LOS CATÓLICOS DEBEN REDESCUBRIR LA «RELIGIÓN VERDADERA»
Intervención del cardenal Ratzinger en la Sorbona de París PARIS, 9 dic. 1999 (ZENIT).

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«Dos mil años, ¿después de qué?». Este fue el provocador tema de un simposio de tres días, del 25 al 27 de noviembre, organizado por la Universidad Sorbona de París, en el que fue invitado el Cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe. El encuentro sirvió para constatar que en estos días de transición hacia el 2000 se habla mucho de «efecto 2000», pero pocos se preguntan sobre el nacimiento de Jesús, el auténtico motivo de estas celebraciones.

Como el mismo diario «Le Monde», explicó, se trataba de reflexionar «sobre la figura de Cristo y de su enseñanza en el templo del racionalismo fundado por la II República».

La intervención del Cardenal Ratzinger suscitó un interés inesperado, hasta el punto de que el suplemento dominical de ese diario parisino abrió la portada con la transcripción íntegra del purpurado bávaro. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe afrontó las grandes cuestiones que plantea el cristianismo a la mentalidad laicista, respondiendo a preguntas como «si se puede aplicar la noción de verdad a la religión católica o, dicho de otra manera, si el hombre puede conocer la verdad propiamente dicha sobre Dios y todo lo divino».

El cristianismo, recuerda Ratzinger, «tiene la pretensión de la verdad». Pero esto ha provocado poco a poco en los ambientes filosóficos y científicos progresivas oleadas de escepticismo, cuando no de hostilidad: «La teoría de la evolución parece haber superado la doctrina de la creación, los conocimientos acerca del origen del hombre superado la doctrina del pecado original». Con el fin de la metafísica, se ha hecho fácil «reducir los contenidos cristianos a un discurso simbólico, no atribuirles más verdad que la de los mitos de la historia de las religiones, y mirarlos como un modo más de experiencia religiosa, que debe considerarse humildemente al lado de los demás». En definitiva, concluyó, se corre el riesgo, insidioso y difuso, de la homologación de confesiones religiosas, rebajando el nivel de todas.

Afrontando claramente este reto intelectual, el Cardenal Ratzinger sugirió una reflexión lanzando una mirada a los orígenes del cristianismo. «La fuerza que transformó el cristianismo en una religión mundial consistió en su síntesis entre razón, fe y vida; es precisamente esta síntesis la que se expresa con la breve fórmula religión verdadera».

El auténtico desafío de los católicos de fin de milenio, según el purpurado, consiste en seguir convencidos en la profesión de esta religión verdadera en un momento caracterizado por el relativismo y la tentación del sincretismo. «El compromiso del católico por devolver a la expresión "religión verdadera" consistirá en hacer coincidir amor y razón como pilares fundamentales de lo real: la razón auténtica es el amor y el amor es la razón auténtica. En su unidad son el fundamento auténtico y el fin de todo lo real».

Fuente: Zenit  ZS99120901 
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