HISTORIA VERDADERA DE LA IGLESIA

Introducción.

Los católicos vivimos intimidados, acobardados, debido a una sucia campaña, muy bien orquestada desde hace siglos, por una supuesta "historia negra" de la Iglesia. Lamentablemente los católicos ignorantes, incautos o miedosos, no hemos aprendido y aún no sabemos reaccionar valientemente ante las agresiones de los enemigos de la Iglesia.

Ya es hora, dice el Cardenal Giacomo Biffi, "de que nos demos cuenta del montón de opiniones arbitrarias, de deformaciones sustanciales y de auténticas mentiras que pesan sobre la historia de la Iglesia".

Desde los años de la escuela Primaria, debido al Texto único impuesto en México por el gobierno, nos han asustado con el "oscurantismo" de la Edad Media, con la terrible Inquisición española, (sin mencionar, evidentemente las Inquisiciones protestantes), la conquista de América a la que acusan de genocidio, el sonado caso de Galileo, la guerra Cristera, etc.

El alumno promedio, no dado, como buen mexicano, a investigar, a estudiar, a leer, se queda con esa negativa impresión sufriendo interiormente el choque entre su fe católica y la vergüenza de serio.

Es por eso que la Sociedad EVC, apoyando la campaña del semanario DESDE LA FE, publica un muy breve resumen de la auténtica historia de la Iglesia que muchos católicos ignoran.

Para empezar.

Cuando tratamos temas históricos, es necesario, antes que nada, ser ecuánimes e intransigentes en la búsqueda de la verdad: saber llamar al pan, pan y al vino, vino, cosa que puede costar mucho trabajo cuando los hechos no nos favorecen. No por nada el único problema con el que se enfrentó la Secretaría de Educación Pública para editar los nuevos textos únicos y gratuitos, fue el del terreno histórico en el que han manipulado la verdad a su antojo por décadas enteras.

La Iglesia Católica tiene que reconocer, como dice irónicamente el Cardenal Biffi, que "hay obispos que son asnos", pero también sabe ver que Dios, "con materia defectuosa y pobre, se las ha arreglado para modelar en cada época, una obra maestra, resplandeciente de verdad absoluta y belleza sobrehumana".

Ese prodigio se llama Iglesia Católica, nuestra Iglesia.

 

Una mirada de Fe.

Antes que nada, al analizar una realidad tan compleja como es la Iglesia, debemos acercarnos como creyentes: de otra manera no comprenderemos el por qué de muchas cosas, como por ejemplo la posición de la Iglesia ante el martirio, o ante hechos no comprobables por la ciencia en un laboratorio como es la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Los católicos podemos darnos el lujo, por la Fe, de conocer más de lo que la ciencia pueda demostrar.

La Fe nos permitirá aceptar hechos deshonrosos sin perder la serenidad, sabiendo que por encima de todos los errores humanos de los católicos, está Dios haciendo su historia en la humanidad.

La Iglesia es Una en el tiempo.

Es muy interesante cómo los enemigos de la Iglesia, la acusan de supuestos errores del pasado. A nadie se le ocurriría culpar al Presidente actual del asesinato de Francisco l. Madero. Al tratar así a la Iglesia, sin quererlo ellos, están reconociendo su maravillosa identidad a través de los siglos: la tratan casi como a una persona, responsable de sus hechos pasados. Su acusación se convierte paradójicamente en un reconocimiento de la unidad, de la permanencia y de la vida eternas de la Iglesia.

La Verdad debe ser completa.

La mínima honestidad intelectual nos obliga a aceptar toda verdad comprobada, aunque fuera adversa, pero también a rechazar la manipulación de medias verdades.

Por ejemplo, se quiere restar credibilidad a la Iglesia con argumentos como la frivolidad del Papa Borgia, Alejandro VI, que tuvo hijos, pero se omite que fue un Papa excelente durante su pontificado y que el haber tenido descendencia - acto reprobable personal, no de la Iglesia- ocurrió muchos años antes de ser el Vicario de Cristo.

Un testimonio valedero.

Leo Moulin, historiador francés, ateo y ex-masón afirma sin ambages: "Tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas".

LOS PRIMEROS SIGLOS.

Recordemos antes que nada, que en tiempos de Jesucristo, el Imperio Romano dominaba absolutamente toda la cuenca del Mar Mediterráneo, desde España, hasta Marruecos, abarcando desde la lejana Inglaterra, Francia, Italia, los Balcanes, Grecia, la actual Turquía, Líbano, comprendiendo por supuesto el actual Israel o Palestina, Egipto, Libia y Argelia. Hablaban del Mediterráneo como del "Mare Nostrum". Era "su" mar. Este hecho, en cierta manera facilitó la difusión del Evangelio ya que los Apóstoles y los primeros cristianos pudieron trasladarse fácilmente por todo el imperio.

Algo humanamente incomprensible.

En los primeros trescientos años, los cristianos, un puñado de hombres ignorantes y sin importancia, en medio de cruentas persecuciones, pudieron cristianizar todo el mundo entonces conocido, cuna de tantas culturas y civilizaciones. ¿Cómo pudieron evangelizar todo el Imperio Romano, la cultura greco-romana, cambiar la estructura imperial y marginar las religiones tradicionales? ¿Qué estrategia desplegaron, qué capacidad de atracción tenían? ¿Cómo pudieron conquistar tantas almas cínicas y desengañadas, corrompidas con toda clase de excesos y vicios?

La respuesta no es simple: por un lado el mensaje mismo del Evangelio, mensaje de caridad, de paz, de trascendencia eterna, vino a dar cumplimiento a las aspiraciones de los mejores hombres. El testimonio heroico de los mártires con su sangre derramada por Cristo, impactó fuertemente a muchos. Pero en la base de todo estuvo, como lo está ahora mismo, la acción del Espíritu Santo, que suscitó hombres de la talla de San Justino, Ignacio de Antioquía, Ireneo, Ambrosio, Jerónimo, Hilario de Poitiers, Agustín y tantos otros, que supieron comunicarle al hombre culto y al ignorante la esperanza cristiana y decirle también cómo debían comportarse en el mundo pagano, transformando almas y estructuras.

Los tres primeros siglos.

La Iglesia dio comienzo a su labor evangelizadora desde el mismo día de Pentecostés, pero muy pronto dieron comienzo las persecuciones en Jerusalén. Los Apóstoles y discípulos tuvieron que huir y el Evangelio se fue diseminando por donde se establecían. Tanto San Pedro como San Pablo, después de fundar la Iglesia Católica en muchas partes, llegaron a Roma y vivían predicando en paz hasta que en el año 64 el pérfido Nerón decretó que el cristianismo "no era lícito" y se desató la primera de las muchas persecuciones promovidas por varios emperadores. Los dos grandes pilares de la Iglesia, Pedro y Pablo, perdieron la vida a manos de Nerón en el 67 DC.

Pero la persecución, en vez de acabar con la Iglesia, la hizo crecer. Tertuliano escribió que "la sangre de los mártires es semilla de cristianos".

La lista de aquellos que dieron la vida por Cristo es interminable y conmovedora. ¿Cómo pudieron soportar bárbaras torturas y muertes dolorosísimas sin renegar de la Fe? Ancianos como San Ignacio de Antioquía, madres jóvenes como Perpetua y Felícitas, niños como Tarcisio y Pancracio, vírgenes como Cecilia o Inés, hombres y mujeres por todo el Imperio Romano, dejaron un testimonio maravilloso de fidelidad y amor a Jesucristo. Nosotros somos herederos de esa Fe firmada con sangre.

Inútilmente emperadores como Septimio Severo, Maximínio, Decio y el más cruel de todos, Diocleciano, intentaron sofocar al Evangelio. El historiador Harnack calcula que para el año 313 ya existían nada menos que 1600 diócesis en toda Europa y norte de Africa.

Problemas Internos.

No solamente la Iglesia tuvo que superar las persecuciones imperiales, sino que internamente surgieron herejías de todas clases a las cuales tuvieron que refutar grandes apologistas como San Justino, Cuadrato o Tertuliano. La más insidiosa ha sido (y es aún en nuestros días) el gnosticismo que cree que los conocimientos son los que nos salvarán y no la Fe en Jesucristo.

 

Una amnesia voluntaria.

Es increíble cómo algunas sectas protestantes, como los Testigos de Jehová, afirman que la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo "desapareció" y que el Catolicismo es falso porque fue fundado por Constantino.

A continuación dicen paladinamente que la verdadera es la de ellos, nacida el siglo pasado en Estados Unidos. ¡Qué candidez o qué ignorancia! ¿Ya se les olvidó todo lo acontecido en estos heroicos primeros siglos? ¿Creen que la Iglesia no tiene memoria, no tiene documentos, no sabe su propia y gloriosa historia?

No podemos menos que referir a nuestros amables lectores a la lectura del Folleto EVC 647 titulado "Nace la Iglesia" que relata el interesantísimo tiempo transcurrido entre la muerte de Jesucristo y la conversión del Emperador Constantino, que fue quien dio por fin libertad a la Iglesia de Cristo. ¡La Iglesia tiene muy buena memoria!

Después de 313.

Constantino, hijo de la gran Santa Elena, por el Edicto de Milán, en 313, permitió a los cristianos profesar abiertamente su fe y la construcción de las hermosas Basílicas y Templos que admiramos hoy en día.

Sin embargo, dicha libertad y bienestar también trajeron no solamente la proliferación de herejías sino también el espíritu mundano en no pocos eclesiásticos.

Decadencia Romana

A la muerte de Teodosio el Grande, en 395, el Imperio se dividió en Oriente con su capital Constantinopla (el actual Istambul) y el Occidental con Roma corno capital. Así debilitado, empezaron las invasiones germánicas, visigóticas, vandálicas, etc. En una de estas invasiones bárbaras, el gran Papa León I detuvo al terrible Atila salvando a Roma de la devastación.

Los siglos siguientes.

La Vida Monástica.

Después de estos turbulentos años, surge algo estupendo: grandes Santos como Pablo de Tebas o San Antonio, entre otros muchos, atraen a miles y miles de hombres y mujeres a vivir totalmente entregados a Dios, lejos del mundo, sus placeres y ambiciones. San Benito, nacido en 480, con su Regla dio esplendor y fuerza al monaquismo en la Iglesia, fuente de cultura y civilización en toda Europa. La lista de Santos monjes y Santas monjas es tan impresionante como asombrosa. ¡Cuánto les debemos nosotros a los monjes! Entre otras cosas la Biblia que usamos todos los días, ya que fueron ellos los que con infinita paciencia, antes de la invención de la imprenta, copiaron manualmente durante siglos la Palabra de Dios. ¡Poca cosa!

Cada monasterio masculino o femenino era un centro civilizador, llevando a todos los países antes que nada la alfabetización, acompañada de la instrucción en toda clase de artesanías y oficios. Podemos incluir aquí la reflexión de que exactamente fue lo que sucedió en nuestra Patria durante la Colonia: fueron los frailes españoles los que enseñaron a los indios cosas que aún ahora forman parte de su acervo cultural. Figuras como Tata Vasco, Motolinía, Gante, Junípero Serra y tantos otros forjaron la identidad mexicana conjuntando sabiamente sus costumbres con la Fe y la cultura cristianas.

La Edad Media, ¿oscurantista o iluminadora?

Es hasta cierto punto de vista natural, al ver una mancha en un mantel o en una hoja de papel, que nos fijemos nada más en ella, olvidando todo lo demás. Pero si además ponemos en nuestra óptica, decidida mala voluntad, cometemos flagrantes injusticias. Es lo acontecido con lo que se llama Edad Media, que comprende de los siglos octavo al décimo cuarto, o sea, de los años 700 al 1399, en los que la influencia de la Iglesia Católica en Europa fue determinante en todos los aspectos.

Hubo errores y muchos. Cosas que no se comprenden fácilmente con la mentalidad que tenemos en los albores del Siglo XXI. Recordemos que es fatal juzgar de acontecimientos lejanos de la historia sin tratar de entrar en la mentalidad reinante de otras épocas. Ahora nos parece impensable el colonialismo, Y sin embargo todavía el siglo antepasado, los países Europeos se repartieron África en 1853 en Berlín, como si fuera un inocente pastel.

Hemos de hacer por lo tanto un esfuerzo intelectual muy serio para ubicar los acontecimientos históricos y las acciones de la Iglesia en la Edad Media sin trasladar la sensibilidad y la mentalidad que tenemos ahora a aquella época.

Siglo VIII

El derrumbe del Imperio Romano con las invasiones bárbaras por un lado y el ataque del Islam por otro, dejaron a Europa sumida en la incultura y analfabetismo.

En Oriente la Iglesia tuvo que luchar contra los "iconoclastas" que eran furiosos destructores de imágenes (muchos protestantes siguen siendo iconoclastas, al menos intelectualmente), en tanto que en Occidente se contó con la protección de personajes como Carlos Martell, quien venció a los musulmanes, o Pipino el Breve, quien cedió a la Iglesia los territorios pontificios. Carlomagno, coronado por el Papa León III, impulsó la conversión al cristianismo de todo su Imperio.

La cultura cristiana empezó a difundirse a partir de los monasterios, gracias a grandes santos como Alcuino, Bonifacio, Wilobrardo y Gregorio III.

Siglo lX.

Carlomagno murió en 814 y su imperio se desmembró y corrompió. La Iglesia se vio envuelta en las ambiciones de los grandes nobles que no solamente peleaban entre sí por territorios más amplios, sino que deseaban igualmente el trono Pontificio. Hubo ciertamente en ese tiempo Papas indignos, impuestos por la fuerza de los nobles.

El Papa Nicolás 1, sin embargo, se opuso enérgicamente al Emperador de Oriente cuando este impuso a Focio como patriarca de Constantinopla. Así se inició el dolorosísimo Cisma de Oriente, que ocurrió definitivamente en 1054 y perdura hasta nuestros días.

Siglo X.

Se implantó el llamado sistema Feudal, en que los señores poseían la tierra y la trabajaban sus vasallos. La Iglesia trató de suavizar el sistema, pero se vio envuelta en el mismo al ser muchos Obispos dueños de tierras.

Igualmente floreció la "simonía" consistente en otorgar dignidades eclesiásticas a cambio de dinero o propiedades sin importar la calidad moral del solicitante.

Pero la Iglesia reaccionó con una auténtica reforma. En 910, el Conde Guillermo de Auvernia, fundó la célebre Abadía de Cluny en Francia que pronto se convirtió en un foco luminoso de santidad, sabiduría y cultura para toda Europa y sostén del Papado.

En este siglo surgió el Imperio Germánico de Otón el Grande y hubo grandes conversiones de reyes y pueblos: Olga de Rusia y Esteban de Hungría entre otros.

Siglo XI.

Con el esplendor de Cluny, se fundan varias órdenes Religiosas como los Camaldulenses y los Cartujos, literalmente "fábricas de Santos". Pero la santidad no floreció tan solo en los monasterios, sino que las mismas cortes produjeron santos como el emperador San Enrique en Alemania, San Canuto de Dinamarca, San Eduardo en Inglaterra, San Ladislao en Hungría.

Es el siglo del arte Románico, impregnado del espíritu cristiano así como la reproducción de manuscritos en los monasterios, sobre temas de gramática, poesía, geografía, matemáticas, etc. Podemos decir que el arte y la cultura occidental, son patrimonio de la Iglesia Católica y están a nuestro alcance en los museos, llenos de Catolicismo.

El Papa Nicolás II estableció en 1059 que tan sólo los Cardenales podían elegir al sucesor de San Pedro, vetando para siempre la intromisión de los poderes civiles.

Con mucho valor y sufriendo el destierro, el gran Papa Gregorio VII se enfrentó al Emperador Enrique IV, liberando a la Iglesia del poder monárquico.

También en este siglo el Papa Urbano II convocó en 1099 la primera Cruzada, liberando a Jerusalén, aunque por poco tiempo del poder musulmán.

Siglo XII.

Marca el esplendor de la Edad Media. Las escuelas monacales salvaron la sabiduría y surgieron grandes órdenes religiosas inspiradas por San Roberto, San Bernardo de Claraval, San Anselmo, etc. La cultura y los estudios dependieron de los monasterios y las escuelas episcopales. Se celebraron tres Concilios y se efectuaron dos Cruzadas más.

Siglo XIII.

Al mismo tiempo del esplendor medieval, empieza su decadencia. En primer lugar, se dieron disputas y guerras entre emperadores y Papas, que defendían la Independencia de la Iglesia. Con resultados muy precarios se llevan a cabo cinco Cruzadas más. Actualmente nos es muy difícil comprender el fenómeno de las Cruzadas, pero la respuesta de los cristianos ante tales iniciativas, a pesar de lo que implicaba el simple viaje a Tierra Santa, nos habla de mentalidades totalmente distintas. Vasallos, nobles y reyes se embarcaron en esas empresas casi absurdas, motivados tanto por la fe y el deseo de recuperar los Santos Lugares, profanados por los musulmanes, como por la preservación de la cultura cristiana en Europa.

Al mismo tiempo que nacen las herejías de los valdenses y los cátaros, surgen las órdenes mendicantes y la de los predicadores (franciscanos, carmelitas y dominicos, entre otros) decididos a reformar tanto las costumbres relajadas de muchos clérigos, como las herejías reinantes.

En 1232 el Papa Gregorio IX organizó el Tribunal de la Inquisición, que a pesar de la "leyenda negra" que pesa sobre él, hizo muchísimo bien.

Aparecen también en este siglo las Universidades, creación propia de la Iglesia Católica, iluminadas por gigantes como San Alberto Magno o Santo Tomás de Aquino y nace el maravilloso arte Gótico que inunda toda Europa con la belleza indescriptible de sus Catedrales.

Siglo XIV.

La inestabilidad de Italia provocó el destierro de los Papas a Avignon (Francia) y el intento renovado de los poderes civiles de inmiscuirse en los asuntos de la Iglesia. Fue el siglo de la terrible "Peste Negra", que arrasó a Europa entera, muriendo muchedumbres inmensas, destruyendo la economía y dañando las Universidades.

Estas últimas resurgieron gracias a grandes intelectuales, algunos de ellos apartados de la enseñanza católica.

Un peligro tremendo amenazó a la Iglesia con lo que pudo ser "el Cisma de Occidente" ya que en un momento dado tres obispos al mismo tiempo, se presentaban como Papas, problema que se solucionó hasta el siglo siguiente.

Resumiendo:

La Iglesia Católica en la Edad Media, partícipe de tormentas y errores, habiendo cometido desaciertos y sufrido ataques y trampas de sus enemigos innumerables, no fue como la califican "oscurantista", sino todo lo contrario. Fue a pesar de todo, el faro y el motor del desarrollo de una cultura de la cual todavía participamos nosotros.

La lista de los Santos y Sabios que la Iglesia produjo en la Edad Media, es interminable: San Beda, poeta matemático, astrónomo, historiador, maestro; Alcuino, maestro en las siete artes liberales; Guillermo de Auvernia, fundador de la abadía de Cluny en 910; San Esteban, Rey de Hungría; San Bernardo de Claraval, civilizador, pacificador, teólogo y escritor preclaro; San Anselmo, maestro de la filosofía aristotélica; San Alberto Magno, maestro en todas las ciencias naturales; Santo Tomás de Aquino, lumbrera absoluta en filosofía y teología...y tantos otros a los cuales debemos en gran parte la cultura actual.

Podemos estar convencidos y orgullosos de la verdadera historia de la Iglesia en el Medioevo. De ninguna manera podemos aceptar, ni de lejos, el mote de "oscurantista" que nuestros enemigos de siempre quieren aplicarle.

LA INQUISICION

Hemos mencionado cómo en 1232 fue instituido formalmente el Tribunal de la Santa Inquisición y creemos que vale la pena abundar en el tema, ya que es de los más socorridos por los enemigos de la Iglesia para denigrarla. Muchos compatriotas todo lo que saben de la Inquisición es lo que presenta el filme mexicano llamado "El Santo Oficio", plagado de errores, mentiras y evidente odio a la Iglesia. El cándido espectador católico se lo cree a pie juntillas sin el más mínimo sentido crítico y sin tratar de investigar acerca del tema aunque su fe en la Iglesia se vea seriamente dañada.

Una de las dificultades para tratar este espinoso tema es el de elegir las fuentes históricas, ya que de consultar autores Católicos, el lector podría sospechar parcialidad. Lo mismo sucedería si acudiéramos a una Enciclopedia española como la Espasa Calpe. Por eso nos basamos en la Enciclopedia Británica, que por ser de origen inglés y por tanto compuesta seguramente por protestantes anglicanos, ni amigos de la Iglesia Católica y mucho menos de España, no puede ser acusada de parcialidad a favor de la Iglesia Católica.

QUÉ ERA LA INQUISICION

La palabra Inquisición despierta inmediatamente los más lúgubres pensamientos y sin embargo dicho tribunal fue necesario para investigar, o inquirir (de ahí viene su nombre) si alguna persona era culpable o no de un delito. Su fin no era de ningún modo castigar a los culpables y menos a los inocentes.

Tenemos que hacer un gran esfuerzo para colocarnos en aquellos tiempos, ayudados por el estudio de la historia de la humanidad para comprender hechos que actualmente, al menos de palabra, rechazamos, como es la tortura, y que sin embargo sabemos es ampliamente aplicada en TODOS los países, por civilizados que se ostenten.

Hay culpas o crímenes que dañan a la población y ésta tiene el derecho de defenderse de alguna manera. En la Edad Media y aún antes, tal vez con mucha razón, no existía la tolerancia actual, que dicho sea de paso, está causando tremendos daños a la humanidad, como son el alcoholismo, drogadicción, libertinaje sexual, armamentismo hogareño, pornografía cibernética, etc. y que ciertamente no están llevando a la humanidad a ningún progreso. Aún gobiernos tan liberales como el de los Estados Unidos de Norteamérica, están ya aplicando en cierta medida censuras a la "libertad de expresión" que desemboca en la degeneración total, sobre todo en la red de internet, favoreciendo, por ejemplo, la prostitución infantil.

Ciertas ideas o hechos eran castigados en aquel tiempo por la sociedad sin ningún control. En muchas ocasiones, sin una autoridad competente que investigara y calificara el delito, personas eran linchadas por el pueblo sin más ni más. Eran las temidas "cacerías de brujas" que tanto daño causaron.

Por ello, ya desde el siglo IV, se empezaron a organizar tribunales inquisitoriales, es decir, investigadores, tanto para condenar a los verdaderamente culpables, como para defender a los inocentes. Si las acusaciones involucraban cosas como herejías, supersticiones, cultos satánicos, faltas a la moral, etc., evidentemente los jueces cualificados eran necesariamente, obispos, clérigos o monjes.

Una vez decretada la culpabilidad del acusado, los inquisidores lo remitían a la autoridad civil, que aplicaba la pena establecida en las leyes de aquel entonces. Cada pueblo o nación, como ahora, tenía sus propias leyes y castigaba los delitos según su propia idiosincrasia. Así pues, no eran los clérigos, o los sacerdotes los que castigaban a los culpables, sino lo que se llamaba "el brazo secular" o sea las autoridades civiles respectivas.

Las penas o castigos a los culpables podrían ir desde tener que participar en una procesión con una vela color verde que lo delataba como pecador arrepentido, desfilar con una capucha llamada "san Benito", hasta azotes, cárcel o la misma muerte, según las leyes del lugar.

 

La pena de muerte ha sido abolida en casi todos los países occidentales en la actualidad, aunque algunos la hayan reestablecido, tratando de frenar la inseguridad social en que vivimos. Por su parte en países orientales como China o musulmanes como Irán, Irak, Libia, Argelia, etc., la pena de muerte es aplicada y muy frecuentemente, por delitos que para occidente no tendrían importancia.

No podemos dar como iniciación de la Inquisición el ano de 1232 en que el Papa Gregorio IX le dio forma universal, porque de hecho ya existía desde mucho antes. La Inquisición fue un fenómeno histórico muy complejo que abarca casi quince siglos y se dio en todos los países cristianos del mundo. Y no es justo por lo tanto cuando la mencionamos, pensar tan solo en la Inquisición Española del siglo XVI con su repercusión inevitable de su versión mexicana en tiempos del Virreinato.

Tampoco es honesto olvidar que las Iglesias Protestantes también tuvieron sus respectivas Inquisiciones dado que era un fenómeno de la época. Notable por su crueldad fue Calvino, que entre otras cosas mandó quemar vivo al científico Miguel Servet por no aceptar el dogma de la Trinidad de Dios.

La Inquisición inglesa fue terrible. El historiador inglés, William Cobbet, nacido en Farnham en 1792, asienta lo siguiente: "Las crueldades de las sectas protestantes se sucedieron cuando la Reina Isabel I de Inglaterra hizo que se dictara y se diera muerte a más católicos en un año que la propia Inquisición en todo el tiempo en que estuvo subyugada por el poder político".

También los Norteamericanos tuvieron sus cacerías de brujas, como el conocido suceso de "Las Brujas de Salem" en el siglo XVII.

Pero como la Inquisición Católica es el tema favorito de los enemigos de la Iglesia, también nosotros vamos a analizarla más de cerca en los tiempos de la Colonia Española en México.

LA INQUISICION EN MEXICO.

".. .en 1524 se estableció la Inquisición, que perduró hasta el 22 de febrero de 1813 en que las Cortes de España la abolieron para restablecerla poco después y abolirla definitivamente en 1820 cuando México estaba todavía bajo el dominio español, de modo que duró 296 años, casi tres siglos.

La auténtica Historia de la Inquisición en México nos proporciona, a Dios gracias, abundantes documentos. En España, para evitar que se descubrieran sus falsedades, el apóstata Juan Antonio Llorente quemó los archivos. Hemos de dejar, por supuesto a un lado novelas como las de Vicente Riva Palacio, películas como "El Santo Oficio" y similares.

Para empezar hemos de decir que la Inquisición en México, por decreto de Carlos V dado el 15 de octubre de 1538, eximía a los indios de todo juicio y tan solo los colonos europeos debían estar sometidos a su jurisdicción.

Fueron juzgados los bígamos, blasfemos, usureros, sodomitas, los sacerdotes que se unían a una mujer, los que quebrantaban el secreto de confesión y también los laicos que; usaban hábitos sacerdotales o religiosos. La Inquisición, como se ve, no solamente investigaba faltas contra la Fe Cristiana sino también faltas a la moral privada y pública.

Los Autos de Fe (Actos de Fe), eran ceremonias religiosas, privadas o públicas, en las que se daba a conocer la sentencia dada a los acusados, declarándolos culpables o inocentes, según el caso.

Es un craso error decir que todas las sentencias de los Autos de Fe eran condenatorias y mucho peor creer que fueran siempre condenas a morir en la hoguera. Cuando un acusado era declarado inocente, recobraba de inmediato la libertad. Si eran encontrados, por ejemplo culpables de herejía, eran invitados a abjurar y si persistían en su error, se les aplicaban distintas sentencias: penas canónicas, multas, contribución a obras de caridad, llevar cruces amarillas en los vestidos, confiscación de sus bienes o penas aflictivas como los azotes, cárcel temporal o perpetua y la pena máxima, la muerte en la hoguera, que era ejecutada por la autoridad civil. En muchas ocasiones, sin embargo, el condenado era quemado "en efigie" o sea, quemaban una especie de muñeco representando al condenado, lo cual implicaba un gran deshonor social.

 

LOS EJECUTADOS POR LA INQUISICION.

En contra de la creencia popular de que la Inquisición mató a cientos de miles, causa asombro el escaso número de los condenados a muerte en 296 años. La más grande autoridad de la Historia Colonial en México, Don Joaquín García Icazbalceta, exento de toda parcialidad a favor de la Iglesia, después de haber investigado, llegó a la conclusión siguiente: "No encuentro más Autos antes del grito de la Independencia y he aquí el resumen de las ejecuciones hechas en los Autos que dejamos referidos:

 

 

En persona

En efigie

Fr.M. deValencia

1

0

Fr J de Zumárraga

1

0

Autos de1574

5

0

Autos de 1596

8

10

Autosde1601

3

16

Autos de 1635

0

5

Autos de 1649

13

65

Autos de 1659

7

1

Autos de 1678

1

0

Autos de 1688

0

1

Autos de 1699

1

0

Autos de 1715

1

0

Autos de 1795

0

1

Total

49

99

Así pues, en un período de 296 años fueron solamente quemados 41 y en efigie 99".

Vemos que el Tribunal del Santo Oficio, acusado de masacres sangrientas, condenó a muerte tan solo a una persona cada siete años. ¡Muy distinta la leyenda negra de la realidad histórica!

Los mismos que atacan a la Iglesia Católica tomando como pretexto la Inquisición, rasgando sus hipócritas vestiduras, han sido testigos en nuestra Patria de abundantes crímenes políticos desde la matanza de Huitzilac, donde perdieron la vida el General Francisco Serrano y trece acompañantes por ser este último candidato a la Presidencia en contra de Álvaro Obregón (el lugar de la masacre está señalado con numerosas cruces en el camino federal a Cuernavaca, cerca de Tres Marías) hasta últimamente la eliminación de Clouthier, Luis Donaldo Colosio o Ruiz Massieu. No por nada se dice que en México no existe la pena de muerte, sino tan solo la muerte.

LOS ABUSOS DE LA INQUISICION

Preguntémonos: cuando hay poder ¿dónde no hay abusos? Siendo la Inquisición un Tribunal poderoso apoyado fuertemente por los Reyes españoles en su tiempo, indudablemente hubieron abusos, crueldades y corrupción. Los tormentos comunes en el mundo entero de siglos pasados, también fueron usados por algunos inquisidores. Ahora los ( tormentos son más sofisticados para no dejar huellas aparentes y son eficazmente ejercidos en México y en todas partes. Todos sabemos de cómo los "judiciales" consiguen las confesiones en los separos de las delegaciones.

El Santo Padre Juan Pablo II ha tenido el valor de reconocer las culpas cometidas por miembros de la Iglesia y de pedir perdón por ellas, cosa que los gobiernos civiles están muy lejos de imitar.

CONCLUSION

Nuestro Señor Jesucristo fue acusado por los fariseos por partida doble: de blasfemo ante el Sanedrín y de enemigo del César ante el procurador romano. No debe de extrañarnos por tanto que su Iglesia también sea acusada y calumniada por todos lados. Sus enemigos abundan, desde la masonería internacional hasta los movimientos abortistas y homosexuales pasando por gobiernos opresores, sectas protestantes o feministas trasnochados.

Pero podemos estar legítimamente orgullosos de la verdadera y gloriosa historia de la Iglesia Católica. Lo que la humanidad le debe a la Iglesia Católica es incalculable en todos sentidos. Y el reto que tenemos los católicos actuales es el de continuar esta historia corrigiendo los errores habidos en el pasado por el pecado de los hombres y seguir dando el testimonio de la Fe en Cristo Resucitado con la palabra y las obras, imitando a los Santos en la práctica de todas las virtudes.

Ignorar la grandeza de nuestra Historia es tan grave como no conocer la Biblia, que es la Historia de la Salvación del Pueblo de Dios en la antigüedad, porque esta Historia no ha terminado: Dios sigue salvando a la humanidad por medio de su Nuevo Pueblo Santo congregado por la fe en su Hijo Jesucristo.

Así como debemos conocer la persona de Cristo, debemos también conocer la Historia y grandeza de su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica.

No nos dejemos, pues, amedrentar ni desorientar por los constantes ataques a nuestra Iglesia, sabiendo que pertenecemos al Pueblo de Dios cuya Historia verdadera es gloriosa y dista mucho de la otra historia que sus enemigos tratan de inculcar de mil maneras.

 

 

"La historia de salvación comenzó con la historia del hombre, que la historia de la salvación conoce siempre un nuevo comienzo, que inicia en cada hombre que viene a este mundo. De este modo la historia de la salvación entra en la historia de los pueblos, de las naciones, de las patrias y de los continentes" Juan Pablo II

 


Bibliografía:
R. P. Pedro Herrasti
1a. Edición 1999
Folleto E.V.C. No. 649
Sociedad E.V.C. Apdo. Postal 8707, 06000, México, D.F.

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