Hombre/Mujer: sí/no somos iguales
Por MIQUEL PORTA PERALES (*)
En el llamado debate de género (para entendernos, la relación entre el
hombre y la mujer), la ciencia ya ha tomado la palabra. Y el sociólogo que se
dedica al estudio de dicha cuestión debe tener muy en cuenta lo que la
ciencia dice al respecto. Cosa que no ha hecho Pierre Bourdieu en su libro La
dominación masculina. Si Pierre Bourdieu hubiera consultado lo que la
biología, la etología y la psicología evolucionaria (me permito traducir de
esta guisa el término evolutionary psychology: lo hago para que nadie
confunda esta nueva rama o escuela o paradigma con la psicología
evolucionista more Piaget) dicen sobre el asunto, su libro sería mucho menos
retórico y un poco más científico (noten la cursiva: ni quiero ser
prepotente ni quiero ridiculizar al penúltimo pope de la cultura de
izquierdas que aún resiste, subsiste e insiste en Europa).
Si Pierre Bourdieu hubiera leído a gente como Jerome Barkow, Leda Cosmides,
John Tooby, Steven Pinker, Stephen Mithen, Henry Plotkin, Matt Ridley,
etcétera, no afirmaría tan alegremente (es decir, acríticamente) que el
orden sexual existente y/o la distinta manera de ser del hombre y la mujer
son, tout court, un montaje del macho con el fin de dominar a la hembra.
Anoten lo que sobre el asunto dice la ciencia: el hombre y la mujer tienen
como consecuencia de las necesidades adaptativas del proceso de la
evolución el cerebro organizado de una forma diferente (capten el matiz: la
diferencia no está en la genética, sino en un proceso adaptativo-evolutivo
que nos diferenció en la época del Pleistoceno). Y ello se traduce en la
existencia de características masculinas (mayor agresividad y competitividad,
mayor control verbal de las emociones, mayor inclinación hacia la vida
económica y política, etc.) diferentes de las femeninas (menor agresividad y
competitividad, menor control verbal de las emociones, mayor inclinación
hacia la vida social, estética y religiosa, etc.). Querido lector/a: usted
puede creer o no creer lo que acabo de escribir, pero le aseguro que esto es
lo que dice la ciencia. Y no sólo lo dice, sino que lo prueba. Explicitemos
tan sólo una de las diferencias: ¿por qué el hombre controla verbalmente
mejor las emociones que la mujer? Respuesta: porque en el cerebro la emoción
se localiza en el hemisferio derecho y su verbalización en el izquierdo y se
da el caso que en el ser humano el número de fibras que conectan uno y otro
hemisferio es superior en la mujer. Por lo demás, existen suficientes pruebas
que indican que las hormonas masculinas aumentan la agresividad, la
competitividad, la decisión, etc., mientras las femeninas las disminuyen.
Gustará o no gustará, pero la realidad parece ser así.
Y el caso es que el sociólogo Pierre Bourdieu no sólo no ha tenido en cuenta
lo que dice la ciencia, sino que tampoco ha considerado lo que afirman
determinados estudios sociológicos considerados clásicos que niegan su
hipótesis. Me refiero, sin ir más lejos, al conocido trabajo de L. Tiger y
J. Shepher (Women in the kibbutz, 1977): niños y niñas tras ser educados
durante años en los kibbutz en unos papeles intercambiables que no distinguen
lo masculino de lo femenino reproducen los tradicionales estereotipos
sexuales cuando se reintegran en la sociedad. ¿Por qué será?
Qué conste: no niego como dice Bourdieu que el hombre suele dominar a la
mujer. Y, of course, me apunto a cualquier propuesta para acabar con ello.
Sólo afirmo que no se puede negar políticamente la ciencia ni se puede
confundir el deseo con la realidad. Señores y señoras, no somos una hoja en
blanco. Y sólo podremos compensar las diferencias si previamente las
reconocemos. Lo demás es retórica. O progresismo apolillado. O sociología
barata.
______________
(*) Miquel Porta Perales (Badalona, 1948) es crítico literario y escritor. Su
último libro publicado lleva por título Malalts de passat. Una revisió
crítica de la identitat catalana (Laertes).
Gentileza de http://www.lateral-ed.es/revista/articulos/debatehm66.html para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL