Romano Guardini:
recordando a un gran maestro

Para los jóvenes siempre nos es grato encontrar autores que nos aportan aire fresco para la reflexión y el vivir. Ante una época que se denomina "posmoderna" y "postcristiana", hacen falta maestros de pensamiento y vida que nos propongan caminos poco transitados, caminos que nos sostengan en la alegría de vivir y no sólo en la conciencia de la muerte (el ser-para-la-muerte del que habla Martin Heidegger), o el dolor, caminos que nos animen a buscar el sentido último de la existencia, sin tener que claudicar ante el nihilismo pesimista (como el de Emil Cioran), o un nihilismo lúdico, estetizante y optimista, al estilo de Gianni Vattimo.

En este 2004 conmemoramos los 36 de la muerte de uno de estos maestros de vida: Romano Guardini. Teólogo, filósofo y educador, Guardini fue un testigo privilegiado del siglo XX, y con el siglo XX pensó y dialogó a través de los representantes del malestar de la cultura occidental europea: Oswald Spengler, Karl Adam, Arnold Toynbee, Rainer Maria Rilke, Martin Heidegger, etc.

Dialogó con las distintas expresiones del hombre contemporáneo a través de las cuales trata de buscar nuevos causes de sentido: literatura, arte, ciencia, religión. Su constante diálogo es la razón de que Guardini haya producido una cantidad enorme de libros y artículos, los cuales aún conservan actualidad.

Sin embargo, a la par que Guardini dialogaba con estas expresiones, también pensaba a través de su pertenencia eclesial. Guardini es el teólogo del "espíritu de la liturgia", de la visión cristiana del hombre, el teólogo que analiza la religiosidad humana, aquel que, según algunos autores, anticipó varios temas del Concilio Vaticano II, en definitiva, es el teólogo de una Iglesia que se ve como comunidad cuya fuente de vida no la da la historia, el poder, una teoría del hombre o de Dios, sino la fuerza del Dios vivo encarnado: Jesucristo.

Afirma Guardini: "cuando se experimenta un gran amor, todo se vuelve un acontecimiento en su ámbito". Con estas palabras, se refería a la naturaleza de la experiencia cristiana: el cristianismo es un hecho, un acontecimiento que impacta a cualquier hombre y mujer. Su impacto genera un atractivo, un atractivo que mueve la vida.

Así pues, esperamos que con este nuevo espacio que se abre en Mercabá, se logre, por una parte, impactar al lector con textos de Guardini y sobre Guardini, de tal manera que se adentre en sus obras, y con esto, se logre, por otra parte, una mejor comprensión de la misión de la Iglesia y el cristiano en el mundo. Guardini nos dejó una lección: no se evangeliza a través de la actitud reaccionaria que rechaza todo lo que proviene del mundo, sino que, a través de un auténtico diálogo, ganemos, palmo a palmo, el mundo a la "belleza que salva" (Dostoievsky).

Esperamos, querido lector, que esta sección sea de tu agrado.

Sergio Rubén Maldonado