Conducir sin pecado


• Arnold Omar Jiménez Ramírez
  Revista eletronica Semanario de la Diocesis de Guadalajara, Mexico

Hace apenas dos semanas, Semanario publicó un reportaje sobre Educación Vial, en el que se ofrecieron algunas pautas a seguir dictadas por especialistas en la materia, y que versaban sobre las maneras y formas adecuadas para alcanzar una cultura vial, cuyos lineamientos nos permitieran desarrollar una mejor y más sana convivencia en sociedad.

 

Para dar continuación a este crucial tema, en esta edición abordamos otro aspecto de esta misma cuestión, el aspecto moral: ¿Es pecado pasarse el semáforo cuando indica luz roja?, ¿tengo responsabilidad moral si hago caso omiso de los señalamientos de tránsito?... Éstas, y otras cuestiones, que a primera vista parecieran superficiales, tienen mucho qué decir y pueden iluminar nuestro proceder diario al conducir nuestro vehículo, al abordar el autobús o al cruzar la calle. Y es que no podemos ignorar que nuestras imprudencias pueden causar alguna desgracia. A este respecto, el Concilio Vaticano II, en la Constitución Apostólica Gaudium et Spes (Gozo y Esperanza), dice: «Algunos subestiman ciertas normas de la vida social, por ejemplo, las referentes a las normas de vialidad, sin preocuparse de que su descuido pone en peligro la vida propia y la vida del prójimo».

La responsabilidad en el tráfico

Circular en automóvil, motocicleta o bicicleta, o transitar a pie por la carretera, es derecho legítimo, y en ocasiones, hasta necesario. El vehículo es un instrumento de trabajo y esparcimiento, es decir, viajar en automóvil representa una acción honesta. Pero esa acción, buena en sí y que persigue también un fin bueno, se ve afectada, si no se respetan las normas adecuadas, por una serie de riesgos que implican poner en juego las vidas y los bienes de distintas personas, incluido el propio conductor. Y de todos ellos, evidentemente, es responsable el hombre.

El factor humano lo abarca todo

La vialidad supone la existencia de tres importantes elementos: el hombre, el vehículo y la vía. Sin embargo, el ámbito humano penetra absolutamente todo, ya que el estado de las carreteras, las condiciones mecánicas del vehículo y el cumplimiento en la reglamentación, dependen de la actuación humana. En este sentido, la atención se centra, sobre todo, en la falta de conciencia cívica y moral que acusan algunos usuarios que circulan las carreteras, es decir, el hombre mismo.

Ahora bien, cuando decimos que el hombre mismo, esta categoría refiere, conjuntamente, tanto a quienes viajan en automóvil, como a los peatones. Unos y otros tienen por igual, sagrados deberes que cumplir al circular por la vía pública. Y decimos, sagrados, porque su fin es la protección de la vida humana. Y también porque los peatones deben evitar ponerse, o poner a otros, en peligro de ser heridos, incluso de muerte, siendo diligentes en cumplir las normas de circulación a fin de evitar y disminuir estos riesgos.

Deberes morales de conductores y peatones

La persona humana es el engranaje fundamental en la vialidad. Por ende, peatones y conductores deben tomar en cuenta los siguientes deberes morales:

 

• Si el vehículo, es de uno; la carretera, es de todos

Es necesario entender que el comportamiento en la carretera es una acción moral que está regulada por principios éticos y cristianos, y que, según se acomode a ellos o no, será buena o mala, comprometiendo a la persona que la realiza.

No se puede pensar que el vehículo es un medio, que por ser propio, se puede hacer en y con él, lo que se quiera, pues se puede correr el riesgo de portarse de manera incorrecta con los demás, o incluso atropellar los derechos del peatón, etcétera. El vehículo es de uno, no así la carretera.

•La acción de conducir implica riesgo

Llevar un volante entre las manos o circular por la vías pública supone siempre una amenaza contra la salud, la vida, la integridad física y la felicidad propia y de los demás; es decir, estas acciones conllevan un riesgo en potencia, que se convierte, muchas de las veces, en realidad: el accidente, motivado por éste por diversas causas: una falla mecánica, las malas condiciones de las vías por donde se circula y, en la mayoría de los casos, por un descuido humano. Es triste percatarse que, cuando menos lo imaginamos y esperamos, aparece un conductor imprudente a toda velocidad, presumiendo el vehículo mismo o su potencia en velocidad, además de su buen sonido, sin importarle los riesgos potenciales que de su acción deriva.

• La continua imprudencia en la vía pública, pecado grave

Para regular la convivencia entre los hombres en el uso de la vía pública, derecho de todos, y evitar los peligros que de su uso puedan derivarse, la autoridad competente, que debe mirar por el bien común y asesorada por técnicos en la materia y de gran experiencia, ha dictado leyes cuya misión es avisar de la presencia invisible del otro e indicar los peligros existentes, que a través de estas medidas han de evitarse para no perjudicarnos ni hacer daño al prójimo. El sentido de responsabilidad frente a la actuación en la vía pública, implica la aceptación de las leyes de tránsito como normas de conciencia e intérpretes de la Ley Divina.

 

Por todo ello, las leyes de tránsito no son normas meramente jurídicas o de disciplina ciudadana que la educación y los buenos modales indican que se deben tomar en cuenta. Su inobservancia, es pecado, y su cumplimiento, obliga en conciencia.

• Las leyes de tránsito obligan, aunque no se provoque ningún daño

Hay una serie de infracciones graves que implican graves peligros, tales como ocasionar muertes, heridas o perjuicios en los bienes materiales. Si uno se da cuenta de la gravedad de estas infracciones y no las evita, se es completamente responsable en conciencia, aunque no se hubiera provocado ninguna clase de daño o accidente.

• Responsabilidad compartida

En los accidentes viales, pueden ser uno, dos o tres, los responsables. Tienen grave responsabilidad los técnicos que, a través de un largo proceso de fabricación al armar el vehículo, cometen errores de mortales consecuencias. Igualmente los mecánicos y talleres que no hacen a conciencia las reparaciones necesarias o no comunican al propietario –si es que éste las desconoce– las que acusa su vehículo; o bien, si es que las reparan, lo hacen mal, ocasionando averías mayores o accidentes graves.

De igual manera, quienes se encargan de construir y dar mantenimiento a las carreteras y vías de comunicación, tienen una gran responsabilidad en caso de que se suscite un accidente.

Y desde luego, el conductor, que debido a su imprudencia temeraria ocasiona la muerte del ciudadano que transita correctamente o le ocasiona graves heridas, es un «agresor injusto» o asesino.

Transporte público, el “viacrucis” de nuestra ciudad

• Arnold Omar Jiménez Ramírez

No hay día en que los noticiarios de nuestra ciudad no hablen de un accidente en el cual aparece involucrada una unidad del transporte público. Las últimas propuestas del Gobernador de Jalisco, Lic. Francisco Ramírez Acuña, con respecto a los conductores que se vean involucrados en la muerte de algún peatón, no tengan derecho a obtener libertad bajo fianza, han generado controversia.

 

Nuestra responsabilidad
 

Ciertamente, es mucha la responsabilidad que tienen los choferes del transporte público en los accidentes que diariamente vemos. Todos conocemos sus actitudes, sus «carreras», sus reducidos tiempos y su poca precaución a la hora de conducir. Pero... ¿Sabemos todas las medidas que tenemos que seguir al momento de abordar un camión o minibús? Si realmente conociéramos cómo debemos comportarnos, y cuáles medidas cumplir para procurarnos seguridad, veríamos reducido el número de accidentes y tendríamos una buena Educación Vial.

Lo que debemos conocer

•Cuando llegues a una esquina, espera a que el semáforo te permita el paso, y procura utilizar la zona peatonal. Ten mucho cuidado al cruzar frente a unidades del transporte público. Asegúrate que los conductores te vean.

•Al subir o bajar de un camión, sujétate firmemente, y espérate siempre a que la unidad se detenga totalmente. El chofer siempre debe estar dispuesto a ayudarte.

•Para viajar en una unidad de transporte público con seguridad, no te distraigas, sostente del pasamanos y soporte.

•Al viajar en camión, procura guardar el debido respeto a los demás. No grites e insultes al chofer. Cede tu lugar a las personas que lo necesiten.

•Respeta los asientos preferenciales.

•Pide tu parada sólo en los lugares permitidos y con anticipación.

•Nunca te bajes si la unidad no está a la distancia adecuada de la banqueta, ni mucho menos si se encuentra en el carril central o izquierdo.

•No te subas a una unidad que vaya con exceso de pasaje, ni arriesgues tu vida colgándote de los camiones. Es mejor llegar tarde a casa y no temprano al panteón.

•Recuerda siempre que la cordialidad y el respeto harán nuestra vida más agradable.

Educación vial básica

La Educación Vial tiene como objetivo conocer para prevenir, ya que en una ciudad como la nuestra, el crecimiento poblacional trae consigo grandes y continuos cambios que exigen adaptarse para que no nos afecten.

•Cruza calles y avenidas por las esquinas; para eso son las zonas peatonales
•Cuida que tus hijos no saquen la cabeza o los brazos por la ventanilla del vehículo en movimiento.
•Conduce tu vehículo con precaución, y respeta los señalamientos de tránsito.
•Utiliza el cinturón de seguridad.
•Usa los puentes peatonales, son más seguros.
•Utiliza el casco al viajar en motocicleta, es obligatorio.
•Impide que tus hijos jueguen en la vía pública.
•Identifica los riesgos en la calle por donde transitas.
•Detecta y evita los desperfectos en las calles.
•Ayuda a los discapacitados, niños y ancianos a cruzar las calles.
•No conduzcas en estado de ebriedad, pues arriesgas tu vida y la de los demás.
•Cuando manejes, dale el paso al peatón.
•Detrás de una pelota corre siempre un niño. Maneja a la defensiva.
•Obedece y respeta los señalamientos de tránsito.
•Respeta los límites de velocidad.
•Después de un accidente, ya nada es igual.