Interpretación y valorización de la obra de Teilhard

P. Jaime Arturo Franco Esparza sdb
http://iieh.com/autores/jfranco....
Dr. en Teología Dogmática. Director del Departamento de Investigación del Instituto Salesiano de Estudios Superiores ISES

 

En la historia de la humanidad han existido personajes célebres que con su vida y sus aportaciones han representado auténticas mutaciones. Teilhard de Chardin ha sido uno de esos espíritus que han cambiado algo en una época. El Jesuita ha sido considerado por varios estudiosos como un gran pensador que -con su peculiar manera de hacer ver las cosas y de interpretar los acontecimientos de la historia-, hizo revolucionar la mentalidad del hombre moderno presentándole el universo como si fuese un templo [ Nota 1 ].

 

 

1. Tres fases de múltiples y diversas interpretaciones

Los escritos de Teilhard han sido objeto de una vasta cantidad de comentarios. En pocos años su obra se ha convertido en "Best-Seller", suscitando debates apasionantes y juicios contrarios y favorables [ Nota 2 ]. La gran cantidad de interpretaciones, con el correr del tiempo, se ha podido clasificar e individuar determinando lo que es más característico de cada período. Son tres las etapas interpretativas que algunos han puesto en evidencia entorno a la obra de Teilhard [ Nota 3 ].


 

1.1 Fase de las controversias

Está caracterizada por la vivacidad y la polémica apasionada, que va desde el año 1955 -advirtiéndose ya en la publicación de algunos escritos ciclostilados cuando todavía estaba vivo Teilhard, alrededor del año 1950-, hasta el año 1965 aproximadamente. Fue el tiempo de "la marea alta de la moda teilhardiana" en la cual coexistieron las críticas severas y los grandes elogios [ Nota 4 ].

Hubo quien puso fuertemente el acento en el aspecto negativo de la obra de Teilhard, calificándolo como herético [ Nota 5 ], idólatra [ Nota 6 ], apóstata [ Nota 7 ], demasiado poco cerebral [ Nota 8 ], figura moderna del anti-Cristo [ Nota 9 ], espíritu falso y objetivamente peligroso [ Nota 10 ], un modernista y evolucionista hegeliano [ Nota 11 ], un romancero novelesco más que un hombre de ciencia [ Nota 12 ] y otras críticas en esta misma línea.

Otros, por el contrario, con un espíritu de mayor apertura, pusieron el acento en el aspecto positivo, considerándolo como profeta [ Nota 13 ], figura del siglo XX [ Nota 14 ], maestro de la cultura contemporánea [ Nota 15 ], científico al servicio de la fe [ Nota 16 ], hombre de oración y obediencia [ Nota 17 ], hombre de aportes e intuiciones [ Nota 18 ], optimista [ Nota 19 ], misionero testigo del amor [ Nota 20 ], y también lo consideraron como un cristiano místico y fiel a la Iglesia [ Nota 21 ].

Podemos decir a fin de cuentas que, toda esta serie de controversias y reacciones, ha caracterizado este período con múltiples y diversos matices interpretativos [ Nota 22 ].


 

1.2 Fase de las interpretaciones globales

Después de varios años de controversias, y debido no sólo a los datos adquiridos en las discusiones, sino también a la publicación y al conocimiento más profundo de los escritos inéditos de Teilhard, daba inicio otro período conocido como la "fase de las interpretaciones globales". Dicho período comenzó aproximadamente desde el año 1966 hasta nuestros días y se caracterizó por una mayor apertura, lo que permitió afrontar la obra de Teilhard en todos sus componentes.

Existen varios estudios globales que reúnen la mayoría de los aspectos de la obra de Teilhard. Entre los más significativos se encuentra el denso trabajo de Émile Rideau que, a través de un análisis global y sintético, pone de manifiesto con rigor y objetividad el pensamiento de Teilhard interpretado en términos de fenomenología [ Nota 23 ]. Casi en la misma línea, pero en términos de filosofía de la naturaleza, se ubica el trabajo de Bruno de Solages [ Nota 24 ].

Hay otros estudios que no presentan precisamente en forma demasiado sistemática todos los aspectos del pensamiento de Teilhard; sin embargo, puede captarse en ellos un profundo conocimiento de la obra del Jesuita, que pone de manifiesto la visión global de las intuiciones teilhardianas. Algunos de estos trabajos son, por ejemplo, los de Norbert Max Wildiers [ Nota 25 ], Henri de Lubac [ Nota 26 ], Claude Cuénot [ Nota 27 ], Gérard-Henry Baudry [ Nota 28 ], Peter Schellenbaum [ Nota 29 ], René d'Ouince [ Nota 30 ] y Pierre Leroy [ Nota 31 ].


 

1.3 Fase de las interpretaciones monográficas

La última parte es conocida como el período de las "interpretaciones monográficas". Se inicia juntamente con la etapa anterior de las interpretaciones globales y profundiza algunos aspectos particulares de la obra de Teilhard. Dicha fase llega hasta nuestros días [ Nota 32 ].

Los aspectos que más han atraído la atención de los estudiosos en la obra de Teilhard son: el biográfico [ Nota 33 ], el científico-evolucionista [ Nota 34 ], el filosófico [ Nota 35 ], el psicológico [ Nota 36 ], el del sentido de la historia [ Nota 37 ], el metodológico [ Nota 38 ], el político-económico [ Nota 39 ], el ético-moral [ Nota 40 ], el de la dimensión femenina [ Nota 41 ], el estético-artístico [ Nota 42 ], el pedagógico [ Nota 43 ] y el teológico [ Nota 44 ].

Esta variedad de aspectos tratados por los estudiosos no ha impedido enfocar la obra teilhardiana desde otros puntos de vista. Se trata de enfoques a partir de los cuales la obra del Jesuita ha sido valorizada e interpretada con acentuaciones diversas; por ejemplo, el enfoque cristiano-católico [ Nota 45 ], el marxista [ Nota 46 ], el racionalista [ Nota 47 ], el protestante [ Nota 48 ], el ecológico-cultural [ Nota 49 ], y el enfoque de movimientos religiosos [ Nota 50 ].


 

2. Hacia una nueva fase de reinterpretación teilhardiana

Sin entrar en detalles, ya podemos darnos cuenta de algo evidente: aunque la marea alta de la "moda teilhardiana" ya pasó, los estudios hechos sobre su persona y su obra muestran que Teilhard ha sido una figura compleja que hizo historia apasionando los espíritus intelectuales con su pensamiento [ Nota 51 ].


 

2.1 Valorización general de las interpretaciones

La gran cantidad de interpretaciones hechas sobre la obra teilhardiana comprende un lapso no mayor de cincuenta años divididos en tres fases interpretativas. Cada una de las fases ha pasado ya por su época de máximo auge. Cabe constatar sin embargo, que todavía en la actualidad existen algunos indicios de interpretaciones que -aunque de manera sutil- parecen tomar de nuevo posición a favor o en contra del pensamiento de Teilhard, privilegiando los aspectos positivos o negativos de su obra [ Nota 52 ]. Son interpretaciones que ponen en evidencia lo paradójico de las posturas. Por una parte se encuentran críticas que acentúan el influjo positivo ejercido por Teilhard en científicos, filósofos, teólogos, escritores, políticos y aún hasta en el ambiente eclesiástico en donde los ecos de su pensamiento han resonado en la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano Segundo [ Nota 53 ]. Por otra, existen críticas que no sólo han acentuado lo negativo, sino también han manifestado un rotundo rechazo hacia la obra del Jesuita. Una neta oposición que tal vez pueda explicarse debido a varios motivos. El primero de ellos, de carácter institucional, está vinculado a las reservas tanto de las más altas instancias de la Orden de los Jesuitas, como por parte del Magisterio de la Iglesia (Suprema Congregación del Santo Oficio) representado por la "Academia Pontificia Romana de Teología".

El parecer de estas autoridades a través de sus reservas oficiales ha favorecido sin duda -de una u otra manera- la valorización negativa de la obra en general. El siguiente motivo, más informal, está vinculado al impacto que causó la novedad del pensamiento teilhardiano: la manera original en su proceder metodológico, la aparición inmediata del primer ensayo que presuponía escritos precedentes, la recensión apresurada del mismo y la publicación incompleta de sus ensayos, fueron otros factores que influyeron también de manera considerable en la tarea interpretativa. Un tercer motivo, en orden a la "profesionalidad", está en íntima relación con las críticas diletantes carentes de una adecuada fundamentación científica y en las que se refleja un conocimiento parcial e impreciso de la obra del Jesuita. En tal sentido han surgido críticas superficiales basadas en otras interpretaciones; críticas de grave intolerancia y que, difamando al autor, han desvirtuado su pensamiento. Por último -entre los motivos de mayor relieve-, se encuentra la dificultad de orden histórico: bajo el influjo de las crisis suscitadas por las revoluciones culturales del tiempo, aparecieron interpretaciones que eran auténticas reacciones provocadas por los nuevos paradigmas. Dichos paradigmas cuestionaban concepciones y representaciones que por mucho tiempo fueron intocables. Reacciones críticas que no sólo fueron la causa principal de las grandes controversias, sino que también, en cierto modo, fueron una especie de "termómetro" que detectaba algo sintomático: los indicios históricos que auspicaban un cambio de mentalidad y de actitud tanto en la sociedad como en la Iglesia [ Nota 54 ].

Ciertamente hay varios aspectos de la obra de Teilhard que necesitan ser tratados con debida cautela. Por ejemplo, el léxico utilizado por él para exponer su síntesis; el contexto de las expresiones lingüísticas que requiere un adecuado enfoque; el cambio de perspectiva mediante el cual las concepciones y los argumentos tradicionales adquieren otros matices semánticos; la visión de conjunto que pide de por sí ser estudiada en su integridad; y en fin, la complejidad del autor y de su obra que requiere un estudio más especializado basado directamente en sus escritos [ Nota 55 ]. Por otra parte se encuentran también motivos que hacen estimar la obra de Teilhard como fascinante y en grado de ser juzgada de una manera más adecuada. Algunos de estos son: la presentación de un cristianismo no lejano sino abierto a la mentalidad científica del hombre contemporáneo; la visión de un universo no estático ni cíclico sino dinámico y en evolución; el énfasis de la percepción orgánica que hace descubrir en todo una unidad y un movimiento de convergencia; el rol decisivo dado a Cristo como mediador entre lo divino, lo humano y lo cósmico; la dimensión escatológica del porvenir, que confiere a los acontecimientos del presente el impulso necesario para vivir con mayor plenitud -y con un sentido más agudo de la responsabilidad histórico-práxica- el evento cristiano; la novedad de su lenguaje que es signo de querer expresar la totalidad de una realidad percibida en su complejidad; y por último, la coherencia extrema entre su propuesta y su experiencia personal de fe cristiana [ Nota 56 ].

Después de lo que hemos considerado hasta el momento creemos poder afirmar que el Jesuita contribuyó, en su afán por responder a los desafíos contemporáneos, a plantear de manera diferente los enigmas que continuamente aparecen en la historia provocando con ello cambios significativos. Es por eso que pensamos que Teilhard puede ser considerado como no superado del todo, en cuanto que todavía algunos aspectos de su proyecto siguen interesando a los intérpretes de su pensamiento que buscan una respuesta ante los problemas eternos del hombre:

"¿Quiere esto decir que Teilhard ha sido "superado"? [...]. He aquí una cuestión que pide ser abordada con rigor y objetividad. Pues bien, me parece que es preciso decir ante todo algo que a veces es olvidado en razón de su misma obviedad: en la perspectiva de la historia lo que Teilhard hizo ya no puede ser deshecho. Sea cual sea la actitud que se adopte ante su obra, ésta constituirá siempre un capítulo importante en la historia del pensamiento cristiano de la primera mitad de nuestro siglo. Más allá de este hecho indudable, pero obvio, entiendo que hay al menos tres o cuatro planos en su obra que tienen todavía vigencia, tal vez porque responden a problemas eternos" [ Nota 57 ].


 

2.2 Hacia una "cuarta fase" interpretativa: Teilhard, "un nuevo caso Galileo"

Los signos presentes manifestados en el esfuerzo por revalorizar la obra de Teilhard, son la ocasión para constatar una "cuarta fase" que va perfilándose y que probablemente acompañará el fin del siglo y los umbrales del año 2000 [ Nota 58 ]. Una fase interpretativa que comienza a caracterizarse por una mayor toma de conciencia histórica y que ha tenido como resultado el hecho de reconsiderar de manera más explícita algunos de los problemas ocasionados por los malos entendidos. Este ha sido el caso, por ejemplo, sobre Galileo Galilei [ Nota 59 ].

El Papa Juan Pablo II recibía en audiencia, en la mañana del sábado 31 de Octubre de 1992, a la Sección Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias. Dirigiéndose a los científicos, les decía que el "caso Galileo" debe considerarse como un problema de permanente actualidad, en cuanto que es una cuestión que afronta el diálogo entre los datos de la ciencia y el mensaje de la fe [ Nota 60 ]. En el mismo día en que se llevó a cabo la absolución de la condena de Galileo, un periódico cotidiano comentaba lo siguiente: "El contraste entre ciencia y fe no se repetirá más -ha prometido el Papa Wojtyla-, y la ciencia moderna lo tomará en serio. Hombres de fe y de ciencia como fueron en su tiempo Galileo, o mucho más cercano a nosotros Teilhard de Chardin, no tendrán que sufrir más por tal disidencia" [ Nota 61 ].


 

2.2.1 Galileo y su cosmovisión

Los acontecimientos relativos a Galileo han sido puntos de referencia muy significativos para Teilhard, en cuanto que le han permitido comprender mejor los cambios que modificaron la historia dándole a ésta un nuevo sentido [ Nota 62 ]. El considerar algunos detalles ocurridos en aquellos tiempos de Galileo, puede ser de gran ayuda para valorizar con mayor equilibrio ciertas interpretaciones hechas sobre la obra de Teilhard que -no obstante los años transcurridos-, parece que han sido influidas por las circunstancias históricas en las que imperó una determinada manera de concebir el universo.


 

a) El antecedente galileano: la revolución copernicana

Copérnico nació en Thorn, Polonia (1473-1543). Fue un hombre de estudio. Su gran pasión era la astronomía. A partir del 1505 comenzó a interesarse en la hipótesis según la cual la tierra giraba alrededor del sol, centro inmóvil del universo. Tal hipótesis, conocida con el nombre de "heliocentrismo", cuestionaba la visión antigua comúnmente aceptada. Según ésta, la tierra era inmóvil y el centro del universo; alrededor de ella giraban el sol y los planetas. Dicho sistema llamado "geocentrismo" alcanzó la máxima perfección con Claudio Tolomeo, astrónomo y matemático griego del siglo II d.C. [ Nota 63 ].

Ya desde el siglo V a.C. aparecieron ciertos indicios sobre el heliocentrismo con algunos pitagóricos que hablaban de un "fuego central". Pero el verdadero precursor de Copérnico fue el astrónomo Aristarco de Samos (310-230 a.C.), quien sostenía desde entonces -inspirado por el ideal platónico de la perfección-, que el sol debería ocupar el puesto central en el universo. Dicha filosofía sobre el astro-sol influiría notablemente en la astronomía copernicana. Movido por convicciones metafísicas más que por deducciones científicas, Copérnico llegó a concebir el sol como el astro más perfecto, como el señor y rey del mundo, como un símbolo de lo divino, que debería colocarse, por ser el astro más bello y luminoso, en el puesto de honor, es decir, en el centro del universo. Sirviéndose de tales convicciones, Copérnico comenzó a construir un modelo matemático que permitía calcular los movimientos planetarios colocando el sol como punto de referencia. Ese fue su mérito. A partir de entonces dedicará toda la vida en perfeccionar su modelo astronómico [ Nota 64 ].

A pesar de lo grandioso de su proyecto, Copérnico se abstuvo de publicarlo prematuramente. Ello no impidió que, entre sus amigos, circulasen los manuscritos que resumían los principios de la nueva astronomía; principios que comenzaron a divulgarse por toda Europa. Sólo después de algún tiempo, Copérnico pondría por escrito los resultados de sus investigaciones en una especie de enciclopedia astronómica con el título: De revolutionibus orbium coelestium. El esfuerzo copernicano manifestado en tan colosal obra sintetizaba los nuevos principios que pondrían fin al geocentrísmo. Comenzaban los albores de una nueva astronomía que revolucionaría la mentalidad científica y religiosa que había permanecido indiscutible por tanto tiempo. Empezaba a cambiar el paradigma cultural [ Nota 65 ]. Se iniciaba así la "revolución copernicana". Una revolución que no sólo fue un acontecimiento científico de primera magnitud, inseparable de la cultura, sino también un evento que tuvo amplias implicaciones [ Nota 66 ].

El impacto cultural de tal revolución había sido atenuado por varias eventualidades. Entre ellas, por ejemplo, la estratégica presentación hecha al De revolutionibus. El teólogo luterano Osiander, supervisor de los manuscritos destinados a la publicación -temiendo las reacciones en el ambiente eclesiástico por la audacia de las ideas copernicanas-, explicaba en tono modesto que se trataba solamente de datos aproximativos hechos en vistas a realizar cálculos posteriores más precisos. Tal presentación llena de habilidad y destreza que atestaba el carácter provisorio de las indagaciones jugó un rol histórico decisivo. Contrarrestaba en cierto modo los peligros de la nueva astronomía que parecía falsear la Sagrada Escritura, pues la obra era presentada como un simple ensayo que trataba asuntos ex suppositione. Por otra parte, aunque fue rápida la divulgación de las ideas copernicanas, éstas no suscitaron gran entusiasmo entre los astrónomos del siglo XVI, ya que la mayoría de ellos veían con poco interés el sistema del heliocentrismo. Además existía una cierta inclinación por el modelo astronómico de Tyge Brahe el cual sostenía que los planetas, a excepción de la tierra que permanecía inmóvil, giraban alrededor del sol. Era un sistema astronómico ocasional y sin mayor trascendencia que tenía la ventaja de ser fiel al sentido común y a las nuevas indagaciones sobre el movimiento de los planetas. Esta serie de eventualidades favorecieron que las ideas de Copérnico no tuvieran tanto auge en aquel tiempo. Tales ideas innovativas todavía eran débiles en sus argumentos de fondo. Sería Galileo quien daría más consistencia a dichos argumentos perfeccionando los principios copernicanos [ Nota 67 ].


 

b) La contribución de Galileo y el veredicto eclesiástico

Galileo nace en Pisa, Italia, en 1564. Fue matemático, físico y astrónomo. El interés y la pasión por la astronomía llegaron al vértice de su vida cuando obtuvo unos catalejos que genialmente apuntó hacia el cielo. A partir del 1609 el astrónomo de Pisa comienza a escrutar la bóveda celeste de manera frenética reuniendo una gran cantidad de observaciones. Poco a poco iría descubriendo las manchas solares, las montañas y relieves de la luna, algunos satélites de Júpiter, las fases del planeta Venus, que eran análogas a las de la luna y, otros hallazgos más que le permitieron aumentar su caudal de datos astronómicos. La magnitud de tales descubrimientos no sólo hizo recuperar la confianza en la veracidad sobre el sistema del heliocentrismo, sino que también puso en evidencia la importancia de la observación y el rol decisivo en el uso de los instrumentos de investigación. Comenzaba a cambiar la manera de explorar el universo, es decir, surgía un nuevo método de investigación: de ahora en adelante una teoría podía ser válida sólo después de haber alcanzado un número suficiente de datos mediante la observación [ Nota 68 ].

Era obvio que Galileo, al haber cuestionado de manera más formal el modelo astronómico tradicional, daba mayor lugar a las insidias. Para él no había ninguna duda sobre el hecho de que la tierra fuese un planeta igual a los otros. Había observado que no era el único planeta en tener satélite (la luna), ya que había descubierto los de Júpiter; considerando también las fases orbitales de Venus, deducía que a modo semejante la tierra podría girar alrededor del sol. Tales convicciones fueron objeto de no pocos problemas. La nueva astronomía impulsada con mayor auge por Galileo ponía en dificultad la interpretación de ciertos textos bíblicos. En efecto ¿cómo era posible que el Señor detuviese el sol -como dice la Sagrada Escritura- si éste era inmóvil, o cómo entender la sentencia de los salmos en la que se afirma que la tierra es inconmovible? [ Nota 69 ]. Las nuevas ideas hacían falaz la Escritura. Surgían también otras dificultades de índole teológica que agravaban la situación: si la tierra era un planeta como los otros, existía la posibilidad que algunos de ellos fuesen habitados: ¿Dios tendría quizás que multiplicar la revelación, o la misma encarnación, en beneficio de las otras poblaciones extraterrestres? Y si existían tales, ¿cómo explicar el hecho del pecado original, o cómo imaginar que existiesen hombres inmunes de tal pecado al no descender de Adán y Eva? Eran, sin duda alguna, ideas consideradas objetivamente peligrosas que amenazaban tanto a la ciencia como a la religión [ Nota 70 ].

Fueron organizadas varias campañas antigalileanas. Por una parte, se sostenía que las indagaciones sobre los nuevos astros y satélites eran sólo aberraciones ópticas. Los astrónomos -al no haber visto nada a través de los catalejos por falta de experiencia y de una adecuada metodología en la aplicación de los mismos- llegaron a la conclusión que los descubrimientos realizados por Galileo no eran otra cosa que pseudoimágenes creadas por el instrumento, juzgando ficticias sus observaciones. Por otra parte, algunos predicadores habían pronunciado sermones injuriosos contra "la secta diabólica de los matemáticos" y habían hecho denuncias directas contra Galileo considerándolo un defensor de principios heréticos. Fueron vanos todos los recursos utilizados por el astrónomo de Pisa en su intento de hacer ver la legitimidad de los principios copernicanos. Cartas y escritos elaborados por él, con el fin de aclarar los problemas que brotaban de los distintos pareceres, fueron ineficaces. El 3 de Marzo de 1616, bajo el pontificado de Paolo V (1605-1621), era puesta en el "Indice" la obra copernicana De revolutionibus [ Nota 71 ].

Después de una larga cadena de hechos ocurridos en tales circunstancias, la situación parecía cambiar un poco. Gregorio XV muere en 1622 y es elegido Papa el Cardenal Maffeo Barberini, que asumiría el nombre de Urbano VIII (1623-1644). El 27 de Octubre de 1623 Galileo tendrá la oportunidad de ofrecer al Papa, pública y oficialmente, una de su obras: Il Saggiatore. La amistad con el nuevo Vicario de Cristo -que era partidario de la ciencia y que tenía en estima al astrónomo-, despertaba grandes esperanzas para los secuaces copernicanos. Un año más tarde, en un coloquio que tiene con el Pontífice, Galileo le expondría su proyecto de publicar una obra con miras a realizar una confrontación entre los diferentes sistemas astronómicos en debate. El Papa no puso objeciones a la propuesta galileana, pero al mismo tiempo le hizo la recomendación de presentar el estudio como una simple hipótesis. A finales de 1629 la magna obra, el Dialogo, prácticamente estaría terminada [ Nota 72 ]. El manuscrito fue revisado por el padre Riccardi con el fin de obtener el Imprimatur, el cual, a su vez, había sugerido al astrónomo redactar una introducción en la que presentase la obra haciendo recordar la censura de la doctrina copernicana promulgada en 1616 y en la que expusiera los argumentos en pro y en contra del sistema de Copérnico, mostrando así su neutralidad.

El bosquejo del prefacio fue sometido a revisión por el Papa el 31 de Julio de 1630, quien pidió al astrónomo que formase parte también de la obra un argumento que hablase sobre la omnipotencia de Dios, es decir, en el que apareciese la idea de que Dios, en su omnipotencia, puede producir fenómenos celestes muy distintos a los resultados calculados por la inteligencia. Galileo incluyó al final del libro dicho argumento pero de manera casi ajena al desarrollo del tema; luego lo presentó al supervisor con las sugerencias modificadas. Finalmente el padre Riccardi obtiene el permiso para imprimir el Dialogo pero a condición de que la obra fuese revisada una última vez y fuese publicada en Roma. Cosa que no se llevó a cabo y que sería la desgracia para el astrónomo de Pisa. Galileo ya había publicado el libro en Florencia (Febrero de 1632). Cuando la obra llegó a Roma, fue motivo de un violento impacto en la esfera religiosa. El Sumo Pontífice reaccionó de inmediato al sentirse defraudado ante la manera sarcástica con la que Galileo hacía ver magistralmente que el sistema copernicano era superior al de Tolomeo. De nada sirvieron el prólogo ni el argumento sobre la omnipotencia de Dios. La obra en su género no parecía ser tanto un libro de astronomía ni tampoco de física, sino esencialmente una auténtica declaración de guerra contra la ciencia y la filosofía tradicionales. Urbano VIII pidió que se tomaran enseguida las medidas necesarias contra la difusión de semejante obra. Después, bajo las presiones de la situación política y religiosa del momento, el Papa convocaría a juicio al astrónomo matemático [ Nota 73 ]. El 22 de Junio de 1633, el veredicto final condenaba a Galileo no sólo por haber ridiculizado los argumentos de Tolomeo, sino fundamentalmente por haber transgredido la disposición del 1616 y haber defendido los principios copernicanos. Completamente ciego, Galileo moriría víctima de tal condenación el 8 de Enero de 1642 [ Nota 74 ].

Continuación: Interpretación y valorización de la obra de Teilhard (II)


 


[1] Cf J. LACROIX, Le Sens de l'Athéisme moderne (Tournai, Paris 1959) 28; J. SILES, Las dos fuentes de la revolución contemporánea. El pensamiento filosófico y religioso de Pierre Teilhard de Chardin, en Finis Terrae 9 (1962) 86; E. NEIRA, Teilhard de Chardin: signo de nuestro tiempo 462; J. DEEDY, Teilhard de Chardin 213. [ Volver ]

 


 


[2] Cf A. MONESTIER - L. SALLERON, Teilhard e antiTeilhard 7; F. MOLINARIO, Rivoluzione Copernicana 312; R. GIBELLINI, Teilhard de Chardin 425. [ Volver ]

 


 


[3] Cf R. GIBELLINI, Teilhard de Chardin 427; A. AMATO, La cristologia cosmica di Teilhard de Chardin 93-123. [ Volver ]

 


 


[4] Cf E. NEIRA, Teilhard de Chardin: signo de nuestro tiempo 463. [ Volver ]

 


 


[5] Cf G. BONNOT, L'hérésie de Teilhard de Chardin, en Express 720 (1965) 47-50. [ Volver ]

 


 


[6] Cf K. ALMQUIST, Aspect de l'idolâtrie teilhardienne, en Études Traditionnelles 69 (1968) 251-260. [ Volver ]

 


 


[7] Cf R. VALNÉVE, Teilhard l'apostata (Giovanni Volpe Editor, Roma 1971) 7-122. [ Volver ]

 


 


[8] Cf A. BRAMBILA, Que Dios es la mar de raro (Geyser, México 1973) 139-141. [ Volver ]

 


 


[9] Cf M. JOURDAN, Une figure moderne de l'ante-Christ, en Permanences 24 (1965) 25-50. [ Volver ]

 


 


[10] Cf CH. JOURNET, Teilhard de Chardin, en Nova et Vetera 37 (1962) 308. J. PHILIPPE DE LA TRINITÉ, Teilhard de Chardin: Synthèse ou Confusion? 329; ID, Roma y Teilhard de Chardin 125,177. [ Volver ]

 


 


[11] Cf P. GARRIGOU-LAGRANGE, La nouvelle Théologie, où va-t-elle?, en Angelicum 23 (1946) 138. [ Volver ]

 


 


[12] Cf J. ROSTAND, Una mistificazione: il caso Teilhard de Chardin (Libreria Frattina Editrice, Roma 1966) 14-17. [ Volver ]

 


 


[13] CF M. NÉDONCELLE, Un prophète des convergences humaines, en Revue des Sciences Religieuses 31 (1957) 293-298; M. LAMBILLIOTE, Le Père Teilhard de Chardin, prophète de l'évolution, en Synthèses 108-109 (1957) 5-17; R. FRANCOEUR, Teilhard de Chardin: Prophet of a New Vision, en Homiletic and Pastoral Review 61 (1960) 34-39; E. DEDERRA, Teilhard de Chardin, Professor und Prophet, en Die Mitarbeit 11 (1962) 545-549; B. CHARBONNEAU, Teilhard de Chardin, prophète d'un âge totalitaire. Essai (Denoël, Paris 1963); H. GÜNZL, Teilhard de Chardin. Prophet der Einen Welt. Die Zukunft des Geistes, en Ostereichische Monatshefte 21 (1965) 59-63; 22 (1966) 24-26; H. CAMARA, Teilhard de Chardin, prophète du developpement, en Bible et Vie Chretienne 71 (1966) 28-31; C. NORANHA, Um profeta contemporâneo: Teilhard de Chardin. O padre jesuíta, en Boletim do Instituto de Angola 30-32 (1968) 40-56; P.-H. COUTAGNE, Un prophète en procés 345-352; G. HOURDIN, Un prophète et un pionnier: Teilhard de Chardin, en Cri du Monde 1 (1971) janvier, 42-43; F. CASTELLI, Teilhard de Chardin, profeta del divenire cosmico, en ID., Sei profeti per il nostro tempo. Volti dell'umanesimo contemporaneo (Dehoniane, Napoli 1972) 335-390; R. GARAUDY, Teilhard de Chardin: prophet of a new world, en Cross Currents 25 (1976) 287-288. [ Volver ]

 


 


[14] Cf J. WEBER, Une grande figure du XX siècle. Qui était Teilhard de Chardin? Propos recueillis au Congrès de Vézelay, du 2 au 9 septembre 1960, en ID., Figaro Littéraire (Figaro, Paris 1960); E. NEIRA, La respuesta de Teilhard de Chardin al mundo de hoy, en Revista Javeriana 63 (1965) 466-477; CH. BORDET, La actualidad del mensaje del P.Teilhard de Chardin (Betis, Barcelona 1968). [ Volver ]

 


 


[15] Cf F. AMATO, Un maestro della cultura contemporanea: Teilhard de Chardin, en Quarta Generazione 5 (1963) 50-56. [ Volver ]

 


 


[16] Cf C. CUÉNOT, L'apport scientifique de Pierre Teilhard de Chardin, en Cahiers Pierre Teilhard de Chardin. La Parole Attendue 4 (Éd. du Seuil, Paris 1963) 55-71; L. BARJON - P. LEROY, La carrière scientifique de Pierre Teilhard de Chardin (Éd. du Rocher, Monaco 1964); J. PIVETEAU, Le Père Teilhard de Chardin savant (Fayard, Paris 1964); E. FIORIOLI, Un savant au service de la foi, en Culture Française 12 (1965) 249-266. [ Volver ]

 


 


[17] Cf H. DE LUBAC, La prière du Père Teilhard de Chardin (Fayard, Paris 1964); R. D'OUINCE, L'épreuve de l'obéissance 331-346. [ Volver ]

 


 


[18] Cf B. SOBORN, L'apport de Teilhard de Chardin à la pensée religieuse moderne, en Revue de l'Évangélisation 15 (1959) 115-131; A. DE PERETTI, L'apport du P. Teilhard de Chardin à la pensée contemporaine, en Amis du Bec-Hellouin 2 (1963) 17-23; L. NOIROT, L'apport de Teilhard à l'evolution de la femme dans le monde, en Synthèse 270 (1968) 63-70; A. ZUBOV, Il contributo de Teilhard de Chardin alla teoria dell'evoluzione, en Futuro dell'Uomo 8 (1981) 15-23; G. MARTELET, Les grandes intuitions chrétiennes de Teilhard, en Documentation Catholique 78 (1981) 1083-1090; AA.VV., Teilhard de Chardin, son apport, son actualité. Colloque du Centre Sèvres 1981 (Le Centurion, Paris 1982). [ Volver ]

 


 


[19] Cf J. ONIMUS, L'optimisme conquérant du Père Teilhard de Chardin, en Cahiers du Sud 43 (1956) 83-95; P. CHAUCHARD, L'optimisme dramatique de Teilhard de Chardin est l'espérance chrétienne, en Revue Teilhard de Chardin 11 (1962) 17-18; L. LOCHET, L'optimisme chrétien du Père Teilhard de Chardin, en ID., Fils de Dieu (Cerf, Paris 1963); P. CHAUCHARD, Teilhard de Chardin et l'optimisme de la croix (Ed.Universitaires, Paris 1964); P. MÉNAGER, Teilhard de Chardin, ce chercheur optimiste, en Le Pélerin du XX siècle 5 (1966) 22-24; L. LAURENDEAU, L'ottimismo di Teilhard di fronte al mondo moderno, en Incontri 8 (1972) 5-9. [ Volver ]

 


 


[20] Cf A. RETIF, La pensée missionnaire de Pierre Teilhard de Chardin, en Mission de l'Église 15 (1959) 193-196; É. RIDEAU, Un homme qui a aimé l'homme, en Revue Teilhard de Chardin 11 (1962) 3-5; H. DE LUBAC, Teilhard missionnaire et apologiste (Ed.Prière et Vie, Toulouse 1966); A. RETIF, Teilhard missionnaire, en Cahiers d'Education Missionnaire 12 (1965) 5-12; P. CHAUCHARD, Teilhard le miséricordieux, en A. GOETTMANN (ed.), L'evangile de la miséricorde (Cerf, Paris 1965) 217-227; V. CASELLA, Teilhard de Chardin, profeta dell'amore, en Dialogo 4 (1967) 236-242; P. CHAUCHARD, Teilhard, testigo del amor (Columba, Buenos Aires 1968); P.-H. COUTAGNE, Teilhard de Chardin apôtre du Christ pour notre temps, en Vie Spirituelle 123 (1970) 481-485. [ Volver ]

 


 


[21] Cf C. CUÉNOT, Pierre Teilhard de Chardin. Sa vie mystique à Pekin (1939-1946), en Rencontre Orient-Occident 2 (1957) 3-6; M. BARTHÉLEMY-MADAULE, Le sens mystique chez le Père Teilhard de Chardin, en Âge Nouveau 14 (1960) 79-84; F. LEPARGNEUR, Místico e Sabio. Pierre Teilhard de Chardin: 1881-1955, en Revista Eclesiástica Brasileira 24 (1964) 606-638; M. FAESSLER, La experiencia espiritual del Padre Teilhard de Chardin, en Confluences 5 (1964) 13-17; 6 (1965) 11-17; É. RIDEAU, La spiritualité missionnaire du Père Teilhard de Chardin, en Mission de l'Église 21 (1965) 117-129; C. VOLLERT, The Spirituality of Teilhard de Chardin, en Jesuit Bulletin 46 (1967) 3-17; L. VEUTHEY, La spiritualitá di Teilhard de Chardin, en Cittá di Vita 22 (1967) 365-377. [ Volver ]

 


 


[22] Otras recensiones de relieve, típicas de este período, son: C. TRESMONTANT, Introduction à la pensée de Teilhard de Chardin (Éd. du Seuil, Paris 1956); N. CORTE, La vie et l'âme de Teilhard de Chardin (Fayard, Paris 1957); O. RABUT, Dialogue avec Teilhard de Chardin (Éd du Cerf, Paris 1958); L. BOROS, Evolutionismus und Anthropologie. Zum Lebenswerk von Teilhard de Chardin, en Wort und Wahrheit 13 (1958) 15-24; R. TELDY, Faut-il brûler Teilhard de Chardin? (Calmann-Lévy, Paris 1959); P. CHAUCHARD, L'être humain selon Teilhard de Chardin (Gabalda, France 1959); P. GRENET, Pierre Teilhard de Chardin ou le philosophe malgré lui (Beauchesne, Paris 1960); G. MAGLOIRE - H. CUYPERS, Présence de Pierre Teilhard de Chardin. L'homme et la pensée (Éd Universitaires, Paris 1961); R. FRANCOEUR (ed.), The world of Teilhard de Chardin (Helicon Press, New York 1961); J. DANIÉLOU, Signification de Teilhard de Chardin 145-161; H. DE LUBAC, La pensée religieuse de Père Teilhard de Chardin 11-343; P. SMULDERS, Het Visioen van Teilhard de Chardin (Desclée de Brouwer, Paris 1962); G. VIGORELLI, Il Gesuita proibito. Vita e opere di Teilhard de Chardin (Il Saggiatore, Milano 1963); J. MARITAIN, Le paysan de la Garonne (Desclée de Brouwer, Paris 1966). [ Volver ]

 


 


[23] Cf E. RIDEAU, La pensée du Père Teilhard de Chardin 8,49. [ Volver ]

 


 


[24] Cf B. DE SOLAGES, L'homme devant Dieu (Aubier, Paris 1964) 125-132; ID., Teilhard de Chardin. Témoignage et étude sur le développement de sa pensée 391 págs. [ Volver ]

 


 


[25] Aparte de las presentaciones que hace Norbert Wildiers a los tomos de la obra teilhardiana y de sus múltiples artículos en los que pone de manifiesto el amplio conocimiento que tiene sobre el jesuita, puede verse: Teilhard de Chardin (Éd. Universitaires 1960) 135 págs. [ Volver ]

 


 


[26] Cf H. DE LUBAC, Teilhard posthume. Réflexions et souvenirs (Fayard, Paris 1977) 157 pags. [ Volver ]

 


 


[27] CF C. CUÉNOT, Teilhard de Chardin 192 págs; ID., Ce que Teilhard a vraiment dit (Stock, Paris 1972) 316 págs. [ Volver ]

 


 


[28] Cf G.-H. BAUDRY, Qui était Teilhard de Chardin. Introduction à sa vie et à son oeuvre (Ecole d'Imprimerie Saint-Luc, Lille 1972) 127 págs. [ Volver ]

 


 


[29] Cf P. SCHELLENBAUM, Le Christ dans l'énergétique teilhardienne. Étude génétique (Éd. du Cerf, Paris 1971) 464 págs. [ Volver ]

 


 


[30] Cf R. D'OUINCE, Un prophète en procès 261 págs. [ Volver ]

 


 


[31] Cf P. LEROY, Pierre Teilhard de Chardin tel que je l'ai connu ; ID, Unfailing friendship 57s. Aquí cabe mencionar que Pierre Leroy fue durante muchos años el compañero, el colaborador y uno de los amigos más íntimos del Padre Teilhard (cf F. RUSSO, Pierre Leroy. Un chemin non tracé: Jésuite au XXº siècle, en Études 377 [1992] 570). [ Volver ]

 


 


[32] Cf R. GIBELLINI, Teilhard de Chardin 427. [ Volver ]

 


 


[33] A modo de ejemplo se puede ver: F. ORMEA, Una nota biografica e introduttiva, en ID., Pierre Teilhard de Chardin. Il pensiero, l'originalità e il messaggio = Aletheia (Contessa, Torino 1963) 7-20; G. VIGORELLI, Il Gesuita proibito 7s; R. SPEAIGHT, Teilhard de Chardin: A Biography 21-331; V. SPROXTON, Teilhard de Chardin 17-119; A. DALL'OLIO, Teilhard de Chardin, Pierre, en Enciclopedia biografica degli scienziati e dei tecnologi 3 (Mondadori, Milano 1975) 55-58; M. LUKAS, Teilhard. A biography (Collins, London 1977); F. RUSSO, Pierre Teilhard de Chardin, en A. NEGRI (ed.), Novecento filosofico e scientifico I (Marzorati Editore, Milano 1991) 795-825; J. DUFORT, D'Ignace de Loyola (1491-1556) à Pierre Teilhard de Chardin (1868-1955), deux figures du Christ, une foi au monde, en Cahiers de spiritualité ignatienne 15 (1991) 187-198. [ Volver ]

 


 


[34] Cf I. BARBOUR, Issues in Science and Religion (SCM Press, London 1966); G. VON WAHLERT, Teilhard de Chardin und die moderne Theorie der Evolution der Organismen (Gustav Fischer Verlag, Stuttgart 1966); T. DOBZHANSKY - E. BOESIGER, Idee per una evoluzione (Boringhieri, Torino 1971); E. NEMESSZEGHY - J. RUSSEL, La visione evoluzionistica di Teilhard, en ID., Teologia dell'Evoluzione = Teologia per tutti oggi 22 (Paoline, Catania 1972) 90-117; T. BLAIR, Two evolutionary theories: Neo-Darwinism and Teilhard de Chardin (St. John's University, Brooklyn 1972); J. FEYS, Evolution in Aurobindo und Teilhard (K.L. Mukhopadhyoy, Calcutta 1973); M. NICOLAS, Évolution et Christianisme. De Teilhard de Chardin à Saint Thomas d'Aquin (Fayard, Paris 1973); G. ANAYA DUARTE, Pierre Teilhard de Chardin y su teoría de la Evolución, en Boletín de la Universidad Iberoamericana 168 (México 1988) Sep-Dic.20-22; J. ONIMUS, Teilhard de Chardin et le mystère de la Terre = Espaces libres 21 (Éd. Albin Michel, Paris 1991) 11-198. [ Volver ]

 


 


[35] Cf C. D'ARMAGNAC, Philosophie de la nature et méthode chez le Père Teilhard de Chardin, en Archives de philosophie (Janv.-Mars 1957) 3-41; M. BARTHÉLEMY-MADAULE, Bergson et Teilhard de Chardin (Éd. du Seuil, Paris 1963); ID., La vision teilhardienne est-elle une philosophie?, en AA.VV., Teilhard de Chardin (Hachette, Paris 1969) 155-175; H. BIRX, Pierre Teilhard de Chardin's philosophy of evolution (Springfield, Illinois 1972); CH. LÉFÈVRE, Thèmes philosophiques dans les études teilhardiennes, en Revue Philosophique de Louvain 73 (1975) 368-389. [ Volver ]

 


 


[36] Cf P. BORRELLA, Le ipotesi antropologiche, psicologiche e sociali di Pierre Teilhard de Chardin, con bibliografia teilhardiana internazionale 1891-1981 (Libreria Editrice Fiorentina, Firenze 1981). [ Volver ]

 


 


[37] El estudio por excelencia sobre este aspecto es el de F. BRAVO, La vision de l'histoire chez Teilhard de Chardin = Cogitatio Fidei 52 (Éd. du Seuil, Paris 1970). [ Volver ]

 


 


[38] Algunos estudios sobre la problemática son: F. RUSSO, La méthode du Père Teilhard de Chardin, en Essais sur Teilhard de Chardin-Recherches: débats 40 (1962) 13-23; C. SOLAGUREN, Ciencia, método y presupuesto en el pensamiento de Pierre Teilhard de Chardin, en Verdad y Vida 20 (1962) 509-532; J. HOYOS, El método del P. Teilhard de Chardin, en Revista Javeriana 64 (1965) 471-483; M. ORELLANA, El método crítico de Teilhard, en Boletín de la Universidad de Chile 55 (1965) 57-60;M. BARTHÉLEMY-MADAULE, Réflexions sur la méthode et la perspective teilhardienne, en Études Philosophiques 21 (1966) 510-552; CH. LÉFÈVRE, Sur la méthode de Teilhard, en Revue Nouvelle 45 (1967) 184-202; A. MATTSON, Teilhard and Tillich: An attempt to demonstrate their use of a common method (Seminary Foundation, Hartford 1973); A. ESCRIBAR, El problema del método en la obra de Pierre Teilhard de Chardin, en Teología y Vida 17 (1976) 65-86; R. HALE, Il metodo teologico di Teilhard de Chardin, en Aquinas 18 (1976) 358-374; C. ELORRIAGA, El aspecto metodológico del acceso al punto Omega según Teilhard de Chardin, en Anales Valentinos 5 (1979) 423-433; B. TOWER, On the practice of Teilhardian principles: The role of empathy in transdisciplinary studies, en Teilhard Review 17 (1982) 3-13; A. DAVERIO, Un modello teilhardiano di analisi e sintesi, en AA.VV., Teilhard de Chardin. Materia, evoluzione e speranza (Colloquio dell'Istituto Stensen, Firenze) 61-63. [ Volver ]

 


 


[39] Cf C. SOUCY, Pensée logique et pensée politique (P.U.F., Paris 1967); P. MATHIEU, La pensée politique et économique de Teilhard de Chardin (Éd. du Seuil, Paris 1969); U. STAICO, Il pensiero politico di Teilhard de Chardin e la critica della democrazia (Giuffrè, Milano 1976). [ Volver ]

 


 


[40] Cf D. MERMOD, La moral chez Teilhard (Éd. Universitaires, Paris 1967); PH. BERGERON, L'action humaine dans l'oeuvre de Teilhard de Chardin (Fides, Montréal 1969); M. BARTHÉLEMY-MADAULE, Personne et Liberté, en ID., La personne et le drame humain chez Teilhard de Chardin 77-109; CH. MOONEY, A liberdade e o risco na Evoluçao, segundo Teilhard de Chardin, en J. COURTNEY (ed.), A liberdade e o homem ((Vozes, Petropolis 1967) 95-112; T. BROCH, Das problem der Freiheit im Werk von P. Teilhard de Chardin (M-Grünewald, Verlag 1977) 531-548; G. SANHUEZA, La moral como energética humana, en Mensaje 342 (1985) 358-361. [ Volver ]

 


 


[41] Cf A. DEVAUX, Teilhard et la vocation de la femme (Éd. Universitaires, Paris 1964); H. DE LUBAC, L'eternel féminin. Étude sur un texte du Père Teilhard de Chardin (Aubier, Paris 1968); F. RIAZA, Teilhard y lo Femenino, en Razón y fe 850 (1968) 1-26; C. O'CONNOR, Woman and Cosmos. The Feminine in the Thought of Pierre Teilhard de Chardin (Englewood Cliffs, New Jersey 1974); E. NEIRA, Amor, sexo y feminismo en Teilhard de Chardin, en Theologica Xavieriana 25 (1975) 66-76. [ Volver ]

 


 


[42] Cf M. PÉRIGORDE, L'esthétique de Teilhard (Éd. Universitaires, Paris 1965). [ Volver ]

 


 


[43] Cf A. LIGNEUL, Teilhard éducateur de l'homme nouveau, en AA.VV., Énergies. Actes du IV Symposium international Pierre Teilhard de Chardin (Société Teilhard de Chardin, Bruxelles 1965) 33-47; J. HOURTON, Teilhard de Chardin y la educación, en Anales de la Facultad de Filosofía y Ciencia de la Educación de Santiago de Chile 1 (1966) 1-34; R. REZEK, Contribuçôes de Teilhard de Chardin para a pedagogia do homem moderno, en Cuadernos Monásticos 8 (1971) 29-41. [ Volver ]

 


 


[44] Algunos de los estudios más significativos de la gran cantidad de trabajos que se han hecho sobre el ámbito teológico son: E. BRUNS, Cosmogenesis and Theology, en R. FRANCOEUR (ed.), The World of Teilhard (Helicon Press, New York 1961) 166-185; R. FARICY, Teilhard de Chardin's Theology of the Christian in the World (Sheed and Ward, New York 1967); A. FIERRO, El proyecto teológico de Teilhard de Chardin (Sígueme, Salamanca 1971); E. COLOMER, Hombre y Dios al encuentro. Antropología y teología en Teilhard de Chardin (Herder, Barcelona 1974); J. CAVANAUGH, Pierre Teilhard de Chardin: a dialogue between science and theology (School of Theology at Claremont, Claremont 1975); G.-H. BAUDRY, La Tentative de Teilhard. Son influence sur l'élaboration théologique contemporaine, en Quatre Fleuves 17 (1983) 31-48; E. DOYLE, Teilhard and Theology, en Teilhard Review 20 (1985) 2-12; E. BALTAZAR, Liberation Theology and Teilhard de Chardin, en Teilhard Review 22 (1987) 71-86; A. DUPLEIX, Teilhard et les Théologiens, en Bulletin de Littérature Ecclésiastique 92 (1991) 13-30; R. GIBELLINI, Pierre Teilhard de Chardin: teologia e scienza, en ID., La teologia del XX secolo = Biblioteca di Teologia Contemporanea 69 (Queriniana, Brescia 1992) 184-192. [ Volver ]

 


 


[45] Cf A. SZEKERES, Les théologiens catholiques et Teilhard de Chardin 83-149; R. GIBELLINI, Teilhard de Chardin. L'opera e le interpretazioni 139-245; J. SEGUNDO, ¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios? = Presencia Teológica 72 (Sal Terrae, Santander 1993) 337-356. [ Volver ]

 


 


[46] Cf G. MOREL, Karl Marx et le P. Teilhard de Chardin, en Études (1960) 80-87; R. GARAUDY, Perspectives de l'homme. Existentialisme, Pensée catholique, Marxisme (Presses Universitaires de France, Paris 1961); P. GRENET, Teilhard de Chardin et le marxisme, en Revue Thomiste 72 (1972) 588-617; H. SKOLIMOWSKI, Marxism, Christianity and the Ecological Imperative, en Teilhard Review 24 (1989) 3-9. [ Volver ]

 


 


[47] Cf E. KAHANE, Teilhard de Chardin (Publications de l'Union Rationaliste, Paris 1960). [ Volver ]

 


 


[48] Cf G. CRESPY, La pensée théologique de Teilhard de Chardin (Éd. Universitaires, Paris 1961); ID., De la science à la théologie: Essai sur Teilhard de Chardin = Cahiers théologiques 54 (Éd. Delachaux et Niestlé, Neuchâtel 1965); S. DAECKE, Teilhard de Chardin und die evangelische Theologie. Die Weltlichkeit Gottes und die Weltlichkeit der Welt (Vandenhoeck und Ruprecht, Göttingen 1967); ID, Teilhard de Chardin et la théologie de l'avenir, en A. SZEKERES (ed.), Le Christ cosmique de Teilhard de Chardin 269-302; CH. HEGARTY, Bonhoeffer and Teilhard on Wordly Christianity, en Science et Esprit 21 (1969) 35-71. [ Volver ]

 


 


[49] Las intuiciones teilhardianas han despertado recientemente un vivo interés en el cuadro de la "teología ecológica". A modo de ejemplo puede verse: TH. BERRY, Teilhard in the Ecological Age. The Dream of the Earth (Sierra Club Books, San Francisco 1988); G. SCHIWY, Der Kosmische Christus. Spuren Gottes ins Neue Zeitalter (Kösel, München 1990); L. BOFF, Ecologia mondialità mistica. L'emergenza di un nuovo paradigma (Cittadella Editrice, Assisi 1993) 45-69. [ Volver ]

 


 


[50] Cf I. QUILES, Teilhard y las religiones orientales, en Oriente-Occidente 2 (1981) 247-263. Entre tales interpretaciones se encuentra también la del movimiento religioso del New Age. Aquí hay que afirmar que es errónea y forzada la "anexión" de Teilhard a la causa de dicho movimiento. Los adeptos le han considerado como principal inspirador de su doctrina y han interpretado la obra teilhardiana desde su propio horizonte. Al respecto puede verse: G. SCHIWY, Teilhard de Chardin e il New Age, en Il futuro dell'uomo 13 (1986) 12-19; J. SUDBRACK, Neue Religiosität: Herausforderung für Christen (Grünewald, Mainz 1988); T. BROCH, Teilhard de Chardin: Wegbereiter des New Age? (Grünewald, Mainz 1989); E. GARCIA, "New Age": un nuevo reto para el cristianismo, en Selecciones de Teología 126 (1993) 144; M. TRENNERT-HELLWIG, Die Urkraft des Kosmos. Dimensionen der Liebe im Werk Pierre Teilhards de Chardin = Freiburger theologische Studien 153 (Herder, Freiburg 1993) 2. [ Volver ]

 


 


[51] Cf E. COLOMER, El fenómeno Teilhard, en AA.VV., Teilhard de Chardin. Hechos y dichos (Nova Terra, Barcelona 1966) 282s. [ Volver ]

 


 


[52] A modo de ejemplo puede verse: R. LATOURELLE, Teilhard de Chardin 1207-1216; R. FARICY, The christian and creation: the approach of Teilhard de Chardin, en Teilhard Review 27 (1992) 9-15; M. TRENNERT-HELLWIG, Die Urkraft des Kosmos. Dimensionen der Liebe im Werk Pierre Teilhards de Chardin 522-523, que acentúan los aspectos positivos, y W. SMIT, Teilhardism and the New Religion. A Thorough Analysis of the Teachings of Pierre Teilhard de Chardin (Tan Books and Publischers, Rockford-Illinois 1988) 208-245; B. MONDIN, Teilhard de Chardin 580-588; BENEDICTINE FATHERS, New Jersey USA, Teilhard de Chardin: false prophet, en Christian Order 33 (1992) 274-291, que hacen hincapié en lo negativo. [ Volver ]

 


 


[53] Cf J. DE SAHAGUN, Aportación del P. Teilhard de Chardin al Concilio Vaticano II, en Burgense 23 (1982) 197-215; J. BACIK, Pierre Teilhard de Chardin, en ID., Contemporary Theologians (The Mercier Press, Ireland 1992) 210; J. MAXIMIANO, Christian Cosmology in "Gaudium et Spes", en Landas 6 (1992) 69. [ Volver ]

 


 


[54] Cf H. KÜNG, El Dios de la evolución: Pierre Teilhard de Chardin, en ID., Existe Dios? (Cristiandad, Madrid 1979) 248; A. AMATO, La cristologia cosmica di Teilhard de Chardin 93-123; R. GIBELLINI, Teilhard de Chardin. L'opera e le interpretazioni 93-273. [ Volver ]

 


 


[55] Cf A. AMATO, La cristologia cosmica di Teilhard de Chardin 96-99; N. WILDIERS, Introduzione 17-18. [ Volver ]

 


 


[56] Cf A. AMATO, La cristologia cosmica di Teilhard de Chardin 96-99; J. ONIMUS, Teilhard de Chardin et le mystère de la Terre 195-198; J. BACIK, Pierre Teilhard de Chardin 215-219; R. GIBELLINI, Teilhard de Chardin come teologo 13-14. [ Volver ]

 


 


[57] E. COLOMER, Teilhard de Chardin, treinta años después 196; también puede verse: T. KING, The milieux Teilhard left behind, en Teilhard Review 24 (1989) 90-96; R. LATOURELLE, Teilhard de Chardin 1215-1216; A. DUPLEIX, Teilhard de Chardin. Actualité d'un débat 1-4. [ Volver ]

 


 


[58] Cf A. DUPLEIX, Teilhard de Chardin. Actualité d'un débat 4. [ Volver ]

 


 


[59] Cf G. MINOIS, L'Église et la science. Histoire d'un malentendu. De Galilée à Jean-Paul II vol.II (Fayard, Paris 1991) 9-526. [ Volver ]

 


 


[60] Cf JUAN PABLO II, Appartiene ormai al passato il doloroso malinteso sulla presunta opposizione costitutiva tra scienza e fede, en L'Osservatore Romano. Giornale Quotidiano Politico Religioso 254 (1º Novembre 1992) 1ª página; ID., Alla Pontificia Accademia delle Scienze, 31 ottobre 1992. Il caso Galileo, en La Traccia 10 (1992) 1124. Para una mayor profundización del argumento puede verse: A. STRUMIA, L'uomo e la scienza nel magistero di Giovanni Paolo II (Piemme, Casale Monferrato 1987). [ Volver ]

 


 


[61] F. GABRIELI, Il Papa disse: "Eppur si muove", en Il Messaggero. Giornale del Mattino 299 (1º Novembre 1992) 1 [La traducción es nuestra]. [ Volver ]

 


 


[62] A modo de ejemplo se puede ver: - La place de l'homme dans la nature III 248; - Évolution de l'idée d'évolution III 349; - Du cosmos à la cosmogénèse VII 262-263; - Une nouvelle question de Galilée: oui ou non l'humanité se meut-elle biologiquement sur elle-même? V 317-336. [ Volver ]

 


 


[63] Cf J.-P. LONCHAMP, Il caso Galileo (Paoline, Torino 1990) 6-9. [ Volver ]

 


 


[64] Cf ibidem 9-10. [ Volver ]

 


 


[65] Cf ibidem 10-11. [ Volver ]

 


 


[66] Cf A. GINZO-FERNANDEZ, Copérnico y el pensamiento moderno, en Razón y fe 228 (1993) 425; D. INGRAM, The Copernican Revolution revisited: paradigm, metaphor and incommensurability in the history of science, en History of the Human Sciences 4 (1993) 11-35. En este contexto puede verse: F. MOLINARIO, La rivoluzione copernicana di Teilhard 299-312. [ Volver ]

 


 


[67] Cf J.-P. LONCHAMP, Il caso Galileo 11-15. [ Volver ]

 


 


[68] Cf ibidem 23-28. [ Volver ]

 


 


[69] Cf Jos 10,12-13; Job 9,7; Sal 104,5. [ Volver ]

 


 


[70] Cf J.-P. LONCHAMP, Il caso Galileo 11-12,26-29. [ Volver ]

 


 


[71] Cf ibidem 32-40. [ Volver ]

 


 


[72] El gran escrito galileano es conocido comúnmente bajo la nominación del Dialogo. Pero el título original de la obra es imponente por su extensión: Dialogo dove nei congressi di quattro giornate si discorre sopra i due massimi sistemi del mondo, tolemaico e copernicano, proponendo indeterminatamente le ragioni filosofiche e naturali tanto per l'una quanto per l'altra parte (cf ibidem 61). [ Volver ]

 


 


[73] Fueron varias las circunstancias ante las cuales Urbano VIII se vio presionado. Para caer en la cuenta de esto basta recordar, por ejemplo, la aparición de la herejía protestante, las guerras civiles, el malestar de algunos religiosos que reprochaban al Papa su tolerancia hacia las ideas innovadoras y la epidemia de la peste que hacía estragos en aquella época. El cuadro resulta todavía más dramático si se agrega la ocurrencia de ciertos predicadores que habían hecho alusión a dicha tolerancia del Pontífice, interpretando las calamidades sufridas como signos apocalípticos y castigos de Dios por la falta de firmeza contra las nuevas doctrinas que ponían en peligro la fe (cf ibidem 67-75). [ Volver ]

 


 


[74] Cf ibidem 46-77. Para una mayor referencia sobre la temática también puede verse: A. FAVARO, Le opere di Galileo Galilei I (Barbèra, Firenze 1890); P. PASCHINI, Vita e opere di Galileo, en AA.VV., Miscellanea Galileiana (Pontificia Accademia delle Scienze, Roma 1964); R. HAIGHT, An Alternative Vision (Paulist, New York 1970); S. DRAKE, Galileo at Work (University of Chicago Press, Chicago 1978); F. BRUNETTI (ed.), Opere di Galileo Galilei (Uted, Torino 1980); M. FRYE ROLAND (ed.), Is God a Creationist? (Charles Scribner's Son, New York 1983); C. CROMBIE - A. CARUGO, The Jesuits and Galileo's Ideas of Science and Nature, en Annali dell'Istituto e Museo di Storia della Scienza di Firenze 2 (1983) 3-68; M. FINOCCHIARO, The Methodological Background to Galileo's Trial, en W. WALLACE (ed.), Reinterpreting Galileo (University of America Press, Washington 1986) 241-272; P. BARRY, The two books of God. Creator, Creation and Evolution, en Teilhard Review 26 (1991) 55-66; C. DOLLO, Galilei e la fisica del collegio Romano, en Giornale Critico della Filosofia Italiana 12 (1992) 161-201; A. ZICHICHI, Il caso Galileo, en Il Fuoco 4 (1992) 11-14; W. BRANDMÜLLER - J. GREIPL (ed.), Copernico, Galileo e la Chiesa. Fine della controversia (1820). Gli atti del Sant'Uffizio (Leo S. Olschki, Firenze 1992) 3-495; A. TORRESANI, Caso Galileo, ultimo atto, en Studi Cattolici 382 (1992) 809-812; J. SANGUINETI, Galileo: Genio & Carattere, en Studi Cattolici 391 (1993) 516-522. [ Volver ]

 

Continuación: Interpretación y valorización de la obra de Teilhard (II)