¿Es
tan difícil ser agradecido?
La gratitud es una virtud que nace de la humildad de sentirse amados y de dejarse amar. No es mercadería de cambio ni un deber, sino puro y gratuito amor. El egoísta es ingrato no porque no porque no le guste recibir, sino porque no le agrada reconocer que debe algo a otros. La gratitud es un eco de la alegría del que da, la ingratitud en cambio es como un agujero negro de egoísmo que se traga la alegría de quien ama. Es un sentimiento más fuerte que la esperanza; quien es agradecido sabe que posee mucho de bueno. Y esta convicción lo hace feliz y seguro de sí mismo... Los ingratos, por el contrario, son incapaces de sentirse satisfechos y felices. Viven permanentemente inquietos y añorando lo que no tienen y ansiando lo que querrían.
1. Tus padres te
regalaron el don de la vida.
La mente humana es incapaz de imaginar nada más grande... y no es un
don que dura un instante. Cada día te han dado y te siguen dando
pedazos de sus vidas. Hay una sola manera de vivir este don, al menos
en parte: ser agradecido en detalles concretos de la vida diaria.
2. Estarás
ligado eternamente a tu papá y a tu mamá. Tú
eres un don de Dios en sus vidas, y ellos lo son en la suya; reconoce
que tú existes por ellos. Pero sobre todo reconoce que sienten
responsables de haberte dado la vida a ti, y tú eres responsable de
que gocen la de ellos. ¿Cómo lo demuestras?
3.
Tus padres son creaturas humanas y algunas veces están cansados,
otras desalentados y hasta, a lo mejor, enfermos.
No son inacabables proveedores de tus deseos, principalmente de tu
cartera. Tienen muchos derechos y grandes reservas de amor pues te han
entregado muchas horas de sus vidas desde aun antes de nacer... Por
muchas horas de sus días tú estas siempre en sus pensamientos. Están
dispuestos a increíbles sacrificios a cambio de una sonrisa tuya. Tú
eres el orgullo y su felicidad. ¿Piensas alguna vez en esto? ¿Decides
mejorar tus actitudes para con ellos?
4. Ellos necesitan tu amor.
¿Por qué no comenzar esta noche misma a decirles que los amas?
Deciles también -¿Por qué no?- ¡Gracias por la vida que me dieron!
5. Confíate a
ellos y escúchalos.
No hay en el mundo nadie que te quiera más que ello. Junto a tus
padres y en sus brazos puedes encontrar esa protección y consuelo que
tantas veces buscas en otra parte. ¿Les hablás con franqueza?
6.
Obedéceles.
Su autoridad de hoy será fuerza para tu mañana. Ellos conocen la
vida y su realidad; te pueden indicar el camino son los únicos que
quieren tú felicidad, sin reserva alguna. ¿Cómo es tu relación
diaria con ellos?
7. Hónralos,
compréndelos, volorízalos y aprécialos.
Sé educado y honesto también con ellos. Nunca les contestes de mala
manera.
8.
Ayúdalos con tu esfuerzo y trabajo en casa.
No los dejes solos; la familia es de todos y cada uno debe contribuir
a su buena marcha y felicidad. ¿Cuál es la forma de ayudar en los
quehaceres de tu casa?
9. Cuando son ancianos, mímalos y chichonea con ellos.
Comparte con ellos la dulzura de los recuerdos; Aguántalos como ellos
te aguantaron y todavía te aguantan seguramente... Perdónalos
siempre para que ellos también puedan perdonarte.
10.
Perdónalos
siempre para que ellos también puedan perdonarte