Disciplina eclesiástica
"No se ha de
desamparar la disciplina eclesiástica, ni se ha de debilitar la severidad
sacerdotal, porque nos dicen afrentas, y nos aterra con amenazas, pues nos
avisa la Sagrada Escritura: No temáis las palabras del hombre pecador, porque
su gloria se convertirá en basura y gusano. (S. Cipriano, Epist. 55, ad Cor-nel., sent. 3, adic.,
Tric. T. 1, p. 379.)"
"Algunos escritores
protestantes quieren apoyarse en Tertuliano, en el lib. de oratione, cap. 12, diciendo que este padre, hablando de las
observancias, escribe: que es preciso refutar las que son vanas en sí mismas,
las que no están apoyadas en ningún precepto del Señor o de sus Apóstoles,
las que no son obras de religión, sino de la superstición, las que no se
fundan en ninguna razón sólida, y últimamente, las que tienen alguna
conformidad con las ceremonias paganas. Pero este pasaje está mal traducido.
Repitiendo el artículo las, hacen decir a Tertuliano, lo contrario que enseña
en sus obras. Parece que, según él, para refutar una práctica, basta que no
esté mandada por Jesucristo o por los Apóstoles, o que tenga alguna semejanza
con las costumbres de los paganos; y no es esto lo que quiere Tertuliano. Dice
que se deben refutar las observancias que son vanas en sí mismas, es decir, que
no pueden producir ningún buen efecto, que no están apoyadas en algún
precepto del Señor o de los Apóstoles, y que no son obra de la razón, sino de
la superstición, y que no tienen ningún sólido fundamento. Pone por ejemplo
el empeño de los que escrupulizaban orar con capa. Convenimos en que esta vana
superstición reunía todos los caracteres de reprobación que alega Tertuliano,
y por consiguiente, merecía ser condenada."
"¿Se infiere de aquí
que debemos abstenernos de hacer la señal de la cruz, o de ayunar en la
Cuaresma, porque Jesucristo y los Apóstoles no dieron sobre esta materia un
precepto formal y expreso, que es un crimen ponernos de rodillas para orar o
hacer ofrendas a Dios, porque hacían lo mismo los paganos?"
"Tertuliano se explica con más claridad en su
tratado de Corona, cap. 3.
"Hay observancias, dice, que nosotros guárdanos, aunque no están
autorizadas por la Escritura, sino fundadas en la tradición y en la costumbre.
Antes de entrar en las fuentes del bautismo, protestamos al Obispo que
renunciamos al demonio, a sus pompas y a sus ángeles. Nos sumergimos tres veces
y decimos alguna cosa más que lo que el Señor nos manda en el Evangelio. Después
probamos una mezcla de leche y miel, y desde este día nos abstenemos del baño
toda la semana. Recibimos el sacramento de la Eucaristía que el Señor mandó a
todos, bien sea a la hora de nuestras comida, o bien en nuestras reuniones a la
aurora, aunque siempre de mano de nuestros Prelados, y no de ningún otro. Todos
los años hacemos oblaciones por los difuntos el día de su muerte. No ayunamos,
no oramos de rodillas en los domingos, y lo mismo hacemos desde Pascua hasta
Pentecostés. Evitamos que caiga en el suelo parte alguna de nuestro pan o de
nuestra bebida. Antes de salir y al volver, al entrar, al vestirnos, al bañarnos,
al ponernos a la mesa, al acostarnos, al sentarnos y al encender la luz; en una
palabra, en todas nuestras acciones hacemos en nuestra frente la señal de la
cruz. Si para todas estas observancias y otras semejantes exigís un precepto de
la Escritura, no le hallaréis; la tradición es quien los ha establecido, la
costumbre los confirmó y la fe los conserva. (Bergicr, Tom. 7, p. 177, 17S y 179.)"
"A este pasaje de
Tertuliano responden los protestantes que este padre era montanista: tanto lo
era cuando escribió su libro de Corona, como cuando compuso su tratado de
Oratione. Y aunque lo hubiera sido cien veces más, ¿acaso merece menos crédito,
cuando refiere lo que se hace en su tiempo y da la razón, porque se hacía?
Esto no tiene ninguna relación con los errores de Montano. Si nosotros recusáremos
el testimonio de un autor porque era hereje, los protestantes nos lo atribuirían
a prevención, a terquedad y a fanatismo. (Bergier, ibid., p. 179.)"