Frank Duff (fundador)

Frank Duff fue tal vez la figura laica que mejor encarnó los ideales marianos y los inyectó en la Iglesia pre y post conciliar: llamó a su obra "Legión de María".

 Nació el 7 de junio de 1889 en Irlanda, un país inmerso en gran crisis donde los católicos eran despreciados y relegados al máximo. Allí Frank avanzaba con firmeza en la vida profesional y espiritual: su gran talento lo llevó a ocupar un puesto en el Ministerio de Finanzas y mucho antes de encontrar su propia vocación de laico comprometido, escribió un folleto titulado: "¿Santo, yo, por qué no?" en el que daba algunas directivas y consejos a los laicos para alcanzar la santidad.

 De su participación en la Asociación de San Vicente de Paul tomó pautas y costumbres que luego aplicó en la Legión de María. La miseria que había en su país abrió las puertas a los protestantes para hacer proselitismo ofreciendo desayunos gratuitos a los pobres. Un intento similar por parte de Frank no dio los mismos resultados; entonces decidió rezar el rosario frente al local protestante y hacer labor de convencimiento. Los frutos se vieron después de dieciséis años, con el cierre de los locales protestantes. Todo un modelo de perseverancia.

 Lector de Grignion de Montfort y devoto del Sagrado Corazón de Jesús, integró un grupo de personas autodenominadas "pioneras" que se abocaron al apostolado en la sala de mujeres del Hospital Unión. La Virgen los unía y ninguno de ellos siquiera se imaginaba que ése era el inicio de un gran movimiento de fuerza mundial. Era el 7 de septiembre de 1921, vísperas de la Natividad de Nuestra Señora.

Los grupos fueron creciendo en número y surgió la necesidad de buscar un nombre para el Movimiento.
Antes de la reunión programada para ese fin, Frank se detuvo frente a un cuadro de la Santísima Virgen y espontáneamente brotaron en su mente las palabras: Legión de María. No había duda, ése era el nombre: era símbolo de valor, disciplina, obediencia, y podía aplicarse a cada legionario de María que ahora conquistaría el mundo para Cristo.
Este nombre fue aceptado por unanimidad
 en noviembre de 1925.
A imitación de la Legión Romana, Frank decidió conservar los términos en latín para uniformar el lenguaje de la Legión de María en todo el mundo.

En 1928 escribió el Manual de la Legión, una especie de fotografía del Movimiento en la que se expresa lo que se llevaba la práctica desde hacía ya mucho tiempo. Duff tenía la convicción de que la obra iba a extenderse por el mundo entero. Ya desde antes tenía un gran deseo de ayudar a las jóvenes de la calle. El primer gran apostolado de la Legión de María fue precisamente la conversión de treinta y una prostitutas al mismo tiempo.

Pero un día, dos de ellas huyeron al barrio "rojo" de Dublin, donde ni el ejército se atrevía a entrar. Sin embargo, el valor legionario alimentado con la oración, superó todo obstáculo y no solamente lograron entrar sino que acabaron con toda la perversión del lugar, al punto de demoler ese barrio y construir uno nuevo.

 En 1927 Frank abrió el segundo albergue para hombres abandonados. Tres años más tarde nació un tercer albergue para mujeres solas: madres solteras sobre todo. El fundador dirigía los tres albergues y demás apostolados de la Legión de María, que era "la niña de sus ojos", según sus propias palabras.

 Esta nueva organización encontró una fuerte oposición y rechazo, sobre todo por parte del clero. Duff afirmaba que cada seglar tiene su propia vocación y misión apostólica dentro de la Iglesia, aun a costa de tener que sufrir difamaciones y ataques. Esta situación tan difícil lo hizo buscar la manera de hablar personalmente con el Papa. "¡Esta cosa viene de Dios!", le dijo Su Santidad estrechándolo en un abrazo. Más tarde, una carta del Santo Padre en la que daba su bendición especial a la Legión de María y la reconocía como una obra magnífica y santa era una confirmación de aquella entrevista. La Legión de María se extendió por el mundo rápidamente. El número de enviados era cada vez mayor.

 Duff pensaba en la Legión como modeladora de santos, una muestra de las grandes verdades de la fe católica, especialmente la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, el lugar de la Santísima Virgen en el Plan Divino de la Salvación y su unión íntima con el Espíritu Santo. Esta doctrina, dijo, es santa y santificadora, y produce santos a granel. Un ejemplo vivo de esto está en el mismo Frank, en Edel Mary Quinn -misionera enviada al África que consagró su vida a la Legión- y en Alfonso Lambe.

 A pesar de los horrores de la guerra, la Legión de María permaneció intacta y nunca omitió sus reuniones ni su apostolado. Existen otros relatos sobre la fundación en situaciones igualmente adversas. La Legión de María llegó a ser declarada como "el enemigo público número uno".

 Frank Duff no era un místico en el sentido de éxtasis y visiones extraordinarias, era simplemente un católico ejemplar; sin embargo, su vida estuvo frecuentemente acompañada de hechos milagrosos: en una ocasión, pasada la media noche, Frank seguía trabajando en su correspondencia cuando alguien llamó a la puerta. Era un chico de unos doce años, sucio, harapiento, piojoso, quien pidió permiso para pasar la noche en el albergue. Duff lo invitó a su casa y le ofreció algo de comer. El muchacho comió con verdadero apetito y como el anfitrión no quiso que durmiera en el suelo ni que se fuera, decidió compartir la cama con él, ya que sólo tenía una. A la mañana siguiente, el muchacho había desaparecido sin dejar traza de su presencia. Cuando el dueño de casa regresó de Misa, encontró a la persona que le preparaba todos los días el desayuno para que lo tomara al regreso de la iglesia. Esta joven, muy sorprendida, preguntó quién era ese muchacho encantador que ella había encontrado esa mañana temprano al entrar a su casa. Frank comentó más tarde que en aquella ocasión, albergó al Señor.  

 Entre los escritos de Frank Duff encontramos "El manual de  la legión de Maria", El espíritu de la legión de María" y "nuestra señora en acción"   

    Duff mantuvo estrecha relación con todos los Papas, prueba de ello son las cartas pontificias que se encuentran en las primeras páginas del Manual de la Legión de María. Durante el Concilio Vaticano II fue uno de los pocos laicos invitados a presenciar las sesiones. Sufrió también persecución, lo que tornó en abundancia a la Legión. En 1979 Juan Pablo II invitó a su fundador y colaboradores a Roma. Después de la Misa en su capilla privada, el Papa los invitó a desayunar en su cocina privada y, como buen anfitrión, los atendió con toda sencillez.

El 7 de noviembre de 1980, el anciano fundador se sentía muy agotado y se recostó. La legionaria que lo atendía le llevó el té a la cama y lo encontró con las manos en posición de oración y los ojos fijos en una imagen de la Virgen que tenía frente a él. Su Madre del Cielo se lo había llevado con Ella.

 

Beatificación en marcha

 Con fecha 18 de julio de 1996, el arzobispo de Dublin, capital de Irlanda, anunció que queda por más de setenta y cinco años, razón por la cual se inició allí el proceso que estudiará si el fundador de la Legión de María vivió según las virtudes de la santidad. El vice postulador de la causa es el religioso Bede McGregor, informó la curia de la capital irlandesa.