EL ESTADO DE BIENESTAR, DEBATES Y PERSPECTIVAS
JOSEP MIRALLES
Este cuaderno tiene su origen en los cursos que imparte el
Departamento de Ciencias Sociales de ESADE y en la reflexión de los
seminarios de CRISTIANISME I JUSTÍCIA. El texto tuvo una primera
redacción destinada a un ciclo de conferencias sobre la Centessimus
Annus organizado por la Fac. de Teología de Catalunya (conferencias
que próximamente serán publicadas). El texto actual deja de lado las
cuestiones relacionadas con la C.A. y aborda directamente la
posibilidad del Estado del Bienestar.
La tirada de este cuaderno es de 36 mil ejemplares (mitad en
catalán, mitad en castellano).
Sumario
1. EL ESTADO DEL BIENESTAR: ÉXITO Y NUEVOS PROBLEMAS
2. UNA MIRADA AL PASADO INMEDIATO: LA DIALÉCTICA DEL E. B.
1. Orígenes y características
2. Transformaciones sociales que produce
a. la familia:
b. la escuela;
c. el trabajo;
d. la tercera edad;
e. los marginados "visibles";
f. ante la inmigración
3. Múltiples causalidades
3. LA NUEVA SITUACIÓN A PARTIR DE LA CRISIS: EL DEBATE DE
VALORES
1. Las dificultades prácticas
2. El neoliberalismo
a. el mercado;
b. el estado
3. El neoconservadurismo
4. MIRADA AL FUTURO
1. La construcción de grandes espacios
2. Hacía una sociedad de "conocimiento"
5. ¿ES EL CAPITALISMO UNA ALTERNATIVA?
6. NOTAS
CUESTIONARIOS PARA EL DEBATE EN GRUPOS
1. EL ESTADO DEL BIENESTAR: ÉXITO Y NUEVOS PROBLEMAS
Desde el año 1989 hasta la fecha, el mundo ha experimentado
cambios radicales: uno de los más importantes es que se ha pasado
de un mundo dividido en dos bloques a la hegemonía de los sistemas
de economía de mercado. En estos momentos aparecen numerosos y
graves problemas, pero ha desaparecido el discurso que hablaba de
alternativas globales a la economía de mercado.
Ante esta situación, algunos piensan como F. FUKUYAMA:
"Es posible que lo que estamos presenciando no sea simplemente
el final de la guerra fría... sino... el último paso de la evolución
ideológica de la humanidad y de la universalización de la democracia
liberal occidental como forma final de gobierno humano."(1)
Fukuyama habla del liberalismo y de la democracia liberal
occidental suponiendo que son las formas ideológica y política
adecuadas a un sistema de economía de mercado. En este sentido
parece ser prisionero del prejuicio según el cual las sociedades
humanas tienen una "pieza clave" (en este caso, el mercado) que
tiende a configurar el resto de elementos de la sociedad; parece ser
que, para Fukuyama, el mercado es la única pieza clave posible y que
éste tiende a configurar un sistema ideológico y político homogéneo.
No obstante, la historia muestra que el mercado ha permitido
sistemas económicos y sociales muy diferentes: hay mucha distancia
entre los capitalismos liberales del s. XIX en Europa y los actuales
Estados de Bienestar basados en la economía mixta. Por esta razón,
hay que preguntarse si el triunfo del mercado implica la legitimación
de un retorno radical al capitalismo liberal o admite el mantenimiento y
el desarrollo de los Estados de Bienestar.
Esta pregunta es pertinente de un modo especial desde el punto de
vista de una justicia que debe ser compatible con la libertad. Entre los
autores contemporáneos, es J. Rawls quien ha formulado una teoría
más vigorosa sobre los principios en los que tendría que basarse una
sociedad para ser justa(2). Estos principios son:
1. Cada persona debe tener el mismo derecho al más amplio
sistema de libertades básicas compatible con un sistema similar de
libertad para todos.
2. Las desigualdades económicas y sociales tienen que articularse
de modo que, al mismo tiempo: a) redunden en el mayor beneficio de
los menos favorecidos, compatible con el principio del ahorro justo y
b) estén adscritas a cargos y posiciones sociales accesibles a todos
en condiciones de equitativa igualdad de oportunidades(3).
Estos principios de justicia plantean exigencias de igualdad de
oportunidades y de atención a los más desfavorecidos que de hecho
sólo han sido atendidas (y con muchas limitaciones) en los modernos
Estados de Bienestar, mientras que las políticas más neoliberales las
han dejado de lado.
Que los Estados de Bienestar hayan representado una
considerable aproximación a una sociedad justa no significa que sean
perfectos ni que sean, sin más precisiones, la solución definitiva de
los problemas sociales. De hecho, los Estados de Bienestar se
desarrollaron en unas condiciones económicas, sociales, políticas e
ideológicas que han cambiado profundamente en los últimos años.
El Estado de Bienestar debe hacer frente a nuevos retos internos;
en primer lugar las transformaciones que él mismo ha provocado en
las sociedades occidentales y, en segundo lugar, la asimilación del
impacto que las nuevas tecnologías producirán en todos los órdenes
de la vida colectiva.
Pero, además, el Estado de Bienestar debe cotejarse con los
grandes problemas que afectan a la supervivencia de la humanidad:
el drama de los países del "Sur" donde el hambre y la pobreza hacen
estragos; el problema de supervivencia de la Humanidad que tiene
que mantener los equilibrios básicos del planeta Tierra; el problema
de la convivencia y del sentido de la convivencia en un mundo
superpoblado donde sólo la solidaridad podrá orientar hacia formas
de vida que hagan posible la supervivencia colectiva. Frente a estos
problemas, los Estados de Bienestar ven cómo se cuestionan su
riqueza y su propia concepción de la sociedad.
Este cuaderno no pretende hacer un análisis global de todos estos
problemas; se limita a ofrecer unos elementos de análisis y de
reflexión desde un punto de vista interno a los Estados de Bienestar,
sin entrar en el análisis de los grandes problemas mundiales citados
anteriormente. Es ciertamente una perspectiva limitada, pero puede
ser útil porque las futuras transformaciones de los Estados de
Bienestar, aunque se exijan desde fuera de ellos mismos, tendrán que
considerar su propia dinámica interna.
2. UNA MIRADA AL PASADO INMEDIATO:LA "DIALÉCTICA" DEL
ESTADO DE BIENESTAR
1. ORÍGENES Y CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO DE
BIENESTAR
Los antecedentes del Estado de Bienestar vienen de muy lejos(4),
pero se han desarrollado extraordinariamente a partir de la Segunda
Guerra Mundial en Europa occidental. Hay que señalar que en el
proceso de desarrollo del Estado de Bienestar ha habido un gran
consenso entre las diferentes tendencias ideológicas y políticas: como
indica G. Cotarelo, conservadores y liberales, socialistas y
democratacristianos han hecho valiosas aportaciones a la
construcción del Estado de Bienestar.
Pueden darse muchas definiciones del Estado de Bienestar, pero,
para lo que nos interesa, hay que subrayar que se trata de un
proceso en el cual se han abandonado en la práctica algunos
elementos de la teoría liberal del Estado: en efecto, el Estado ha
dejado de ser "no intervencionista" y se ha considerado que era
responsabilidad suya conseguir:
— una situación de plena ocupación,
— un sistema de seguridad social que cubriera la totalidad de la
población,
— la generalización de un alto nivel de consumo y la garantía de un
nivel de vida mínimo incluso para los más desfavorecidos.(5)
Para conseguirlo, el Estado ha crecido hasta controlar entre el 40
% y el 50 % del PIB. ¿Cómo ha podido producirse este enorme
crecimiento del Estado? Dos interpretaciones de la historia se
enfrentan en este punto, interpretaciones que implican juicios de valor
sobre su "bondad" o "maldad".
Para unos, el Estado ha crecido como respuesta a las demandas
de la sociedad y su intervención ha sido fundamentalmente
provechosa. Para otros, el Estado se ha desarrollado movido por el
dinamismo interno de las burocracias que tienden a crecer y ampliar
cada vez más sus ámbitos de control; huelga decir que éstos juzgan
críticamente al Estado de Bienestar. Repasemos brevemente cuáles
son las aportaciones de ambos puntos de vista.
La primera interpretación ayuda a recordar los problemas sociales y
económicos a los cuales se han enfrentado los países occidentales
durante el último siglo. Ante estos problemas el Estado ha intervenido
por razones de solidaridad, pero también de eficacia.
El Estado ha intervenido en el mercado de trabajo regulando las
condiciones de seguridad y de higiene en el trabajo y en algunos
casos el salario mínimo; pero lo más importante ha sido la aceptación
del papel de los sindicatos y la negociación colectiva. Estas
intervenciones en muchas ocasiones fueron el resultado de la presión
del movimiento obrero para salir de las condiciones de explotación del
siglo XIX, que son muy conocidas(6).
No obstante, el cambio de situación de la clase obrera no ha sido
resultado solamente de la solidaridad social, sino también el deseo de
las clases económicamente hegemónicas de tener paz social.
Pueden hacerse consideraciones parecidas a propósito de las
intervenciones gubernamentales con políticas monetarias y
presupuestarias. Estas se experimentaron como formas de salir de la
gran crisis de 1929 y después, las políticas económicas llamadas
"keynesianas", las han aplicado como "recetas" habituales.
Evidentemente se trataba de llevar a cabo políticas anticíclicas que
redujeran las antiguas crisis a pequeñas "recesiones" económicas.
De nuevo, las razones fueron al mismo tiempo solidarias y de
eficacia económica y social: se trataba de evitar la caída de la
economía, pero también de evitar procesos sociales que podrían
haber terminado en una revolución. Se pueden hacer las mismas
consideraciones a propósito de la actividad planificadora del Estado
en terrenos que afectan al medio o largo plazo: problemas
energéticos, problemas de desarrollo regional, etc.
Desde luego, a partir de los años sesenta asistimos a una cierta
"explosión" del gasto público y en ella, de un modo especial, del gasto
social: educación, salud, vivienda, jubilaciones y pensiones,
prestaciones de desempleo. Desde nuestro punto de vista, en
aquellos momentos se produjeron dos fenómenos complementarios.
Por un lado, la revolución industrial llegó a su plenitud en el oeste
de Europa. Lo que significa la conjunción de una serie de fenómenos
sociales que desarticulaban las redes sociales que proporcionaban
seguridad a las antiguas sociedades agrarias. La ciudad con su
anonimato, el modelo de familia nuclear, la vida en una economía
totalmente "monetarizada"; todos estos fenómenos crean los típicos
riesgos de la sociedad industrial y urbana: la falta de trabajo, la
soledad y la falta de salud, la vejez (que se prolonga
progresivamente)... riesgos que no son atendidos por el mismo tejido
social.
Por otro lado, y por primera vez, las sociedades occidentales son
suficientemente ricas para hacer frente a estos problemas: de este
modo se desarrolla fuertemente el gasto social(7) incluso durante los
años de crisis económica.
Desde esta perspectiva histórica, el Estado de Bienestar es
concomitante a la creación de los países más ricos de la historia de la
humanidad, que son probablemente quienes han conseguido un nivel
más alto de consumo, de seguridad y de igualdad de oportunidades.
En resumen, la intervención del Estado ha producido a la vez
solidaridad y eficacia.
La segunda interpretación nos avisa, sin embargo, de los peligros
de la intervención estatal. El Estado no crece sólo como respuesta
desinteresada a las demandas de la sociedad; también crece como
respuesta a la dinámica de unas burocracias que quieren extender su
ámbito de competencias(8). La administración, no sometida a la
implacable vigilancia del mercado, se vuelve lenta, poco ágil, poco
eficiente y, por tanto, cara. El crecimiento del Estado también crea
nuevos grupos dominantes.
2. TRANSFORMACIONES SOCIALES PRODUCIDAS POR EL
ESTADO DE BIENESTAR
Desde nuestro punto de vista, el Estado de Bienestar ha sido un
éxito histórico; lo cual no quiere decir que haya solucionado
definitivamente los problemas, sino que, aunque ha solucionado gran
parte de los antiguos, ha creado nuevos problemas.
El problema central al que se enfrentó el Estado de Bienestar fue el
de la sociedad industrial: la explotación del trabajador en las
empresas. Sin la protección sindical y sin la protección del Estado, se
explotaba a los trabajadores y por esta razón eran los "pobres" y, por
lo tanto, los "excluidos" de la sociedad. Por un lado, los trabajadores
estaban "integrados" en la sociedad (a través del trabajo, medio
decisivo de socialización), pero, por otro lado, estaban excluidos
porque no participaban de la riqueza producida.
El Estado de Bienestar ha hecho un inmenso esfuerzo de
integración de los trabajadores: en el aspecto laboral, los sindicatos y
las leyes sociales les han dado capacidad de negociación, lo cual ha
permitido que pudieran disfrutar como consumidores de los altos
niveles de consumo que se han generalizado. Finalmente, el Estado,
al reconocer los derechos sociales, ha hecho extensivos a todos los
ciudadanos los derechos a la seguridad básica en la vida.
El resultado ha sido la aparición de lo que se ha llamado la
"sociedad de clases medias". En lugar de la antigua sociedad
polarizada con una minoría muy rica y una gran mayoría pobre (como
todavía sucede en el Tercer Mundo), tenemos ahora unas sociedades
occidentales con una gran cantidad de clases medias, de las cuales
entre el 60 % y el 70 % tienen una renta familiar per cápita que oscila
entre el 0,5 y el 1,5 de la renta media.
Los datos económicos tienen un trasfondo social: la antigua "clase
obrera" se ha ido transformando. Hoy en día los sociólogos hablan de
las "clases trabajadoras": la clase obrera se ha diversificado debido a
la diversidad de especializaciones; una gran parte de asalariados son
"trabajadores de cuello blanco" que viven una situación laboral y
tienen una conciencia social muy alejada de la típica clase obrera
industrial concentrada en las grandes fábricas. La movilidad social ha
aumentado (aunque queda mucho por hacer), lo cual ha hecho
disminuir el peso de la acción reivindicativa de carácter colectivo y ha
aumentado las expectativas de promoción individual, creando un
terreno propicio para el individualismo.
Todo esto no quiere decir que la desigualdad social haya
desaparecido. En el caso de España, por encima de los estratos
medios existe un 10 % de familias que acumulan el 30 % de la renta
familiar total. En este 10 % todavía hay un 1,5 %, aproximadamente,
que disfruta del 12 % de la renta familiar total. Por debajo de los
estratos medios queda un 20 % de familias que oscilan entre el 0,5 %
de la renta media y la falta absoluta de recursos.
Esta desigualdad de rentas se traduce en desigualdad de
oportunidades, aunque se hayan hecho innegables progresos en el
campo de la educación y la sanidad.
Algunos autores hablan de la desaparición de la clase obrera y de
la inexistencia de la explotación. Probablemente esto es exagerado.
Continúa habiendo pobreza entre los trabajadores y también hay
explotación. Pero el Estado de Bienestar ha tenido éxito porque este
problema ya no es ni el problema central ni el más grave de la
sociedad de los países desarrollados de occidente, aunque sigue
siendo importante(9).
Sin embargo, el triunfo del Estado de Bienestar no significa la
desaparición de los problemas sociales. De una manera que algunos
pueden pensar como "dialéctica", la resolución de unos problemas ha
ido acompañada de la aparición de nuevos problemas que antes no
eran tan centrales. S. del Campo afirma que el problema más grave
de la sociedad de clases medias es:
"el diabólico impulso marginador que poseen las sociedades
avanzadas actuales y el triste destino a que nos conduciría esta
tendencia de no frenarse su realización plena"(10).
Este impulso marginador tiene en algunos casos una clara causa
económica, por ejemplo en los casos de desempleo. En otros existe
siempre una causa económica "concomitante", pero a la vez hay una
causalidad estrictamente "social", "cultural", o "política" tan importante
o más que la económica. De este modo se generan "colectivos"
excluidos o marginados del buen funcionamiento de los mecanismos
de socialización y del producto socialmente producido.
a. La familia
El primer proceso social de integración tiene lugar por medio de la
familia y, como concomitante de ella, de la escuela. Ahora bien, familia
y escuela son dos instituciones sociales afectadas por fuertes crisis.
La familia es débil y abundan cada vez más las situaciones de familia
"monoparental". Los niños sufren el déficit que implica la ausencia de
la pareja completa. Cuando el único cabeza de familia es mujer, las
probabilidades de caer en la pobreza aumentan notablemente.
Por otro lado, también hay deficiencias en la educación de los niños
incluso en situaciones "normales": los horarios de trabajo y el ritmo
que imponen a la vida, el salto cultural entre las generaciones y
muchas otras causas hacen muy difícil la labor educadora de la
familia en una sociedad que no tiene más instancias comunitarias que
puedan suplir su labor específica.
b. La escuela
Se ha escrito mucho sobre la crisis de la escuela. Ahora quisiera
subrayar solamente las dificultades que tiene para llegar a ser el
instrumento de igualación social que se había pretendido.
Evidentemente se ha dado un gran paso en cuanto a la educación en
todos los ámbitos, pero no se ha conseguido evitar su función
clasificadora": en una edad en la que los niños todavía no tienen
autonomía y son fácilmente víctimas de situaciones personales,
familiares o sociales desafortunadas, los niños son "clasificados"
como "aptos" o "no aptos" para pasar a la etapa siguiente(11). El
fracaso escolar en la primera etapa (fracaso inducido por causas
familiares y sociales) encarrila sus víctimas hacia trabajos menos
remunerados y marginales o al paro intermitente. Más aún en una
sociedad tecnológica en la que el conocimiento es cada vez más el
instrumento privilegiado de inserción social.
c. El trabajo
El trabajo es, en las modernas sociedades industriales, uno de los
mecanismos más importantes de socialización y, a través de él, de
participación en el producto social. Por esta razón, uno de los
principales ejes de las políticas del Estado de Bienestar ha sido
conseguir la plena ocupación. Hasta el principio de los años setenta
estas políticas triunfaron, pero la crisis de los setenta y ochenta ha
conducido a una situación distinta, con cifras cercanas al 9 % de
parados en la CE, y en el caso español con cifras mucho más
altas(12), cifras que ya son muy duraderas.
El problema del paro hay que contemplarlo desde la perspectiva de
la gran transformación tecnológica en curso, inducida por la
microelectrónica, con todos los procesos de robotización que
comporta; estos procesos reducen los puestos de trabajo
tradicionales y el proceso de creación de nuevos puestos de trabajo
por ahora es más lento y a menudo no se encuentran trabajadores
con la formación necesaria.
No debería verse esta situación solamente desde una perspectiva
económica. Como se ha dicho anteriormente, el trabajo es un
importantísimo medio de socialización y la ausencia de trabajo crea
situaciones difíciles social y culturalmente. La integración de los
jóvenes y de las mujeres se encuentra con muchas dificultades; los
hombres mayores, con responsabilidad familiar, pero con poca
formación básica, son las víctimas más claras del paro de larga
duración; el propio concepto de lo que es "trabajar" y "prever el
futuro" cambia notablemente cuando, como en el caso español, el 33
% de los puestos de trabajo es temporal(13).
La extensión y la duración del paro plantean un reto importantísimo
al Estado de Bienestar. Cabe destacar la novedad del fenómeno. El
sistema económico actual parece incapaz (durante mucho tiempo) de
proporcionar plena ocupación con el concepto actual de trabajo;
puede dar bienestar a los que tienen trabajo, pero no a todos; según
como se mire, el sistema económico no causa pobreza, porque los
trabajadores no son pobres; pero, por otro lado, causa exclusión y a
partir de aquí causa pobreza(14).
Como podremos ver, el neoliberalismo actual incide en esta
situación con propuestas de desregulación del trabajo y de
disminución de la cobertura que el Estado de Bienestar da al
desempleo.
d. La tercera edad
El éxito de la medicina ha planteado un nuevo reto a los Estados de
Bienestar: la esperanza de vida crece, el porcentaje de personas
mayores aumenta y las jubilaciones se convierten en un problema
económico y social. En España, en el año 1981, ya había 4.236.000
personas mayores de 65 años; pero para el año 2001 se prevén
6.674.000...(15). En la actualidad se calcula que más de 500.000 de
estos ancianos se encuentran en situación de pobreza severa(16).
Las causas de esta pobreza son complejas, pero no puede
justificarse simplemente con el argumento de que el sistema
económico es incapaz de hacer frente al problema. Detrás de las
dificultades económicas (es decir, presupuestarias) existe el problema
político, o mejor, la falta de voluntad política de atender
prioritariamente a este sector desvalido de la población.
Tras la falta de voluntad política se esconde la falta de sensibilidad
social: la sociedad de clases medias no da mucho valor a la
eliminación de la pobreza... si esto implica aumentar los impuestos.
Las bajas jubilaciones de los "pobres institucionales"(17) son una
consecuencia paradójica del bienestar de una sociedad que pierde
sensibilidad social.
e. Los marginados "visibles"
Los pobres más aparentes son los mendigos, los transeúntes, los
marginados "visibles" que se encuentran en la gran ciudad. Es difícil
calcular cuántos son y las causas de su situación. Los que trabajan
cerca de ellos insisten en la influencia decisiva de la gran ciudad, en
la cual la vida es dura, implacable: la economía está totalmente
"monetarizada", las actividades están todas reguladas, la exigencia en
el trabajo es fuerte. Por otro lado, la aglomeración urbana y el
pluralismo propician una situación de anonimato y, frecuentemente,
de aislamiento. El resultado es que la persona débil queda aislada y
no encuentra apoyo. Hemos fabricado una sociedad dura que
rechaza al débil.
La recuperación-integración de esta población es una tarea muy
difícil: habría que cuestionar los dos polos del problema: la debilidad
de los interesados, pero también la inhumanidad de la vida en las
grandes ciudades...
f. La sociedad española está poco acostumbrada todavía a la
inmigración
Hasta los años sesenta, España enviaba emigrantes; ahora se
encuentra recibiendo inmigrantes... y no sabe cómo reaccionar.
La presión inmigratoria se prevé como un factor de larga duración;
la de los países del Este y sobre todo la del norte de Africa serán
fuertes. Por otra parte, es previsible que Europa, y también España,
necesite dentro de unos años mano de obra a causa de los bajos
índices de natalidad actuales.
Que la inmigración sea un problema aparece con claridad ante el
hecho del trabajo: la integración socio-laboral es decisiva para la
integración en todos los otros niveles. Pero la aceptación del
emigrante en el trabajo está muy condicionada por el factor
socio-cultural y religioso. Otra vez nos encontramos con la
complejidad de los fenómenos sociales y con su interacción
mutua(18).
3. MÚLTIPLES CAUSALIDADES
Para concluir este apartado querríamos subrayar el éxito del Estado
de Bienestar ante los problemas que encontró: la pobreza de los
trabajadores, la inseguridad ante los riesgos de la vida en la sociedad
industrial, la conflictividad revolucionaria de los trabajadores... Pero,
como se ha dicho anteriormente, el proceso histórico ha creado
nuevos problemas (o ha desarrollado algunos antiguos y que
parecían vencidos): las nuevas formas de pobreza y de exclusión
social.
Esto nos lleva a una reflexión metodológica. Durante los años
setenta, el análisis crítico de la sociedad, guiado frecuentemente por
el marxismo, subrayaba la causalidad determinante del sistema
económico como causa de explotación, pero, como acabamos de ver,
el proceso histórico actual nos hace ver la importancia, a menudo
decisiva, de las causas sociales, culturales y políticas como
determinantes de la pobreza y la exclusión social.
La actual perspectiva postmoderna nos ayuda a captar la realidad
como un sistema, los múltiples elementos del cual interactúan sin
poder señalar causalidades únicas ni unidireccionales. Captar la
complejidad de los problemas puede ser una herramienta muy útil
para diagnosticar y luchar contra ellos.
A pesar de todo, no hay que olvidar dos cosas. En primer lugar,
que la complejidad puede inhibir también y convertirse en excusa de
la inacción, excusa ciertamente ilegítima. En segundo lugar, que el
descrédito actual del marxismo (nacido de factores coyunturales) no
tiene que hacer olvidar sus grandes descubrimientos: que la manera
de producir determina en gran parte la distribución que se hará del
producto y, por otro lado, que la perspectiva económica está siempre
presente en todo fenómeno social; el hecho de subrayar la
importancia de las causalidades sociales, políticas y culturales no
significa que se deba ignorar la existencia de determinaciones
económicas. Veremos en el apartado siguiente cómo los
neoliberalismos son justamente unos nuevos "economicismos".
3. LA NUEVA SITUACIÓN A PARTIR DE LA CRISIS: EL DEBATE DE
VALORES
En el apartado anterior he analizado la "dialéctica" del Estado de
Bienestar: su éxito y sus limitaciones actuales. Ahora hay que analizar
los efectos ideológicos de la crisis de los años setenta y ochenta
porque así nos introduciremos en el actual debate sobre los valores.
1. LAS DIFICULTADES PRÁCTICAS DEL ESTADO DE BIENESTAR
La crisis económica de los años setenta y ochenta ha cuestionado,
como mínimo, la posibilidad del Estado de Bienestar. En primer lugar,
el objetivo del pleno empleo no parece que se pueda conseguir, como
se ha dicho antes.
En segundo lugar, se ha hablado de la "crisis fiscal" del Estado de
Bienestar haciendo alusión al crecimiento del gasto público y, dentro
de éste, del gasto social. Este aumento no es arbitrario; el paro
provoca el aumento de las prestaciones correspondientes; el sistema
público de salud demanda más personal y medios técnicos cada vez
más complejos; el éxito sanitario provoca el aumento de las pensiones
y jubilaciones; el desarrollo tecnológico pide una educación más larga
y lo más extendida posible...
Por otro lado, la presión fiscal se encuentra con la rebelión de las
clases medias, que ya no están dispuestas a pagar con sus
impuestos los progresos sociales que benefician a una minoría;
mucho más cuando el Estado encargado de administrar esta
fiscalidad tiene fama de ineficiente y caro.
Esta situación ha creado la base social de la actual explosión del
neoliberalismo. Son pocos los que han leído a los autores liberales,
pero son muchos los que sintonizan espontáneamente con el
individualismo que le sirve de base ideológica y que se expresa en
sus ideas sobre la disminución de la intervención estatal y las
ventajas de la libre competencia.
Ante las dificultades del Estado de Bienestar se pueden dibujar
esquemáticamente dos tipos de respuesta: la adaptación pragmática
y la crítica teórica. Ciertas políticas económicas actuales se adaptan
pragmáticamente a la situación; no se renuncia a los valores
fundamentales del Estado de Bienestar (libertad, igualdad de
oportunidades, reducción de desigualdades, democratización,
extensión de la seguridad social, cohesión social); se intentan
encontrar nuevos caminos para realizarlos buscando nuevas formas
de interacción entre la sociedad civil y el Estado; cuando no hay más
remedio, se acepta que el gasto social crezca más lentamente o que
se detenga, al menos temporalmente.
En cambio, las tendencias neoliberales (que los gobiernos de
Reagan y Thatcher ejemplificaron muy bien) proponen un cambio de
valores y una renuncia al Estado de Bienestar; la prioridad estaría
ahora en una sociedad regida casi totalmente por el mercado, una
sociedad competitiva y móvil, donde cada uno tuviera que asumir los
riesgos de la libertad de la misma manera que acepta sus ventajas.
Estas tendencias no han desmontado el Estado de Bienestar en
aquellos aspectos en que perjudicaría a las clases medias,
electoralmente poderosas, pero sí que han reducido
significativamente el gasto social que beneficiaba a los sectores más
pobres y desprotegidos.
2. EL NEOLIBERALISMO
Uno de los debates más importantes actualmente es el de la
continuidad del Estado de Bienestar como modelo de sociedad para
los países de la CE. Por esto es muy importante analizar, aunque sea
brevemente, las aportaciones positivas y negativas del neoliberalismo,
porque se presenta como el principal adversario del Estado de
Bienestar.
El mercado
Las políticas neoliberales propugnan una "vuelta al mercado" de
muchos sectores actualmente administrados por el Estado. Esta
revaloración del mercado tiene aspectos positivos; hay que señalar
que los neoliberales no defienden solo el mercado en la medida que
se acerca al modelo de "competencia perfecta", sino que (19)lo
valoran sobre todo como un sistema descentralizado de información
que permite que los múltiples actores económicos aprovechen al
máximo la información disponible, cosa que sería imposible en los
sistemas de economía centralizada.
El mercado tiene también la ventaja de basarse en el interés de las
personas por progresar; de esta manera, las economías basadas en
el mercado no deben contar con el altruismo de los ciudadanos, sino
con el hecho de que trabajarán y tomarán iniciativas en su propio
interés. Finalmente, el mercado, con su competencia, es un eficaz
sistema de coerción que obliga a ser eficiente; en este sentido es un
garante de una asignación de recursos buena desde el punto de vista
económico. Por esto, los neoliberalismos critican al Estado que acabe
ahogando las condiciones de la libre iniciativa y que desanime a los
actores de la vida económica.
El mercado parece, en efecto, una pieza imprescindible del sistema
económico de una sociedad compleja, aunque necesite
correcciones.
El Estado
El neoliberalismo recupera la concepción del Estado propia del
liberalismo clásico, pero aporta algunos argumentos nuevos y
bastante interesantes. Los neoliberales nos recuerdan que el Estado
está formado por hombres y mujeres y que estas personas tienen
también sus intereses, que realizan a través del sistema político. Por
tanto, el Estado no es fácilmente "neutro" y está sometido a las
influencias de los "grupos de presión"(20).
Por otra parte, los neoliberales acusan al Estado de producir
"efectos perversos" (es decir, no queridos) con sus intervenciones,
porque no posee un conocimiento omnicomprensivo que sería
necesario para poder prever los efectos de sus intervenciones; lo
acusa también de ser ineficiente, lento con respecto a la adaptación
y, por tanto, caro.
El resultado es que las políticas neoliberales tienden a "volver al
mercado" con privatizaciones y desregulaciones de los sectores hasta
ahora controlados por el Estado. Pero, como hemos señalado antes,
estas medidas están al servicio de un sistema de valores muy
concreto y diferente del Estado de Bienestar: el de una sociedad en
que la libertad individual es el valor supremo, acompañado de la libre
iniciativa; el de una sociedad en la que la movilidad social no sea
obstaculizada por ninguna dificultad de orden "político". Estos
innegables valores quedan contrapesados por la falta de sensibilidad
hacia la desigualdad social y económica que de hecho bloquea la
igualdad de oportunidades y la pretendida movilidad social.
Por esto creemos que el neoliberalismo tiene aspectos claramente
negativos que se podrían resumir en el dicho "por sus frutos los
conoceréis". Veamos los frutos.
Desde el punto de vista social y económico, los neoliberalismos
propugnan la reducción del Estado de Bienestar como una manera de
estimular la economía; en la práctica se propugnan reducciones de
impuestos y reducciones simultáneas de "programas sociales".
Dejemos de lado el hecho de que la buena gestión y la eficacia de
tales programas es con frecuencia muy baja; sin embargo, su
desaparición o disminución parece que no ha favorecido nunca a sus
destinatarios. Llegamos así a la paradoja señalada por M. Albert a
propósito de la ideología económica del presidente Reagan:
"En cualquier caso, la ciencia económica, merced a la 'reaganomía'
se verá enriquecida con un pensamiento profundo: los ricos no
trabajan lo suficiente porque no ganan lo bastante, los pobres no
trabajan lo suficiente porque ganan demasiado. Hemos visto westerns
en los que la corrupción y la crueldad están al servicio de "la buena
causa". Pero en este caso es otra cosa. Lo que aparece en la
pantalla ahora ya no es una película al estilo de John Ford, sino al de
Fellini."(21)
El peligro de este pensamiento y de estas políticas es consolidar lo
que podríamos llamar la "tiranía de las clases medias", estas clases
mayoritarias que defienden y quieren extender el statu quo de que se
benefician.
La extensión del mercado presenta otro problema. Muchos
sociólogos actuales analizan la sociedad desde tres perspectivas: el
aparato económico, el ámbito de las burocracias administrativas y los
"mundos de la vida": el ámbito de la vida privada, de la familia, las
amistades, el ocio, las actividades voluntarias... El neoliberalismo
tiende a "contaminar" los mundos de la vida con los valores propios
del intercambio económico: el interés puramente individual, la
equivalencia y la coerción del "do ut des". Se construye así una
sociedad en la cual los valores de "comunión" y de "participación"
desaparecen de acuerdo con una visión puramente "mercantil" de las
relaciones más personales y comunitarias(22). Esto es un error grave:
una cosa es admitir que todo acto humano tiene siempre una
dimensión de intercambio, de "cálculo de costes y beneficios" y de
coerción, y otra cosa es decir que todo acto humano es sólo esto,
olvidando las dimensiones de comunión y gratuidad que comporta.
En el fondo, el problema del neoliberalismo radica en su
antropología, estática y obsoleta. El neoliberalismo extrapola las
tendencias a la "individualización" inscritas en la sociedad actual, y
que es axiológicamente neutra, a un individualismo absolutizado y
competitivo; este individualismo ha sido ya hace mucho tiempo
calificado de "posesivo"(23) y ahora se le podría calificar de
desconocedor de la necesaria interrelación que tenemos los humanos
en un mundo que necesita la comunicación y los proyectos comunes
para poder afrontar los grandes retos que tiene pendientes.
En el fondo del neoliberalismo hay un cierto darwinismo social: la
sociedad avanzaría gracias a la adopción de las iniciativas más
"funcionales"; pero este evolucionismo es ingenuamente optimista:
presupone que "funcionalidad" es equivalente a "funcionalidad para
todos" y no se plantea la posibilidad de la "funcionalidad para los más
poderosos"(24). En la sociedad del mercado, los poderes económicos
no están suficientemente contrapesados y acaban siendo opresores
en todos los ámbitos de la sociedad.
3. EL NEOCONSERVADURISMO
El debate sobre los valores contemporáneos presenta otra
alternativa: la del neoconservadurismo. Esta tendencia está arraigada
principalmente en los Estados Unidos, pero tiene actualmente un gran
interés incluso en Europa. Una de sus propuestas más importantes es
revalorizar el papel del sistema cultural como fuerza social
conservadora de la sociedad y, dentro del sistema cultural, la religión
tiene un papel muy importante.
Ya se ve, por lo tanto, dónde se encuentra el interés del
neoconservadurismo: en un momento en que la caída de las
economías centralizadas permite ver que el mercado es una pieza
indispensable de las economías complejas y en una situación en la
que parece bloqueada la esperanza de transformaciones profundas
de la sociedad, es tentador recuperar el papel de la cultura como
factor de cambio social; muchos pueden pensar que "quizá por aquí la
religión podría recuperar su influencia en la sociedad".
Dicho de otra manera, nos encontramos con una versión
actualizada del antiguo debate entre la primacía de la conversión
personal (propiciada en el neoconservadurismo por el refuerzo del
papel socio-cultural de la religión) o la primacía de la transformación
de las estructuras (que actualmente parece muy difícil de realizar).
La base teórica del análisis neoconservador consiste en la
distinción de tres ámbitos o "esferas" en el análisis social. La esfera
económica, en la que los neoconservadores son partidarios del
capitalismo; la esfera política, en la que defienden la democracia
liberal, y la esfera cultural, en la que buscan valores que sean
coherentes con el sistema económico capitalista. Estas tres esferas
son autónomas en sus dinamismos, si bien interactúan
recíprocamente.
Los neoconservadores analizan las "contradicciones culturales del
capitalismo"(25); éstas consisten en que el sistema cultural (sobre
todo el que estaba vigente durante los años sesenta y setenta) entra
en conflicto con los valores necesarios para desarrollar y mantener el
capitalismo. La cultura de la "liberación", la primacía de la experiencia
y el desarrollo de una cultura hedonista chocan frontalmente con los
valores que permitieron el desarrollo del capitalismo: el ahorro, la
austeridad, la acción racional a largo plazo y todas las otras actitudes
que M. Weber había agrupado bajo la denominación del "ascetismo
intramundano" que tuvieron su origen en determinadas formas del
calvinismo(26).
Los neoconservadores, preocupados por el futuro del capitalismo,
buscan en la religión una fuente de valores que lo apuntale. Para
esto, algunos autores se esfuerzan por mostrar las "afinidades"
existentes entre el cristianismo y el capitalismo y a la vez hacen una
crítica de la teología de la liberación en la que ven un esfuerzo para
favorecer al socialismo desde la fe cristiana. No me entretendré en
resumir esta pretendida coherencia entre el cristianismo y el
capitalismo, que, por el hecho de ser simplista, algunos considerarán
ingenua y otros, malintencionada(27).
Pero hay que darse cuenta de que el conservadurismo puede ser
una tentación para los cristianos en la actual situación del mundo. En
primer lugar, el neoconservadurismo reconoce y reencuentra el papel
de las tradiciones religiosas dentro de la sociedad; de esta manera,
reconoce de buena gana el papel "público" de las iglesias en un
momento en el que buscan su lugar público dentro de una sociedad
muy secularizada.
En segundo lugar, los neoconservadores dan "armas" para
argumentar en la polémica a la que antes se hacía alusión entre los
partidarios de la conversión individual y los partidarios de la "reforma
de estructuras". En un momento en que cualquier deseo de reforma
estructural puede ser caricaturizado como "voluntad de reinstaurar un
comunismo ya fracasado", decir que la tarea cultural encaminada a la
conversión de los individuos es muy importante significa reforzar la
tendencia que pone el acento en la conversión individual.
Sin embargo, el neoconservadurismo resulta profundamente
insatisfactorio. En efecto, quiere conservar el capitalismo. No quiere,
como los neoliberales, un capitalismo sin ninguna intervención estatal.
El neoconservador acepta el Estado de Bienestar, pero tiende a
limitarlo y reducirlo, con peligro de echar a perder las conquistas
sociales conseguidas. Pero la práctica y el pensamiento cristianos
han sido muy críticos con el capitalismo(28), aun reconociendo la
necesidad del mercado; como señala Mardones con razón, esta
crítica se hace más enérgica y más razonada a la vez, cuando se
hace desde la "periferia" del sistema y (por ejemplo desde El
Salvador) se palpan las consecuencias del "capitalismo realmente
existente" para los países subdesarrollados.
Incluso desde un punto de vista más teórico, el
neoconservadurismo es poco convincente: la separación radical de
las tres esferas (económica, política y cultural) no responde a la
realidad de los hechos: la economía crea cultura (en el sentido de
que propone y consolida los valores operativos en la sociedad) y crea
"política" (en el sentido de crear estructuras de poder con influencia
sobre toda la sociedad). Los neoconservadores tienen razón al
subrayar que la religión tiene una cierta autonomía y una importante
influencia social, pero sería iluso pensar que el cambio únicamente
cultural puede producir una sociedad más justa sin dar lugar a
transformaciones profundas en el sistema económico y político, y esto
es justamente lo que los neoconservadores no quieren.
4. MIRADA AL FUTURO
En los apartados anteriores hemos analizado la dialéctica del
Estado de Bienestar y sus consecuencias en el debate de valores y
de ideas actualmente vigentes. Sin embargo, estas consideraciones
todavía son insuficientes, ya que miran aún demasiado al pasado y
sus consecuencias a medio plazo; hay que mirar también al futuro.
Aun aceptando que el futuro es incontrolable, ¿qué puntos de
referencia parece que no se pueden olvidar desde la preocupación
de construir un mundo justo y humano?
1. LA CONSTRUCCIÓN DE GRANDES ESPACIOS
En primer lugar, estamos en un momento de creación de grandes
espacios económicos: la CEE, pero también su apertura a la EFTA y
los esfuerzos (no siempre afortunados) de suprimir las trabas al
comercio entre los grandes bloques económicos de Japón, Estados
Unidos y Europa. Este proceso tiene como consecuencia una elevada
concentración de empresas y de capitales y la creación de élites más
reducidas, más poderosas y seguramente menos controlables.
Como resultado de este proceso, parece que estamos en una
evolución estructural en la cual, por encima de los estratos medios
mayoritarios, se configura una élite económica internacional más
poderosa; en cambio, una parte de estos estratos medios se acerca
peligrosamente a situaciones de paro estable o de trabajo temporal
que llevan a la exclusión social, a la pobreza y a la marginación.
Por otra parte, la integración de países muy avanzados socialmente
con otros más pobres no resulta fácil. Los más ricos temen perder sus
ventajas sociales en el proceso de integración y los más pobres no se
atreven a proponerse como meta la mejora social, obsesionados por
conseguir la necesaria competitividad en el mercado único. Estas
tendencias explican las dificultades y los límites de la Carta Social
Europea.(29)
2. HACIA UNA "SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO"
Las discusiones sobre el Estado de Bienestar podrían ser más bien
obsoletas si no afrontan los cambios que inevitablemente producirá la
transformación tecnológica en curso impulsada por la
microelectrónica(30).
M. Corbí ha demostrado cómo los valores y las representaciones
sociales centrales que organizan y, en cierta manera, "programan" la
vida de las sociedades son valores y representaciones coherentes
con las actividades de las cuales depende la supervivencia de la
sociedad(31). Por tanto, hay que pensar que los valores y las
representaciones de la sociedad en que estamos entrando tendrán
que ser coherentes con las actividades científicas y tecnológicas de
las que vamos dependiendo cada vez más.
Aunque el tema es inmenso, creo que se puede resumir en los
puntos siguientes: viviremos en una sociedad cada vez más basada
en la ciencia, que dependerá cada vez más de la innovación, y estas
actividades de investigación científica y de innovación tecnológica
dependerán de procesos de comunicación eficaces.
El carácter de la ciencia se ha modificado profundamente a lo largo
de este siglo. La antigua concepción positivista que consideraba al
conocimiento científico como si fuera la construcción de un "espejo"
de la "realidad" ha sido totalmente superada. Los grandes teóricos de
la ciencia como Popper o Kuhn insisten en el carácter hipotético de
toda construcción científica y, por tanto, en su carácter "superable"
por otra teoría más comprensiva y más sintética.
En consecuencia, si la sociedad asume que vive de la ciencia,
todos los sistemas de valores y las representaciones del mundo
tendrán que ser compatibles con esta visión científica del mundo. Esto
no quiere decir que las formas de pensamiento fixista y dogmático
serán opuestas al buen funcionamiento social. Avanzamos, así, hacia
una sociedad en la que incluso valores y concepciones de la realidad
serán vividos como algo "producido" por los hombres, transformable
y, en cierta manera, relativo.
La ciencia llevará a una sociedad de innovación y de "proyectos"
que para su elaboración necesitarán un fuerte intercambio de
información y unas condiciones de comunicación humana profunda.
Esto quiere decir que el sistema cultural que estructura las
convicciones y los valores compartidos por las sociedades
desarrolladas tenderá a cambiar en su misma estructura. Las
ideologías que hasta ahora han ejercido esta función (el liberalismo,
los socialismos dogmáticos) tendrán que perder su rigidez; en un
mundo científico ya no podrán tener apoyo en un pretendido
conocimiento de la "Naturaleza tal cual es" o de los procesos
históricos.
En lugar de ideologías cerradas y rígidas serán necesarias
"matrices" de valores: sistemas de valores que no pretenden ofrecer
soluciones determinadas a los problemas sociales, sino que ofrecen
marcos de referencia de valores en los que caben proyectos
concretos muy diferentes, que deberán aprender a poder funcionar
conjuntamente en una sociedad muy intercomunicada y compleja.
Estas matrices de valores habrán de tener en cuenta los grandes
problemas que afectan a la supervivencia de toda la comunidad, ya
que la cultura debe ser funcional a la vida: la supervivencia del Tercer
Mundo, el mantenimiento de los equilibrios ecológicos necesarios
para mantener la vida en el planeta, el necesario equilibrio entre el
arraigo en la propia cultura particular y la necesaria mirada universal
que permita la convivencia y el enriquecimiento mutuo de las culturas
diferentes.
5. ¿ES EL CAPITALISMO UNA ALTERNATIVA?
Esta era la pregunta que nos hacíamos al principio, recordando a
F. Fukuyama. Pero la respuesta no puede ser simplista.
Ciertamente, parece que el mercado es necesario en las
sociedades complejas que quieren crecer económicamente. Pero
reconociendo que el mercado es indispensable, todavía no se ha
dicho qué papel debe tener en el conjunto de la sociedad.
Este es el momento de recordar que las sociedades del planeta
Tierra han de afrontar problemas gravísimos de supervivencia y que
estos problemas no han sido resueltos (sino que más bien han estado
causados) por la economía de mercado.
Por lo tanto, el problema real es cómo "contextualizar" el mercado
de manera que produzca los buenos efectos que se esperan, sin
producir las graves disfunciones que hasta ahora ha provocado. Esta
"contextualización" debería producir un sistema económico, social y
cultural muy diferente del actual.
En realidad, las nuevas tecnologías producirán transformaciones
muy profundas: el problema consiste en "encarrilarlas", en la medida
de lo posible, de manera que la supervivencia y una vida digna sean
metas asequibles a toda la humanidad.
En este contexto, el Estado de Bienestar tendrá que modificar sus
estructuras internas y sus relaciones externas si quiere continuar
defendiendo y realizando los valores que estuvieron en su origen:
libertad, justicia, seguridad, democracia.
NOTAS
1. FUKUYAMA, F. "¿El fin de la historia?" National Interest, 1989.
Reproducido en Claves de razón práctica pág. 85-96.
2. RAWLS, J. Teoría de la justicia México, FCE, 1979.
3. RAWLS, J. Justicia como equidad Madrid, Tecnos, 1986 pág.
XXVIII.
4. Cf. GARCIA COTARELO, R. "Origen y desarrollo del Estado de
Bienestar" Sistema, noviembre 1987, núm. 80-81, pág. 5-21.
5. Cf. MUÑOZ DE BUSTILLO, R. (comp.) Crisis y futuro del Estado
de Bienestar, Madrid, Alianza Editorial, 1989 pág. 55. Esta definición
se ha hecho de formas diferentes en la práctica histórica. De hecho,
esta definición es adecuada para Europa occidental y mucho menos
para los EE UU.
6. Son, en efecto, muy conocidos el trabajo de Ashley en Gran
Bretaña de mediados del s. XIX sobre la situación del trabajo de los
niños en las minas inglesas o el de Villermée sobre el trabajo en
Francia en la misma época. Cf. por ejemplo LAJUGIE, J. Les systèmes
économiques, París, PUF, 1971, pág. 49 seg.
7. Este gasto social es, en estos momentos, el 25 % del PIB como
promedio de los países de la CE; en el caso de España es el 20 % del
PIB.
8. Este deseo de crecer no es necesariamente malintencionado; la
administración crece justificándolo como un bien para los ciudadanos,
lo cual es a menudo la convicción profunda de los miembros de la
administración.
9. Para una interesante discusión de estos problemas se pueden
consultar dos autores de perspectivas diferentes: CAMPO, S. La
sociedad de clases medias, Madrid, Austral, 1989 y DIAZ-SALAZAR,R.
¿Todavía la clase obrera? Madrid, Ed. HOAC, 1990.
10. CAMPO, S . op. cit. p. 45.
11. Cf. RENAU, J. "La nueva oferta educativa" en AA VV La
sociedad del desempleo, Barcelona, Cristianisme i Justícia, 1989.
12. La fiabilidad de las cifras españolas de paro ha sido muy
contestada debido a la importancia de la economía sumergida. De
todos modos, incluso las estimaciones más optimistas hablan del 10 %
de paro en España. Desde el punto de vista social, la polémica pierde
relieve: el paro intermitente y la economía sumergida crean
situaciones muy parecidas socialmente.
13. Cf. MIRALLES, J. L'atur. Ideologies i utopies davant la crisi,
Barcelona, Empúries, 1986.
14. Cf. Documentación social, Madrid, 1984, núm. 56.57, dedicado
monográficamente a la pobreza y la marginación; el paro aparece
como una de las principales causas de pobreza.
15. DIAZ-SALAZAR, op. cit. pág. 181
16. GARCIA-NIETO, J. N. Pobresa i exclusió social, Barcelona,
Cristianisme i Justícia, 1987
17. CASADO, D. Sobre la pobreza en España, Madrid, Ed. Hacer,
1990, pág. 259
18. Sobre este tema vale la pena consultar Món laboral, número 13,
Treballadors estrangers immigrants a Catalunya, Barcelona,
Generalitat de Catalunya, Departament de Treball, 1991.
19. La defensa del mercado de "competencia perfecta" ha
justificado con frecuencia la intervención estatal para suplir las
deficiencias de los mercados de competencia imperfecta.
20. Hay que decir que esto lo había formulado la crítica marxista del
Estado hace ya muchos años. Recordemos, por ejemplo, como
Gramsci hablaba de la "hegemonía" de las clases dominantes que se
realizaba no solo a través de la coerción estatal, sino también a través
del control de los "aparatos ideológicos del Estado".
21. ALBERT, M. Un reto para Europa. Cómo acabar con el paro.
Barcelona, Planeta, 1984. Hay que darse cuenta de que este autor es
un gran defensor de la economía de mercado contra las economías
colectivistas.
22. GARCIA ROCA, J. Público y privado en la acción social Ed.
Popular.
23. MACPHERSON, C. B. La teoría política del individualismo
posesivo. Barcelona, Fontanella, 1979.
24. Para una crítica excelente del neoliberalismo de un autor tan
representativo como es F. von Hayek, cf. VALADIER, P. "La justice
social, un mirage?" a Études, París, enero 1983, pág. 67-82.
25. Cf. BELL, D. Las contradicciones culturales del capitalismo,
Alianza Editorial, Madrid, 1976.
26. WEBER, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo,
Barcelona, Península, 1979.
27. Cf. MARDONES, op. cit. pág. 94-114.
28. Cf. por ejemplo la carta sobre economía del Episcopado
norteamericano de 1988.
29. AAVV Europa Barcelona, Cristianisme i Justícia, 1990.
30. La literatura sobre el tema es muy abundante. Recordemos
FRIEDRICHS, G. -SCHAFF, A. (comp.) Microelectrónica y sociedad,
para bien o para mal Informe del Club de Roma. Madrid, Alhambra,
1982; YONEJI MASUDA La sociedad informatizada como sociedad
postindustrial, Madrid, Fundesco-Tecnos, 1984; SOLE, C. Nuevas
tecnologías y modernización, Barcelona, Oikos-Tau, 1990.
Especialmente interesante es la obra a punto de publicarse en
Herder, Barcelona, de M. CORBI El destino de los nuevos ciudadanos.
Proyectar la sociedad, construir la religión.
31. CORBI, M. Análisis epistemológico de las configuraciones
axiológicas humanas, Salamanca, Ed. de la Universidad de
Salamanca, 1983; v. también, del mismo autor y más asequible: La
religió que ve, Barcelona, Claret, 1991.
Cuestionarios para el trabajo en grupo
El Estado de Bienestar creado en estas últimas décadas —en
buena parte por las socialdemocracias— es, en el momento actual,
objeto de gran debate. El autor del Cuaderno pretende hacer
patentes sus ventajas y la ineludible necesidad de proseguir el
camino. Sin embargo, al mismo tiempo y lúcidamente, trata de
profundizar en las dificultades que poco a poco se han ido
manifestando y en las posibles deficiencias y/o contradicciones.
Nuestro reto está en solventar las serias dificultades que se han
presentado y en no perder el gran avance histórico que ha
producido.
1. Ante todo y como quien da una primera mirada al conjunto:
— Define claramente qué es el Estado de Bienestar.
— Comprueba cuáles son los servicios concretos que te ha
proporcionado a ti (a tu familia, amigos... a la sociedad).
— Procura hacer un listado amplio.
2. Constata las dificultades y las críticas que hoy en día, desde
diversas perspectivas, se hacen al Estado de Bienestar.
— Descríbelas con un cierto detalle.
— Mira hasta qué punto son causadas por la misma doctrina del
Estado de Bienestar o si juegan en ello otros factores.
— ¿Qué opinas de estas críticas?
3. Después de valorar las grandes aportaciones del Estado de
Bienestar, ahora, nuestra apuesta es trabajar por mantenerlas y por
superar sus contradicciones y subproductos.
Parece que nadie negará que el Estado de Bienestar ha resultado
muy positivo: ha afrontado la pobreza, ha dado medicina, escuela... a
todos, etc. Pero, sin pretenderlo, ha ido gestado un modelo de
sociedad consumista, individualista, materialista, por una parte, y por
otra, una sociedad burocrática, rígida y poco participativa.
— ¿Qué opinas? ¿Era necesario? ¿Qué se tendría que hacer?
— ¿Qué tipo de organizaciones, voluntariados... se podrían crear
para modelar una sociedad más participativa y preocupada por la
"cosa pública"?
Por otra parte no ha sabido afrontar la problemática de las nuevas
marginaciones, de los que quedan en la cuneta de la historia:
emigrados, ancianos, nuevas pobrezas, familias desestructuradas, la
soledad y el anonimato de las grandes ciudades...
— ¿Qué opinas de todo ello? ¿Por qué ha sido así? ¿Qué
soluciones ves?
4.Nadie negará que estamos abocados a cambios profundos (en
buena parte por las innovaciones tecnológicas) y que surgirá una
sociedad nueva, fuertemente competitiva, viva, etc.
— ¿Qué podríamos hacer para acoger los nuevos valores que
exigirá esta nueva sociedad: creatividad, iniciativa... (e incluso
capacidad de entusiasmo cuando uno sabe lúcidamente que muchos
de estos proyectos tienen su porcentaje de relativismo).
Pero, al mismo tiempo, los problemas antiguos que acaba de
constatar el nº 3, es probable que aumenten...
— ¿Cómo tendrían que reaccionar nuestras sociedades para no
perder los grandes valores de la solidaridad, justicia, gratuidad,
"voluntariado"...
5. Imagina que en el debate que estamos teniendo está presente
un personaje invisible del Tercer Mundo.
— ¿Qué reacciones os parece que ha tenido al escucharos?
— Desde su perspectiva, repasa todo el desarrollo de vuestro
debate.
MIRALLES-JOSEP
CRISTIANISME 49