La expansión de la Iglesia


Las «invasiones bárbaras» constituyen un hecho de trascendental importancia para la historia cristiana. Hasta entonces, la expansión del Evangelio se había limitado prácticamente a los pueblos de cultura mediterránea. La mayoría de los pueblos germánicos invasores de Occidente no se convirtieron directamente desde su paganismo ancestral al Cristianismo católico. Su conversión pasó por un estadio intermedio de Cristianismo arriano. El Arrianismo se introdujo en el mundo germánico a través del pueblo visigodo.

En este contexto histórico es fácil advertir la importancia que revistió la conversión de los francos. A una hora en que todos los reinos germánicos de Occidente profesaban el Arrianismo, un pueblo joven y vigoroso rompió ese esquema religioso·?político: el pueblo franco. Los francos eran paganos en la segunda mitad del siglo V, cuando se extendieron por el norte de las Galias. Pero su opción religiosa no fue el Arrianismo germánico sino la Iglesia católica. En la Navidad de un año en torno al 500, el rey franco Clodoveo recibió el bautismo católico.

El mundo mediterráneo sufrió en el siglo VII otro impacto de signo religioso muy distinto: la invasión islámica. El Islamismo, fundado por Mahoma (570·?632), se extendió tras su muerte con portentosa rapidez. Los musulmanes se apoderaron de buena parte del Oriente cristiano, dominaron el norte de Africa desde Suez al Atlántico, y en el año 711 cruzaron el estrecho de Gibraltar y, tras una fulgurante campaña, conquistaron la España visigoda. Poitiers, donde los islamitas fueron vencidos por Carlos Martel, marca el ocho siglos y tanto el Oriente Próximo como el Africa del norte forman parte todavía del mundo islámico. La suerte más triste fue la sufrida por la Cristiandad del Africa latina de San Cipriano y San Agustín, que terminó por extinguirse tras siglos de dolorosa agonía.