Cristianos y judíos

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Declaración del Sínodo de la Iglesia Evangélica Luterana del Norte del Elba
(Nordelbische Evangelisch-Lutherische Kirche)

Con esta declaración sobre la renovación de las relaciones del cristianismo con el judaísmo, nos unimos al creciente consenso de los cristianos y cristianas protestantes de Alemania y de muchos otros países. Este consenso ya ha sido documentado en muchas decisiones sinodales y en tres estudios de la Iglesia Evangélica de Alemania (EKD: Evangelische Kirche in Deutschland).

Pero el proceso de clarificación de cuestiones históricas, teológicas y espirituales debe seguir adelante.

Exponemos aquí, como Sínodo de la Iglesia Evangélica Luterana del Norte del Elba (Nordelbische Evangelisch-Lutherische Kirche), los criterios que nos mueven y nos guían:

  1. Reconocemos que nos hemos equivocado. Durante siglos circularon entre nosotros, los cristianos, y en nuestras iglesias, conceptos falsos y denigrantes sobre los judíos y la fe judía, y eso sigue ocurriendo.

    Se ha negado y todavía se niega que Jesús fue un judío piadoso.

    Los judíos fueron y todavía son acusados de deicidio.

    Se enseñó y se sigue enseñando erróneamente que Dios rechazó a Israel como su pueblo.

    Como cristianos y cristianas reconocemos:

    El antijudaísmo todavía no ha sido erradicado ni entre nosotros ni en otras partes del mundo, y tenemos parte de responsabilidad en ello.

    Habiendo adquirido una conciencia más profunda de esto, declaramos que ha llegado la hora de establecer una nueva relación con el judaísmo. Queremos orientar nuestro pensamiento y nuestra acción hacia el hecho de que nuestro anuncio cristiano está ligado desde el principio con el judaísmo. Queremos hablar de nuestra fe sin desprestigiar a los judíos.
     

  2. Confesamos que, por sus interpretaciones antijudías de la Biblia y por basar en ellas su enseñanza y su predicación, la Iglesia tiene su parte de responsabilidad y culpa en la larga historia de hostilidad contra los judíos en Occidente, de privación de sus derechos y de su persecución, cuyo punto máximo fue el aniquilamiento casi total de los judíos de Europa, la Shoah.

     

    Nosotros, cristianos y cristianas del siglo XXI, tenemos la responsabilidad de trabajar sobre esta culpa con vistas al futuro. Para esto, debemos arrepentirnos. Queremos volver atrás y buscar un nuevo camino. Queremos superar los antiguos esquemas de pensamiento que distorsionan al judaísmo, y modificar las interpretaciones erradas de los textos bíblicos. La predicación y la enseñanza cristianas no deben alentar el antisemitismo. Queremos hacer todo lo posible por afianzar dentro de nuestras comunidades una actitud de solidaridad hacia los judíos.

  3. Agradecemos a nuestros interlocutores judíos en el diálogo, quienes, a pesar de la Shoah, estuvieron y están dispuestos a encontrarse con nosotros. Valoramos la paciencia con la que corrigen nuestros prejuicios y apreciamos el hecho de que nuestra fe se vea enriquecida a través del estudio en común de la Escritura y a través de la experiencia de la tradición judía viviente.
     

  4. Ratificamos el entendimiento que hemos alcanzado mediante el encuentro con los judíos y la revisión de nuestro discurso teológico:
     

    1. Damos testimonio del único Dios, creador del cielo y de la tierra, el Dios de Israel, a quien los cristianos confesamos como Padre de Jesucristo.
       

    2. Creemos que ese Dios sigue siendo por siempre fiel a la alianza con su pueblo.
       

    3. El Antiguo Testamento no ha sido abolido por el Nuevo. Es, como parte del canon bíblico, la base y la fuente de nuestra fe.
       

    4. Las plegarias, la liturgia y las festividades de los cristianos tienen sus raíces, más de lo que se generalmente se reconoce, en la tradición judía, e inversamente, también tuvieron influencia sobre esta.
       

    5. Jesús de Nazareth fue judío, y vivió, a pesar de todas las controversias sobre la verdad, como un judío piadoso. Actuó sobre la base de la tradición judía, y al mismo tiempo, cuestionó fuertemente algunos de sus aspectos. Sin este trasfondo de vínculo y contradicción, es imposible entender el mensaje de Jesús y la fe cristiana.
       

    6. Los cristianos y los judíos viven por la gracia del Dios único.
       

    7. Los cristianos y los judíos tienen como tarea vivir y trabajar con justicia y amor en medio de las naciones en toda la creación.
       

    8. Tanto los cristianos como los judíos se dirigen hacia la meta de la historia, cuando Dios será todo en todos. Confiamos en que haya entonces una comprensión final del camino de Dios hacia su pueblo elegido Israel y hacia nosotros, los cristianos.
       

  5. Rechazamos todo intento destinado a alejar a los judíos de su religión.

    Apoyamos el encuentro entre cristianos y judíos en la escucha mutua de sus testimonios de fe, con respeto hacia la alteridad del otro.

  6. Estamos aprendiendo a honrar las diferencias entre las dos tradiciones religiosas, así como a regocijarnos en nuestra redescubierta similitud. Entendemos que los conceptos centrales de "elección", "ley/Torah", "justificación" o "Mesías" tienen significados diferentes en ambas tradiciones.

    Para una relación apropiada entre cristianos y judíos, es igualmente necesario aceptar las diferencias y descubrir las semejanzas.

  7. Concluimos que la renovación de nuestra fe y nuestra teologia que alcanzamos en el encuentro con el judaísmo sigue siendo una tarea central para la Iglesia. Esta percepción debe ser trasladada a la vida eclesial.
     

    1. El Sínodo de la Iglesia Evangélica Luterana del Norte del Elba se propone agregar en el preámbulo de su constitución lo siguiente:

      "La Iglesia Evangélica Luterana del Norte del Elba da testimonio de la fidelidad de Dios, que mantiene su alianza con su pueblo Israel. Atendiendo a los mandatos de Dios y en la esperanza del cumplimiento del gobierno de Dios, la Iglesia está vinculada al pueblo de Israel."

    2. Pedimos a nuestras congregaciones, agencias de servicios sociales y otras instituciones de Hamburgo y Schleswig-Holstein cultivar solícitamente las relaciones con la comunidad judía y desarrollarlas en una armónica convivencia.
       

    3. Pedimos que todas las personas que intervienen en actividades comunitarias, pedagógicas y de predicación se aseguren de que los textos de la Iglesia no expresen ni fomenten el antijudaísmo.
       

    4. Pedimos a las facultades de teología y a los institutos de enseñanza de la Iglesia, así como a los directivos de la NEK (Nordelbische Evangelisch- Lutherische Kirche), que se ocupen de que la enseñanza sobre el judaísmo y las cuestiones del diálogo judeo-cristiano se tengan suficientemente en cuenta en la eduación teológica y en los exámenes. También pedimos que se dé mayor apoyo al otorgamiento de becas y prácticas en Israel.
       

    5. Pedimos a la EKD y a la VELKD (Vereinigte Evangelisch-Lutherische Kirche in Deutschland) que continúen los fructíferos estudios teológicos de las últimas décadas.
       

    6. Exhortamos a todas las congregaciones y grupos, así como a las instituciones de la NEK encargadas de la educación y el perfeccionamiento, a estudiar intensamente los temas vinculados al judaísmo y al diálogo judeo-cristiano, y considerarlo como una tarea permanente.
       

    7. Para impulsar esto, se necesita un responsable administrativo de tiempo completo para el diálogo judeo-cristiano.

Agradecidos por la profundización de nuestra fe, alabamos a Dios con palabras del Salmo 36: Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo, tu fidelidad, hasta las nubes.


Esta declaración es el resultado del intenso diálogo judeo-cristiano llevado a cabo en la segunda mitad del siglo XX, y forma parte de un nuevo proceso de reflexión que también tiene lugar dentro de la oikoumene cristiana en todo el mundo. El Sínodo de la Iglesia Evangélica Luterana del Norte del Elba es consciente del hecho de que esta declaración se aprueba en una situación en que hay una escalada de violencia en el Medio Oriente y el terrorismo alcanza proporciones devastadoras. El Sínodo convoca a orar por aquellos que están directamente afectados por la guerra y el terrorismo, así como por una solución justa en el conflicto entre israelíes y palestinos.

La declaración se refiere en particular a la relación bíblicamente fundada entre cristianos y judíos. Expresa la esperanza de que promueva el respeto por la fe y la dignidad de todos los seres humanos y una coexistencia pacífica entre todos los pueblos.

Rendsburg, 22 de septiembre de 2001


(Traducción del
inglés : Silvia Kot)
 



 

UNA OBLIGACIÓN SAGRADA
Repensar la fe cristiana en relación con el
judaísmo y el pueblo judío

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Declaración del Grupo de Académicos Cristianos para
las relaciones cristiano-judías (USA)
(Christian Scholars Group on Christian-Jewish Relations)
1 de septiembre de 2002

Desde sus comienzos en 1969, el Grupo de Académicos Cristianos (Christian Scholars Group) intentó desarrollar teologías cristianas más adecuadas para la relación de la Iglesia con el judaísmo y el pueblo judío. A lo largo de tres décadas, y bajo diversos patrocinios, miembros de nuestra asociación de biblistas, historiadores y teólogos protestantes y católicos publicaron muchos trabajos sobre las relaciones cristiano-judías.

Nuestra tarea tiene un contexto histórico. Durante la mayor parte de los últimos dos mil años, los cristianos describieron erróneamente a los judíos como infieles y colectivamente responsables de la muerte de Jesús y, por lo tanto, maldecidos por Dios. En coincidencia con muchas declaraciones oficiales cristianas, rechazamos esta acusación por ser históricamente falsa y teológicamente no válida. Insinúa que Dios puede ser infiel a la alianza eterna con el pueblo judío. Reconocemos con vergüenza el sufrimiento que causó al pueblo judío esa descripción distorsionada. Nos arrepentimos de esa enseñanza del desprecio. Nuestro arrepentimiento nos exige construir una nueva enseñanza del respeto. Esta tarea es importante en todo momento, pero la terrible crisis del Medio Oriente y el peligroso resurgimiento del antisemitismo a nivel mundial le confiere una particular urgencia.

Creemos que revisar la enseñanza cristiana sobre el judaísmo y el pueblo judío es una obligación central e ineludible de la teología de nuestro tiempo. Es fundamental que el cristianismo entienda y represente al judaísmo con precisión, no sólo como un hecho de justicia hacia el pueblo judío, sino también por la integridad de la fe cristiana, que no podemos proclamar sin referencia al judaísmo. Por otra parte, como existe entre el cristianismo y el judaísmo un vínculo singular, revitalizar nuestra apreciación de la vida religiosa judía profundizará nuestra fe cristiana. Basamos estas convicciones en la investigación académica actual y en las declaraciones oficiales de muchas Iglesias cristianas en los últimos cincuenta años.

Agradecemos la buena voluntad de muchos judíos para dialogar y estudiar junto con nosotros. Lo celebramos cuando, el 10 de septiembre de 2000, estudiosos judíos patrocinados por el Instituto de Estudios Cristianos y Judíos de Baltimore emitieron una declaración histórica, Dabru Emet: una declaración judía sobre los cristianos y el cristianismo. Ese documento, refrendado por importantes rabinos y académicos judíos, exhortaba a los judíos a reexaminar su comprensión del cristianismo.

Alentados por el trabajo de colegas judíos y cristianos, ofrecemos a la consideración de nuestros hermanos cristianos las siguientes diez declaraciones. Instamos a todos los cristianos y cristianas a reflexionar sobre su fe a la luz de estas declaraciones. Para nosotros, se trata de una obligación sagrada.

1. La alianza de Dios con el pueblo judío es para siempre.

Durante siglos, los cristianos reivindicaron que su alianza con Dios superaba o sustituía a la alianza judía. Renunciamos a esa reivindicación. Creemos que Dios no revoca las promesas divinas. Afirmamos que Dios está en alianza tanto con los judíos como con los cristianos. Trágicamente, la teología de la sustitución está profundamente arraigada y sigue influyendo en la fe, la práctica y la liturgia cristianas, aun cuando fue repudiada por muchas Iglesias cristianas, y muchos cristianos han dejado de aceptarla. Nuestro reconocimiento de la validez permanente del judaísmo tiene implicancias para todos los aspectos de la vida cristiana.

2. Jesús de Nazareth vivió y murió como un judío fiel.

Los cristianos rinden culto al Dios de Israel en y a través de Jesucristo. Sin embargo, durante siglos la teología de la sustitución llevó a los cristianos a referirse a Jesús como un opositor al judaísmo. Eso es históricamente incorrecto. El culto, la ética y la práctica del judaísmo moldearon la vida y las enseñanzas de Jesús. Las escrituras de su pueblo lo inspiraron y lo nutrieron. La enseñanza y la prédica cristianas de hoy deben mostrar que la vida terrenal de Jesús forma parte de la continua búsqueda judía de vivir la alianza de Dios en la vida cotidiana.

3. Las antiguas rivalidades no deben definir las relaciones cristiano-judías de hoy.

Aunque en la actualidad conocemos al cristianismo y al judaísmo como religiones separadas, durante muchas décadas posteriores al ministerio y la resurrección de Jesús, lo que llegó a ser luego la Iglesia fue un movimiento dentro de la comunidad judía. La destrucción del Templo de Jerusalén por los ejércitos romanos en el año 70 del primer siglo, produjo una crisis en el pueblo judío. Varios grupos, entre ellos el cristianismo y el primer judaísmo rabínico, competían por el liderazgo de la comunidad judía, reivindicándose como los verdaderos herederos del Israel bíblico. Los evangelios reflejan esa rivalidad, en la cual los contendientes intercambiaban diversas acusaciones. Los cargos cristianos de hipocresía y legalismo desfiguran al judaísmo, y constituyen un fundamento indigno para la autocomprensión cristiana.

4. El judaísmo es una fe viva, enriquecida por muchos siglos de desarrollo.

Muchos cristianos identifican erróneamente al judaísmo con el Israel bíblico. Pero el judaísmo, al igual que el cristianismo, ha desarrollado nuevas modalidades de creencia y práctica en los siglos que siguieron a la destrucción del Templo. La tradición rabínica dio un nuevo énfasis y una nueva interpretación a prácticas existentes, como el rezo comunitario, el estudio de la Torah, y las acciones de caridad. Así los judíos pudieron vivir la alianza en un mundo sin Templo. A través del tiempo desarrollaron un extenso cuerpo de literatura interpretativa que sigue enriqueciendo la vida judía, su fe y su autocomprensión. Los cristianos no pueden entender acabadamente al judaísmo separado de su desarrollo post-bíblico, que puede también hacer progresar y enriquecer la fe cristiana.

5. La Biblia une y separa al mismo tiempo a judíos y cristianos.

En el proceso de estudiar juntos la Biblia, algunos judíos y cristianos están descubriendo en la actualidad nuevas formas de lectura que permiten una apreciación más profunda de ambas tradiciones. Aunque las dos comunidades se nutren de los mismos textos bíblicos del antiguo Israel, han desarrollado diferentes tradiciones de interpretación. Los cristianos miran esos textos a través de la lente del Nuevo Testamento, mientras que los judíos entienden esas escrituras a través de las tradiciones del comentario rabínico.

Llamar a la primera parte de la Biblia Cristiana “Antiguo Testamento” puede sugerir erróneamente que esos textos están obsoletos. Algunas expresiones alternativas como “Biblia Hebrea”, “Primer Testamento” o “Testamento compartido”, aunque también son algo problemáticas, pueden expresar mejor la nueva apreciación de la Iglesia sobre la fuerza que siguen teniendo esas escrituras para los judíos y para los cristianos.

6. Afirmar la permanencia de la alianza de Dios con el pueblo judío tiene consecuencias para la interpretación cristiana de la salvación.

Los cristianos encuentran el poder salvífico de Dios en la persona de Jesucristo, y creen que ese poder es ofrecido en él a todas las personas. Por eso, durante siglos, los cristianos han enseñado que sólo a través de Jesucristo se alcanza la salvación. Al darse cuenta recientemente de que la alianza de Dios con el pueblo judío es eterna, los cristianos pueden reconocer ahora en la tradición judía el poder redentor de Dios en acción. Si los judíos, que no comparten nuestra fe en Cristo, se encuentran en una alianza salvífica con Dios, entonces los cristianos necesitan nuevas formas de entender el significado universal de Cristo.

7. Los cristianos no deben intentar convertir a los judíos.

Dada nuestra convicción de que los judíos tienen una alianza eterna con Dios, renunciamos a cualquier intento de misión para convertir a los judíos. Al mismo tiempo, celebramos toda oportunidad en que judíos y cristianos puedan dar testimonio sobre sus respectivas experiencias de los caminos salvíficos de Dios. Nadie puede legítimamente asegurar que posee el conocimiento de Dios en forma completa o exclusiva.

8. La liturgia cristiana que enseña el desprecio hacia los judíos deshonra a Dios.

El Nuevo Testamento contiene pasajes que a menudo han generado actitudes negativas hacia los judíos y el judaísmo. El uso de esos textos en la liturgia aumenta la probabilidad de hostilidad hacia los judíos. La teología antijudía cristiana también influyó en la liturgia en formas que denigran al judaísmo y fomentan el desprecio hacia los judíos. Exhortamos a los dirigentes eclesiales a revisar las lecturas públicas de la escritura, las oraciones, la estructura de los leccionarios, las prédicas y los cantos, para eliminar de ellos toda imagen distorsionada del judaísmo. Una reforma de la vida litúrgica cristiana expresará una nueva relación con los judíos, y de ese modo honrará a Dios.

9. Afirmamos la importancia de la tierra de Israel para la vida del pueblo judío.

La tierra de Israel ha tenido siempre un significado central para el pueblo judío. Sin embargo, la teología cristiana acusó a los judíos de haberse condenado a sí mismos a no tener un hogar por haber rechazado al Mesías de Dios. Esa actitud excluía toda posibilidad de que los cristianos entendieran el apego de los judíos a la tierra de Israel. Los teólogos cristianos no pueden seguir eludiendo este tema crucial, especialmente a la luz del complejo y persistente conflicto sobre esa tierra. Reconociendo que tanto los israelíes como los palestinos tienen derecho a vivir en paz y seguridad en una patria propia, exhortamos a realizar todos los esfuerzos que contribuyan a una paz justa entre todos los pueblos de la región.

10. Los cristianos deben trabajar junto con los judíos por el mejoramiento del mundo.

Durante casi un siglo, judíos y cristianos de los Estados Unidos han trabajado juntos en importantes cuestiones sociales, tales como los derechos de los trabajadores y los derechos civiles. A medida que se intensifican en nuestro tiempo la violencia y el terrorismo, debemos reforzar nuestros esfuerzos comunes en la tarea de justicia y paz a la que nos convocan tanto los profetas de Israel como Jesús. Estos esfuerzos comunes de judíos y cristianos ofrecen una imagen de solidaridad humana y proporcionan modelos de colaboración con las personas de otras tradiciones religiosas.

Firmado por miembros del
Grupo de Académicos Cristianos para las relaciones cristiano-judías
 
Dr. Norman Beck
Poehlmann Professor of Biblical Theology and Classical Languages
Texas Lutheran University
Seguin, Texas
Dr. Mary C. Boys, SNJM
Skinner & McAlpin Professor of Practical Theology
Union Theological Seminary
New York City, New York
Dr. Rosann Catalano
Roman Catholic Staff Scholar
Institute for Christian & Jewish Studies
Baltimore, Maryland
Dr. Philip A. Cunningham
Executive Director
Center for Christian-Jewish Learning
Boston College
Chestnut Hill, Massachusetts
Dr. Celia Deutsch, NDS
Adj. Assoc. Prof. of Religion
Barnard College/Columbia University
New York City, New York
Dr. Alice L. Eckardt
Professor emerita of Religion Studies
Lehigh University
Bethlehem, Pennsylvania
Dr. Eugene J. Fisher
U.S. Conference of Catholic Bishops’ Committee for Ecumenical and Interreligious Relations
Washington, D. C.
Dr. Eva Fleischner
Montclair [NJ] State University (emerita)
Claremont, California
Dr. Deirdre Good
General Theological Seminary of the Episcopal Church
New York City, New York
Dr. Walter Harrelson
Distinguished Professor emeritus of Hebrew Bible
Vanderbilt University
Nashville, Tennessee
Rev. Michael McGarry, CSP
Tantur Ecumenical Institute
Jerusalem
Dr. John C. Merkle
Professor of Theology
College of St. Benedict
St. Joseph, Minnesota
Dr. John T. Pawlikowski, OSM
Professor of Social Ethics
Director, Catholic-Jewish Studies Program
Catholic Theological Union
Chicago
Dr. Peter A. Pettit
Institute for Christian-Jewish Understanding
Muhlenberg College
Allentown, Pennsylvania
Dr. Peter C. Phan
The Warren-Blanding Professor of Religion and Culture
The Catholic University of America Washington, D.C.
Dr. Jean-Pierre Ruiz
Associate Professor and Chair
Dept. of Theology and Religious Studies
St. John's University, New York
Dr. Franklin Sherman
Associate for Interfaith Relations
Evangelical Lutheran Church in America
Allentown, Pennsylvania
Dr. Joann Spillman
Professor and Chair
Dept. of Theology and Religious Studies
Rockhurst University
Kansas City, Missouri
Dr. John T. Townsend
Visiting Lecturer on Jewish Studies
Harvard Divinity School
Cambridge, Massachusetts
Dr. Joseph Tyson
Professor emeritus of Religious Studies
Southern Methodist University
Dallas, Texas
Dr. Clark M. Williamson
Indiana Professor of Christian Thought emeritus
Christian Theological Seminary
Indianapolis, Indiana
Los instituciones son mencionadas sólo para identificar a los firmantes del documento.

(Traducción del inglés: Silvia Kot)