EL DIOS DE JESÚS COMO AFIRMACIÓN PLENA DEL HOMBRE
S U M A R I O
Prólogo por José A. GARCIA. S. J.
Breve razón y cordial cuenta al lector
1. ATEISMO MODERNO Y CRISTIANISMO:
LA AFIRMACION DEL HOMBRE COMO LUGAR DE
ENCUENTRO
1. Planteamiento: de la comprensión al encuentro
2. Hacia una comprensión teórica
a) Los primeros intentos
b) El cristianismo anónimo
c) Cristianismo y secularización
3. Hacia un encuentro en la experiencia
a) Lo positivo por debajo de la negación atea
b) El nacimiento de un mundo nuevo
c) El cristianismo en el choque entre dos paradigmas
d) El ejemplo de la critica bíblica
4. La intención profunda de la modernidad
a) Dios como rival del hombre
b) La autonomía del hombre como valor primordial
c) El ateísmo como «negación de la negación»
5. El encuentro entre ateísmo y cristianismo
a) Apertura mutua en la común defensa del hombre
b) Juntos, frente al fracaso de la ilustración
c) La «cristonomia» como aportación cristiana
d)El Dios de Jesús, lugar de encuentro para la afirmación del
hombre
2. EL CRISTIANISMO ENTRE EL ATEÍSMO SOCIAL Y EL
ESPÍRITU BURGUÉS
1. La constitución de la sociedad burguesa
a) El problema de la inculturación burguesa del cristianismo
b) El movimiento burgués como aspiración a la universalidad
humana
c) El fracaso de la universalidad en la particularización burguesa
d) El cristianismo ante el desafío del espíritu burgués
2. La formación del cristianismo burgués
a) La estructura general del proceso histórico
b) La dialéctica de lo peor con lo peor
c) La impregnación burguesa del cristianismo
3. La oportunidad del cristianismo en la situación actual
a) Enmarcamiento histórico y criterios fundamentales
b) Evidencia básica: el Dios de Jesús, defensor del pobre
c) La «opción preferencial por los pobres» como universalidad
real
d) Lo especifico de la aportación cristiana
e) Bienaventurados los pobres
3. CREO EN DIOS PADRE.
DIOS COMO AFIRMACIÓN PLENA DEL HOMBRE
1. Introducción
a) Carácter y tono de la reflexión
b) Eclipse de la paternidad en el mundo moderno
c) Nuestro planteamiento
2. La dialéctica de los símbolos
a) Dios como autor en el «gran teatro del mundo»
b) Dios como Creador
c) Dios como Padre
3. La experiencia cristiana de Dios como Padre
a) La preparación del Antiguo Testamento
b) La experiencia del «Abba» en Jesús
c) La reflexión del Nuevo Testamento
4. Afrontamiento de la critica freudiana
a) La sospecha de Freud
b) Primera respuesta desde la tradición
c) Respuesta desde la psicología religiosa
d) Respuesta desde una ontología hermenéutica
5. Creo en Dios, Padre de Jesús
4. DIOS, EL ANTI-MAL
1. Planteamiento general
a) Propósito: del escándalo a la manifestación suprema del amor
b) El mal en las religiones: el dilema de Epicuro
2. El prejuicio: Dios puede y no quiere
a) La contaminación del imaginario cristiano
b) El fracaso de la teodicea tradicional
3. La realidad: Dios quiere, pero «no puede»
a) Mundo perfecto = circulo cuadrado
b) La finitud implica necesariamente imperfección
c) El «mal metafisico», condición estructural de los males
concretos
4. El dilema auténtico: ¿vale la pena un mundo finito?
a) Mirando del mundo a Dios
b) Mirando de Dios al mundo
5. El Dios de Jesús ante el mal del mundo
a) Dios como Salvador en el Antiguo Testamento
b) Dios como Anti-mal en la acción y en el destino de Jesús
6. La inversión radical de las perspectivas
a) El mal como lugar de la revelación suprema del amor
b) Lo definitivo: Dios quiere y puede vencer el mal
c) Respuesta a la última dificultad: la salvación desde la historia
5. LA EVIDENCIA DE DIOS Y SU ALEGRÍA
1. El ateísmo como posibilidad autónoma
a) El ateísmo y la responsabilidad de los cristianos
b) El ateísmo y la cultura moderna
c) El «ateísmo de la creatura»
2. Del «silencio» de Dios a su «evidencia»
a) El equivoco del «silencio» de Dios
b) La «evidencia» de Dios
3. Probar hoy la existencia de Dios
a) «Mostración» frente a «demostración»
b) Un nuevo estilo: «mayéutica» y «blick»
4. Vivir en la presencia de Dios
a) Dios en el gozo (y en el dolor) de la vida
b) Dios en la praxis del amor
5. La alegría de Dios
a) Recuperación de la alegría cristiana
b) La inversión del ascetismo
c) Del equivoco del «peso» a la alegría de la salvación
6. La realización de la alegría
a) Los tres ejes fundamentales
b) El «mucho más» cristiano
Nota bibliográfica
·TORRES-QUEIRUGA-A-2
Prólogo
Cuando el lector termine de leer este libro, él mismo podrá
comprobar que se halla ante una obra teológica profunda, bella e
importante. Rigurosa y asequible al mismo tiempo. Al aceptar,
encantado, su presentación, me toca a mí decir por qué me parece
que es así.
En ese cierto acoso a que la modernidad tiene sometida a la fe, la
teología corre un doble peligro: o bien diluir su identidad
confesional y su lenguaje, para adaptarse a ella, o bien reaccionar
compulsivamente, a través del resentimiento y la agresividad, para
defenderse de ella. Lo difcil es mantener un talante dialógico con la
cultura y la sensibilidad actuales, conservando al mismo tiempo el
carácter original de lo que uno quiere ser. Hacer que «identidad» y
«relevancia» avancen juntas: he ahí el reto que el tiempo presente
lanza a la teología.
Para lograrlo, Andrés Torres Queiraga ha buscado
inteligentemente la zona de contacto entre fe y modernidad, entre lo
mejor de ambas. Esa zona de contacto no es otra que la común
defensa del hombre, tanto contra las falsas imágenes de Dios que
tienden a asfixiarla como contra los fracasos de la llustración que lo
encadenan de nuevo. Ese intento de articular la dialéctica de lo
mejor con lo mejor es, sin lugar a dadas, uno de los resultados más
brillantes y sugestivos de este libro, cuyos interlocutores naturales
son, por consiguiente, no sólo el creyente, para quien Dios es la
máxima defensa del hombre, sino también el que, en nombre de la
humanidad, piensa que debe negar a Dios. Es imposible que la
modernidad, en su intento de rechazar a Dios por dar valor al
hombre, no contenga en su fondo algo muy real y muy valioso. Y es
cierto, además, que en el Dios de Jesucristo se halla la mayor
afrmación que puede hacerse del hombre. ¿Cómo provocar un
diálogo cercano y creador entre ambas posiciones, cayo interés
supremo, en lo mejor de sí mismas, es el hombre?
Superar las descalificaciones simplistas es un primer paso.
Pasión por «comprender» al otro y abrirse honestamente a su
critica es un segundo paso. El tercero consistiria en aportar la
propia visión del hombre, el propio blick sobre las cosas, que abra
al otro a la critica de si mismo. Tres pasos que Torres Queiruga ha
dado, de manera precisa, profunda y desinhibida, en este libro.
Quisiera aludir, en segundo lugar, a otro notable acierto teológico
del autor: haber dado con los puntos exactos en los que tanto la
increencia como la fe suelen quedarse frecuentemente varadas,
cada una en su propio ámbito. En efecto, presentar desde el Dios
de Jesus una imagen de Dios verdaderamente salvadora es un
asunto vital, tanto para el creyente cuya imagen de Dios funciona
de modo represor como para quien rechaza la fe en función de una
necesidad sentida de salvar la autonomía y la autorrealización
humanas. El primero lo necesita para poder vivir a Dios como
Alguien que llama a la plenitud; el segundo también lo necesita,
porque «no es el amor afirmativo lo que la modernidad asocia con
Dios, sino la sensación de una radical e irreductible rivalidad que
llega a ser creencia pre-reflexiva». Lo mismo se diga de la
necesidad, para el creyente, de entender que el Dios de Jesucristo,
lejos de desempeñar papeles socialmente ideológicos, está
empeñado en lograr un mundo de una justicia y una fraternidad
siempre mayores; y la necesidad, para el no-creyente, de renunciar
a los tópicos acríticos y abrirse a la entraña profética que anida en
el cristianismo, más allá de sus fracasos históricos. Especial
importancia habría que dar, creo yo, a ese originalisimo capitulo 4°,
«Dios, el Anti-mal», que supone un tratamiento nuevo de un tema
que sigue estando en la base de muchos ateísmos modernos.
Puesto que la creación es limitada, Dios «no puede» evitar el mal
Pero el mal no sólo no es querido o permitido por Dios, sino
combatido por El y sufrido en su propia carne. «Dios está al lado de
la creatura y en contra del mal».
Si no se desbloquean temas como éstos con un tratamiento a la
vez riguroso y asequible, como lo hace el autor, el creyente queda
precisamente bloqueado en talas dificultades. Su fe no se hace libre
hacia adentro y creadora hacia afuera. Por su parte, al indiferente,
o al que piensa que no le es licito creer, le encierran en un bloqueo
semejante: sus prejuicios le impiden una aproximación verídica al
mundo de la fe. En ambos casos, el Dios de Jesucristo,
desideologizado de toda función alienante, puede ser un buen lagar
de encuentro donde uno y otro pueden confluir.
Queda, por fin, un tercer aspecto que provoca un motivo más de
admiración. Normalmente, la cabeza y el corazón tienden a
excomulgarse mutuamente, a andar cada cual por su lado o a
juntarse para ejercer una mutua tiranía. Esto, que sucede en otros
ámbitos de la vida, tampoco es ajeno a la teología. De ahí que,
llevado a sus extremos, nos encontremos frecuentemente con una
producción teológica que, o es tan fría y aséptica que resulta
incapaz de entusiasmar a nadie en el seguimiento de lo que enseña
(cabeza sin corazón), o tan sentimental y carente de fundamento
que termina siendo impotente para dar a la fe la necesaria
«contextura» en un mundo que la cuestiona muy seriamente
(corazón sin cabeza). Este libro tiene, clarisimamente, la rara virtud
de conjugar, de modo inteligente y sabio, ambas dimensiones.
Dicho escuetamente: Andrés Torres Queiruga se muestra en él
como un teólogo con corazón. Este es el mejor y más rápido
resumen que puedo hacer de él. ¿Querrá el lector confirmar por sí
mismo esta afirmación? ¡Ojalá que si!
José A. García, S. J.