DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 11, 25-36

Todo Israel se salvará

Y no quiero que ignoréis, hermanos, el designio que se esconde en esto para que no os sintáis suficientes: la obcecación de una parte de Israel durará hasta que entre el conjunto de los pueblos; entonces todo Israel se salvará, como dice la Escritura: «Llegará de Sión el libertador, para expulsar de Israel los crímenes; así será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados».

Por un lado, considerando el evangelio, son enemigos, para ventaja vuestra; pero por otro, considerando la elección, son predilectos, por razón de los patriarcas, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, antes rebeldes a Dios, a través de la rebeldía de ellos habéis obtenido misericordia; lo mismo ellos: son ahora rebeldes para, a través de esa misericordia que habéis obtenido vosotros, obtener a su vez misericordia. Porque Dios encerró a todos en la rebeldía, para tener misericordia de todos.

¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero.? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? El es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

 

RESPONSORIO                    Rom 11,33; Sal 88,3
 
R./ ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! * ¡Qué insondables sus decisiones y qué inaccesibles sus caminos!
V./ «La misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad.
R./ ¡Qué insondables sus decisiones y qué inaccesibles sus caminos!
 


SEGUNDA LECTURA

San Cesáreo de Arlés, Sermón 11 (1.4.6: CCL 103, 54.56-57)
La sabiduría de Dios en la obra de la redención

Son muchos, amadísimos hermanos, a quienes les asalta esta sospecha; muchos los hombres de escasa ciencia a los que este pensamiento les produce escrúpulo. Se preguntan en efecto: ¿por qué Jesucristo, el Señor, poder y sabiduría del Padre, no operó la salvación del hombre con el poder divino o simplemente con su palabra, sino en la humildad del cuerpo y el sufrimiento humano? El hubiera podido muy bien echar mano del poder y la majestad celestial para abatir al diablo y liberar al hombre de su tiranía.

Los hay que se extrañan de que no destruyera la muerte con su palabra, él que —según se nos dice— al principio con su palabra dio la vida: cuál es la razón de que no reparara lo perdido con la misma majestad con que supo crear lo que no existía. ¿Qué necesidad tenía nuestro Señor Jesucristo de padecer tan dura pasión, él que con su poder era muy capaz de liberar al género humano? ¿para qué su encarnación, a qué su infancia, el curso de la edad, las injurias, la cruz, la muerte, y la sepultura que él aceptó para reparar el pecado del hombre?

Veamos, en primer lugar, el significado de la cruz, cómo en ella se cancela el pecado del mundo, cómo la muerte es destruida y se triunfa sobre el diablo. La cruz, en rigor de justicia, es un castigo privativo de los pecadores: sabemos en efecto, que tanto la ley de Dios como la ley del mundo decretan la cruz para reos y criminales.

Por obra del diablo, actuando a través de Judas, de los reyes de la tierra y de los príncipes de los judíos que, juntos, conspiraron ante Pilato contra el Señor y contra su Mesías, Cristo es condenado a muerte; se condena al inocente, como dice el profeta en el salmo: Pero el justo ¿qué hizo? Y de nuevo: Aunque atenten contra la vida del justo y condenen a muerte al inocente...

Soportó pacientemente las injurias y los bofetones, la corona de espinas y la veste escarlata y demás escarnios de que nos habla el evangelio. Y lo soportó sin culpa alguna, para que, armado de paciencia, como oveja de matanza fuera conducido a la cruz. Soportó a los poderosos, según canta David, como hombre a quien nadie socorre, él que hubiera podido vengarse con su divina majestad. Silos que habían salido para prenderle, ante una simple pregunta: ¿A quién buscáis, retrocedieron y cayeron a tierra como muertos, ¿qué habría ocurrido si se hubiera puesto a increparles?

Pero cumplió el misterio de la cruz, que era la razón de su venida al mundo; para que mediante la cruz cancelara el recibo que nos pasaba el pecado y el poder del enemigo quedase prisionero en el anzuelo de la cruz y, sin alterar la justicia y la razón, el diablo perdiera la presa que retenía.

Amadísimos hermanos: esta es —según creo— la razón de por qué el Señor y Salvador nuestro nos liberó del poder del diablo no mediante una exhibición de poder, sino por la humildad, no acudiendo a la violencia, sino por la justicia. Por lo cual, nosotros a quienes la misericordia divina nos ha enriquecido con tan grandes beneficios sin ningún mérito precedente, colaboremos con él en la medida de nuestras posibilidades, para que la gracia de tan gran amor nos sea de provecho y no de condenación.

 

RESPONSORIO
 
R./ Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores. * Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.
V./ Era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria.
R./ Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 


EVANGELIOS PARA LOS TRES CICLOS



LUNES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 12,1-21

La vida cristiana es un culto espiritual

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno.

Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros y no desempeñan todos los miembros la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la profecía, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se encarga de la distribución, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con agrado.

Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde. No mostréis suficiencia. No devolváis a nadie mal por mal. Procurad la buena reputación entre la gente; en cuanto sea posible y por lo que a vosotros toca, estad en paz con todo el mundo.

Amigos, no os toméis la venganza, dejad lugar al castigo, porque dice el Señor en la Escritura: «Mía es la venganza, yo daré lo merecido». En vez de eso, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: así le sacarás los colores a la cara. No te dejes vencer por el mal, vence al mal a fuerza de bien.

 

RESPONSORIO
 
R./ Transformaos por la renovación de la mente, * para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
V./ Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es su culto espiritual.
R./ Para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
 


SEGUNDA LECTURA

Orígenes, Comentario sobre la carta a los Romanos (Lib 9 1: PG 14, 1204-1205; 1206-1207)

Todos los miembros de la Iglesia ofrecen la hostia viva

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.

Ahora Pablo exhorta a los creyentes en Cristo a que presenten sus cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios. Llama viva a la hostia portadora de vida, es decir, de Cristo, y dice: Llevamos en el cuerpo.la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se, manifieste en nuestra carne. La llama santa porque en ella inhabita el Espíritu Santo. Agradable a Dios, como separada de vicios y pecados. Todo esto constituye el culto razonable a Dios. De un culto semejante puede darse razón y demostrarse que es digno de Dios la inmolación de tales hostias. En cambio, ninguna razón recta y honesta consentirá en ofrecer al Dios inmortal e incorpóreo carneros, cabritos y becerros.

Resulta, pues, evidente que la hostia viva, santa, agradable a Dios es un cuerpo incontaminado. Y si bien en la Iglesia la primera hostia, después de los apóstoles, parece ser la de los mártires, la segunda la de las vírgenes y la tercera la de los continentes, pienso, sin embargo, que no se puede negar que también los que viven en el matrimonio y de común acuerdo y por cierto tiempo se dedican a la oración, si en lo demás se comportan con santidad y justicia, pueden asimismo ofrecer sus cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios. Así pues, todos los miembros de la Iglesia se ofrecen y consuman la hostia viva, santa, agradable a Dios, que ha de ser presentada de una manera razonable.

Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de, Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Nos transformamos por la renovación de la mente ejercitándonos en la sabiduría, meditando la palabra de Dios y tratando de captar el sentido espiritual de su ley; y cuanto más provecho saca de la lectura diaria de las Escrituras, cuanto más penetra en ellas, tanto más se renueva según un proceso ininterrumpido y cotidiano. Dudo que pueda transformarse por la renovación de la mente el que se muestra perezoso en la lectura de las Escrituras y en el ejercicio de la inteligencia espiritual, que le capacite no sólo para entender lo que está escrito, sino para explicarlo con mayor claridad y comunicarlo con más diligencia

Y ciertamente que si la mente no ha sido renovada para un conocimiento pleno e iluminada totalmente por la sabiduría de Dios, no podrá discernir lo que es voluntad de Dios, pues muchas veces confundimos la voluntad de Dios con lo que no es. Y en esto yerran y se equivocan precisamente los que no han renovado su mente. Porque realmente es privativo no de cualquier mente, sino sólo de una mente muy renovada y transformada ya según la imagen de Dios, discernir en cada una de las cosas que hacemos, hablamos y pensamos lo que es voluntad de Dios; así como el no hacer, decir o pensar cosa alguna que viere no sintonizar con la voluntad de Dios.

 

RESPONSORIO    Heb 10,8.11.12.14; Sal 39,7
 
R./ Primero dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias, que se ofrecen según la ley. * Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo consagrados.
V./ Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios.
R./ Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo consagrados.


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



MARTES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 13, 1-14

Consejos varios

Hermanos: Sométase todo individuo a las autoridades constituidas; no existe autoridad sin que lo disponga Dios y, por tanto, las actuales han sido establecidas por él. En consecuencia, el insumiso a la autoridad se opone a la disposición de Dios y los que se le oponen se ganarán su sentencia.

De hecho, los que mandan no son una amenaza para la buena acción, sino para la mala. ¿Quieres no tener miedo a la autoridad? Sé honesto y tendrás su aprobación, pues ella es agente de Dios para ayudarte a lo bueno. En cambio, si no eres honesto, teme, que por algo lleva la espada: es agente de Dios, ejecutor de su reprobación contra el delincuente.

Por eso forzosamente hay que estar sometido no sólo por miedo a esa reprobación, sino también por motivo de conciencia. Y por la misma razón pagáis impuestos, porque son funcionarios de Dios dedicados en concreto a esa misión. Pagad a cada uno lo que le debáis: impuesto, contribución, respeto, honor, lo que corresponda.

A, nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás», y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación esta más cerca que cuando empezamos a creer. La noche esta avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo, y que el cuidado de vuestro cuerpo no fomente los malos deseos.

 

RESPONSORIO      Rom13,8; Gal 5,14
 
R./ A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; * porque el que ama ha cumplido el resto de la ley.
V./ Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
R./ Porque el que ama ha cumplido el resto de la ley.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Comienza la carta a los Romanos (1, 1-2, 2: Funck 1, 213-215)

No quiero agradar a los hombres, sino a Dios

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia que ha alcanzado misericordia por la majestad del Padre altísimo y de Jesucristo, su Hijo Unico; a la Iglesia amada e iluminada por la voluntad de aquel que ha querido todo lo que existe, según la caridad de Jesucristo, nuestro Dios; Iglesia, además, que preside en el territorio de los romanos, digna de Dios, digna de honor, digna de ser llamada dichosa, digna de alabanza, digna de alcanzar sus deseos, de una loable integridad, y que preside a todos los congregados en la caridad, que guarda la ley de Cristo, que está adornada con el nombre del Padre: para ella mi saludo en el nombre de Jesucristo, Hijo del Padre. Y a los que están adheridos en cuerpo y alma a todos sus preceptos, constantemente llenos de la gracia de Dios y exentos de cualquier tinte extraño, les deseo una grande y completa felicidad en Jesucristo, nuestro Dios.

Por fin, después de tanto pedirlo al Señor, insistiendo una y otra vez, he alcanzado la gracia de ir a contemplar vuestro rostro, digno de Dios; ahora, en efecto, encadenado por Cristo Jesús, espero poder saludaros, si es que Dios me concede la gracia de llegar hasta el fin. Los comienzos por ahora son buenos; sólo falta que no halle obstáculos en llegar a la gracia final de la herencia que me está reservada. Porque temo que vuestro amor me perjudique. Pues a vosotros os es fácil obtener lo que queráis, pero a mí me sería difícil alcanzar a Dios, si vosotros no me tenéis consideración.

No quiero que agradéis a los hombres, sino a Dios, como ya lo hacéis. El hecho es que a mí no se me presentará ocasión mejor de llegar hasta Dios, ni vosotros, con sólo que calléis, podréis poner vuestra firma en obra más bella. En efecto, si no hacéis valer vuestra influencia, ya me convertiré en palabra de Dios; pero, si os dejáis llevar del amor a mi carne mortal, volveré a ser sólo un simple eco. El mejor favor que podéis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios, mientras el altar está aún preparado; así, unidos por la caridad en un solo coro, podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer venir al obispo de Siria desde oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que el sol de mi vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios!

 

RESPONSORIO     Fil 1,21; Gal 6,14
 
R./ Para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia. * En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
V./ Por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
R./ En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



MIÉRCOLES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 14, 1-23

Ninguno de nosotros vive para sí mismo

Hermanos: Al que tiene la fe débil, hacedle buena acogida sin discutir opiniones. Hay quien tiene fe para comer de todo, otro, en cambio, que la tiene débil, come sólo verduras. El que come de todo, que no desprecie al que se abstiene; el que se abstiene, que no juzgue al que come, pues Dios lo ha acogido. ¿Quién eres tú para poner falta al criado de otro? Que siga en pie o se caiga es asunto de su señor; y en pie se mantendrá, que fuerzas tiene el Señor para sostenerlo.

Este, además, da preferencia a un día sobre otro; en cambio, para aquél cualquier día es bueno. Cada cual esté bien convencido de lo que piensa. El que se preocupa de días determinados, lo hace por el Señor; el que come de todo, lo hace por el Señor, y la prueba es que da gracias a Dios; el que se abstiene, lo hace por el Señor, y también da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque está escrito: «Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua». Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo.

Por tanto, basta ya de juzgarnos unos a otros; mejor será que adoptéis por criterio no poner obstáculo ni escandalizar a ningún hermano. Por Jesús, el Señor, sé y estoy convencido de que nada es impuro de por sí; algo es impuro para el que lo tiene por impuro y nada más. Ahora que si por comer de algo hieres a tu hermano, ya no estás procediendo como pide el amor. Que por comer tú no se pierda uno por quien Cristo murió.

Conque ese bien que tenéis, que no puedan denigrarlo, porque al fin y al cabo no reina Dios por lo que uno come o bebe, sino por la justicia, la paz y la alegría que da el Espíritu Santo; y el que sirve así a Cristo agrada a Dios, y lo aprueban los hombres.

En resumen: esmerémonos en lo que favorece la paz y construye la vida común. No destruyas la obra de Dios por una cuestión de comida; todo es puro, pero está mal comer causando escándalo. Mejor es abstenerse alguna vez de carne o vino o de lo que sea, si eso es obstáculo para tu hermano; esa convicción que tienes, guárdatela para ti, que Dios la ve. Dichoso el que examina las cosas y se forma un juicio; en cambio, el que come con dudas es culpable, porque no procede por convicción, y todo lo que no procede de convicción es pecado.

 

RESPONSORIO     Rom 14,9.8.7
 
R./ Cristo murió y resucitó: para ser Señor de muertos y vivos. * Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
V./ Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
R./ Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos, (3-4: Funck 1, 215-219)

Ser cristiano no sólo de nombre, sino también de hecho

Nunca tuvisteis envidia de nadie, y así lo habéis enseñado a los demás. Lo que yo ahora deseo es que lo que enseñáis y mandáis a otros lo mantengáis con firmeza y lo practiquéis en esta ocasión. Lo único que para mí habéis de pedir es que tenga fortaleza interior y exterior, para que no sólo hable, sino que esté también interiormente decidido, a fin de que sea cristiano no sólo de nombre, sino también de hecho. Si me porto como cristiano, tendré también derecho a este nombre y, entonces, seré de verdad fiel a Cristo, cuando haya desaparecido ya del mundo. Nada es bueno sólo por lo que aparece al exterior. El mismo Jesucristo, nuestro Dios, ahora que está con su Padre, es cuando mejor se manifiesta. Lo que necesita el cristianismo, cuando es odiado por el mundo, no son palabras persuasivas, sino grandeza de alma.

Yo voy escribiendo a todas las Iglesias, y a todas les encarezco lo mismo: que moriré de buena gana por Dios, con tal que vosotros no me lo impidáis. Os lo pido por favor: no me demostréis una benevolencia inoportuna. Dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo.

Halagad más bien a las fieras, para que sean mi sepulcro y no dejen nada de mi cuerpo; así, después de muerto, no seré gravoso a nadie. Entonces seré de verdad discípulo de Cristo, cuando el mundo no vea ya ni siquiera mi cuerpo. Rogad por mí a Cristo, para que, en medio de esos instrumentos, llegue a ser una víctima para Dios. No os doy mandatos como Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles, yo no soy más que un condenado a muerte; ellos eran libres, yo no soy al presente más que un esclavo. Pero, si logro sufrir el martirio, entonces seré liberto de Jesucristo y resucitaré libre como él. Ahora, en medio de mis cadenas, es cuando aprendo a no desear nada.

 

RESPONSORIO     Gal 2,19-20
 
R./ Yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, * que me amó y se entregó por mí.
V./ Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.
R./ Que me amó y se entregó por mí.


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



JUEVES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 15, 1-13

Procuremos cada uno dar satisfacción
al prójimo en lo bueno

Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con que te afrentaban cayeron sobre mí». Es un hecho que todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.

Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, como es propio de cristianos, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

En una palabra, acogeos mutuamente como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas, y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre». Y en otro lugar:

«Alegraos, naciones, con su pueblo». Y de nuevo: «Alabad, naciones todas, al Señor; ensalzadlo todos los pueblos». Y también Isaías: «Retornará la raíz de Jesé, el vástago reinará sobre los pueblos; los pueblos esperarán en él».

Que el Dios de la esperanza colme vuestra fe de alegría y de paz, para que con la fuerza del Espíritu Santo desbordéis de esperanza.

 

RESPONSORIO
 
R./ El Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; * de este modo, unánimes, a una voz, vosotros daréis gloria a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
V./ Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios.
R./ De este modo, unánimes, a una voz, vosotros daréis gloria a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos (5-6: Funck I, 219-221)

Permitid que imite la pasión de mi Dios

Desde Siria hasta Roma vengo luchando ya con las fieras, por tierra y por mar, de noche y de día, atado como voy a diez leopardos, es decir, a un pelotón de soldados que, cuantos más beneficios se les hace, peores se vuelven. Pero sus malos tratos me ayudan a ser mejor, aunque tampoco por eso quedo absuelto. Quiera Dios que tenga yo el gozo de ser devorado por las fieras que me están destinadas; lo que deseo es que no se muestren remisas; yo las azuzaré para que me devoren pronto, no suceda como en otras ocasiones que, atemorizadas, no se han atrevido a tocar a sus víctimas. Si se resisten, yo mismo las obligaré.

Perdonadme lo que os digo; es que yo sé bien lo que me conviene. Ahora es cuando empiezo a ser discípulo. Ninguna cosa, visible o invisible, me prive por envidia de la posesión de Jesucristo. Vengan sobre mí el fuego, la cruz, manadas de fieras, desgarramientos, amputaciones, descoyuntamiento de huesos, seccionamiento de miembros trituración de todo mi cuerpo, todos los crueles tormentos del demonio, con tal de que esto me sirva para alcanzar a Jesucristo.

De nada me servirían los placeres terrenales ni los reinos de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que reinar en los confines de la tierra. Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó. Se acerca ya el momento de mi nacimiento a la vida nueva. Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida, no queráis que muera; si lo que yo anhelo es pertenecer a Dios, no me entreguéis al mundo ni me seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios. El que tenga a Dios en sí entenderá lo que quiero decir y se compadecerá de mí, sabiendo cuál es el deseo que me apremia.

 

RESPONSORIO
 
R./ Todo eso que para mí era ganancia, lo consideré pérdida a causa de Cristo. * Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte.
V./ Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura.
R./ Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte,


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



VIERNES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 15, 14-33

Ministerio de Pablo

Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis de buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaron unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco. Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi acción sacra consiste en anunciar el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios.

Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del evangelio de Cristo. Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán».

Las más de las veces ha sido precisamente lo que me ha impedido ir a visitaros; ahora, en cambio, no tengo ya campo de acción en estas regiones, y como hace muchos años que siento muchas ganas de haceros una visita, de paso para España..., porque espero veros al pasar y que vosotros me facilitéis el viaje; aunque primero tengo que disfrutar un poco de vuestra compañía.

Por el momento me dirijo a Jerusalén, prestando un servicio a los consagrados; porque Macedonia y Grecia han decidido dar una muestra de solidaridad a los pobres entre los consagrados de Jerusalén. Lo han decidido, sí, y de hecho se lo deben, porque si los demás pueblos han compartido sus bienes espirituales, les deben a su vez, una ayuda en lo material.

Concluido este asunto y entregado el producto de la colecta, saldré para España pasando por vuestra ciudad, y sé que mi ida ahí cuenta con la plena bendición de Cristo.

Por nuestro Señor Jesucristo, y por el amor que inspira el Espíritu os pido ahora un favor, hermanos: luchad a mi lado pidiendo a Dios que escape de los incrédulos de Judea y que este servicio mío a Jerusalén sea bien acogido allí por los consagrados. De esta manera, si Dios quiere, podré ir a veros contento y descansaré un poco en compañía vuestra.

El Dios de la paz esté con todos vosotros. Amén.

 

RESPONSORIO     Rom 15,15.16; 1,9
 
R./ Lo he hecho en virtud de la gracia que Dios me ha otorgado: ser ministro de Cristo Jesús para con los gentiles, ejerciendo el oficio sagrado del Evangelio de Dios, * para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, sea agradable.
V./ Dios, a quien sirvo en mi espíritu anunciando el Evangelio de su Hijo.
R./ Para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, sea agradable.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos (7-8: Funck 1, 121-123)

Os escribo en vida, pero deseando morir

El príncipe de este mundo me quiere arrebatar y pretende arruinar mi deseo, que tiende hacia Dios. Que nadie de vosotros, los aquí presentes, lo ayude; poneos más bien de mi parte, esto es, de parte de Dios. No queráis a un mismo tiempo tener a Jesucristo en la boca y los deseos mundanos en el corazón. Que no habite la envidia entre vosotros. Ni me hagáis caso si, cuando esté aquí, os suplicare en sentido contrario; haced más bien caso de lo que ahora os escribo. Porque os escribo en vida, pero deseando morir. Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de los deseos terrenos, únicamente siento en mi interior la voz de una agua viva que me habla y me dice: «Ven al Padre». No encuentro ya deleite en el alimento material ni en los placeres de este mundo. Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible.

No quiero ya vivir más la vida terrena. Y este deseo será realidad si vosotros lo queréis. Os pido que lo queráis, y así vosotros hallaréis también benevolencia. En dos palabras resumo mi súplica: hacedme caso. Jesucristo os hará ver que digo la verdad, él que es la boca que no engaña, por la que el Padre ha hablado verdaderamente. Rogad por mí, para que llegue a la meta.

Os he escrito no con criterios humanos, sino conforme a la mente de Dios. Si sufro el martirio, es señal de que me queréis bien; de lo contrario, es que me habéis aborrecido.

 

RESPONSORIO       Col 1, 24.29
 
R./ Me alegro de mis sufrimientos por vosotros: * Así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia.
V./ Por este motivo lucho denodadamente con su fuerza, que actúa poderosamente en mí.
R./ Así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia.


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



SÁBADO


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 16, 1-27
Recomendaciones, saludos y doxología

Hermanos: Os recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas; recibidla como cristianos, como corresponde a gente consagrada; poneos a su disposición en cualquier asunto que necesite de vosotros, pues lo que es ella se ha hecho abogada de muchos, empezando por mí.

Saludos a Prisca y Aquila, colaboradores míos en la obra de Cristo Jesús; por salvar mi vida expusieron su cabeza, y no soy yo solo quien les está agradecido, también todas las iglesias del mundo pagano. Saludad a la iglesia que se reúne en su casa.

Saludos a mi querido Epéneto, el primer convertido de Cristo en Asia. Saludos a María, que ha trabajado mucho por vosotros. Saludos a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo. Saludos a Ampliato, mi amigo en el Señor. Saludos a Urbano, colaborador mío en la obra de Cristo, y a mi querido Estaquis. Saludos a Apeles, que ha dado pruebas de ser todo un cristiano.

Saludos a la familia de Aristóbulo. Saludos a Herodión mi paisano. Saludos a los cristianos de la casa de Narciso. Saludos a Trifena y Trifosa, que trabajan duro por el Señor. Saludos a mi amiga Pérside, que ha trabajado tanto por el Señor. Saludos a Rufo, ese cristiano eminente, y a su madre, que también lo es mía.

Saludos a Asíncrito, a Flegón, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que viven con ellos. Saludos a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpio y a todos los consagrados que están con ellos.

Saludaos unos a otros con el beso santo. Todas las iglesias de Cristo os saludan.

Por favor, hermanos, estad en guardia contra esos que crean disensiones y escándalos opuestos a la doctrina que habéis aprendido; evitadlos, gente de ésa no está al servicio de Cristo nuestro Señor, sino al de su propio estómago, y con zalamerías y halagos engañan a los ingenuos. Sin duda, la respuesta de vuestra fe ha llegado a oídos de todos, y esto me alegra de vosotros; pero además querría que fueseis listos para lo bueno y simples para lo malo, que el Dios de la paz no tardará en aplastar a Satanás bajo vuestros pies.

El favor de nuestro Señor Jesús os acompañe.

Saludos de mi colaborador Timoteo y de Lucio, Jasón y Sosípatro. Yo, Tercio, que escribo la carta, os mando un saludo cristiano. Os saluda Gayo, que me hospeda, y toda esta iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto.

Al que puede fortaleceros según el evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús —revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe—, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

RESPONSORIO      Rom 16,19; Mt 10,16
 
R./ La fama de vuestra obediencia se ha divulgado por todas partes; de aquí que yo me alegre por vosotros; * pero deseo que seáis sensatos para el bien e inmunes al mal.
V./ Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
R./ Pero deseo que seáis sensatos para el bien e inmunes al mal.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos (9-10: Funck 1, 223)

Os saluda mi espíritu y la caridad de las Iglesias

Acordaos en vuestras oraciones de la iglesia de Siria, que privada ahora de mí, no tiene otro pastor que el mismo Dios. Sólo Jesucristo y vuestro amor harán para con ella el oficio de obispo. Yo me avergüenzo de pertenecer al número de los obispos; no soy digno de ello, ya que soy el último de todos y un abortivo. Sin embargo, llegaré a ser algo, si llego a la posesión de Dios, por su misericordia.

Os saluda mi espíritu y la caridad de las Iglesias que me han acogido en el nombre de Jesucristo, y no como un transeúnte. En efecto, incluso las Iglesias que no entraban en mi itinerario corporal acudían en cada una de las ciudades por las que pasaba.

Os escribo desde Esmirna, por medio de unos efesios verdaderamente dignos de ser proclamados bienventurados. Entre otros, está también conmigo Croco, que me es muy querido. Respecto a los que, desde Siria, me han precedido a Roma a gloria de Dios, creo que los conocéis. Decidles que llegaré pronto. Todos son dignos de Dios y de vosotros, y conviene que les agasajéis en todo.

Adiós. Sed fuertes hasta el fin, soportándolo todo por Jesucristo.

 

RESPONSORIO
 
R./ Yo procuro contentar en todo a todos, * no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
V./ Todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
R./ No buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.


 
ORACIÓN
 
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.