Mensaje final

"NUEVAS VOCACIONES" PARA UNA VIDA CONSAGRADA "REVITALIZADA"

La presente relación recoge el fruto de los trabajos de grupo realizados en la 55ª Asamblea de Superiores Generales. Tales trabajos se colocan al interno de un proceso más amplio que comprende las respuestas a cuestionarios previos a la misma Asamblea, y las conferencias presentadas en este volumen.

"Rogad al Dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies"

El futuro de la vida consagrada ciertamente no se juega sobre el número de personas que le pertenecen, sino sobre la calidad del seguimiento evangélico y sobre la fidelidad creativa que viven y testimonian sus miembros. No se puede negar - como ha escrito Juan Pablo II - que "la misión de la vida consagrada y la vitalidad de los institutos … tienen un futuro en la medida en la cual otros hombres y mujeres acogen generosamente la llamada del Señor" (VC 64a).

Es fácil constatar que existen regiones y continentes donde el número de vocaciones a la vida consagrada aumenta continuamente, razón por la cual se están desarrollando estructuras y métodos adaptados a su formación humana, espiritual y pastoral. Pero existen otras regiones y continentes (Europa, Norte América, Australia) donde - no obstante los grandes esfuerzos espirituales y materiales para suscitar nuevas vocaciones - los resultados no corresponden a las expectativas y a las urgencias. Consecuentemente el testimonio evangélico y eclesial de la vida consagrada, y no sólo las actividades apostólicas y las tradiciones importantes, corren el riesgo de desaparecer. Para la vida consagrada, especialmente en el mundo occidental, se trata de un verdadero "reto", urgente y grave.

I. La 55ª Asamblea General USG

La Unión de Superiores Generales (USG) ha dedicado su 55ª Asamblea a estudiar este problema con el tema: "Las vocaciones a la vida consagrada en el contexto de la sociedad moderna y posmoderna". Se ha tratado de una primera "recognitio" de las dificultades y de las oportunidades para la animación vocacional que se encuentran en el actual contexto socio-cultural y religioso.

Después de haber tratado, en la Asamblea anterior, el original y sugestivo tema de la "refundación" o "revitalización, ahora se ha dado el primer paso concreto para darle a la "revitalización" un cauce práctico. Una vida consagrada "nueva" exige nuevas cualidades en las mismas "vocaciones"; pero también los "nuevos jóvenes", inculturados en el contexto moderno y posmodero, desafían a la vida consagrada para que asuma nuevos estilos de vida y de iniciación a los grandes valores espirituales.

Todos han estado de acuerdo en que es preciso superar la tentación del desánimo y de la angustia que paralizan la esperanza, y al mismo tiempo no caer en "la tentación de reclutamientos fáciles e improvisados" (VC 64d) a través de discernimientos superficiales de los candidatos o, por decirlo así, "importando vocaciones" de aquellos países donde abundan.

El trabajo de la Asamblea se puede resumir en tres grandes áreas temáticas: la lectura de la situación; las convicciones y la acentuación sobre ciertos temas importantes; las orientaciones y propuestas prácticas, para que se puedan llevar a cabo con realismo los nuevos estilos de vida y de visibilidad comunicativa.

II. Elementos que explican la situación

La rápida evolución de la sociedad actual hacia formas de vida nuevas y variadas, ha dado lugar a una serie de fenómenos que afectan profundamente al modo de vivir la vida cristiana y a su significado para el hombre de hoy. Es en este contexto donde se ubica la menguada significatividad de la vida consagrada en el tiempo presente y la consecuente crisis vocacional.

La vida consagrada adquirió las formas culturales de los diversas tiempos en los que fue apareciendo, y esto determinó en gran medida el rostro y el lenguaje con los cuales se dirige al hombre de hoy, el cual ha sido conformado por una cultura diferente. En ocasiones da la impresión de que el lenguaje que usa para dirigirse a la sociedad contemporánea está marcado por una cierta rigidez de carácter sacral.

En el contexto de la Asamblea resultó más evidente que la causa de la crisis de vocaciones a la vida consagrada es bipolar, es decir, no sólo se debe a la carencia de valores profundos en la sociedad actual, sino también al deterioro evidente en el modo de vivir algunos aspectos esenciales de la misma vida consagrada.

La sociedad actual, por una parte, se siente perdida y confusa en medio de un mar de informaciones, vive angustiada ante la multitud de problemas que la aquejan y ante los cuales frecuentemente se siente impotente. Por otra parte, ofrece signos válidos de esperanza que se manifiestan, entre otras cosas, en una gran capacidad para asumir y comprometerse con grandes causas, en una mayor solidaridad con los más necesitados y en un mayor respeto por la dignidad de la persona humana.

La vida consagrada se ha visto involucrada en los problemas que padece la sociedad actual. Esta situación afecta principalmente a la conciencia de su propia identidad y a la difícil comprensión de la sociedad contemporánea. Esto podría ser una de las causas de la débil significatividad que hoy manifiesta la vida consagrada en el hemisferio norte del mundo occidental y que, al mismo tiempo, explica el difícil diálogo con la sociedad a nivel de valores profundos.

En este sentido la vida consagrada, por una parte, siente la necesidad urgente de revitalizar y reconocer con mayor conciencia aquello que le es propio; por otra parte, siente igualmente la necesidad urgente de reconocer siempre en forma más concreta y realista, el rostro del hombre de hoy. En este reconocimiento quiere apreciar y escuchar lo que sucede en el corazón del hombre, desde donde Dios también le habla.

III. Principios conductores

Con espíritu de fe y de humilde gratitud al Señor por los dones que ha querido dar a su Iglesia suscitando los diversos Institutos de vida consagrada, la Asamblea invita a seguir orando al Señor, dueño de la mies, para que siga regalando a su iglesia nuevas vocaciones. Igualmente invita a los consagrados a responder con mayor entrega a la vocación recibida.

La animación vocacional comprende un campo muy amplio y, por lo tanto, deberá involucrar a la vida consagrada tanto en lo que se refiere a su espacio interno como a su acción hacia el exterior dentro del contexto pastoral global de la iglesia.

La animación vocacional "ad intra" supone el compromiso responsable de cada consagrado a vivir profundamente su consagración y, de esta forma, convertirse en signo viviente capaz de atraer a los jóvenes. En este sentido se debe afirmar que cada consagrado es un animador o promotor vocacional.

La animación vocacional supone igualmente la creación de comunidades que vivan gozosamente y con entusiasmo su entrega a la misión carismática a la que han sido llamadas; comunidades caracterizadas por una auténtica fraternidad, acogedoras y capaces de compartir sus bienes espirituales con los laicos.

En la animación vocacional "ad extra" la asamblea ha subrayado la necesidad de procurar una atención especial a los jóvenes, así como también la importancia que tiene el hecho de ofrecerles un ambiente sepa comprenderlos y acogerlos respetando su libertad, y ofreciendoles lugares y espacios donde puedan tener una profunda experiencia de Dios y puedan acrecentar la sensibilidad hacia los más necesitados.

La atención a los jóvenes, sin embargo, no puede darse en modo adecuado si se descuidan otros aspectos que se refieren a la pastoral en sentido amplio. Para esto se sugiere que se favorezca la creación de una "cultura vocacional" mediante la atención a las familias y a otros entes sociales, en modo tal que la sociedad, poco a poco, llegue a apreciar el sentido y el valor de la vocación a la vida consagrada en sus múltiples formas. Una auténtica animación vocacional deberá comprender también el respeto y la correlación con las otras vocaciones y los otros estados de vida.

IV. Propuestas de carácter práctico

En la Asamblea se manifestó una gran riqueza de situaciones culturales, de inspiraciones carismáticas, así como también de tradiciones antiguas y recientes; de esta riqueza se derivó también una cierta diversidad de propuestas prácticas que se ha intentado respetar y, en lo posible, de armonizar.

La variedad de las situaciones culturales y de las inspiraciones carismáticas, así como también de las tradiciones antiguas y recientes, se manifestó como una riqueza que hay que reonocer; de ella derivó una cierta diversidad en las propuestas prácticas que hemos. No se puede olvidar que ya existen múltiples documentos de la Santa Sede y de las iglesias locales con indicaciones prácticas para la pastoral que sería bueno conocerlos y ponerlos en práctica. Aquí sólo señalamos algunas de las propuestas que fueron presentadas en los grupos

a) Elementos comunes

El compromiso de una vida de santidad y de una profunda y personal experiencia de Dios: una total adhesión espiritual al Señor en el Seguimiento, en la conformación interior, en el diálogo orante y en el servicio de la caridad es un punto primario y central para todos.

Igualmente, todos consideran que el compromiso de la oración por las vocaciones es un elemento fundamental e indispensable, sostenida por la confianza de que el Señor nunca dejará de "regalar" a su Iglesia las "vocaciones" necesarias para que permanezca fiel en el testimonio y en la evangelización de este momento histórico. La oración debe ser también una forma de "mentalización" de todo el pueblo cristiano acerca de la importancia de este tema, y de la responsabilidad de todos en el discernimiento y en el acompañamiento de los "llamados". Toda la Iglesia, por su misma naturaleza, debe esta en estado de "vocación", y de "con-vocación".

La selección de "animadores vocacionales" cualificados y activos es muy importante y debe hacerse escogiéndolos de entre las personas mejores. Sin embargo, cada comunidad y el Instituto en su totalidad deben sentirse involucrados en esta actividad, así como también en la creación de condiciones adecuadas de testimonio y de "con-vocación". La convicción profunda y sincera de la validez de la propia vocación y del propio carisma es una condición privilegiada para atraer la atención, superar las incertidumbres, "contagiar" a los jóvenes. "Las vocaciones no maduran a baja temperatura".

Para algunos, se debería dar la prioridad a la "fraternidad": dando vida a "comunidades fraternas" verdaderamente significativas, donde sea posible "ver" el carisma vivido con lealtad, realismo y entusiasmo. En tales comunidades se debería ofrecer también la oportunidad a los laicos y a las mujeres de compartir la vida, la misión, la espiritualidad y la acogida a jóvenes que está en búsqueda de su propia identidad.

Otros han insistido en una comunicación sana y eficaz con el mundo juvenil, que responda a algunas exigencias concretas, entre las cuales se mencionan: un nuevo lenguaje cargado de entusiasmo pro-vocatorio; experiencias de convivencia y de discernimiento en lugares significativo y bien seleccionados; períodos de voluntariado y de solidaridad adecuados a sus capacidades; acompañamiento a través de la dirección espiritual, el diálogo y la orientación; hacerles la propuesta vocacional en forma valiente y directa. En este ámbito conviene recurrir a una sana pedagogía que les permita afrontar positivamente las resistencias causadas por el miedo al compromiso definitivo, a las exigencias de tipo psicoafectivo y al desánimo que les pueda producir el envejecimiento de las comunidades religiosas.

b) Cuestiones particulares

Se ha pedido que se estudien desde una perspectiva positiva las experiencias de nuevas formas de "agregación" en torno al carisma y a la espiritualidad de un instituto (cf. el lenguaje de la "familia") y el tema, que apareció en el Sínodo (Propositio 33c) y luego fue retomado en VC 56ª, sobre los modos de participación "ad tempus" en la vida consagrada: sería oportuno realizar un diálogo sobre este punto con los dicasterios romanos interesados.

Se ha considerado que es importante analizar el influjo que algunos "movimientos eclesiales" tienen sobre la promoción vocacional: sea ofreciendo "modelos" de promoción de "vocaciones", sea como escuela de madurez cristiana y de espiritualidad que llega a "influir" en el interior de los institutos cuando los jóvenes de tales movimientos ingresan a nuestros noviciados. Gran parte de los jóvenes candidatos que ingresan a nuestros institutos han participado en tipo de experiencias.

Se ha pedido que se inicien nuevos diálogos entre institutos religiosos y Obispos, sobre todo en algunos países orientales, con la finalidad de salvaguardar le identidad de la vida consagrada en relación a las exigencias pastorales y organizativas de las diferentes diócesis.

Conclusión

En la exhortación apostólica postsinodal Vita Consecrata, Juan Pablo II ha exhortado a los Institutos a: "reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy". Y añadía: "Esta invitación es sobre todo una llamada a perseverar en el camino de santidad a través de las dificultades materiales y espirituales que marcan la vida cotidiana. Pero es también llamada a buscar la competencia en el proprio trabajo y a cultivar una fidelidad dinámica a la propia misión, adaptando sus formas, cuando es necesario, la las nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a la inspiración divina y al discernimiento eclesial" (VC 37ª).

Y con El todos los consagrados imploran que la Virgen Madre obtenga de su "divino Hijo que cuantos han recibido el don de seguirlo en la vida consagrada, sepan testimoniarlo con una existencia transfigurada, caminando gozosamente, junto con todos los otros hermanos y hermanas, hacia la patria celestial y la luz que no tiene ocaso" (VC 112c).