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BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL
Cómo
contagiar el placer de leer:
11 consejos
Luis Olivera
1.
Lean libros con frecuencia delante de sus hijos y que se note que los aprecian.
Los egipcios decían: “Ama los libros como amas a tu madre”. Y, vayan
haciendo una biblioteca familiar, en un sitio accesible de la casa. Pérez-Reverte,
hablando de sus primeras lecturas, decía: “Tuve la suerte de crecer con
libros cerca; sólo tenía que acercarme a las estanterías y cogerlos”. Que
sea una biblioteca sin llaves, accesible a todos. Serán muy escasos los libros
que unos padres pueden leer y sus hijos todavía no. Antes de ser elegido Papa,
Juan Pablo I escribió cartas a personajes históricos. En la dedicada a Walter
Scott, reconoce que sus libros “a mí me encantaban de pequeño. Y todo
limpio. Libros que exaltan siempre el valor y la lealtad, y pueden dejarse sin
peligro en manos de los niños ”.
2.- Compren libros habitualmente, pero bien seleccionados: son el alimento de la
inteligencia y, por ello, hay que garantizar que la mercancía es de excelente
calidad. En el cerebro, cualquier virus se reproduce inmediatamente. Hay tanto
que leer y tan poco tiempo en la vida para hacerlo, que merece la pena afinar la
puntería y leer sólo lo mejor.
3.- Que siempre haya un libro para cada hijo entre los regalos de Reyes y del
santo y cumpleaños. Animen a sus hijos a que tengan la ilusión de hacerse su
pequeña biblioteca de libros infantiles.
4.- Léanles a sus hijos, al menos 15 minutos cada día: les aclararán dudas de
palabras nuevas, expresiones hechas, refranes, dichos y, a la vez, les harán
ver qué conductas están bien y cuáles van contra su dignidad de personas.
Luis Vives recomendaba a uno de sus discípulos: “Procura que no pase un solo
día sin leer y escribir algo”. Paco Abril se pregunta: “¿En cuántos
hogares se les cuentan cuentos a los niños? En muy pocos. Los niños a los que
se les leen cuentos, descubrirán que las historias que les conmueven y
apasionan, están en los libros”.
5. Hagan que sus hijos lean delante de Uds.: les enseñarán a pronunciar bien
las palabras, hacer las pausas debidas y leer con el ritmo correcto. Después,
pregúntenles si han entendido lo que han leído, para aclarar conceptos y
enriquecer su vocabulario.
6.- Dediquen algún tiempo del fin de semana a leer en familia alguna obra
maestra de la literatura y a debatir después sobre lo leído.
7.- Contraten videos basados en buenas obras literarias para, después,
animarles a leerlas. Sólo de las obras de Shakespeare se han filmado 336 películas.
8.- Infórmense bien de los cuentos, libros, cómics y tebeos adecuados a la
edad de cada uno de sus hijos, para acertar en la elección y lograr que se
interesen por cultivar esta afición en el futuro.
9.- A la misma edad, la madurez de cada hijo es distinta. Un libro adecuado para
uno no lo será para otro. Hay que distinguir entre niños y niñas, no por
machismo, sino porque tienen sensibilidades diferentes.
10.- Moverse sobre un plano inclinado, para no llegar al empacho, sin forzarles
los gustos, para evitar posibles rechazos. Las colecciones de ‘comics’ bien
elegidas, pueden aficionar. Poco a poco se aumenta la dosis, hasta llegar a la
universidad habiendo leído a los clásicos. Como decía un viejo profesor de
literatura, “en los clásicos están todas las miserias humanas, pero bien
resueltas”.
11.- Si ven algún hijo suyo adolescente con un libro poco aconsejable, no lo
pueden dejar pasar por alto. Albino Luciani dice: “En los libros de hoy,
cuesta trabajo encontrar gentiles doncellas, alegres y sentimentales, pero
pudorosas y reservadas. (..) Tus heroínas, (Walter Scott), tienen sentimientos
delicados y se sonrojan con facilidad; las protagonistas de hoy no se sonrojan
jamás: fuman, beben, ríen a carcajadas y no son más que un fenómeno biológico
o una diversión. El matrimonio no es nunca el desenlace normal de una novela.
Con frecuencia (las jóvenes), además de corrompidas, son cínicas y
sanguinarias”.
Luis Olivera
Escritor y periodista