El Orden de las Vírgenes

ORDO VIRGINUM. El llamado ORDEN de las VIRGENES", es una denominación que viene de la antigua Roma. Es una realidad desde los primeros tiempos de la Iglesia.

  • El Ordo Virginum: realidad desde la primera generación cristiana.
     

     

    La vocación a la Virginidad consagrada, ha existido desde los primeros siglos y forma parte de la Tradición. La palabra Ordo no hay que entenderla aquí en el sentido de las órdenes religiosas, como hablamos de hermanos menores o del Orden de los Predicadores, sino en el sentido del vocabulario de las instituciones civiles de la Roma antigua, que designaba por esta palabra, los cuerpos constituidos, sobre todo, el cuerpo de los gobernantes. Paralelamente, la Iglesia, en su liturgia, habla del orden de los obispos, del orden de los presbíteros y del orden de los diáconos. Y otros grupos reciben este nombre de ordo: los catecúmenos, las vírgenes, los esposos, las viudas. Y este orden de las vírgenes se remonta muy lejos en la historia. Sabemos que, desde la primera generación cristiana, ha habido mujeres que han consagrado su virginidad al Señor Jesús: las cuatro hijas de Felipe en los Hechos de los Apóstoles, dan testimonio de ello (21, 8-9). En los siglos siguientes y hasta el siglo IV, en el que se organiza la vida religiosa en comunidad, e incluso, más adelante, coexistiendo las dos formas de consagración por algún tiempo, mujeres que continuaban llevando su vida en el mundo, consagraban su virginidad al Señor Jesús.

    En Roma, entre muchos otros, conservamos el recuerdo de Inés, a la que son dedicadas al menos dos iglesias, de las cuales la más antigua es la magnífica basílica de Santa Inés extramuros. En Francia, los parisinos honran y aman a su patrona Genoveva, esta virgen consagrada notable, que salvó la ciudad de la invasión y del hambre. Está también Marcelina, hermana de San Ambrosio, que fue consagrada por el papa Liberio en 352-353, en la basílica de San Pedro; la noble virgen Asela, consagrada hacia el 344, cuyo elogio hace San Jerónimo. Encontramos a Santa Macrina , hermana de de San Basilio y San Gregorio de Nisa, considerada modelo de Virginidad consagrada. En La Galia, además de Santa Genoveva y las tías del poeta Ausone, que nos son conocidas, tenemos la seguridad de que ha habido otras muchas anónimas de las que no hemos conservado la identidad. A propósito de esto, hay un hecho importante que hay que subrayar: las diaconisas no aparecen hasta la segunda década del siglo III, y en áreas geográficas limitadas: muy vivas en Oriente, han penetrado poco en Occidente y eran inexistentes en Egipto. Al contrario, las vírgenes consagradas, sin interrupción histórica entre la Escritura y la Historia, han florecido en toda la cristiandad, desde Oriente a Occidente, pasando por África, particularmente, hasta Egipto.

    No habría que subestimar la dimensión histórica de esta vocación, que presenta otro aspecto: la referencia a los Padres. En efecto, cuando se quiere estar seguro sobre la manera de considerar esta vocación, hay que apelar a ellos. Los Padres vuelven, actualmente, al orden del día, para el mayor bien de los cristianos y de otros hombres, como lo destaca el cardenal Lubac: "Cada vez que ha florecido una renovación cristiana en nuestro Occidente, tanto en el orden del pensamiento como en el de la vida (y los dos órdenes están siempre unidos), ha florecido bajo el signo de los Padres". Las vírgenes consagradas pueden, pues, enorgullecerse de situarse en la órbita de los Padres. Ellas encontrarán en ellos, en particular, una referencia segura sobre lo que concierne a la comprensión de la virginidad física, que no debería ser descuidada y que una antropología moderna ilumina, además, con un día nuevo. Por añadidura, las vírgenes consagradas aprenderán en los Padres que, desde los orígenes, la consagración de las vírgenes sólo puede ser conferida por el obispo y que el lazo que las une a éste es de orden teológico y canónico y, por consiguiente, primordial. Esta tradición de la consagración dada exclusivamente por el obispo, se remonta a los orígenes. En los primeros siglos, los concilios reaccionaron vivamente contra las tentativas de consagración hechas por simples presbíteros.

    El cristianismo, pasa en poco tiempo de culto libre a ser religión de Estado, La vida conyugal era la más corriente, en los primeros siglos, entre los cristianos laicos o no. La virginidad se apreciaba mucho, no obstante, por constituir un sacrificio amoroso de la vida a Cristo. Ciertas vírgenes concertaban con los ascetas un casamiento espiritual que implicaba demasiada intimidad para que San Cipriano lo juzgara procedente. Estas vírgenes, o feninae subintroductae, solían llevar, con todo, una vida rigurosa v casta. Algunas viudas o vírgenes, de probadas virtudes, recibían cierta consagración y eran elevadas al orden diaconal. Las diaconisas catequizaban a los catecúmenos y auxiliaban a los sacerdotes y obispos en distintos servicios litúrgicos y sociales. En la época apostólica, únicamente al obispo se le exigía que se hubiera casado una sola vez. Estaba prohibido el matrimonio a quien se hubiera ordenado de diácono, pero se había casado con anterioridad a su ordenación, podía seguir haciendo vida conyugal.

    Desde los primeros años del siglo IV se insistió ya en el celibato eclesiástico con carácter preceptivo. El concilio de Elvira ( Granada, año 309) prescribía a los clérigos casados la continencia. A lo largo del mismo siglo, sucesivos concilios insístieron en la continencia absoluta. el celibato, que empezó siendo un consejo, acabó, antes de fínalizar el siglo IV, en precepto.

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  • "La virginidad. escribe San Ambrosio (340- 397), el arzobispo de Milán que tanto influyó en el emperador Teodosio y en la conversión de San Agustín , no es para ser mandada, sino aconsejada y deseada, como cosa que sobrepuja las fuerzas humanas y puede ser objeto de voto, pero no materia de precepto", "... la virgen consagra enteramente su pensamiento a Dios, para ser santa en el cuerpo y en el espíritu, al revés de la casada, que por deberse al marido, tiene su conversación en el mundo y su amor en el esposo . No digo esto en menoscabo del matrimonio, sino a gloria de la virginidad, cuyo estado es más excelente que el de los casados". (Tra, de Vírg. Libro 1 cap. 3) " Las mujeres livíanas---- sigue diciendo, adornan la garganta con vistosos collares, cuelgan de las orejas brillantes pendientes, píntanse las mejillas con vivos y llameantes colores, visten su talle con ricas telas y se embalsaman con variedad de perfumes..." " para atraer las miradas de los hombres". "Vosotras, en cambio, ¡Oh santas vírgenes! Enemigas de tales arreos, que atormentan más que adornan, embellecéis vuestra frente con la aureola del pudor, y e vuestro pecho con la banda de la castidad, su más preciado ornamento ( Id, Id., cap.4).

  • Así pues la existencia y presencia de las virgenes es generalizada en los primeros siglos de la Iglesia; siendo muy citadas por los Padres de la Iglesia (San Justino, Tertuliano, san Cipriano, San Ambrosio....

    Más adelante, con el nacimiento e institucionalización de la vida religiosa femenina en los cenobios o monasterios, empezó a eclipsarse el rito de la consagración de vírgenes, terminando por desaparecer en el siglo XII, con la época de oro del monacato.

    Y es en el siglo XX, cuando el Concilio Vaticano II impulsa la restauración de este género de vida, al establecer en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia: "Revísese el rito de la consagración de vírgenes que forma parte del Pontifical Romano" (SC 80). Y así, el día 31 de mayo de 1970, con la autoridad recibida del Papa Pablo VI, la Congregación del Culto Divino promulgó el "Ritual de Consagración de Vírgenes", ya renovado., recoge la instauración del Orden de Vírgenes y su identidad en la Iglesia, en el canon 604.

    La consagración de vírgenes, según el Orden de las Vírgenes en la Iglesia Católica, no es una profesión religiosa o de la emisión de unos votos, sino de una forma primitiva de consagración a Dios que el Concilio Vaticano II ha retomado con nueva fuerza, como se establece en el ya citado canon 604, del nuevo Código de Derecho Canónico de 1983:

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  • "A estas formas de vida consagrada (es decir, monjes, religiosos, ermitaños, miembros de institutos seculares) se asemeja el Orden de las Vírgenes, que, formulando el propósito santo de seguir más de cerca de Cristo, son consagradas a Dios por el obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia. Son seglares consagradas en fidelidad constante a Dios y bajo la dependencia del obispo.

  • En la oración solemne consecratoria, el obispo dice:

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  • Así, sin menoscabo del valor del matrimonio y sin pérdida de la bendición que ya al principio del mundo diste a la unión del hombre y la mujer, algunos de tus hijos, inspirados por ti, renuncian a esa legítima unión, y, sin embargo, apetecen lo que en el matrimonio se significa; no imitan lo que en las nupcias se realiza pero aman lo que en ellas se prefigura.

  • Se les entregan las insignias de la virginidad consagrada: anillo, velo y libro de la Liturgia de las Horas, pidiéndoles que guarden siempre fidelidad a Cristo y oren a Dios por el mundo entero.

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  • Nota: (Es interesante que leas el ANEXO final de esta página. " VOCACIÓN Y MISIÓN DE LAS VÍRGENES CONSAGRADAS SEGÚN EL RITUAL DE CONSAGRACIÓN DE VIRGENES" . Autor: Monseñor P RAFFIN, o.p. Obispo de Metz ( France)

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    A.- VOTO PUBLICO DE VIRGINIDAD.

    Las Vírgenes Consagradas en la vida de la Iglesia

    El Orden de las Vírgenes consagradas no tiene más fundador o fundadora que la propia Iglesia inspirada en el misterio de María. Esta vocación es netamente eclesial.

    A diferencia de los Institutos religiosos, el Ordo virginum no tiene reglas ni estructuras comunitarias. La consagración de una virgen es personal y particular. La virgen consagrada no renuncia a su propio trabajo, del cual vive, sino que lo ejerce en espíritu de servicio y de evangelización. No tiene superiora, encargada, responsable, etc. Sino que su único superior (sin voto de obediencia) es el Obispo.

    Este estilo de vida consagrada responde a aquella primera consagración femenina que hubo en la Iglesia: Las vírgenes cristianas.

    Presencia en el Mundo

    Viven su pertenencia a Dios en medio del mundo al estilo de Jesús, como enviado del Padre para transformar el mundo. Representar a Jesús es el modo más radical de vivir el Evangelio en esta tierra.

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  • "Vosotros sois la luz del mundo. Vosotros sois la sal de la tierra".

    "No te pido que los retires del mundo sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo. Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es la verdad. Como Tú me has enviado al mundo yo también los he enviado al mundo" (Jn 17,15-18).

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    La donación total a Cristo en una vida de virginidad consagrada es un testimonio que se hace ahora más urgente. En tiempos de crisis y de cambios, cuando nos encontramos ante nuevas perspectivas:

         

      • La persona consagrada, dentro de sus propias limitaciones, ha de ser signo de que se puede vivir según los valores del espíritu. Ante el materialismo y la sensualidad, se ha de comportar con tal libertad interior y disponibilidad exterior que nada la atrape, ni esclavice..

         

         

      • La persona consagrada tiende a vivir en el desprendimiento de los bienes materiales, sabiendo ser austera consigo misma, le facilitará para poder ser generosa con los otros, buscando por encima de todo placer, el bienestar de los demás .

         

         

      • La persona consagrada descubre que el servir es un privilegio, pues el mismo Jesús de Nazaret, se definió como servidor "Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" . ...el egoismo que crece en todo corazón humano, lo irá desterrando de sí, mediante una disponibilidad siempre pronta ,alegre. Y gozosa, creando esa atracción que surge, cuando las cosas se hacen desde el corazón convertido y no desde el cumplimiento de unas leyes por buenas que sean..

         

         

      • La persona consagrada, trabajará su interior para hacerse una persona abierta y fraterna integrando y uniendo, especialmente en situaciones de ruptura o desunión, desterrando de si y de su entorno, toda tendencia al individualismo , al narcisismo, a la critica, al mal ambiente.

         

         

      • La vida consagrada ,en el Orden de Virgenes, aparece y es vivida como un signo esponsal fecundo, por el Reino de los Cielos, en un doble sentido terrenal y escatológico; de forma que sirva de espejo donde se miren los esposos y las familias y puedan ver "encarnado" en las personas consagradas el Amor que Jesucristo tiene a su Iglesia, sirviéndoles de estímulo y modelo esa forma de vida para su cotidiano hacer, y cada vez se afiancen más las familias como una célula viva e imprescindible en nuestra sociedad, más allá de leyes que a veces intentando ayudar constriñen la verdadera vida interna, espiritual según el espiritu de hijos y hermanos que todos hemos recibido en el bautismo y que se ratifica, explícita y toma formas distintas en la vida consagrada .

         

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    Cómo lo viven

    Oración:

    "Para cumplir su ministerio de oración, se aconseja vehementemente a las vírgenes sagradas que reciten diariamente el Oficio Divino, principalmente Laudes y Vísperas: así, uniendo su voz con Cristo, Sumo Sacerdote, y con la Santa Iglesia, alabarán sin cesar al Padre del cielo e intercederán por la salvación de todo el mundo".

    (Ritual de la Consagración de Vírgenes)

    Participación en la vida litúrgica de la Iglesia:

    Las seglares consagradas encontrarán su alimento en la participación de los sacramentos, especialmente el de la Eucaristía. El Vaticano II no duda en afirmar que "la Eucaristía es la fuente y el culmen de toda vida cristiana, porque allí está Jesucristo vivo". Afirma también que, "en la Eucaristía los hombres son invitados y conducidos a ofrecerse a sí mismos, a ofrecer sus trabajos y todas sus cosas en unión con Jesucristo" (LG 11, SC48).

    Trabajo apostólico:

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  • "Vosotras, que sois vírgenes para Cristo, os convertís en madres en el espíritu" (Ordo de Consagración de Vírgenes, 16) cooperando con amor a la evangelización del hombre y a su promoción" (Juan Pablo II).

  • ¿Dónde están?

    Actualmente en España, según los últimos datos, existen aproximadamente cien vírgenes consagradas pertenecientes a las diócesis de: Astorga, Barcelona, Bilbao, Burgos, Cádiz y Ceuta, Cartagena-Murcia, Córdoba, Coria-Cáceres, Getafe, Lugo, Madrid, Orihuela-Alicante, Oviedo, Pamplona y Tudela, Salamanca, San Sebastián, Santander, Sevilla, Tenerife, Teruel y Albarracín, Toledo, Valladolid, Vitoria, Zaragoza.

    Junto a estas virgenes consagradas publicamente en sus respectivas diócesis, existen , un número indeterminado que han hecho por razones distintas, "VOTO PRIVADO DE VIRGINIDAD".
     

    A nivel mundial son, aproximadamente, mil novecientas repartidas en treinta naciones. Respecto al "VOTO PRIVADO", la problemática es la misma antes reseñada.

    B.- VOTO PRIVADO DE VIRGINIDAD.

    Llegados a esta punto de la exposición podemos ya plantear una cuestión, bastante debatida a lo largo de la historia y en la actualidad, y es acerca del voto privado de virginidad.Esta es una práctica tambien antigua en la Iglesia y que está avalada por documentos históricos de los Santos Padres. No siempre es valorada adecuadamente por determinados sectores de la Iglesia.Su realidad afecta tanto al ámbito español, como mundial.

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    VOCACIÓN Y MISIÓN DE LAS VÍRGENES CONSAGRADAS SEGÚN EL RITUAL DE CONSAGRACIÓN DE VIRGENES.

    Autor: Monseñor P RAFFIN, o.p. Obispo de Metz ( France)

    ( Este escrito se publicó en Pentecostés de 1995, con motivo de la Peregrinación Internacional a Roma de las Virgenes Consagradas, en el vigésimo quinto aniversario de la promulgación del Ordo Consecrationis Virginum )

    La restauración del orden de las vírgenes ( ordo virginum ) hace veinticinco años, ha sido el fruto de una disposición de carácter litúrgico, puesto que se trata de la promulgación del Ritual de Consagración de las vírgenes ( Ordo Consecrationis Virginum ) el 31 de mayo de 1970, cumpliendo el n. 30 de la Constitución Sacrosanctum Concilium, que restaura una institución prácticamente desaparecida. Las disposiciones propiamente canónicas no aparecieron hasta trece años más tarde, en 1983, con ocasión de la promulgación del Nuevo Código de Derecho Canónico. Por tanto, era muy conveniente destacar el vigésimo quinto aniversario de la promulgación del Ordo y, con ocasión de esta conmemoración jubilar, detenerse algunos instantes en el estudio del ritual propiamente dicho y explicar los compromisos y promesas que de él se derivan.

    1.- Consagración titúrgica.

    "> Ritual de Consagración de vírgenes ( Ordo Consecrationis Virginum. ). Este título,'- comenta destacadamente René Metz, uno de los mejores conocedores de la historia del orden de las vírgenes ( ordo vírginum ) no es indiferente. La tradición titúrgica más antigua, en el siglo IV, utiliza los tres términos de consagración, bendición, velación ( consecratio, benedictio, velatio ), pero la tradición más reciente había conservado los de bendición y consagración; en el presente el' significado exacto de los términos consagración y bendición en el lenguaje técnico de los liturgistas y canonistas hubiera producido, normalmente, la eliminación del término consagración en beneficio del término bendición, pero no fue ésa la elección que se hizo.

    "> « Eliminando el término consagración y prefiriendo el de bendición se coma el riesgo de hacer peligrar muy seriamente el prestigio de que había gozado antiguamente este rito santificante, y que ha sido recuperado en la actualidad. Efectivamente, se trata de algo muy distinto a una simple bendición, por este rito, una persona se convierte, por así decir, en cosa de Dios, se convierte en sagrada~ según una expresión frecuente en san Ambrosio. Nos encontramos ante un acto solemne que va mucho más allá de una simple bendición «

    ( pp. 1~94) (1)

    Hablar de Ritual de Consagración no significa instituir un octavo sacramento. El Ritual de Consagración de virgenes según los Prenotandos, « un rito solemne que constituye a la virgen persona sagrada « (n. 1 ) o, dicho de otra manera, es un sacramental. ¿ Qué es un sacramental ? Es un acto o una realidad sagrada que pertenece al orden sacramental en el sentido amplio del término sin ser, propiamente hablando, un sacramento. Antes de que en el siglo XII se fijase en siete el número de los sacramentos, la palabra sacramento designaba toda acción sagrada. Es normal decir que los sacramentos actúan ex opere operato, es decir, en virtud de la fuerza y significado del rito llevado a cabo, mientras'que los sacramentales se refieren a la acción de la Iglcsia, ex opere operantis Ecciesiae, es decir, actúan por el solo hecho de la oración y acción de la Iglesia. Tampoco vayamos a entender que Dios tiene prioridad de acción en los sacramentos y la Iglesia prioridad de acción en los sacramentales, ya que toda la Liturgia es obra común y al unísono de Dios y de la Iglesia y, por tanto, hasta el más humilde sacramental se basa en la acción santificante de Dios. Lo mejor y más exacto es recordar que los sacramentos son de institución divina y los sacramentales son instituidos, por la Iglesia pero no sin asistencia del Espíritu Santo ( 2 ). En el caso del Ritual de Consagración de vírgenes, estamos ante uno de los sacramentales más antiguos de la Iglesia, puesto que los textos más antiguos se remontan a la época patrística.

    La Iglesia celebra actualmente este sacramental y lo destina a las monjas y a las mujeres que viven una -ir-91 seglar, con lo cual reanuda una antigua y venerable práctica: desde el siglo IV hay en Roma y en otras partes dos clases de vírgenes consagradas a Dios: las que vivían en el mundo y las que habían aceptado la vida común en un monasterio. El Ritual de 1970 tiene en cuenta los dos casos, pero las diferencias litúrgicas son mínimas y sólo atañen, por lo que se refiere a las monjas, a la inclusión de la profesión religiosa en la ceremonia.

    2.- Consagración pública y solemne.

    Ordo Consecrationis (Ritual de Consagración Estas palabras indican que la consagración de vírgenes más que un acto de una persona, es un acto de la Iglesia, o mejor aún, un acto de Dios a través del ministerio de la Iglesia. En nuestro vocabulario normal hablamos de consagrarse, de consagrar la vida a, destacando con ello, la iniciativa de la persona y, digamos ya de paso, que eso es precisamente lo específico de la profesión religiosa aunque los votos se ofrecen a Dios y aunque el Ritual de Profesión Religiosa ha introducido una Solemne bendición o consagración de la profesa que se parece a la Solemne oración consecratoria de la consagración de las vírgenes. La solemne oración de consagración de las vírgenes es lo fundamental y específico del

    Ritual, aunque vaya precedida de la renovación del propósito de castidad, pero no por esto deja de ser la oración consecratoria lo más importante y decisivo.

    El ministro ordinario del sacramental de la consagración de vírgenes es el obispo diocesano, « Episcopus Ordinarius loci « ( Prenotandos, n. 6 ). En efecto, a través de su ministerio, la virgen acepta a Cristo su Esposo: « ¿ Queréis ser consagradas a nuestro Señor Jesucristo, y ante la Iglesia ser desposadas con Hijo del Dios Altísimo ? «, dice el Ritual en el n. 17, idea que reproduce el canon 604. La virgen consagrada se transforma en imagen escatológica de la Iglesia-Esposa, tal como dicen los Prenotandos: « imago eschatologia Sponsae caelestis « ( n. 1 ). La virgen celebra sus desposorios místicos exclusivos con Cristo por medio de la iglesia particular, de la cual es una piedra viva, y de la cual el obispo es el Esposo. Con respecto al obispo diocesano, la relación humana con él ocupa un segundo lugar, pues lo primero es la unión con Cristo y la Iglesia; y no se pasa de la virgen consagrada al obispo y, por su mediación, a la Iglesia, sino que pasa de la virgen consagrada a la Iglesia y luego ya al obispo, que es el servidor de la Iglesia y el instrumento de la consagración. No se es consagrada por la persona física del obispo, sino por su ministerio; lo importante, por consiguiente, es el ministerio episcopal y no la persona que lo ejerce y que, evidentemente cambiará. De manera análoga, yo venero a los obispos que me han ordenado diácono., sacerdote y obispo, pero lo primero y principal es el ministerio episcopal de los que me han ordenado... Quede pues bien entendido que tal mujer llega a ser virgen consagrada en tal iglesia particular y, por consiguiente, en reíación institucional con su obispo, pero llega a ser virgen en la Iglesia católica, miembro del orden de las vírgenes de y en la Iglesia Católica.

    El obispo diocesano, ¿ puede delegar su ministerio de consagrar vírgenes ? El Ritual no considera esta posibilidad, pero el Ceremonial de Obispos ( Caeremoniale Episcoporum) de más reciente publicación ( 1984) y que, por tanto, tiene autoridad en la materia, precisa que « Alius tamen Episcopus ritus praesse potest de consensu ipsius Episcopi diocesani « (n. 720 ) ( Otro obispo puede ejercer el rito de acuerdo con el obispo diocesano );Alius Episcopus «, otro obispo, no exclusivamente el obispo coadjutor o auxiliar, sino todo obispo de la Iglesia Católica.

    >El Ceremonial de los Obispos no considera la posibilidad de que pueda delegarse en un sacerdote, como por ejemplo puede hacerse para el sacramento de la confirmación (canon 884 ). Un sacramental, como es la consagración de las vírgenes, ¿ es más importante que un sacramento ? No se trata de eso, pero no se celebra con la misma frecuencia y no reviste el carácter urgente de la confirmación, sacramento de iniciación cristiana.

    La consagración de las vírgenes es un rito festivo de la Iglesia, y, para celebrarlo, se escogerá preferentemente « la octava de Pascua, las solemnidades, sobre todo las que se refieren al misterio de la Encarnación, los domingos las fiestas de la Virgen María o de las santas vírgenes « ( Ritual, n. 1).

    Es, igualmente, un rito público de la Iglesia. Si las monjas son consagradas en la iglesia de su monasterio, las mujeres que viven en el mundo son consagradas en la iglesia-catedral, "nisi res moresque loci aliud suadeant," si las costumbres del lugar no aconsejan otra cosa ); también la adaptación francesa del Ritual, ( y la española ) dice que la consagración debe tener lugar, normalmente, en una iglesia donde la presencia de fieles exprese la participación de la comunidad local en el acontecimiento... en la iglesia donde se manifieste mejor el lugar que la consagración les da a las consagradas en la Iglesia local. Estas precisiones son muy acertadas, pues aunque la celebración del rito puede mostrar a los cristianos mejor formados el sentido de la virginidad consagrada, no es seguro que la mayoría pueda percibirlo de golpe, sin una causa.

    Puesto que se trata de un rito público de la Iglesia, se invitará al pueblo de Dios « pro oportunitate (oportunamente) dice el texto latino, y el texto francés precisa: « se favorecerá la participación destacada del pueblo de Dios »

    (Nota de la traducción: el texto español, en el número 4 habla también de fomentar la participación de los fieles).

    3.- Descripción del rito.

    Este rito público de la Iglesia se celebra en el corazón de la misa después de la homilía que explica su significado eclesial:

  • « Se retorna así a una antigua tradición, cuya primera huella encontramos en una compilación llamada pontifical de san Albán de Angers, de finales del siglo IX - dice el profesor René Metz -. A mediados del siglo X autor del pontifical romano-germánico también situaba la consagración después del evangelio; pero no fue imitado en esa propuesta. En la mayor parte de los manuscritos del pontifical romano-germánico, el lugar de la ceremonia fue modificado y transferido entre la epístola y el evangello. Esta manera de obrar ha prevalecido en todos los rituales posteriores sin excepción. Hasta la promulgación del nuevo Ritual de 1970, las vírgenes eran consagradas después de la epístola, más exactamente después del cántico del gmdual» (

  • 3).

    El Misal y el Leccionario-Ritual contienen textos propios para la ocasión, que pueden utilizarse de acuerdo con las reglas litúrgicas.

    La proclamación del Evangelio es seguida de la llamada a las vírgenes:

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  • « La ceremonia comienza por la llamada dirigida a las candidatas que esperan en la entrada del m comenta René Metz -. Para invitarlas a avanzar hacia el coro, el obispo canta el versículo 12 del salmo 33:«Venid hijas, escuchadme, os instruiré en el temor del Señor. » Las candidatas responden a la invitación cantando, mientras avanzan hacia el coro, dos versículos del canto de Azarías en el horno encendido: « Queremos seguirte de todo corazón... « Esta parte de la ceremonia es relativamente antigua. Encontramos el rito de la llamada. con los textos correspondientes que acabamos de indicar, en varios pontificales del siglo XII y a comienzos del siglo XIII, Íos mismos elementos de la ceremonia se encontraban ya dispersos en los rituales más antiguos, que no eran los únicos rituales de la consagración de las vírgenes... La única modificación que aporta, a este respecto, el texto actual, consiste en que reduce la llamada del obispo a una sola, mientras que antes el obispo llamaba tres veces las candidatas, a cada llamada, las candidatas avanzaban un poco más hasta llegar a su lugar definitivo cuando se producía la tercera llamada. « ( 4)

  • Se puede acompañar este rito con el de la luz - las diez vírgenes de la parábola con sus lámparas encendidas ; para esto, después de la llamada del obispo se canta la antífona « Vírgenes prudentes « y, mientras canta, las candidatas se levantan, encienden su lámpara y avanzan hacia el obispo.

    Después de la homilía, se entabla un diálogo entre el obispo y las vírgenes. Es importante que 6s datas sepan exactamente a qué se comprometen, y que asuman sus responsabilidades con todo ante el pueblo de Dios. Ésta es la razón por la cual el obispo pregunta a las candidatas, por una parte, si están dispuestas a perseverar todos los días de su vida en el ideal de la virginidad consagrada ( o de la vida monástica ) y en el servicio a Dios y a la Iglesia, y, por otra, si desean ser consagradas y convertirse en esposas de Cristo. Este diálogo, que ya figuraba en el ritual anterior, es antiguo; se remonta a finales del siglo XIII y tiene semejanzas con el rito de la ordenación.

    El diálogo es inmediatamente seguido por las letanías de los santos. La petición final, tomada del ritual las ordenaciones: « Para que te dignes bendecir, santificar y consagrar a estas hijas tuyas « ha sido introducida a finales del siglo XIII.

    Seguidamente, las candidatas emiten o renuevan el propósito de castidad para las mujeres que continuarán viviendo en el mundo, o la profesión monástica, para las monjas. Para emitir este voto, las vírgenes colocaban sus dos manos juntas entre las del obispo. A finales del siglo XIII el obispo Guillermo Durando ordenaba ya este gesto en su ritual de la consagración virginal.

    . Guillermo Durando no ha inventado este rito, sino que ha tomado sus elementos del ritual de la ordenación de presbíteros. Al igual que la virgen, ordenando colocaba sus dos manos juntas en las del Obispo mientras le prometía obediencia; el obispo daba seguidamente al presbítero el beso de paz que. por razones de conveniencia, se ha suprimido como rito de acogida en el ritual de la consagración de vírgenes.

    Este rito, que es también el rito de la profesión religiosa de ¡os Hermanos Predicadores ( en manos del Prior) desde los oríg enes de la Orden, ha sido tomado del mundo feudal. El gesto descrito tanto en la ordenación de Presbíteros, como en la profesión de los Predicadores o la consagración de las vírgenes, correspondía a la actitud del vasallo rindiendo homenaje a su señor, es decir entregando su persona y prometiendo fidelidad; a cambio, el señor le recibía con el beso de paz. En el rito de consagración de las vírgenes, el obispo representa y ocupa el lugar de Cristo-Esposo, a quien la virgen entrega su persona y promete fidelidad.

    4.- Naturaleza del propósito de castidad.

    . Uno puede preguntarse, evidentemente, sobre la naturaleza del propósito de que aquí se trata. En efecto,algunos autores no quieren darle el valor de voto o de lazo sagrado (ligamen sacrum ) constitutivo de la vida consagrada ( canon 573, 2 ). Pero es evidente que la virginidad consagrada es totalmente una forma estable de vida (canon 573, 1 ) y así lo deja entender la primera de las preguntas que el obispo plantea a las candidatas: « ¿ Quereis peneverar todos los días de vuestra vida en el santo propósito de la virginidad, al servicio de Dios y de la Iglesia ? »Ritual, n. 17 ). La Tradición más antigua. consideraba a la virgen infiel corno adúltera y sacrílega con relación a Cristo Pues tal Tradición no Preveía que la Iglesia pudiera dispensarla, tal corno también lo enseña Santo Tomás de Aquino para la profesión solemne ( cf. suma Teológica, de Santo Tomás de Aquino, 2a., 2ac, q, Ma, 11 ). El propósito que la virgen pronuncia para toda la vida, sin ser quizá un voto en el sentido estricto, tiene la misma dignidad y los mismos efectos. Introduce a la que lo pronuncia en un estado público de vida consagrada vida

    Se objetará que a diferencia de los votos, la consagración de las . vírgenes no constituye según el actual Código. de Derecho Canónico un ` impedimento dirimente para el matrimonio. Esta discordancia en el Código puede sino ser tarde o pronto corregida por el Consejo Pontificio de Interpretación de Textos legislativos porque, tal como ya he señalado, la Tradición, de forma unánime, lo entendía corno un impedimento dírimente.

    Esto significa el valor que la Iglesia concede a la consagración de las vírgenes y la importancia de no conferirla sino a personas suficientemente maduras y advertidas de lo que conlleva tal compromiso.

    El propósito incide sobre la castidad ( perfecta castitas ) y el seguimiento de Cristo (sequela Christi) pero está claro que el seguimiento de Cristo 'así entendido incluye los otros consejos evangélicos, constitutivos de la vida consagrada ( canon 573, 1 )» sin los cuales el propósito no sería verdaderamente evangélico.

    5.- La consagración propiamente dicha.

    El obispo, a continuación, procede a la consagración propiamente dicha. En el Ritual actual la consagración no consta más que de una sola oración, y así adquiere una nobleza Y simplicidad que no tenía en los rituales anteriores. Por otra parte, la única fórmula que utiliza el obispo es la más antigua oración de consagración que nos ha llegado es la oración de consagración que figura en el Sacramentario Leoniano, que es el más antiguo testimonio que conocernos de la liturgia romana..

    Los elementos que forman parte de la composición del Sacramentario Leoniano se escalonan desde finales del siglo IV hasta mediados del siglo VI. En. este Sacrarnentario encontrarnos la bella oración de Consagración de vírgenes que el nuevo Ritual ha adoptado totalmente, renunciando a adiciones posteriores que habían alargado excesivamente el texto primitivo.

    Esta oración tiene forma de un gran prefacio. Comienza alabando los maravillosos efectos de la Encarnación. Dios no se ha contentado - se dice en la oración - con devolver al hombre su primitiva inocencia, sino que te ha concedido imitar la perfección de los ángeles. La virgen que, en su perfecta integridad se entrega a Dios, realiza este ideal. Dios ha abierto ante el alma humana la posibilidad de un encuentro con su Hijo, y, el matrimonio, por muy grande y santo que sea, sólo es una imagen imperfecta de ese encuentro; por su compromiso, la virgen es admitida en la intimidad del Esposo divino. Pero, continúa el texto, ¿ cómo podría una criatura humana aspirar a tal honor si Dios no la inspirase la atracción hacia ello y no la ayudase a realizarlo ? En efecto, muchos obstáculos se presentan en el camino de la que abraza tal ideal. Por eso la segunda parte de la oración adopta la forma de súplica:

    « Te pedimos, pues, Señor, que protejas con tu auxilio y guíes con tu luz a estas hijas tuyas, que desean que tu bendición confirme y consagre su propósito.. »

    Las virtudes propiamente virginales son, evidentemente, la reserva, pero también la prudencia, la modestia, la dulzura y sabiduría, la gravedad y delicadeza, la casta libertad y, sobre todo, la caridad.

    Tal es la magnífica oración que la reforma litúrgica surgida de¡ último Concilio ha restaurado. Gran número de historiadores está de acuerdo en que ha sido el Papa San León Magno el autor de esta oración. Sea como sea, el texto es magnífico y constituye, para las vírgenes consagradas, la mejor base espiritual en que se asienta la espiritualidad del orden de las vírgenes.

    6.- ¿ De qué consagración se trata ?

    La solemne oración consecratoria hace de la virgen, sobre la cual intercede el obispo, una persona sagrada. ¿ Cómo debemos entender esa expresión ?

    Al definir la vida consagrada, el Sínodo de octubre de 1994, que el Santo Padre todavía no ha clausurado, ha recordado, basándose en el Concilio Vaticano II, que la consagración propia y fundamentalmente dicha es la de los sacramentos y, en primer lugar, la de¡ bautismo. La consagración bautismal hace de la persona, según la expresión paulina, « una criatura nueva » y no requiere ningún suplemento para que un cristiano pueda llegar a la perfección de la caridad. Es una iniciativa de Dios, por el ministerio de la Iglesia, y una respuesta de la persona a quienes se dirige esta iniciativa. A este nivel, que es sacramental, se puede decir, por ejemplo, que las personas casadas llevan una vida consagrada.

    Cualquier otra clase de consagración sólo puede ser comprendida sobre la base de los sacramentos de iniciación cristiana y de forma analógica en relación con estos sacramentos.

    Tomando como punto de partida la Lumen Gentium que ha hablado, en primer lugar de la vida bautismal y de la llamada universal a la santidad que de ella se deriva, y, en segundo lugar, de la vida religiosa como respuesta signíficativa y estimulante de esa única llamada, se puede puede presentar la « vida consagrada » como una respuesta original y específica a dicha llamada, una respuesta caracterizada por la radicalidad evangélica, sobre todo a través del compromiso de la castidad vivida en el celibato a causa del Reino.

    El celibato por el Reino es la característica esencial de la vida consagrada. Si falta el celibato, no se puede hablar de vida consagrada en el total y pleno sentido del término: la sequela Christi, en su radicalidad , implica el celibato por el Reino, pues el celibato testimonia de forma especial el compromiso exclusivo con Dios y la certeza de que el Reino está ahí y viene. Es respuesta, desde la fe, a la fascinación del amor de Dios revelado en Jesucristo. Contribuye a hacer, de la vida consagrada, un signo dado a la iglesia.

    La Lumen Gentium considera, por otra parte, que, entre los consejos evangélicos, «figura en primer lugar el don precioso de la gracia que el Padre concede a algunos para consagrarse más fácilmente y sin división del corazón a Dios en la virginidad o el celibato.» ( n. 42 ) la historia confirma esta manera de ver las cosas, puesto que la primera forma de vida consagrada aparecida en la iglesia es, después del martirio, la virginidad consagrada, tal como recuerda el Ritual de Consagración de vírgenes.

    Una persona sagrada, según el pleno significado del término, es, por consiguiente, un bautizado que vive la « vida consagrada « en el sentido en que acabamos de definirla; un bautizado que, como respuesta a la llamada recibida de Dios, vive la vida cristiana según una de las formas de « vida consagrada » reconocida oficialmente por la Iglesia y que, desarrollándola, busca ser totalmente para Dios y los hermanos. La virgen consagrada es una bautizada que, fortalecida por la consagración litúrgica que ella ha recibido del obispo, se convierte en signo trascendente del amor de la iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de la Esposa celeste y de la vida futura ( Prenotandos n. 1 )

    La « vida consagrada « en sí misma es laica, aunque algunas personas consagradas pueden llegar a ser ordenadas. Sin embargo, es preciso entender bien qué significa la palabra laico: ¿ tal como lo define la Lumen Gencium en el número 3 1, que define al laico diferenciándole del fiel comprometido en el orden sagrado o en el estado religioso - lo cual configuraría tres categorías de cristianos - o como lo define en el número 43, según el cual el estado de vida basado en la profesión religiosa, y teniendo en cuenta la constitución divina y jerárquica de la Iglesia, no se sitúa entre la condición del clero y la del laico, opinión reproducida en el canon 207 ?

    Según este último significado, tanto una virgen consagrada como una monja son laicas.

    M.T. HUGUET prefiere decir que la virgen consagrada es seglar, secular, puesto que el orden de las vírgenes habla de « mujeres que llevan vida seglar « ( Prenotandos n 3 ). « La virgen consagra4 en efecto escribe –escribe ella - no está llamada directamente a la construcción de la ciudad terrena como lo están los laicos, ni siquiera comopueden estarlo los miembros de los Institutos seculares, ella se sitúa en el testimonio escatológico» ( 5 )

    Esta distinción me parece un poco forzada, porque, ¿ qué diferencia fundamental hay, por ejemplo, entre la profesora laica, la profesora virgen consagrada, la profesora miembro de un Instituto secular, desde el punto de vista de la construcción de la ciudad terrestre ? ¿ Acaso no contribuyen a ello las tres, lo quieran o no, desde momento en que las tres ejercen su profesión con competencia y espíritu evangélico?.

    Lo que sí es cierto es que la consagración de las vírgenes debe ser muy claramente diferenciada del servicio o de la misión que un obispo puede confiar a una de sus diocesanas; la consagración no tiene relación para nada con una ordenación ministerial, cualquiera que sea, no obstante, la influencia histórica cierta del ritual de las ordenaciones sobre el ritual de la consagración de las vírgenes. Que un obispo confíe a una virgen consagrada tal o cual misión puede ser una cosa excelente, pero también puede ocurrir que él se conforme con el « servicio a la Iglesia según su propio estado » del cual habla el canon 604, 2. En estos tiempos asistimos a una reivindicación casi obsesionante de ministerios para las mujeres. Es importante no confundir las perspectivas y no pedir a la consagración de las vírgenes lo que no es, no es un envío, ni una misión, ni un compromiso para Ia misión, incluso el propósito no es nada sin la consagración que le sigue.

    7 .- Consagrada en el corazón de la Iglesia.

    El servicio del cual habla el canon 604, 2, lo define muy bien Silvia Recchi cuando escribe:

  • « La virgen consagrada es el signo trascendente del amor de la Iglesia a su Esposo. Así, la virgen consagrada se transforma, en cierto modo, en imagen de toda la Iglesia. La virgen personifica a la Iglesia en su vocación personal y esponsal. Su misión consiste en vivir y mostrar deforma profética este misterio de amor esponsal entre Cristo y la Iglesia, signo de lo que la Iglesia es ya, y de lo que toda la humanidad está llamada a ser »

  • Ése es el primer y principal servicio que ella debe ofrecer en el corazón de la Iglesia. Si, tal como está previsto en los Prenotandos ( n. 2 ), se le confían otros servicios o ministerios de orden pastoral, apostólico o caritativo en el seno de la Iglesia, ella desde luego puede asumir. dos aunque no pertenecen propiamente a su estado de vida, a condición de que no comprometan lo esencial de su vocación y de su testimonio.

    Tal como Silvia Recchi lo destaca muy bien, la relación nupcial con Cristo, que brilla tan intensamente en la consagración virginal, es lo propio de todos los consagrados? especialmente de los que viven la vida contemplativa, « pero, en la virgen, esta relación de esposa es. sin duda, su identidad carismática más fuerte, más especifica, más identificatíva. »

    Los textos y los ritos de[ Ritual de Consagración de vírgenes, son, pues, suficientes para constituir la base de la espiritualidad del orden de las virgenes. Los Santos Padres, en sus diversos tratados sobre la virginidad consagrada, no hacen sino comentar y desarrollar las perspectivas abiertas por el Ritual. El Papa Juan Pablo en' su Carta Apostólica Mulieris dignitatem se sitúa en la misma corriente. Este texto pontificio. es fundamental para hablar hoy, con exactitud, de la vocación y misión de la mujer en la Iglesia y en el mundo.

    Al igual que hoy no se puede hablar rectamente del matrimonio cristiano sin relacionarlo con el celibato por el Reino, de igual forma no se puede hablar con exactitud de la virgen consagrada sin relacionarla con la mujer esposa y madre. La vocación -de la virgen consagrada, que también es esposa y madre, no puede comprenderse sino en relación con la mujer casada y con la maternidad carnal.

    Eso no impide que una virgen consagrada se sienta unida a una familia espiritual y dé a su vida una coloración benedictina, carmelita, dominica o franciscana ... de igual forma que el sacerdote diocesano puede enriquecer su ministerio mediante su relación con una familia espiritual, pero la virgen está primordialmente plantada en medio -de la Iglesia ( « in medio Ecclesiae » ). Su primera referencia es el obispo diocesano -principal moderador de la virginidad consagrada -, con quien ella establece su forma concreta de vida y al cual 'rendirá cuenta a intervalos regulares, lo cual implica una perspectiva distinta de la que caracteriza a la vida religiosa o a un instituto secular.

    8.~ Consagración esponsal.

    La Consagración de las vírgenes termina con la entrega ( « traditio » ) de las insignias que simbolizan su nuevo estado de consagradas: el velo ( si es oportuno ), el anillo y, eventualmente, el Libro de la oración de la Iglesia.

    Fl velo era la única insignia que se utilizaba en los primeros tiempos para la consagración de as vírgenes; desde el fin del siglo IV encontramos testimonios ciertos de su uso. La entrega del velo ha sido tomada de los ritos del matrimonio, con el fin de significar la analogía que existe entre la unión de Cristo y la virgen con esponsales humanos.

    La entrega del anillo es más tardía; no aparece sino en los rituales que se usaban en los países francos sobre todo hacia el año 950 en el ritual del Pontifical romano-germánico. Este rito responde a los mismos deseos que la entrega del velo: hacer clara la analogía entre los dos estados, el de la virgen consagrada y el de mujer casada.

    La entrega del Libro de la oración de la Iglesia no aparece hasta el siglo XV, en la edición del Pontifical romano de 1497. Se utilizaba este rito especialmente para las monjas que celebraban el oficio coral; no se ha desplazado hasta que, actualmente, el último Concilio ha convertido la liturgia de las horas en la oración todos los bautizados.

    Este panorama resumido del Ritual de Consagración de vírgenes permite ver que no es fácil ser una auténtica virgen consagrada. Esta vocación supone madurez afectiva y psicológica, capacidad para vivir soledad, aunque se tenga una vida de relación. Hacen falta, igualmente, las virtudes evangélicas que enumera la magnífica oración consecratoria. ¿ Se puede cumplir tal vocación sin una formación previa: formación humana ( equilibrio humano, aptitud para vivir en soledad, aptitud para las relaciones humanas: « las vírgenes no son lo incapacitado para amar » decía un día el Cardenal Danneels ); formación bíblica, litúrgica, doctrinal, espiritual .?-

    Sólo con estas condiciones el Ritual de Consagración, renovado hace veinticinco años, producirá frutos en la Iglesia y en el mundo.

    (1).- METZ, René. El nuevo Ritual de Consagración de virgenes. Su lugar en la historia. La Maison-Dieu, 110,1972,pp.93-94.

    (2).- Artículo "Sacramental", en Diccionario de Litrurgia. 1983

    (3).- METZ, R. Artículo citado, pág. 109.

    (4).- METZ, R. Ibid.

    (5).- HUGUET, M. La renovación del rito litúrgico de l consagración de vírgenes. Pág. 97.