PAPA - TEXTOS

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Queridos enfermos, el rosario da la respuesta cristiana al problema del sufrimiento:  la toma del misterio pascual de Cristo. Quien lo reza, recorre con María todo el itinerario de la vida y de la fe, itinerario del que forma parte integrante el sufrimiento humano, que en Cristo se transforma en sufrimiento divino-humano, en pasión salvífica.
En los misterios dolorosos se contempla a Cristo que carga sobre sus hombros, por decirlo así, todas las "enfermedades" del hombre y del género humano. Como Cordero de Dios, no sólo asume sus consecuencias, sino también su causa profunda, es decir, no sólo los males, sino también el mal radical del pecado. Su lucha no es superficial, sino radical; su curación no es paliativa, sino completa.
La fuerza por medio de la cual Cristo ha vencido el dominio del mal y ha curado al hombre es el abandono confiado en actitud de sumisión filial a la voluntad del Padre. Esa misma actitud la tenemos nosotros, gracias al Espíritu Santo, cuando, en la experiencia de la enfermedad, recorremos con María la senda de los misterios dolorosos.

Amadísimos hermanos y hermanas, el corazón de la Virgen, traspasado por la espada, nos enseña a "comprender a Cristo", a configurarnos con él y a suplicarle (cf. Rosarium Virginis Mariae, 13-16). Nos guía a anunciar su amor (cf. ib., 17):  quien lleva la cruz con Jesús da un testimonio elocuente, también para los que se sienten incapaces de creer y esperar.

ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE EN LA BASÍLICA DE SAN PEDRO,
 EN LA XI JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO, 11 DE FEBRERO