¡ALERTA PAPÁS!: EDUCACIÓN SEXUAL



INTRODUCCIÓN

Es necesario, ahora más que nunca, preguntar a los padres: ¿Están preparando a sus hijos pequeños para vivir en el mundo que habitarán cuando crezcan? Tal pregunta trae consigo, por supuesto, muchos problemas. Pero hay entre ellos uno de máxima importancia por sus inmensas posibilidades para el bien o para el mal, para la felicidad o la desgracia, y esto tanto en el tiempo como en la eternidad.

Este problema es una cuestión de moral: la conducta sexual. Aquí se libra una de las más violentas batallas del mundo moderno y si los padres no enseñan a sus hijos el plan de Dios sobre la especie humana y no los educan sexualmente, pronto caerán víctimas de aquellos que lucran promoviendo lo que parece ser el plan del demonio.

Una cosa es cierta: los niños muy pronto aprenden en la escuela, el mecanismo sexual de la reproducción. Y además la televisión muestra ampliamente toda la gama de desviaciones sexuales producto de pasiones incontroladas. En un afán por superar el "tabú" sexual, se ha caído pendularmente en el extremo opuesto y la sexualidad humana se ha banalizado y profanado hasta el extremo.

PRIMERA PARTE

EL MUNDO ACTUAL

La década de los sesentas fue ciertamente muy interesante: junto a acontecimientos maravillosos como la conquista de la luna, vinieron las computadoras y la electrónica que han revolucionado al mundo entero.

Pero también apareció la llamada "revolución sexual" que en un afán de superar los "tabúes" acerca de este tema, llegó al extremo que estamos viviendo. Si en el pasado no se hablaba de la sexualidad y los muchachos aprendían las cosas sexuales a hurtadillas y muchas veces deformadas, ahora tienen acceso a toda clase de información.

Por un lado la información proporcionada en los textos escolares, respetuosa, gradual, científica, restringida a los aspectos meramente fisiológicos, sin ningún intento de orientación o de educación: es una mera información de cómo funcionan los aparatos genitales masculino y femenino.

Por otro lado está la invasión de los medios masivos de comunicación, principalmente la prensa y la televisión en donde el tema de la sexualidad es presentado de la manera más brutal y desviada. Telenovelas, anuncios, mesas redondas, programas cómicos, etc... dan una idea totalmente equivocada de la sexualidad humana.

Ninguna de las dos fuentes de información, la escuela y la televisión, dan una solución al problema sexual, ya que por un lado no basta la simple información escolar y por otro se deseduca bárbaramente a la juventud. Los resultados de esas políticas podemos constatarlos en lo que está sucediendo en el mundo entero: al banalizar el sexo y presentarlo como mero placer o diversión, al facilitar el intercambio sexual con los anticonceptivos, han aumentado alarmantemente los embarazos "no deseados", las madres solteras, los abortos, los divorcios, las enfermedades venéreas, los muertos por el sida, la homosexualidad, las violaciones, los crímenes sexuales, etc...Las estadísticas son aterradoras.

Las autoridades civiles de nuestro país y del mundo entero están tratando de salir al paso del problema, pero por desgracia sólo se preocupan de los aspectos sociales, haciendo a un lado el aspecto moral del problema. Se atacan los efectos y no las causas.

Los organismos gubernamentales en nuestra patria, justamente alarmados por la expansión incontrolada del sida, por ejemplo, han tratado de detener la epidemia repartiendo condones a diestra y siniestra; "haz el amor con responsabilidad" es un lema totalmente negativo en sus efectos, porque no considera si un acto sexual se realiza entre adolescentes solteros, entre casados o en los prostíbulos; con "parejas" de otro sexo o del mismo. Lo único que les preocupa es que eviten el sida con el uso de preservativos. Se abre la puerta a la degradación con fachada de responsabilidad.

Y el resultado de políticas tan equivocadas lo estamos viendo: Minerva Cruz, reportera de El Universal afirma que del 8 al 16% de los embarazos que se producen en nuestro continente, corresponden a adolescentes, lo que en nuestra patria la cifra representa entre 200,000 a 400,000 al año.

La Organización Mundial de la Salud, afirma que CADA DlA se producen 910,000 embarazos en el mundo, 365,000 contagios de enfermedades sexuales, 150,000 abortos y 500 muertes de mujeres que se lo practicaron.

El Secretario de Salud en México afirmó que el sida es "más que una epidemia". En el Distrito Federal y en Guadalajara se estima que por cada millón de habitantes hay 500 enfermos. En total existen 27,000 concentrados en las grandes ciudades. En el mundo, en 1994, hay 13 millones de infectados y 5,000 cada día se unen a ese triste cortejo.

El libertinaje sexual facilitado por los anticonceptivos y los preservativos han dado por resultado que el 51% de los niños que nacen en México, sean hijos fuera del matrimonio, a esto se debe la explosión demográfica y no a la familia bien constituida.

En Estados Unidos de Norteamérica, la actividad sexual de los jóvenes comienza alrededor de los 13 años y en una encuesta realizada por Samuel Janus, el 10% de los hombres reconocieron haber tenido relaciones sexuales con más de 100 parejas.

El desenfreno sexual ha provocado aberraciones como que en Tailandia hay 2 millones de prostitutas a las que acuden de todo el mundo. Cada año 100,000 varones alemanes llegan en "sex tours". No les bastan las 200,000 prostitutas que hay en Alemania, muchas de ellas venidas de países del Este. En Rusia, donde el aborto es legal y gratuito desde los tiempos del comunismo, en 1993 murieron 120,000 mujeres al practicar 7 millones de abortos, lo cual demuestra de paso que la legalización del aborto no resuelve el problema de la mortandad de madres aborteras.

La actividad sexual desenfrenada de un famoso astro del basket-ball, (según él mismo declaró, tuvo relaciones con más de 1,000 mujeres), lo llevó al contagio del sida.

Murió consumido por el sida el mejor bailarín del siglo y se menciona, como si nada, que su mayor orgullo era el ser homosexual. En el teatro, cine y televisión se exalta a los homosexuales a manera de drama, de pasada o como chascarrillo. Continuamente aparecen en la pantalla chica "travestis" y amanerados. Se ha llegado al colmo cuando un partido político llegó a apoyarse en agrupaciones homosexuales, tanto femeninas como masculinas.

El haber perdido totalmente el sentido de la sexualidad humana y su moralidad elemental, está dando por resultado que se calcula en cien millones el número de sidosos para el fin del siglo. ¡Y la vacuna no existe todavía ni existirá para entonces!

La simple instrucción acerca de los mecanismos de la sexualidad, sin una orientación y educación adecuada, por lo visto ha dado pésimos resultados. Y los gobiernos alarmados ante lo que está sucediendo, pretenden solucionar el problema repartiendo condones...

Este es el mundo en el que vivirán los niños de los umbrales del siglo XXI y por tanto urge educarlos y orientarlos correctamente.

SEGUNDA PARTE

¿COMO EDUCAR A LOS HIJOS EN LA CORRECTA SEXUALIDAD?

 

Evidentemente el simple conocimiento de los hechos biológicos de la reproducción humana, no ha resuelto el problema. Parecería por el contrario que ha incitado a los jóvenes a entregarse irresponsablemente a la actividad sexual desde muy temprana edad, con los funestos resultados que estamos comprobando.

El Papa Juan Pablo II en su Carta Familiaris Consortio, núm. 37, nos dice lo siguiente: "Por los vínculos estrechos que hay" entre la dimensión sexual de la persona y sus valores éticos, ésta educación debe llevar a los hijos a conocer y a estimar las normas morales como garantía necesaria y preciosa para un crecimiento personal y responsable de la sexualidad humana. Por esto la Iglesia se opone firmemente a un sistema de información sexual separado de los principios morales y tan frecuentemente difundido, el cual no sería más que una introducción a la experiencia del placer y un estímulo que lleva a perder la serenidad, abriendo el camino al vicio desde los años de la inocencia".

Una formación verdadera, no puede limitarse a informar la inteligencia, sino que presta particular atención a la educación de la voluntad, de los sentimientos y emociones. En efecto, para tender a la madurez de la vida afectivo-sexual, es necesario el aprendizaje del dominio de sí, el cual presupone virtudes como el pudor, la templanza, el respeto propio y ajeno y la apertura al prójimo.

El hijo debe ser ayudado, creando un clima de confianza, a desarrollar todas sus capacidades para el bien. Demasiado fácil se olvida esto cuando se da excesivo peso a la simple información en detrimento de las otras dimensiones de la educación sexual.

Las autoridades civiles, ciegamente, no atacan el problema en sus mismas raíces. La Iglesia, contra viento y marea, insiste en que el problema es de índole moral. Todos los actos humanos caen dentro de la moral. Si en los animales la actividad sexual es instintiva y por ser irracionales no puede calificarse de moral o inmoral, en el ser humano la situación es distinta. Se puede ejercer la sexualidad para bien o para mal y ejercerla incorrectamente, es inmoral, o sea, es pecado, palabra proscrita en la sociedad materialista de nuestro tiempo.

ALGUNOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

1. Concepción Cristiana de la sexualidad

La visión cristiana de la sexualidad difiere enormemente del concepto que tiene el mundo. Nos sabemos hechura de Dios, "a su imagen y semejanza". Somos espíritus encarnados y Dios nos creó hombres y mujeres iguales en dignidad. Somos seres sexuados, diferentes, complementarios y destinados al amor.

El varón se revela, se comunica, reacciona, piensa como hombre. La mujer, igualmente es mujer toda ella. La sexualidad abarca pues, a todo el ser humano.

La genitalidad es tan solo parte de la sexualidad. Así como el hombre tiene cerebro de hombre y voz de hombre, tiene los genitales masculinos. Y la mujer de la misma manera. Error, por lo tanto es reducir la sexualidad a la simple genitalidad. El cuerpo, en cuanto sexuado, manifiesta la vocación del hombre a la reciprocidad, esto es, al amor y al mutuo don de sí. El cuerpo llama al hombre y a la mujer a la fecundidad, como uno de los significados fundamentales de su ser sexuado.

Orientados a la unión y a la fecundidad, el marido y la esposa participan del amor creador de Dios, viviendo a través del otro la comunión con El.

El hombre, lastimado por el pecado, tiende históricamente a reducir la sexualidad a la simple experiencia genital, lo cual es un error que desvaloriza el sexo del ser humano. El maravilloso don de Dios se conviene en pecado y pornografía.

2. Formación en la castidad

"Para que el valor de la sexualidad alcance su plena realización, es del todo irrenunciable la educación para la castidad, como virtud que desarrolla la auténtica madurez de la persona y la hace capaz de respetar y promover el 'significado esponsal' del cuerpo. La castidad consiste en el dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona. Fruto de la Gracia de Dios y de nuestra colaboración, la castidad tiende a armonizar los diversos elementos que componen la persona humana y a superar la debilidad de la naturaleza humana marcada por el pecado, para que cada uno pueda seguir la vocación a la que Dios lo llame".

"En el esfuerzo por conseguir una completa educación para la castidad, los padres cristianos reservarán una atención y cuidado especial -discerniendo los signos de la llamada de Dios- a la educación para la virginidad, como forma suprema del don de uno mismo que constituye el sentido genuino de la sexualidad humana". (Pautas de educación sexual, num. 18, de la Sagrada Congregación para la Educación Católica).

Desde el Papa Pio XI hasta nuestros días, todos los Papas han insistido en la importancia de la formación en esta virtud angélica, poniendo más énfasis en los aspectos positivos de la castidad que en condenar obsesivamente el vicio opuesto. Se debe producir en los niños gran estima y amor por la castidad, haciendo que se den cuenta de cuánto Dios los ama, de cómo nos han dado ejemplo la Virgen Santísima y los Santos y de como salvaguarda nuestra verdadera dignidad de hijos de Dios.

La virtud de la castidad presupone la victoria sobre las tentaciones y la vigilancia de los sentidos. Deben aprender la custodia de los ojos, controlar la imaginación, los pensamientos, palabras y acciones, evitando las ocasiones de pecado.

No sería posible la vida en castidad sin el hábito de una cierta mortificación de los sentidos. La propia indulgencia, la vida blandengue, buscando placeres y comodidades como un fin en la vida, no nos prepara para superar una tentación sensual cuando ésta llegue. San Pablo nos enseña que así como un deportista se abstiene de ciertas cosas y se entrena con sacrificios por un triunfo, igualmente el cristiano debe disciplinarse si quiere vencer en la lucha por la pureza.

 

3. ¿A quién corresponde la educación sexual?

Si en la escuela actualmente se instruye a los niños acerca de los procesos físicos de la reproducción, toca a los padres de familia complementar esa instrucción con la educación de los valores cristianos.

Cada hijo tiene su propio camino, su propia personalidad, sus propios problemas. Son los papás, atentos a las inquietudes de cada uno de sus hijos, los que deben en particular hablar con ellos a tiempo. Habrá cosas que se puedan comentar en familia, hijos e hijas reunidos, pero también hay cosas que son muy íntimas y que deben ser tratadas con toda delicadeza con cada uno en particular, según su desarrollo y temperamento.

Deben los padres fomentar un clima de confianza tal, que los hijos sientan que pueden ir a sus padres en cualquier dificultad o duda, sin temor a ser rechazados o reprimidos. Un niñito con toda inocencia le preguntó a su madre: "Oye mami, ¿cómo le hiciste para tener hijos?" Y después de recibir una sonora cachetada, la madre le dijo indignada: "¡Nunca te atrevas a preguntármelo otra vez!"

Los hijos que se encuentran en situaciones parecidas, son dejados a obscuras y tratarán de investigar en otras fuentes, normalmente con amigos o en literatura que muchas veces es simplemente pornografía. Así, desde el principio, el maravilloso plan de Dios, es desvirtuado por los mismos padres y se convierte en algo sucio y malo, de lo que no hay que hablar. Las cosas que sienten, los cambios que se operan en sus cuerpos, lo que les sucede (la menstruación o los derrames nocturnos, por ejemplo) los llenan de vergüenza, de temor y escrúpulos. Simplemente no saben cómo comportarse ante lo sexual y pueden caer en graves pecados y aún en vicios secretos.

4. Manera de proceder

Lo primero que deben los padres hacer, es analizar los libros de texto que sus hijos emplean en la primaria para darse cuenta del proceso de información que están teniendo en la escuela. Gradualmente, con gran objetividad y sencillez, se les va explicando a los niños y niñas el proceso de la reproducción humana.

A partir de estos conocimientos pueden surgir preguntas o dudas, que si hay clima de confianza y amistad, el hijo no tendrá pena en tratar con los papás. Hay entonces que responder con toda verdad y sencillez a lo que pregunten, a lo que comenten. Ni escamotear el asunto, ni explicar más de la cuenta. Nunca ridiculizar o regañar al niño; nunca chotear lo sexual ni hacer chistes obscenos.

Es muy importante corregir alguna mala conducta con simpatía y entendimiento. Los chicos no tienen aún ideas claras y pueden hacer cosas incorrectas sin darse bien cuenta de la gravedad de algunos actos. Deben los padres corregir cariñosamente de acuerdo con los conocimientos que tiene el hijo y no con los del adulto.

Ser demasiado severo o castigarlo más allá de lo que cree que está mal, es hacerles creer torcidamente la moral y llevarlos a escrúpulos, temores y tal vez desesperación.

En el extremo opuesto estaría el hacerse desentendidos de lo que los muchachos piensen, hablen o hagan. Muchos padres no saben cómo actuar y dejan pasar las cosas sabiendo que están mal, provocando al final verdaderos dramas.

Ya en sexto .año de primaria, el niño sabe por la escuela perfectamente el mecanismo sexual del ser humano. Las niñas deben ser instruidas y prevenidas acerca de la menstruación con todo cariño por su mamá, estando atenta cuando esto suceda. Por su parte, conviene que sea el papá el que oriente a sus hijos varones acerca de los derrames nocturnos.

En ambos casos, hay que aprovechar la oportunidad para tener con ellos un diálogo muy hermoso, haciéndoles ver la importancia de lo que les está sucediendo y animándolos a preservar con cuidado el tesoro que Dios les ha dado. A la mera instrucción escolar, hay que añadir en estos momentos, el aspecto espiritual, el agradecimiento a Dios, el deseo de la pureza, la educación en el pudor y en respeto por sus órganos sexuales. Quede bien claro a los niños que provocarse sensaciones placenteras, solos o acompañados, está mal hecho y que con ello ofenden a Dios.

TERCERA PARTE

CONSEJOS PERTINENTES

No podemos negar que en el mundo entero, estas últimas décadas, ha habido un cambio radical en la manera de afrontar la sexualidad humana. Si antes lo sexual era un tabú, ahora en cambio el ambiente todo es tremendamente erótico: Modas, canciones, costumbres, lenguaje, etc...

Si siempre han existido peligros en contra de la castidad de los niños, ahora es casi imposible sustraerse a la ola de fango que nos avasalla. Es urgente, por tanto, no solamente instruir y educar a los hijos, sino también el protegerlos.

1.- Los malos amigos

Nunca falta en una pandilla o banda de chiquillos, uno más corrompido, más mal intencionado o más vicioso. Parece que el vicioso no quiere quedarse solo en el Iodo y trata por todos los medios de invitar a los demás a las cosas deshonestas. Y el mal ejemplo cunde porque lleva la emoción de lo prohibido. El peligro de "la calle" no son tan solo los autos o camiones, sino los malos amigos que inducen a otros al pecado sexual o a la drogadicción.

Dejar, por tanto, a los hijos o hijas sin ningún cuidado con los "amigos", es un peligro. Aunque sea difícil, hay que vigilarlos y proporcionarles los elementos espirituales suficientes para que ellos mismos se defiendan de las malas influencias. Y este cuidado debe extenderse sobre todo en la adolescencia que es cuando más anhelos de emancipación tienen los muchachos. Terrible cosa es ver por la calle a muchachos de secundaria comportarse salvajemente eróticos con chicas de doce o trece años...

2.- Los profesores

Abundan, por desgracia, adultos que abusan de los niños y de las niñas. Las denuncias de delitos sexuales se multiplican alarmantemente. Deben pues, los padres, advertir severamente a sus hijos de los peligros que pueden correr de parte de los maestros en la escuela. No hace mucho en los medios de comunicación se daba la señal de alarma con el lema: "¡Mucho ojo!".

Y no solamente existe el peligro de una agresión sexual, sino lo que es peor, la deformación de las conciencias debido a criterios equivocados impartidos en las salas de clase. Sin tocar a un niño, un profesor puede corromper a todo el salón con sus ideas inmorales.

3.- Los parientes

Debido al hacinamiento en que viven muchísimas familias, existe el peligro de abuso sexual dentro de los mismos muros del hogar. Deben pues los padres prudentes, evitar la promiscuidad entre hermanos, primos, tíos y demás. ¡Qué lástima tener que advertir acerca de la vigilancia de las relaciones del padre con las hijas!

4.- La gran corruptora

No cabe duda de que entre todos los medios de comunicación, el más ambivalente y peligroso es la televisión. Instalado el aparato en el centro del hogar, trasmite toda clase de programas, desde los más positivos y sublimes (pensemos en las trasmisiones de las visitas del Papa a México) hasta las cosas más degradantes y nefastas.

Sin ninguna vigilancia o criterio, la familia entera observa impávida no solamente actos de violencia inaudita, sino de sexualidad desenfrenada.

¿Cuál es el tema de las canciones? ¿Cómo se mueven los "cantantes"? ¿Con qué atuendos se presentan ante las cámaras? ¿De qué tratan las telenovelas o los episodios nacionales o extranjeros? Haciendo a un lado asesinatos, odios y ambiciones, ¿cuántas escenas de cama absolutamente explícitas pasan por la pantalla? ¡Y nunca son esposos ciertamente!

¿Cómo afrontan la sexualidad los "conductores" de programas "culturales"? ¿Con qué ideas, con qué finalidad? ¿A qué reducen la sexualidad las advertencias de Conasida? ¿Cómo interpreta un adolescente los anuncios de preservativos? ¿ Qué quieren decir al usar la palabra "pareja", "compañero" o "compañera"? ¿Cómo es que llaman "novia" a una mujer que ya ha tenido dos o tres hijos con un actor?

¿Cómo manejan la homosexualidad, el lesbianismo, las relaciones prematrimoniales, los divorcios, el aborto? Con sobrada razón el Santo Padre gritó en Roma a los padres de familia: "¡Apaguen la televisión!".

De la misma manera que se debe impedir que una infección como el cólera o el sarampión entren al hogar, deben los padres cuidar que la corrupción moral invada su casa a través de los canales de televisión. Debe existir una rigurosa vigilancia de lo que ven los hijos. Es un crimen dejarlos en manos de "la nana electrónica", cuyo único fin es el lucro a costa de la inocencia de niños y adultos.

La pornografía televisiva o impresa asalta por todos lados y cuando menos se le espera. Es casi imposible evitar su infiltración. Entonces los padres deben hacer dos cosas: hacer con los hijos un análisis crítico de lo visto o escuchado, de tal manera que sepan descubrir lo inmoral en donde se encuentre y además "vacunarlos" de antemano, de tal modo que ellos mismos, por convicción prescindan de ciertos programas, de ciertas publicaciones.

 

 

5.- ¿Cómo "vacunar" moralmente a los hijos?

En primer lugar, los mismos padres deben dar ejemplo de moralidad en todos sus aspectos. Sin el ejemplo, todo lo demás sale sobrando.

Pero además del diálogo oportuno y pertinente, la virtud de la castidad debe ser apoyada en la vida espiritual de la familia. Buenas lecturas, estudio apropiado del Catecismo Católico, devoción a sus Santos Patronos y Ángel de la Guarda, amor sincero a la Santísima Virgen María y sobre todo, la regularidad absoluta a la Santa Misa dominical, incluida por supuesto, la Sagrada Comunión de toda la familia. La fidelidad a la Eucaristía y al Sacramento de la Reconciliación, garantizará en gran manera no solamente la vida en Gracia de Dios, sino el amor a Nuestro Señor y el deseo de conservar la pureza en medio de los embates del mundo materialista y corrompido.

Más efectivo que el hablar constantemente del sexo, lo que puede producir reacciones negativas, es el infundirles amor a Dios, ganas de ser santos. Sin mojigaterías ni fariseísmos, saber imponer en el hogar un estilo de vida sano, abierto, amistoso, alegre y casto.

Desde los primeros diálogos con los hijos, deben los padres hacerles ver con claridad la trascendencia de los actos sexuales: Dios los ha creado de tal manera que al mismo tiempo que son placenteros, provocan la unión del hombre con la mujer y procrean los hijos. La finalidad pues, no es el placer en sí, sino la expresión de un amor sincero, estable, definitivo, responsable y fiel, que conlleva naturalmente la procreación de los hijos. No puede separarse arbitrariamente el significado unitivo de un acto sexual, de su fecundidad intrínseca.

Los órganos genitales son natural y evidentemente, aparatos reproductores. Que los hijos y las hijas comprendan perfectamente esto desde el principio y sean educados en el absoluto respeto de la finalidad propia de sus órganos genitales.

No tan sólo deben las hijas ser educadas en el aprecio de su virginidad, sino también los varoncitos. No hay dos morales, una para los hombres y otra para las mujeres. El "macho" mexicano es un delincuente. La "abnegada" mujer mexicana es una aberración educativa. Para que exista un irresponsable macho, debe existir una no menos irresponsable hembra, carentes ambos de educación sexual.

Desde la primaria, por tanto, deben los hijos e hijas, saber perfectamente para qué los dotó Dios de genitales. Con los consejos amorosos y prudentes de sus padres, deben estar preparados para cuidar tan gran tesoro.

Si Dios los llama al matrimonio, saber entregar su virginidad en una ofrenda total a la persona amada, para gloria de Dios. y si son llamados a la vida religiosa, o al celibato, saber igualmente ser vírgenes como una ofrenda a Dios.

¡Cuántos dramas e infelicidad se ahorraría la humanidad si fuera educada en la sexualidad "como Dios manda"!

6.- Los noviazgos prematuros

El amor de aquel niño de primaria por "la de la mochila azul", no deja de suscitar ternura: ¡ni su nombre sabía y la amaba! Pero actualmente los muchachos se relacionan en "noviazgos" mucho muy prematuros con los peligros evidentes que comportan. No hablemos de la pérdida de tiempo, de la distracción en los estudios y de las "penas de amor" que sufren al no saber relacionarse con madurez. Los noviazgos infantiles aunque den risa o ternura, son todo un peligro para la castidad. El "amor" a los 12 años, aunque sea una caricatura de amor, es sin embargo sumamente peligroso en cuanto a castidad se refiere. Los "novios" por el simple hecho de reconocerse como tales, se sienten con derecho de familiaridades inadecuadas.

Un niño de primaria, corrompido y desorientado por la televisión, es capaz de querer experimentar con una niña lo que ha visto. No se crea que son chiquilladas. Imposible para los padres, vigilar a sus hijas en los salones de clases o en los recreos y menos a la salida de la escuela. O los han educado correctamente, o estarán en peligros fatales. ¡Cuántas niñas violadas en nuestra patria! ¡Qué traumas indelebles en la mente de los hijos o hijas por no haberlos preparado a tiempo!

Tanto las muchachas como los chicos, adecuadamente educados, sabrán evitar relaciones "amorosas" prematuras sabiendo todo lo que significan dos palabras: "Te quiero".

No se debe jugar ni con los sentimientos de una persona ni mucho menos con su sexualidad. Los niños son dados a los "juegos de manos" y si entre ellos está mal, mucho peor está con su "novia". Las niñas, que se defenderían de un desconocido, aceptan intimidades de parte de su "novio", perdiendo los límites de la moralidad.

Siendo más grandes, el muchacho puede llegar a pedirle "la prueba de amor" y son miles y miles las pobres chicas que han caído. ¡Cuántas quinceañeras, hace tiempo dejaron de ser vírgenes por falta precisamente de educación y de vigilancia!

No por nada el documento "orientaciones educativas sobre el amor humano" arriba ya citado, tiene en el número 96 la siguiente advertencia: "Se van difundiendo, cada vez más, entre los adolescentes y jóvenes, ciertas manifestaciones de tipo sexual que de suyo disponen a la relación completa. Estas manifestaciones son un desorden moral porque se dan fuera de un contexto matrimonial"

Deben pues, saber los muchachos, que ciertas acciones eróticas, son pecado mortal, aunque no hayan llegado a ser completas. Sucede a menudo que reaccionan y acuden a la Confesión, tan sólo cuando ya han realizado en su totalidad el acto sexual. Antes no les remordía la conciencia y rodaban cuesta abajo en una total irresponsabilidad. Con razón el Santo Padre Juan Pablo II en su poema "Los Muchachos" escribe: ¡Y cuando se levanten, ¿sabrán distinguir el bien del mal?"

 

7.- La homosexualidad

Muchísimas familias sufren al descubrir que un hijo una hija, se declaran homosexuales. Si en algunos casos el problema es hormonal, todos sabemos que en la inmensa mayoría, el problema procede del contagio de las malas costumbres. Y en ambos casos, fueron los padres los que por falta de vigilancia permitieron que el hijo o la hija se desviaran, tal vez irremediablemente.

Los homosexuales del mundo entero quieren convencernos de que se trata simplemente de una "preferencia sexual" y nada más, como la cosa más natural del mundo, como escoger entre leche y café, como elegir entre una ropa u otra. Y la cosa no es así. Deben los padres educar, cuidar y vigilar a sus hijos en la profunda convicción de que la homosexualidad es un vicio contagioso y totalmente opuesto al plan divino. Y si es necesario, hacerse ayudar de médicos o sicólogos probadamente cristianos.

CONCLUSIÓN

Siendo en el mundo actual una urgencia inaplazable educar a los niños y jóvenes positiva y gradualmente en su vida afectivo-sexual, toca a los padres en primerísimo lugar prepararse y saber comunicar a sus hijos el plan maravilloso de Dios para la sexualidad humana.

El silencio de los padres, frente a la avalancha de mensajes negativos que invaden la sociedad actual, no favorece ciertamente el equilibrio de los hijos.

Corresponde a los padres vigilar para poder contrarrestar y reparar los daños causados por intervenciones inoportunas y nocivas, dándoles una educación positiva y convincente.

La maduración personal de cada uno de los hijos, exige una acción continua y prudente en el proceso educativo protegidos por el amor y la confianza propias de un ambiente familiar cristiano.

"Cuando se diga que un niño es una carga o se le vea como un medio de satisfacción emocional, nos levantaremos e insistiremos que cada niño es un regalo único e insustituible de Dios, con el derecho a la unidad y amor de una familia".
Juan Pablo II

 


R. P. Pedro Herrasti
1997

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