia, y la participación de los sagrados misterios: más vale ofrecer a Dios nuestras oraciones con dos o tres que guarden sus mandamientos, que congregar un tropel de personas pervertidas que se destruyen unas a otras. (S. Juan Crisóst., Homl. 17, sent. 45, Tric. T. 6, p. 308.)"

"En otro tiempo eran iglesias las casas particulares, y el día de hoy las iglesias no son más que si fueran casas particulares. Entonces no hablaban los cristianos en sus casas sino de las cosas del cielo, y ahora sucede muchas veces que hablan en las iglesias de las cosas de la tierra solamente. (S. Juan Crisóst., Homl. 33, in c. 9, Matth., sent. 56, Tric. T. 6, p. 310.)"

 

"Entremos en el templo con mucha circunspección y modestia, no sea que en vez de hallar el perdón de nuestros pecados, no hagamos otra cosa que cometer otros nuevos. (S. Juan Crisóst., in Isaíam., vidi Domin., sent. 156, Tric. T. 6, p. 329.)"

 

"No llevemos a la Iglesia los cuidados del mundo; dejémoslos a la puerta, porque el entrar en el templo es como entrar en el Reino de los cielos. Todo cuanto hay dentro de este santo lugar debe inspirar un grande silencio, y los misterios que allí se celebran deben ser secretos y tratados con reverencia. Llevad a la iglesia mucha atención, y considerad que cuando os leen o explican las Escrituras, es como si os abrieran las puertas del cielo. (S. Juan Crisóst., Homl. 2, in Isaíam., sent. 157, Tric. T. 6, p. 330.)"

"Las mujeres deben procurar tanto el silencio, que no sólo se abstengan de hablar de las cosas del mundo en la iglesia, sino aun de las espirituales. (S. Juan Crisóst., Homl. 9, ad Timot., sent. 367, Tric. T. 6, p. 380.)"

"Si alguno frecuenta de asiento las tiendas donde se venden fragantes ungüentos, aunque no quiera, va contrayendo aquellos olores: mucho más se verifica esto en los que frecuentan la iglesia. Aunque te veas con innumerables vicios, no dejes de concurrir a la iglesia. ¿De qué me servirá si no practico lo que oigo? No conseguirás poco si llegas a comprender tu miseria. No es inútil este miedo; si suspiras al ver que no haces lo que oyes, no dudes que alguna vez empezarás a practicar el bien; pues es imposible que el que oye a Dios y le habla, no consiga utilidad. (S. Juan Crisóst., Homl. 52, sent. 6, adic. Tric. T. 6, p. 452.)"

"Los Paganos y los Judíos son enemigos declarados de la Iglesia: pero la vida de los malos cristianos, es más abominable y causa mayores perjuicios. (S. Agust., Psalm. 30, sent. 14, Tric. T. 7, p. 455.)"

"Los trabajos de la Iglesia no tendrán fin hasta que se acaben los siglos. (S. Agust., Psalm. 61, sent. 92, Tric. T. 7, p. 463.)"

"En todas las profesiones que hay en la Iglesia, hay fingidos e hipócritas. (S. Agust., Psalm. 99, sent. 146, Tric. T. 7, p. 468.)"

"Lo que tiene con seguridad en la Iglesia a la multitud de la plebe, no es la viveza en entender, sino la sencillez en creer. (S. Agust., Ep. tund., c. 4, sent. 19, adic., Tric. T. 7, p.485.)"

"No creyera yo al Evangelio, si no me moviera la autoridad de la Iglesia católica. (S. Agust., ibid. 5, sent. 20, adic., Tric. ibid., ibidl.)"

"Venid a la iglesia todos los Domingos. Si los infelices Judíos observan el sábado con tanta exactitud, que en este día no se ocupan en ninguna obra terrena, con mayor razón deben los cristianos ocupar en sólo Dios el día del Domingo y venir a la iglesia a procurar la salvación de su alma. Orad, pues, en la iglesia y no estéis hablando: atended con aplicación a la divina lectura. (S. Cesáreo de Arles, Scrm. 66, sent. 14, Tric. T. 9, p. 46.)"

"A los Emperadores pertenece la administración de las cosas temporales, y a los Pastores y Directores el gobierno de la Iglesia. (S. Juan Damas., Orat, de imag., sent. 6, Tric. T. 9. p. 292.)"

"Sobre S. Pedro está fundada la Iglesia como sobre un piedra solidísima: piedra firme, cuyo nombre tan dignamente tenéis, oh glorioso Príncipe de los Apóstoles: las puertas del infierno, las blasfemias de los herejes, los órganos impíos de los espíritus infernales, harán todo cuanto puedan contra ella, y la darán terribles asaltos; pero aunque se unan todos sus esfuerzos, no llegarán a vencerla... Jesucristo conquistó su Iglesia a costa de su sangre, y os ha confiado su cuidado como al más fiel siervo suyo. Conservadla con vuestras súplicas, pedid a Dios que se sosiegue la tempestad que han excitado contra ella, que cese el tumulto y que nos conceda por su gracia aquella tranquila paz y aquella calma que reina sobre las olas irritadas. (S. Juan Damasceno, de Domini transfig., sent. 7, Tric. T. 9, p. 292.)"

"Deseo y os aconsejo, que en dar la reverencia a la suprema Sede Apostólica, y al Vicario del bienaventurado S. Pedro, sigáis lo que queréis que con vos observe todo el Imperio. (S. Bern., Ep. 183, ad Conrad., Reg. Román., sent. 26, adic., Tric. T. 10, p. 355.)"

"Y pues en lugar de Har y Aarón está el celo y autoridad de la Iglesia Romana sobre el pueblo de Dios, con razón nos remitimos a esta: no diré ahora en las cuestiones, sino en los daños de la fe, en las injurias de Cristo, en los agravios y desagravios de los padres, escandalosos para los presentes y peligrosos para los venideros, (s. Bern., Epist. 188, ad Episcop. et Cardin, curiac, sent. 27, adic., Tric. T. 10, p. 355.)"

"¡Quién me diera a ver, antes de morir, a la Iglesia de Dios, como en los antiguos tiempos, cuando los Apóstoles echaban las redes para coger, y no oro ni plata, sino para coger almas!. (S. Bern., Ep. 237, ad Eug-, Pap., sent. 29, adic., Tric. T. 10, p. 356.)"