MODO DE VISITAR LOS CONVENTOS
INTRODUCCIÓN
El
presente opúsculo fue escrito en Toledo hacia el verano de 1576 por orden del
P. Gracián. "Escribió a mi instancia -refiere éste- unos avisos que ha
de guardar el prelado que quisiere hacer fruto en las monjas descalzas con sus
visitas, por donde yo me guié todo el tiempo que me duró el oficio" (1).
Comenzado
por la Autora con la acostumbrada repugnancia (n. 1), fue luego de su pleno
agrado (2). El destinatario lo acogió con veneración, lo leyó y practicó, e
incluso lo retocó y anotó moderadamente (3), pero sin llegar a editarlo. Cupo
esta suerte a uno de sus más ilustres adversarios. El 3 de octubre de 1612 la
Consulta, órgano supremo de la Reforma teresiana, decretaba su edición. Entre
tanto, el autógrafo había sido discretamente requisado por Felipe II para su
Biblioteca de El Escorial, gracias a los servicios del P. Doria. En junio de
1592, escribía éste una interesante carta al Dr. Sobrino, profesor de la
Universidad de Valladolid: "Su Majestad desea poner en San Lorenzo el Real
los libros originales de la buena Madre Teresa de Jesús, y nuestra religión ha
holgado mucho de ello. Y porque vuestra merced tiene dos de ellos [Fundaciones y
Modo de visitar], háseme mandado escribir a vuestra merced sea servido de
mandarlos entregar a la persona que el muy R. P. fray Diego de Yepes, prior de
San Lorenzo, señalare, para que se consiga el intento de Su Majestad y estén
los libros guardados donde tan bien y con tanta honra de la buena Madre se
guardarán. Lo cual por lo que vuestra merced la quiso y quiere entiendo le
será de mucho contento... De Madrid, a 3 de junio de 1592" (4).
Poco
después, el 18 de agosto del mismo año, los dos autógrafos eran entregados
oficialmente a la Biblioteca Regia. Allí fue "descubierto" nuestro
librito por el más famoso discípulo de Doria, Alonso de Jesús María:
"Tuvo por muy conveniente -dice en la carta prólogo de la edición
príncipe-, el hacer imprimir este breve tratado de las visitas, que yo hallé
en El Escorial entre los originales que allí tiene el Rey nuestro Señor
guardados, de la mano de nuestra Santa Madre". En 1613 salía a la luz
impreso por Alonso Martín de Madrid en un tomito de bolsillo (100x70 mm). de 43
folios, con flamante introducción del Padre Alonso. Todavía vivía Gracián.
Pero no sólo fue evitado su nombre, sino que fueron hábilmente manipuladas las
alusiones a su persona (nn. 45 y 49) y suprimida la carta-epílogo a él
dirigida (nn. 54-55). Pese a la presencia del autógrafo, todo el texto fue
sometido a una estudiada revisión de matices (nn. 20, 27...). Sólo a mediados
del siglo siguiente intentaron los críticos hacer justicia a Gracián y a la
Santa. Pero la depuración del texto no llegó a realizarse hasta la edición
crítica del P. Silverio (Burgos 1919, tomo VI de la Biblioteca Mística
Carmelitana). En 1883, F. Herrero Bayona lo había publicado
fotolitográficamente en Valladolid, junto con la primera redacción del Camino
de Perfección.
Como
de ordinario, la Autora no dio título alguno a su escrito. "Unos
avisos" les llamó sencillamente Gracián. Sobre la guarda anterior del
autógrafo escribió una mano tardía: "Modo de visitar los conventos de
religiosas escrito por la Santa Madre Teresa de Jesús, por mandado de su
superior provincial, fray Gerónimo Gracián de la Madre de Dios". Título
que coincide casi materialmente con el de la edición príncipe (5), y que ha
sido mantenido comúnmente por los editores.
El
contenido del libro es un sartal de sugerencias, brindadas con fragante
sencillez y exquisita finura a los Visitadores de los Carmelos. Páginas de
nítida trasparencia y soberana eficacia. Nada de aleteos místicos ni
trasnochado embeleso monjil. Espontaneidad franca y puro sentido común;
penetración psicológica y potente realismo. La santa Fundadora quiere mano
firme en el mando, un superior que sea "cabeza" de sus súbditas, que
no "blandee", pero comprensivo, con visión certera y criterio cortado
a la medida. Tales son los valores sustanciales de esta obrita. Ya Gracián
sentenció: "De esta manera de proceder escribió divinamente la Madre en
el tratado que digo" (6).
Desde
el punto de vista carmelitano merece la pena destacar otro valor: estas pocas
páginas revelan mejor que ningún otro escrito teresiano la concepción
unitaria que la Santa tuvo de los dos ramos de su Reforma y lo que ella esperaba
-o exigía- de los Superiores Descalzos para los Carmelos de sus monjas.
La
presente edición reproduce directamente el texto autógrafo con los normales
complementos de puntuación, numeración de párrafos y modernización
ortográfica.
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NOTAS
A LA INTRODUCCIÓN
1
Lo refiere en las "Scholias y adiciones" a la vida de la Santa (véase
nota 6), pero el pasaje se hallaba en un folio final mutilado (ff. 228-229) y
nos ha sido trasmitido por el P. JERONIMO DE S. JOSE en la Historia del Carmen
Descalzo, L. 5, c. 12, p. 876.
2
En carta de 5/10/1576, escribía la Santa a Gracián: "También he escrito
esas boberías que ahí verá", alusión dudosa a nuestra obra. - En un
billete escrito para el mismo Gracián a finales de agosto de 1576, le decía:
"La manera del visitar las Descalzas está como enseñada de Dios".
Pero no alude a nuestro librito, sino a la manera cómo Gracián realizaba de
hecho las visitas.
3
Véanse las notas a los nn. 10, 16, 18, 20, 42, 43.
4
ANTONIO DE S. JOAQUIN, Año Teresiano, t. VII (Madrid 1758), p. 145.
5
El título de la edición príncipe era: Tratado del modo de visitar los
Conventos de Religiosas Descalzas de nuestra Señora del Carmen. Compuesto por
la Santa Madre Teresa de Jesús, su Fundadora. Con privilegio. Impreso en Madrid
por Alonso Martín. Año de 1613. Dos años después lo publicaba de nuevo el P.
Tomás de Jesús, junto con el Compendio de los grados de oración y el Tratado
de la Oración mental (ff 231-266), reproduciendo el texto del P. Alonso. El P.
Tomás había ultimado los preparativos de esta edición en enero-marzo de 1615
en Bruselas, donde unos meses antes había muerto el P. Gracián (21 de
septiembre de 1614).
6
Scholias y addiciones al libro de la vida de la Madre Teresa de Jesús, editadas
por el P. CARMELO DE LA CRUZ en El Monte Carmelo 68 (1960) pp. 86-156; véase la
página 156.
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MODO
DE VISITAR LOS CONVENTOS
Jhs
1.
Confieso lo primero la imperfección que he tenido en comenzar esto en lo que
toca a la obediencia, que con desear yo más que ninguna cosa tener esta virtud,
me ha sido grandísima mortificación y hecho gran repugnancia.
Plega
a nuestro Señor acierte a decir algo, que sólo confío en su misericordia y en
la humildad de quien me lo ha mandado escribir, que por ella hará Dios como
poderoso y no mirará a mí.
2.
Aunque parezca cosa no conveniente comenzar por lo temporal, me ha parecido que
para que lo espiritual ande siempre en aumento es importantísimo, aunque en
monasterios de pobreza no lo parece; mas en todas partes es menester haber
concierto y tener cuenta con el gobierno y concierto de todo.
3.
Presupuesto primero que al prelado le conviene grandísimamente haberse de tal
manera con las súbditas, que aunque por una parte sea afable y las muestre
amor, por otra dé a entender que en las cosas sustanciales ha de ser riguroso y
por ninguna manera blandear, no creo hay cosa en el mundo que tanto dañe a un
prelado como no ser temido y que piensen los súbditos que pueden tratar con él
como con igual, en especial para mujeres; que si una vez entienden que hay en el
prelado tanta blandura que ha de pasar por sus faltas y mudarse por no
desconsolar, será bien dificultoso el gobernarlas.
4.
Es mucho menester que entiendan hay cabeza, y no piadosa para cosa que sea
menoscabo de la Religión, y que el juez sea tan recto en la justicia, que las
tenga persuadidas no ha de torcer en lo que fuere más servicio de Dios y más
perfección, aunque se hunda el mundo; y que hasta tanto les ha de ser afable y
amoroso, hasta que no entienda falta en esto. Porque así como también es
menester, mostrarse piadoso y que las ama como padre, y esto hace mucho al caso
para su consuelo y para que no se extrañen de él, es menester estotro que
tengo dicho. Y cuando en alguna de estas cosas faltase sin comparación es mejor
que falte en la postrera que en la primera.
5.
Porque como las visitas no son más de una vez en el año, para con amor poder
corregir y quitar faltas poco a poco, si no entienden las monjas que a cabo de
este año han de ser remediadas y castigadas las que hicieren, pásase un año y
otro y viene a relajarse la Religión de manera que cuando se quiera remediar no
se puede; porque, aunque la falta sea de la priora, mostradas las mismas monjas
a la relajación, aunque después pongan otra, es terrible cosa la costumbre en
nuestro natural, y poco a poco y en pocas cosas se vienen a hacer agravios
irremediables a la Orden, y dará terrible cuenta a Dios el prelado que no lo
remediare con tiempo.
6.
A mí me parece le hago (1) a estos monasterios de la Virgen nuestra Señora de
tratar cosas semejantes, pues, por la bondad del Señor, tan lejos están de
ellos haber menester este rigor; mas temerosa de lo que el tiempo suele relajar
en los monasterios por no se mirar estos principios, me hace decir esto, y
también el ver que de cada día, por la bondad de Dios, van más adelante; y en
alguno por ventura hubiera habido alguna quiebra, si los prelados no hubieran
(2) hecho lo que aquí digo de ir con este rigor en remediar cosillas pocas y
quitar las preladas que entendían no ser para ello.
7.
En esto particularmente es menester no haber ninguna piedad, porque muchas
serán muy santas y no para preladas, y es menester remediarlo de presto, que
adonde se trata tanta mortificación y ejercicios de humildad, no lo tendrá por
agravio; y si lo tuviere, vese claro que no es para el oficio, porque no ha de
gobernar a almas que tanto tratan de perfección la que tuviere tan poca que
quiera ser prelada.
8.
Ha menester el que visitare, traer muy delante a Dios y la merced que hace a
estas casas, para que por él no se disminuya, y echar de sí unas piedades, que
lo más ordinario las debe poner el demonio para gran mal, y es la mayor
crueldad que puede tener con sus súbditas.
9.
No es posible que todas las que eligieren por preladas han de tener talentos
para ello, y cuando esto se entendiere, en ninguna manera pase del primer año
sin quitarla; porque en uno no puede hacer mucho daño, y si pasan tres podrá
destruir el monasterio con hacerse de imperfecciones costumbre. Y es tan en
extremo importante hacerse esto y que aunque se deshaga el prelado, por
parecerle que aquélla es santa y que no yerra la intención, se fuerce a no la
dejar con el oficio. Esto sólo pido yo, por amor de nuestro Señor, y que
cuando viere que las que han de elegir van con alguna pretendencia o pasión, lo
que Dios no quiera, les case (3) la elección y les nombre prioras de otros
monasterios de estos que elijan; porque de la elección hecha de esta suerte
jamás podrá haber buen suceso.
10.
No sé si es esto temporal, que he dicho, o espiritual. Lo que quise comenzar a
decir (4) es que se mire con mucho cuidado y advertencia los libros del gasto,
no se pase ligeramente por esto.
En
especial, en las casas de renta conviene muy mucho que se ordene el gasto
conforme a la renta, aunque se pasen como pudieren; pues, gloria a Dios, todas
tienen bastantemente las de renta para, si se gasta con concierto, pasar muy
bien; y si no, poco a poco, si se comienzan a adeudar, se irán perdiendo;
porque, en habiendo mucha necesidad, parecerá inhumanidad a los prelados no les
dar sus labores y que a cada una provean sus deudos y cosas semejantes, que
ahora se usan (5); que querría yo más ver deshecho el monasterio, sin
comparación, que no que venga a este estado. Por eso dije (6) que de lo
temporal suelen venir grandes daños a lo espiritual, y así es importantísimo
esto.
11.
En los de pobreza, mirar y avisar mucho no hagan deudas, porque si hay fe y
sirven a Dios, no les ha de faltar, como no gasten demasiado.
Saber
en los unos y en los otros (7) muy particularmente la ración que se da a las
monjas y cómo se tratan, y las enfermas, y mirar que se dé bastantemente lo
necesario; que nunca para esto deja el Señor de darlo, como haya ánimo en la
prelada y diligencia; ya se ve por experiencia.
12.
Advertir en los unos y en los otros la labor que se hace, y aun contar lo que
han ganado de sus manos; aprovecha para dos cosas: lo uno, para animarlas y
agradecer a las que hicieren mucho; lo otro, para que en las partes que no hay
tanto cuidado de hacer labor, porque no tendrán tanta necesidad, se les diga lo
que ganan en otras partes; que este traer cuenta con la labor, dejado el
provecho temporal, para todo aprovecha mucho. Y esles consuelo cuando trabajan
ver que lo ha de ver el prelado; que aunque esto no es cosa importante, hanse de
llevar mujeres tan encerradas y que todo su consuelo está en contentar al
prelado, a las veces condescendiendo a nuestras flaquezas.
13.
Informarse si hay cumplimientos demasiados; en especial es esto más menester en
las casas adonde hay renta, que podrán hacer más, y suélense avenir a
destruir los monasterios con esto que parece de poca importancia. Si aciertan a
ser las preladas gastadoras, podrían dejar a las monjas sin comer, como se ve
en algunas partes, por darlo; y por esto es menester mirar lo que se puede hacer
conforme a la renta y la limosna que se puede dar, y poner tasa y razón en
todo.
14.
No consentir demasía en ser grandes las casas, y que por labrar o añadir en
ellas, si no fuere a gran necesidad, no se adeuden. Y para esto sería menester
mandar no se labre cosa sin dar aviso al prelado y cuenta de dónde se ha de
hacer, para que, conforme a lo que viere, o dé la licencia o no. Esto no se
entiende por cosa poca que no puede hacer mucho daño, sino porque es mejor que
se pase trabajo de no muy buena casa que no de andar desasosegadas y dar mala
edificación con deudas o faltarles de comer.
15.
Importa mucho que siempre se mire toda la casa para ver con el recogimiento que
está; porque es bien quitar las ocasiones y no se fiar de la santidad que
viere, por mucha que sea, porque no se sabe lo porvenir; y así es menester
pensar todo el mal que podría suceder, para, como digo, quitar la ocasión; en
especial los locutorios, que haya dos rejas, una a la parte de afuera, y otra a
la de dentro, y que por ninguna pueda caber mano. Esto importa mucho, y mirar
los confesonarios y que estén con velos clavados, y la ventanilla de comulgar
que sea pequeña; la portería que tenga dos cerrojos, y dos llaves la de la
claustra, como mandan las Actas (8), y la una tenga la portera y la otra la
priora. Ya veo se hace así, mas porque no se olvide lo pongo aquí, que son
cosas todas éstas que siempre es menester se miren y vean las monjas que se
mira, porque no haya descuido en ellas.
16.
Importa mucho informarse del capellán (9) y de con quién se confiesan, y que
no haya mucha comunicación, sino lo necesario, e informarse muy particularmente
de esto, de las monjas y del recogimiento de la casa. Y si alguna hubiere
tentada, oírla muy bien, que, aunque hartas veces le parecerá lo que no es y
lo encarecerá, puédese tomar aviso para saber la verdad de las otras,
poniéndoles precepto, y reprenderlo después con rigor, porque queden
espantadas para no lo hacer más.
17.
Y cuando sin culpa de la priora anduviere alguna mirando menudencias, o dijere
las cosas encarecidas, es menester rigor con ellas y darles a entender su
ceguedad para que no anden inquietas, que como vean que no les ha de aprovechar,
sino que son entendidas, sosegarán. Porque no siendo cosas graves, siempre se
han de favorecer las preladas, aunque las faltas se remedien; porque para la
quietud de las súbditas sería gran cosa la simplicidad de la perfecta
obediencia, porque podría tentar a algunas el demonio en parecerle lo entiende
mejor que la prelada y andar siempre mirando cosas que importan poco, y a sí
misma (10) se hará mucho daño. Esto entenderá la discreción del prelado para
dejarlas aprovechadas, aunque si son melancólicas habrá harto que hacer. A
éstas es menester no mostrar blandura, porque si con algo piensan salir, jamás
cesarán de inquietar ni se sosegarán; sino que entiendan siempre que han de
ser castigadas y que para esto ha de favorecer a la prelada.
18.
Si por ventura tratare alguna (11) de que la muden a otro monasterio, de manera
es menester responderla, que ella, ni ninguna, perpetuamente entiendan que es
cosa imposible. Porque no puede nadie entender sino quien lo ha visto los
grandísimos inconvenientes que hay y la puerta que se abre al demonio para
tentaciones, si piensan que puede ser posible salir de su casa, por grandes
ocasiones que para ello quieran dar. Y aunque se hubiese de hacer, no lo han de
entender, ni entender que fue por quererlo, sino traer otros rodeos; porque
aquélla nunca asentará en ninguna parte, y haráse mucho daño a las otras;
sino que entiendan que la monja que pretendiere salir de su casa, que nunca el
prelado tendrá crédito de ella para ninguna cosa, y que aunque la hubiere de
sacar, por el mismo caso no lo haría; digo sacar para alguna necesidad o
fundación; y aun es bien hacerlo así, porque jamás dan estas tentaciones sino
a melancólicas, o de tal condición que no son para cosa de mucho provecho. Y
aun quizá sería bueno, antes que alguna lo tratase, traerlo a plática en
alguna plática cuán malo es y lo mal que se sentiría de quien esta tentación
tuviese y decir las causas y cómo ya no puede salir ninguna, que hasta aquí
había ocasiones de tener de ellas necesidad (12).
19.
Informarse si la priora tiene particular amistad con alguna haciendo más por
ella que por las otras, porque en lo demás no hay que hacer caso, si no fuese
cosa muy demasiada; porque siempre las prioras han menester tratar más con las
que entienden mejor y son más discretas. Y como nuestro natural no nos deja
tenernos por lo que somos, cada una piensa es para tanto, y así podrá el
demonio poner esta tentación en algunas; que adonde no hay cosas graves de
ocasiones de fuera, anda por las menudencias de dentro, para que siempre haya
guerra y mérito en resistir; y así les parecerá que aquélla o aquéllas la
gobiernan. Es menester procurar se modere, si hay alguna demasía, porque es
mucha tentación para las flacas; mas no que se quite, que, como digo, podrán
ser personas tales que sea necesario; mas siempre es bien poner mucho en que no
haya mucha particularidad con ninguna. Luego se entenderá de la manera que va.
20.
Hay algunas tan demasiado de perfectas (13), a su parecer, que todo lo que ve le
parece falto, y siempre éstas son las que más faltas tienen, y en sí no las
ven, y toda la culpa echan a la pobre priora o a otras; y así podrían
desatinar a un prelado de querer remediar lo que es bien hacerse. Por donde es
menester no creer a una sola, como he dicho (14), para haber de remediar algo,
sino informarse de las demás; porque adonde tanto rigor hay, sería cosa
insufridera, si cada prelado, o a cada visita, hiciese mandatos. Esto importa
mucho (15) y así, si no fuere en cosas graves y, como digo, informándose bien
de la misma priora y las demás de lo que quiere remediar, y de por qué, o
cómo se hace, no se había de dejar mandatos (16); porque tanto se pueden
cargar, que, no pudiéndolo llevar, se deje lo importante de la Regla.
21.
En lo que mucho ha de poner el prelado es en que se guarden las Constituciones;
y adonde hubiere priora que tenga tanta libertad que las quebrante por pequeña
causa, o lo tenga de costumbre, pareciéndole que va poco en ésto y poco en
aquéllo, téngase por entendido que ha de hacer gran daño a la casa, y el
tiempo lo dirá, ya que luego no se parezca. Esta es la causa por qué están
los monasterios, y aun las Religiones, tan perdidas en algunas partes, haciendo
poco caso aun de las pocas cosas (17) y de aquí viene a que caigan en las muy
grandes. Avisar mucho a todas en público que le digan cuando hubiere falta en
esto en el monasterio; porque si lo viene a saber, a la que no se lo hubiere
avisado castigará muy bien. Con esto temerán las prioras y andarán con
cuidado.
22.
Es menester no andar contemporizando (18) con ellas si sienten pesadumbre o no,
sino que entiendan que ha de pasar así siempre; y que lo principal para que le
dan el oficio es para que haga guardar Regla y Constituciones y no para que
quite y ponga de su cabeza, y que ha de haber quien lo mire y quien lo avise al
prelado. La priora que hiciere cosa ninguna de que le pese que la vea el
prelado, tengo por imposible hacer bien su oficio; porque señal es que no va
muy recto en el servicio de Dios lo que yo quiero que no sepa el que está en su
lugar. Y así ha de advertir el prelado si hay llaneza y verdad en las cosas que
se tratan con él, y si no la hubiere, repréndalo con gran rigor y procure que
la haya, poniendo medios en priora u oficialas o hacer otras diligencias;
porque, aunque no digan mentiras, puédense encubrir algunas cosas, y no es
razón que, siendo la cabeza por cuyo gobierno se ha de vivir lo deje todo de
saber -porque mal podrá hacer cosa el cuerpo buena sin cabeza, que no es
menos-, encubriéndole lo que ha de remediar.
23.
Concluyo en esto con que como se guarden las Constituciones, andará todo llano.
Y si en esto no hay gran aviso y en la guarda de la Regla, poco aprovecharán
visitas; porque han de ser para este fin, si no fuere mudando prioras, y aun las
mismas monjas, si en esto hubiese ya costumbre, lo que Dios no quiera, y
fundarle de otras que estén enteras en la guarda de la Religión, ni más ni
menos que si se hiciese de nuevo y poner a cada una por sí en un monasterio,
repartiéndolas, que una o dos podrán hacer poco daño en el que estuviere bien
concertado.
24.
Hase de advertir que podrá haber algunas prioras que pidan alguna libertad para
algunas cosas que sean contra Constitución, y dará por ventura ocasiones
bastantes, a su parecer; porque ella no entenderá quizá más, o querrá hacer
al prelado entender que conviene. Y aunque no sean contra Constitución, de arte
pueden ser que haga daño aceptarlas; porque, como no está presente, no sabe
los que puede haber, y sabemos encarecer lo que queremos. Por esto, es lo mejor
no abrir puerta para cosa ninguna, si no es conforme a como ahora van las cosas,
pues se ve que van bien y se tiene por experiencia. Más vale lo cierto que lo
dudoso. Y en estos casos ha menester ser entero el prelado y no se le dar nada
de decir de no; sino con esta libertad que dije al principio (19) y señorío
santo de no se le dar más contentar que descontentar a las prioras ni monjas,
en lo que pudiese, andando los tiempos, haber algún inconveniente, y basta ser
novedad para no comenzarse.
25.
En dar las licencias para recibir las monjas, cosa importantísima, que no la
dé el prelado sin que se le haga gran relación, y si estuviere en parte que
pueda, informarse él mismo; porque puede haber prioras tan amigas de tomar
monjas, que de poco se satisfacen. Y como ella lo quiera y diga que está
informada (20), las súbditas casi siempre acuden a lo que ella quiere, y
podría ser, o por amistad, o deudo, u otros respetos, aficionarse la priora y
pensar que acierta, y aun errar.
26.
Al recibirlas, podrá de mejor remediar; mas para profesarlas, es menester
grandísima diligencia y que al tiempo de las visitas se informase el prelado,
si hay novicias, de la manera que son, porque esté avisado al tiempo de dar la
licencia para la profesión, si no conviene; porque sería posible la priora
estar bien con la monja, o ser cosa suya, y no osar las súbditas decir su
parecer, y al prelado diránle. Y así, si fuese posible, sería acertado que se
aguardase la profesión, si fuese cerca, hasta que el prelado fuese a la visita;
y aun si le pareciese, decir que le enviasen los votos secretos, como de
elección. Importa tanto no quedar en casa cosa que las dé trabajo e inquietud
toda la vida, que cualquiera diligencia será bien empleada.
27.
En el tomar de las freilas (21), es menester advertir mucho, porque casi todas
las prioras son muy amigas de muchas freilas, y cárganse las casas, y a las
veces con las que pueden trabajar poco. Y así es mucho menester no condescender
(22) luego con ellas si no se viere notable necesidad; informarse de las que
están, que como no hay número de las que han de ser, si no se va con tiento,
puédese hacer harto daño (23).
28.
Siempre se había de procurar en cada casa no se hinchiese el número de las
monjas, sino que quedasen algunos lugares, porque se puede ofrecer alguna monja
que esté muy bien a la casa tomarla, y no haber cómo; porque pasar del
número, en ninguna manera se ha de consentir, que es abrir puerta y no importa
menos que la destrucción de los monasterios. Y por eso vale más que se quite
el provecho de uno que no que a todos se haga daño. Podríase hacer, si en
alguno no está cumplido, pasar allá una monja para que entrase otra; y si
trajo algún dote o limosna la que lleva, dárselo, pues se va para siempre, y
así se remediaría. Mas si esto no hubiere, piérdase lo que se perdiere, y no
se comience cosa tan dañosa para todas. Y es menester que se informe el
prelado, cuando le pidieren la licencia, las que hay de número para ver lo que
conviene, que cosa tan importante no es razón se fíe de las prioras.
29.
Es menester informarse si las prioras añaden más de lo que están obligadas,
así en rezado, como en penitencias; porque podría ser añadir cada una a su
gusto cosas particulares y ser tan pesadas en ello que, cargadas mucho las
monjas, se les acabe la salud y no puedan hacer lo que están obligadas. Esto no
se entiende cuando se ofreciere alguna necesidad por algún día; mas pueden ser
algunas tan indiscretas que casi lo tomen por costumbre, como suele acaecer, y
las monjas no osar hablar, pareciéndoles poca devoción suya, ni es razón que
hablen sino con el prelado.
30.
Mirar lo que se dice en el coro, así cantado, como rezado, e informarse si va
con pausa, y el cantado que sea en voz baja conforme a nuestra profesión, que
edifique; porque en ir altas, hay dos daños: el uno, que parece mal como no va
por punto (24); el otro, que se pierde la modestia y espíritu de nuestra manera
de vivir. Y si en esto no se pone mucho, serlo ha la demasía y quita la
devoción a los que lo oyen; sino que vayan las voces más con mortificación
que con dar a entender que miran en parecer bien a los que las oyen, que esto es
casi en general, y parece ya que no ha de tener medio (25) según está la
costumbre, y así es menester encargarlo mucho.
31.
Las cosas que mandare el prelado importantes, haría mucho mandar a una en
obediencia, delante de la priora, en obediencia, que cuando no se hiciere se lo
escriba y que entienda la priora que no puede hacer menos. Sería esto como
estar presente el prelado, en parte; porque andarán con más cuidado y aviso en
no exceder en nada.
32.
Hará al caso tratar, antes que se comience la visita, encarecidamente, cuánto
mal es que las prioras tomen desabor (26) con las hermanas que dijeren al
prelado las faltas que a ellas se les ofrece. Aunque no acierten conforme a su
parecer, están obligadas a esto en conciencia; y adonde se trata de
mortificación, si esto que ha de dar contento a la prelada porque la ayuda a
hacer mejor su oficio y servir a nuestro Señor, es parte para que se desabra
con las monjas, cierta señal es que no es para gobernarlas; porque otra vez no
osarán hablar pareciéndoles que se va el prelado y ellas se quedan con
trabajo, y podráse ir relajando todo. Y para avisar de esto, por mucha santidad
que haya en las preladas, no hay que fiar; que este nuestro natural es de
suerte, y el enemigo, cuando no tiene otras cosas en qué reparar, cargará
aquí la mano, que por ventura gana lo que por otras partes pierde.
33.
Conviene mucho gran secreto en el prelado en todo y que no pueda entender la
prelada quién le avisa, porque, como he dicho, aún están en la tierra; y
cuando no haya más, es excusar alguna tentación, cuánto más que puede hacer
mucho daño.
34.
Si las cosas que dicen de las prioras no son de importancia, con algún rodeo se
pueden avisar, sin que entienda las han dicho las monjas; que mientras más se
pudiere darla a entender que no dicen nada, es lo que más conviene; mas cuando
son cosas de importancia, más va en que se remedien que no en darle gusto.
35.
Informarse si entra algún dinero en poder de la prelada, sin que lo vean las
clavarias, que importa mucho, que sin advertir lo pueden hacer, ni que ella lo
posea jamás, sino como manda la Constitución. En las casas de pobreza,
también es menester esto. Paréceme que lo he dicho otra vez (27), así serán
otras cosas; sino, como pasan días, olvídaseme, y por no me ocupar en tornarlo
a leer.
36.
Harto trabajo es para el prelado entender en tantas menudencias como van aquí,
mas mayor se le dará de que vea el desaprovechamiento, si esto no se hace; que,
como tengo dicho, por santas que sean, es menester. Y lo principal de todo, como
dije al principio (28), para gobierno de mujeres, es menester que entiendan
tienen cabeza que no se ha de mover por cosa de la tierra, sino que ha de
guardar y hacer cumplir todo lo que fuere religión y castigar lo contrario y
ver que tiene particular cuidado de esto en cada casa, y que no sólo ha de
visitar cada año, sino saber lo que hacen cada día. Con esto, antes irá
aumentándose la perfección que no disminuyéndose, porque las mujeres, por la
mayor parte, son honrosas y temerosas.
37.
E importa mucho lo dicho para no se descuidar, y que alguna vez, cuando sea
menester, no sólo sea dicho, sino hecho, que con una escarmentarán todas. Y si
por piedad se hace lo contrario, o por otros respetos, a los principios, que
habrá pocas cosas, será forzado a hacerlo después con más rigor, y serán
estas piedades grandísima crueldad y tendrá que dar gran cuenta a Dios nuestro
Señor.
38.
Hay algunas con tanta simplicidad, que les parecerá mucha falta suya decir las
de las prioras en cosas que se han de remediar, y aunque lo tengan por bajeza,
es menester advertirlas en lo que han de hacer, y también en que con humildad
adviertan a la priora antes, cuando vean que falta en la Constitución o en
algunas cosas que importe, que puede ser no caiga en ellas; y aun que las mismas
le digan que lo haga, y después, si están disgustadas con ellas, la acusen.
Hay mucha ignorancia en saber lo que han de hacer en estas visitas, y así es
menester que el prelado, con discreción, las vaya advirtiendo y enseñando.
39.
Mucho es menester informarse de lo que se hace con el confesor (29), y no de una
ni de dos, sino de todas, y la mano que se le da; que, pues no es vicario, ni le
ha de haber, y se quita esto porque no la tenga, es menester que no haya
comunicación con él, sino muy moderadamente; y mientras menos, es mejor. Y en
regalos y cumplimientos, si no fuere muy poco, se tenga gran aviso, aunque
alguna vez no se podrá excusar alguna cosa; antes le paguen más de lo que es
la capellanía que tener este cuidado, que hay muchos inconvenientes.
40.
También es menester avisar a las prioras no sean muy largas y cumplidas, sino
que traigan delante que están obligadas a mirar cómo gastan, pues son no más
de como un mayordomo, y no han de gastar como cosa propia suya, sino como fuere
razón, con mucho aviso que no sea cosa demasiada. Dejado por no dar mala
edificación, en conciencia está obligada a hacer esto y a la guarda de lo
temporal y a no tener ella cosa particular más que todas, si no fuere alguna
llave de escribanía o escritorio para guardar papeles, digo cartas que -en
especial si son algunos avisos del prelado- es razón no se vean, o cosas
semejantes.
41.
Mirar el vestido y tocado si va conforme a la Constitución. Y si hubiere alguna
cosa -lo que Dios no quiera- en algún tiempo que parezca curiosa o no de tanta
edificación, hacerla quemar delante de sí; porque de hacer una cosa como ésta
quédales espanto, y enmiéndase entonces y acuérdase para las que están por
venir.
42.
También mirar en la manera del hablar que vaya con simplicidad y llaneza y
religión, que lleve más estilo de ermitaños y gente retirada que no ir
tomando vocablos de novedades y melindres, creo los llaman, que se usan en el
mundo, que siempre hay novedades. Préciense más de groseras que de curiosas en
estos casos.
43.
Lo más que fuere posible, excusar que no tengan pleitos, si no fuere a más no
poder, porque el Señor les dará por otro cabo lo que perdieren por esto,
llegadas (30) siempre a que guarden lo más perfecto; y mandar que ningún
pleito se ponga ni sustente sin avisar al prelado y particular mandato suyo.
44.
Y así, en las que recibieren, les vaya amonestando que tengan en más los
talentos de las personas que lo que trajeren, y por ningún interés reciban
sino conforme a lo que mandan las Constituciones, en especial si es con alguna
falta en la condición.
45.
Es menester llevar adelante lo que ahora hace el prelado que el Señor nos ha
dado (31), los que vinieren, de quien yo he tomado harto de lo que aquí he
dicho viendo sus visitas, en especial en este punto; que con ninguna hermana
tenga más particularidad que con todas para estar con ella a solas, ni
escribirla, sino a todas juntas mostrar el amor como verdadero padre. Porque el
día que en algún monasterio tomare particular amistad, aunque sea como de San
Jerónimo y Santa Paula, no se librará de murmuración, como ellos no se
libraron; y no sólo hará daño en aquella casa, mas en todas, que luego lo
hace saber el demonio para ganar algo, y por nuestros pecados está el mundo tan
perdido en esto, que se seguirán muchos inconvenientes, como ahora se ve.
46.
Por el mismo caso, se tiene en menos el prelado y se quita el amor general que
todas le tendrán siempre, si es el que debe, como ahora le tienen,
pareciéndoles que él tiene el suyo sólo en una parte, y hace gran provecho
ser muy amado de todas. No se entiende esto por algunas veces que se ofrecerán
ocasiones necesarias, sino por cosas notables y demasiadas.
47.
Advierta, cuando entrare en casa, digo en los monasterios, a visitar la clausura
(que es razón que siempre lo haga y que mire mucho toda la casa, como ya está
dicho) (32), que vaya con su compañero siempre juntamente y con la priora y
otras algunas; y en ninguna manera, aunque sea por la mañana, se quede a comer
en el monasterio, aunque se lo importunasen; sino que mire a lo que va, y se
torne luego a ir, que para hablar, mejor está a la red. Porque, aunque se
pudiera hacer con toda bondad y llaneza, es comenzar para que por ventura
andando los tiempos vendrá alguno que no convenga darle tanta libertad, y aun
que se quiera tomar más. Plega al Señor que no lo permita, sino que se hagan
siempre estas cosas de edificación y todo lo demás como ahora se hace, amén,
amén.
48.
No consienta el Visitador demasías en las comidas que le dieren los días que
estuviere visitando, sino lo que es conveniente, y si otra cosa viere,
repréndalo mucho; porque ni para la profesión de los prelados, que es de ser
pobre, conviene, ni para la de las monjas, ni aprovecha de nada, que ellos no
comen sino lo que les basta y no se da la edificación que conviene a las
monjas.
49.
En esto, por ahora, aunque fuera demasía, creo habrá poco remedio, porque el
prelado que tenemos no advierte si le dan poco o mucho, o malo o bueno, ni sé
si lo entiende, si no llevase muy particular cuidado.
Tiénele
muy grande ser solo el que hace el escrutinio sin el compañero (33); porque no
quiere, si hay alguna falta en las monjas, la entienda. Es cosa admirable para
que las niñerías de las monjas no se entiendan, aunque hubiese alguna, que
ahora, gloria Dios, poco daño haría; porque el prelado míralo como padre y
guárdalo como tal, y descúbrele Dios la gravedad del negocio, porque está en
su lugar. A quien no lo está, por ventura lo que no es nada le parecerá mucho;
y como no le va tanto, mira poco en no decirlo, y viénese a perder crédito del
monasterio sin causa. Plega a nuestro Señor que miren éstas los prelados para
hacerlo siempre así.
50.
No conviene, al que lo es, mostrar que quiere mucho a la priora ni que está muy
bien con ella, al menos delante de todas, porque las pondrá cobardía para que
no osen decirles sus faltas. Y advierta mucho que es menester que ellas
entiendan que no la disculpa y que las remedia, si hay que remediar. Porque no
hay desconsuelo que llegue a un alma celosa de Dios y de la Orden, cuando está
fatigada de ver que se va cayendo, y espera al prelado para que lo remedie y ve
que se queda así; tórnase a Dios, y determina callar de aquí adelante, aunque
todo se hunda, viendo lo poco que le aprovecha.
51.
Como las pobres no son oídas más de una vez, cuando las llaman al escrutinio,
y las prioras tienen harto tiempo para disculpar faltas y dar (34) razones y
moderar las veces y quizá hacer a la pobre que lo dice, apasionada (que poco
más o menos, aunque no se lo digan, entiende la que es) y el prelado no ha de
ser testigo y van de suerte dichas las cosas que parece no las puede dejar de
creer, quédase todo como se estaba; que si pudiera ser testigo dentro muchos
días, entendiera la verdad; y las prioras no piensan que no la dicen, sino que
este nuestro amor propio es de suerte que por maravilla nos echamos la culpa ni
nos conocemos.
52.
Esto me ha acaecido hartas veces, y con prioras harto harto siervas de Dios, a
quien yo daba tanto crédito que me parecía imposible haber otra cosa; y
estando algunos días en la casa, quedábame espantada de ver tan contrario de
lo que me había dicho, y en alguna cosa importante, que me hacía entender que
era pasión, y era casi la mitad del convento, y era ella la que no se
entendía, como después lo vino a entender. Yo pienso que el demonio, como no
hay muchas ocasiones en que tentar a estas hermanas, tienta a las prioras, para
que tengan opiniones en algunas cosas con ellas; y ver cómo lo sufren todo, es
para alabar a nuestro Señor. Así, tengo ya por mí no creer a ninguna hasta
(35) informarme bien, para hacer entender a la que está engañada cómo lo
está, que si no es de esta manera, remédiase mal. No es todo esto en cosas
graves, mas de éstas puede venir a más, si no se va con aviso.
53.
Yo me espanto de ver la sutileza del demonio y cómo hace parecer a cada una que
dice la mayor verdad del mundo; por esto he dicho que ni se dé entero crédito
a la priora ni a una monja particular, sino que se informe de más cuando sea
cosa que importe, porque se provea acertadamente el remedio. Póngale nuestro
Señor en darnos siempre el prelado avisado y santo, que como esto tenga, Su
Majestad le dará luz para que en todo acierte y nos conozca, que con esto irá
todo muy bien gobernado y creciendo en perfección las almas para honra y gloria
de Dios (36).
*
* *
54.
Suplico a Vuestra Paternidad, en pago de la mortificación que me ha sido hacer
esto, me la haga de escribir algunos avisos para los visitadores. Si aquí se ha
acertado en algo, se puede ordenar mejor, y ayudará; porque ya ahora comenzaré
a acabar las Fundaciones (37), y podráse poner allí, que aprovecharía mucho.
Aunque he miedo que no habrá otro tan humilde como quien me lo mandó escribir
que quiera aprovecharse de ello; mas como lo quiera Dios, no podrá menos.
Porque si se visitan estas casas como es costumbre en la Orden (38), haráse muy
poco fruto y podría ser más daño que provecho. Porque son menester aún más
cosas que éstas que he dicho; porque yo no las entiendo, ni se me acuerdan
ahora, y sólo a los principios será menester el mayor cuidado, que como
entiendan ha de ser de esta suerte, se dará poco trabajo en el gobierno.
55.
Haga Vuestra Paternidad lo que es en sí en dejar estos avisos que tengo dicho
(39), de la manera que Vuestra Paternidad ahora procede en estas Visitas, que
nuestro Señor proveerá en lo demás por su misericordia y por los méritos de
estas hermanas, pues su intento es en todo acertar en su servicio y ser para
esto enseñadas.
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NOTAS
AL "MODO DE VISITAR LOS CONVENTOS"
1
Me parece hago agravio...
2
Vieran, escribió la Santa.
3
Pretendencia: pretensión. - Casar la elección: anularla.
4
Cf. n. 2.
5
En los conventos de monjas, no precisamente en sus Carmelos. Para evitar el
equívoco, Gracián enmendó el autógrafo: "no" se usan; y la
edición príncipe: "ahora se usan en otras partes" (f. 8).
6
En el n. 2.
7
En los conventos de renta (n. 10) y en los de pobreza (n. 11).
8
Alude probablemente a las Actas o disposiciones establecidas en los Carmelos por
los Visitadores Apostólicos (cf. cartas). - La frase siguiente (y la una...
priora) fue añadida al margen por la Santa.
9
Al margen anotó Gracián Cape[llán], y pocas líneas después hizo una llamada
indescifrable.
10
Por claridad añadió entre líneas: misma.
11
Al margen anotó Gracián: [mu]dar.
12
Con ocasión de la instauración de la Reforma.
13
Gracián anotó al margen: C. 2; nota que repetirá al principio de los nn. 42 y
43.
14
En el n. 16.
15
Esto importa mucho, fue añadido al margen por la Santa. Omitido en la ed.
príncipe (f. 17).
16
Dejar mandatos: nuevas prescripciones.
17
Pocas cosas: cosas pequeñas (cf. Constit. n. 10). Asi lo enmendó la ed.
príncipe (f. 19).
18
Nueva anotación marginal de Gracián, de lectura dudosa: C. 3 (?).
19
Cf. nn. 3-4.
20
Informadas, escribió la Santa por error.
21
Freilas: hermanas de velo blanco, no coristas.
22
Condecir, escribió la Santa; entre líneas corrigió (probablemente otra mano)
"condecendir".
23
Sobre el número de monjas admisibles en cada Carmelo, cf. Vida 32, 13, nota 24.
24
Música de punto o canto por punto.
25
Medio: equivale a remedio.
26
Dessabor (así escribe la Santa): desabrimiento.
27
Cf. nn. 10 y sgs.
28
Núms. 3-4.
29
Capellán, comenzó a escribir.
30
Quizá enmendado en: llegarlas. La ed. príncipe: allegarlas (f. 55).
31
P. Jerónimo Gracián, destinatario del libro.
32
En el n. 15.
33
Es decir: ser él sólo el que...
34
Dar, añadido entre líneas por ella misma.
35
Hasta: por error, escribió a esta.
36
Aquí concluye la serie de avisos o sugerencias. Sigue una especie de
carta-epílogo al P. Gracián, destinatario del escrito.
37
Alude al Libro de las Fundaciones. Por orden del mismo P. Gracián, reanudó su
redacción en el verano de este año 1576. El 31 de octubre escribía a dicho
Padre: "Las Fundaciones van ya al cabo... es cosa sabrosa".
38
Se refiere a las Visitas canónicas en la Orden del Carmen, fuera de la Reforma.
39
Probablemente alude a los que ha pedido a Gracián (n. 54) que escriba para los
visitadores que le sucedan en el cargo.
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*** ***
Por
Cortesía: www.clerus.org