DIOS PADRE - TEXTOS

1. Dios, Padre

Nos alegra encontrar la idea de la paternidad divina en la alianza antigua. Hay páginas bellísimas, verdaderas joyas literarias, teológicas y espirituales. Ya en el Ex. 4,22 se dice que «Israel es mi hijo, mi primogénito". Las paternidades de Abraham y demás patriarcas no son nada en comparación con esta paternidad divina. El pueblo de Israel se siente hijo de Dios. Los textos de Os. y Jer. rebosan emoción y ternura. "Cuando Israel era niño yo le amé... Yo enseñé a andar a Efraim, le alzaba en brazos... Yo le curaba... Con correas de amor le atraía... Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas". (Os. 11) "¿Es mi hijo querido Efraim? ¿Es mi niño mimado? Siempre que lo reprendo se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión." (Jr. 31,2O).

Pero la verdadera revelación de la paternidad de Dios, de todo lo que eso encierra para nosotros: para el pueblo y para cada uno; de los destellos fulgurantes de la ternura, la compasión, la providencia, la confianza, la cercanía, la intimidad, la comunicación y la comunión, incluso de la misma participación de la naturaleza divina -hijos por deificación-, sólo en Jesús se nos manifiesta. Dios es nuestro Papá. La verdadera paternidad, para Cristo, no está tanto en la fuerza de Dios que defiende y protege a su pueblo; no está en su poder y su grandeza; no está sólo en el título de creador. La verdadera paternidad está en el amor que se comunica y se entrega, que busca la intimidad y el diálogo; que no entrega cosas, sino que entrega su Espíritu, se entrega El que nos ama. Dios es padre porque ama, porque es amor. El cristiano se siente hijo porque es amado con el mismo amor en que Dios envuelve a su Hijo único. Los hijos tendrán que amar al Padre y deberán amarse entre sí, hasta lograr la verdadera fraternidad.

-Amor: esta es la palabra :D/A A Dios también le podemos llamar Madre, como hizo Juan Pablo I. O le podemos llamar fuente o alfarero o Pastor, Redentor, Vivificador. La realidad divina es inexpresable e indecible e indefinible. Pero la mejor manera de decirlo es Amor. Dicen los psicólogos y sociólogos que vivimos en una generación sin padre. El padre hoy no es símbolo de los valores actuales ni es punto de referencia. La idea religiosa del padre ha caído también bajo sospecha.

La verdad es que no nos importa la imagen o la palabra. Nos importa la realidad profunda que con ella queremos significar. Lo que Jesús nos enseña al decir que Dios es Padre es que la realidad fundante de la existencia es un amor infinito que se entrega y se comunica; que el ser que sostiene y envuelve al mundo es cariñoso, protector, benéfico; que el principio y el fin de todo es fuerza acogedora, es ternura y es sonrisa, es abrazo y armonía, es paciencia y respeto, es plenitud.

La idea del padre puede y debe purificarse y adaptarse. Habrá que pensar en un padre más amigo que patriarca, más líder que jefe, más servidor que privilegiado, más acompañante que distante, más respetuoso que impositivo. Pero la idea del padre es incuestionablemente válida, por lo natural y necesaria.

CARITAS
UNA CARGA LIGERA
ADVIENTO Y NAVIDAD 1987.Págs. 25 s.

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ORACIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
PARA EL TERCER AÑO DE PREPARACIÓN
AL GRAN JUBILEO DEL AÑO 2000


DIOS, CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA, 
PADRE DE JESÚS Y PADRE NUESTRO

Bendito seas Señor,
Padre que estás en el Cielo,
porque en tu infinita misericordia
te has inclinado sobre la miseria del hombre
y nos has dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer,
nuestro salvador y amigo, hermano y redentor.
Gracias, Padre bueno,
por el don del Año Jubilar;
haz que sea un tiempo favorable,
el año del gran retorno a la casa paterna,
donde Tú, lleno de amor, esperas a tus hijos descarriados
para darles el abrazo del perdón
y sentarlos a tu mesa,
vestidos con el traje de fiesta.

¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!

Padre clemente,
que en el Año Santo
se fortalezca nuestro amor a ti y al prójimo:
que los discípulos de Cristo promuevan la justicia y la paz;
se anuncie a los pobres la Buena Nueva
y que la Madre Iglesia haga sentir su amor de predilección
a los pequeños y marginados.

¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!

Padre justo,
que el gran Jubileo sea una ocasión propicia 
para que todos los católicos descubran el gozo
de vivir en la escucha de tu palabra,
abandonándose a tu voluntad;
que experimenten el valor de la comunión fraterna
partiendo juntos el pan
y alabándote con himnos y cánticos espirituales.

¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!

Padre, rico en misericordia,
que el santo Jubileo sea un tiempo de apertura,
de diálogo y de encuentro
con todos los que creen en Cristo
y con los miembros de otras religiones:
en tu inmenso amor,
muestra generosamente tu misericordia con todos.

¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!

Padre omnipotente,
haz que todos tus hijos sientan
que en su caminar hacia ti,
meta última del hombre,
los acompaña bondadosa la Virgen María,
icono del amor puro,
elegida por ti para ser Madre de Cristo y de la Iglesia.

¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!

A ti, Padre de la vida,
principio sin principio,
suma bondad y eterna luz,
con el Hijo y el Espíritu,
honor y gloria, alabanza y gratitud
por los siglos sin fin. Amén.

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