Diez formas de construir una Cofradía

 COFRADIAS/HERMANDADES 

1.- Saber que los fines de la existencia humana son la alabanza divina y el amor fraterno, porque sin amor a Dios y a los hermanos una Cofradía es una simple comisión de festejos, y de esas tenemos muchas y muy dignas en los Ayuntamientos... lo nuestro ha de ser otra cosa.

2.- Dar forma y contenido al amor a Dios con un culto sincero y digno, nacido del corazón que establezca un orden en las celebraciones de la Cofradía, en consonancia con su naturaleza: bien sea de Cristo o de la Virgen, de dolor o de gloria, de algún patrón o gremio... Muchas veces el culto es cosa del cura y de varias personas mayores, sin que la Hermandad se implique y participe apenas.

3.- Hacer que sea realidad, no fingida, sino práctica y concreta, el amor al prójimo de la Cofradía, en cuanto corporación, creando modos de colaborar continua y eficazmente, con obras sociales de la Iglesia, asilos, asociaciones de deficientes, organizaciones no gubernamentales, y, sobre todo, con Cáritas que es la Iglesia misma al servicio de los pobres en la lucha por la justicia.

4.- Vivir como bautizados, y así, si somos santificadores y servidores también hemos de enseñar y aprender. En el Bautismo se nos unge con el crisma mientras se dice: "Para que seas miembro de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey". Por ello el cofrade, que ante todo es un bautizado y ha de vivir como tal, deberá esforzarse por corresponder al don de Dios, alabándole, sirviéndole en los hermanos y formándose en la fe para ser más capaz de trasmitirla a otros. Sin formación personal y comunitaria es imposible el crecimiento interior que nos hace más fraternos, acogedores y tolerantes.

5.- Establecer entre todos, los medios adecuados para la formación de los miembros de la Hermandad, con ayuda de temas específicos sobre el mundo cofrade, pero sobre todo, con el uso y disfrute de un temario general de catequesis y vida cristiana.

6.- Equilibrar los aspectos interiores con los exteriores de la Hermandad, pues se dan casos, y no pocos, en que todo lo aparente es muy bello, pero el fondo está vacío. Hay Cofradías con un gran escaparate de imágenes, tronos e insignias, pero su corazón está vacío de verdadero amor a causa de divisiones, recelos y rencores.

7.- Entrar en comunión con las demás asociaciones e instituciones de la Parroquia, pues de otro modo las Hermandades quedan aisladas del proceso de crecimiento comunitario, convirtiéndose en una especie de rincón de las tradiciones populares... Es muy importante entender que las Hermandades están llamadas a ser, por su propia naturaleza, mucho más profundas, serias y rigurosamente evangélicas.

8.-Cumplir con fidelidad los estatutos, en cuanto a sus cargos, funciones y tareas, sabiendo que las leyes marcan los mínimos imprescindibles y el Evangelio los máximos hacia los que se ha de tender: hemos de trabajar desde las normas hacia el espíritu con ilusionado tesón.

9.- Hacer que la Cofradía sea un ámbito de participación creativa y comunitaria, sin protagonismos individualistas, para la búsqueda de objetivos comunes que ilusionen a todos, no sólo en el esplendor externo del escaparate sino, sobre todo, en la fecunda organización de la trastienda , que no se ve pero es mucho más importante.

10.- Poner tanto amor, tanta reciedumbre y tanto tesón que las dificultades no puedan ocultar la luz del amor a Cristo y a María, en el servicio del prójimo más necesitado y en los lazos de la amistad cofrade. Si el orgullo impide la amistad y los gastos suntuarios la solidaridad, entonces no hay Hermandad posible por mucho que así se llame o siglos de antigüedad que tenga.

Manuel Amezcua
La renovación de las Cofradías