Estudio sobre la demanda de ayuda a morir

POR EL GRUPO DE CUIDADOS PALIATIVOS DEL INSTITUTO NACIONAL DEL CÁNCER DE MILÁN

MILAN, 19 mar 2001.- De novecientos pacientes seguidos el año pasado en el Instituto de Tumores de Milán, sólo uno pidió que se le ayudara a morir. Y este único enfermo, una vez sometido a tratamientos paliativos que mitigaron el dolor, cambió de idea.

Según el estudio, publicado ayer por el diario italiano Avvenire, entre los enfermos de cáncer, el índice de suicidios es inferior a la media de la población sana.

De una muestra de 17.964 pacientes investigados en Italia en estos años por el Instituto de Tumores de Milán, se han dado cinco suicidios, esdecir el 0,027% y una media similar se da en otros países europeos.

Mientras los medios de comunicación se hacen eco de las campañas en favor de la eutanasia para estos enfermos terminales, en los pasillos de los hospitales no suele ser un argumento frecuente, concluyen los autores del estudio.

Al contrario, el estudio constata que el cáncer desarrolla en la persona un fuerte apego a la vida.

Franco De Conno, responsable de Terapias Paliativas del Instituto de Tumores, afirma que más allá de la legitimidad o no de la eutanasia «el problema es ofrecer a todos la posibilidad de soportar la enfermedad sin sufrimientos inútiles».

La eutanasia en Holanda cuesta, se ha dicho en este congreso, unos 3.600 dólares. Según explica De Conno en declaraciones a Avvenire, es «un negocio para las clínicas que practican la eutanasia, así como para las empresas de seguros y para el servicio sanitario que así se liberan del peso de la asistencia a un enfermo que, cuando no es asistido adecuadamente, la única cosa que pide es morir cuanto antes».

De Conno reconoce que el debate sobre la eutanasia ha llegado a Italia. La estancia diaria de un paciente terminal en un hospital de la red sanitaria pública cuesta unos 180 dólares al día. De este modo, la eutanasia podría ser una tentación para solucionar un problema de mantenimiento del sistema público.

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