RELACIÓN ENTRE ENCARNACIÓN, PROYECTO DE
DIOS Y PECADO DEL HOMBRE
UN TEXTO DE ESCOTO
Op. Oxon. 1.
III, d. 7, q. 3.
CUESTIÓN
I:
¿Fue
Cristo predestinado a ser el Hijo de Dios?
En
tercer lugar me pregunto si Cristo fue predestinado a ser Hijo de Dios
Pruebas en contrario
No fue predestinado a ser Hijo de Dios en cuanto ya era
Hijo de Dios, porque en ese caso hubiera existido antes de ser predestinado. La
predestinación supone que alguien es destinado a una finalidad que se dará en
el futuro.
Tampoco fue predestinado en cuanto era hombre, porque si
alguien es predestinado a ser una realidad distinta a lo que es en la
actualidad, es porque de alguna manera ya es lo que ha sido predestinado a ser.
Si decimos que fue predestinado a ser Hijo de Dios en cuanto que era hombre,
afirmamos que el ya era Hijo de Dios en cuanto era hombre, lo cual es falso.
Por el contrario
Leemos en Rom. 1, 3-4: Factus est ex semine David qui
praedestinatus est esse Filius Dei in virtute. (Fue hecho del semen de David
aquel que fue predestinado a ser Hijo de Dios en poder)
ARGUMENTACIÓN
La predestinación es en primer término la preordenación
de alguien a la gloria y en segundo lugar la preordenación de las demás cosas
que están en orden a la gloria.
Este es el modo por el que la naturaleza humana en Cristo
ha sido preordenada a la gloria.
La unión de la naturaleza humana en el Verbo está en
orden a la gloria, dado que de la Unión con el Verbo le viene la gloria excelsa
que le ha sido dispensada.
Por razones de conveniencia hemos de afirmar que también
los méritos están bajo la predestinación. Sin ellos la naturaleza no tendría
una gloria tan grande. Por más que admitamos que los méritos no caen bajo la
predestinación.
Así como esta naturaleza ha sido predestinada a unirse al
Verbo, del mismo modo el Verbo ha sido predestinado a ser hombre y a este hombre
a ser Verbo.
Las consecuencias se prueban de modo semejante, tal como
ha sido dicho de las acciones pasivas.
Puedes argüir
La predestinación en primer lugar mira a la persona. Por
lo tanto primero tenemos que saber cuál es la persona predestinada en primer
término por Dios a la gloria y luego a esta unión en orden a la gloria.
Ninguna de las personas divinas han sido predestinadas a
esta unión: ni la persona del Verbo en cuanto Verbo, como es evidente.
Tampoco pueden haber sido predestinadas las personas que
subsisten en la naturaleza humana, porque de ese modo la unión con el Verbo se
inscribiría dentro de la naturaleza humana.
Respondo:
No es cierto que la predestinación mire solamente a la
persona. Porque Dios es libre de amar a todo bien diferente de sí mismo, y no
lo podemos limitar su amor a una persona o naturaleza. De modo que puede
predestinar o preordenar bienes diferentes a sí mismo siempre que le parezca
conveniente.
De por sí Dios puede determinar que también una
naturaleza y no solo las personas estén destinada a la gloria y a la unión en
orden a la gloria.
Aunque es cierto que con excepción de este caso muy
particular de Cristo, en todos los demás casos la predestinación mira a la
persona.
En ningún otro caso Dios preordenó el bien de la
naturaleza sino preordenando el bien de la persona. De hecho la naturaleza
solamente subsiste en una persona creada que pueda ser de ese modo preordenada
al bien. Pero este caso es diferente.
Aquí aparecen dos dudas:
La primera, si la
predestinación pre-exija necesariamente la caída de la naturaleza humana,
porque en eso parecen consentir muchas autoridades, que afirman que el Hijo
nunca se hubiese encarnado si el hombre no hubiere caído.
Podemos afirmar sin prejuicio que la predestinación de
alguien a la gloria precede naturalmente a la presciencia del pecado o de su
condenación. Esto es mucho más verdadero si lo referimos a la predestinación
del alma que era predestinada a la gloria suprema.
El Querer Ordenado parece que generalmente quiere primero
lo que está más cercano al fin.
Primero quiere para alguien la gloria y luego la gracia.
Entre los predestinados para la gloria en primer lugar
quiere ordenadamente la gloria de aquel que está más cercano al fin y en
consecuencia quiere primero la gloria para su alma y luego la gloria para todas
las demás almas.
Para todos primero quiere la gloria y la gracia antes de
haber previsto los opuestos (el pecado y la condena).
Todas las autoridades parecen coincidir en la afirmación de que Cristo
no hubiera venido como redentor si el hombre no hubiere caído.
Parece que también afirman que tampoco en ese caso hubiere venido como pasible.
No hubiera habido ninguna necesidad de que aquella alma
eternamente gloriosa, a la cual Dios preordenó a la gloria suprema y eterna,
estuviese unida a un cuerpo pasible.
Quizá no tendría que haber sido realizada la redención
si el hombre no hubiere pecado.
Pero de aquí no podemos concluir que solamente por
motivos de la redención Dios haya predestinado aquella alma a tanta gloria.
La gloria del alma de Cristo es un bien mucho mayor que la
redención y la gloria del alma a ser redimida.
No es verosímil que un bien tan excelso haya sido
ocasionado solamente por un bien menor.
Tampoco es creíble que hubiera predestinado mucho antes a
Adán que a Cristo a la posesión de un bien tan excelente.
Y es un absurdo afirmar que cuando Dios predestinó Adán
a la gloria previó su caída en el pecado antes de haber predestinado a Cristo
a la gloria. Este extravagancia se deduce de la afirmación que la
predestinación de Cristo tuvo sentido solamente por la redención de los
hombres.
Hemos de afirmar que, con anterioridad de la previsión de
naturaleza alguna del pecador o del pecado o de la pena, Dios eligió para su
corte celestial a todos lo que quiso, ángeles y hombres, en sus órdenes
ciertos y determinados.
Nadie puede haber sido predestinado solamente en
previsión de la caída de otro. No es conveniente que alguien saque provecho de
la caída ajena.
La segunda duda es si
primero Dios previó la unión de esta naturaleza al Verbo o su ordenamiento a
la gloria.
Se puede afirmar que en la acción del artífice el
proceso de la ejecución es contrario al de la intención.
En el orden de la ejecución Dios primero unió a sí la
naturaleza humana y luego le concedió la gracia suprema o la gloria.
Pero en el orden de la intención sucede al contrario.
Primero quiso Dios que una naturaleza no suprema tenga la
gloria suprema, demostrando que no era conveniente conferirle la gloria según
el orden de las naturalezas.
Como en segundo término quiso que tal naturaleza
subsistiese en la persona del Verbo, de modo que no se pudiera deducir que el
ángel es inferior al hombre.
Respondo a los argumentos en contrario
Admitimos que cuando decimos en "cuanto hombre",
queremos afirmar que Cristo ha sido predestinado a ser Hijo de Dios en cuanto
hombre.
La expresión "en cuanto" expresa la
razón formal por la cual el la expresión a la cual se aplica –hombre en este
caso - se asume en sí mismo.
Es decir, queremos formalmente afirmar que aquel hombre es
Dios.
Más claro: aquel hombre, o sea aquella persona en cuanto
existente en una naturaleza humana, existió con anterioridad a la
predestinación para ser Dios, de modo que ese hombre ha sido
hecho Dios.
La expresión "en cuanto" puede también
significar en sentido estricto una repetición explicativa: hombre en cuanto
hombre". En ese caso indicar cual es la causa por la que el predicado
se incorpora al sujeto.
De este modo, no es Dios en cuanto hombre, porque
Dios no puede ser efecto de la humanidad.
Se puede hacer también otra distinción en esta
afirmación.
Decimos que es Dios "en cuanto"
predestinado a ser Dios. Este "en cuanto" determina el sentido
del acto de predestinar: en cuanto es predestinado es precisamente Dios. El
término significa que por la predestinación es Dios en cuanto es Dios.
Del primer modo la proposición mayor es falsa y la menor
verdadera.
Del segundo modo la mayor es verdadera y la menor es
falsa.
En tercer lugar podemos afirmar, y con mayor verdad que:
Ni en cuanto hombre ni en cuanto Dios ha sido predestinado
a ser Hijo de Dios, porque ser predestinado a ser Hijo de Dios, comporta dos
cosas: en una el ser predestinado requiere la dimensión temporal, es decir ser
hombre; el otro comporta ser eterno, vale decir ser Hijo de Dios.
Ambos términos, por más que no son idénticos en
naturaleza, confluyen en la ejecución: el término de la predestinación le
compete al temporal; al eterno le corresponde ser el Hijo de Dios.
Dado que ambos términos no se corresponden entre sí por
tener una naturaleza común, tenemos que introducir otro factor, otro "en
cuanto" en relación a todo el predicado.
Es otra la causa de ambos en el predicado.
Por
lo cual hablando con propiedad ni en cuanto hombre ni en cuanto Dios o Hijo de
Dios ha sido predestinado a ser Dios o Hijo de Dios.
Gentileza
de http://www.franciscanos.net
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