EL «MAS ALLÁ DE LA MUERTE» EXISTE 

Los testimonios sobre Jesús no se detienen en la tumba; afirman que 
la cosa tuvo su continuación. Jesús estaba convencido de «un más allá 
de la muerte»; si no, la elección que hizo de aquel camino hubiera sido 
absurda. El paso a través de la muerte que provocaría su propio 
florecimiento, lo veía también como el lugar en que se realizaría la 
floración de vida para toda una multitud: era el modo que El había 
descubierto para que pudiera comunicarse a todos el dinamismo del 
Reino. Los testigos nos dicen: «Jesús ha resucitado. Le hemos vuelto a 
ver vivo». 
De esta convicción nacieron los cristianos: sin ella, jamás hombres y 
mujeres se hubieran puesto en camino siguiendo a Jesús. Todo 
hubiera quedado en las sombras de la muerte. ¿Cómo hubieran podido 
volverse a poner en pie aquellos hombres que cobardemente habían 
huido cuando le apresaron, aquellos compañeros que le habían dejado 
morir solo en la cruz, que estaban machacados por la vergüenza de su 
deserción y por el trágico fin de sus esperanzas? 

Le vieron 
¿En qué se fundó su convencimiento de que Jesús muerto volvía a 
estar vivo y presente entre ellos? Los Evangelios nos dan dos 
indicaciones: encontraron vacía la tumba en que Jesús había sido 
enterrado; pero sobre todo, muchos discípulos le han visto vivo 
después de su muerte. Aquellos hombres, dispersados por la muerte 
de Jesús, tuvieron una experiencia, en lugares diferentes y sin 
coordinación previa, que explican diciendo que han «visto» a Jesús. 
Estas experiencias duraron sólo un tiempo determinado; son únicas en 
su forma; se produjeron sin ninguna conexión entre sí, no era una vida 
continuada con Jesús, sino visitas cuya iniciativa estaba en manos de 
Jesús. 
La tradición era muy precisa a este respecto y Pablo la resume en 
una carta suya escrita el año 55; es el testimonio más antiguo con que 
contamos acerca de la resurrección de Jesús: «Desde el comienzo os 
he transmitido lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros 
pecados según las Escrituras, fue sepultado, y según las mismas 
Escrituras, resucitó al tercer día y se apareció a Pedro, luego a los 
Doce, después a más de 500 hermanos a la vez, de los cuales algunos 
ya han muerto, pero la mayor parte viven todavía». 
En los Evangelios estas visitas de Jesús están siempre construidas 
sobre un mismo esquema: se presenta de improviso, ellos se admiran, 
titubean, algunos dudan; luego, gracias a un signo, a una palabra, la 
duda se desvanece y cede su lugar a un absoluto convencimiento; 
tienen la seguridad de haberlo encontrado de nuevo; este 
convencimiento engendra en ellos una esperanza indestructible, el 
odio, la injusticia, el dinero, el menosprecio que poco antes habían 
machacado a Jesús han quedado vencidos con su muerte. La Vida y el 
Amor triunfan con Jesús vivo. La victoria es, por tanto, posible: el 
manantial existe; el universo nuevo de Dios no es una ilusión: Jesús 
resucitado es su garantía. 
J/RS-EFECTOS:Como efecto de estos encuentros, ellos se 
transforman en hombres nuevos. Se renueva el contacto personal con 
Jesús, pero a unos niveles de profundidad que jamás habían 
alcanzado: la confianza, el ánimo, el espíritu de iniciativa de Jesús les 
penetra ahora a ellos hasta tal punto que se convierten en animadores 
de un movimiento que ya nadie podrá parar, ni las persecuciones, ni 
los fracasos, ni las divisiones. Ciertamente, algo, una experiencia única 
ha transformado a estos hombres; ellos afirman que ha sido el 
reencuentro con Jesús vivo después de su muerte. Se trata de un 
hecho histórico, es decir, de algo que ha cambiado la historia y el curso 
de los acontecimientos del mundo. 

La venida del Espíritu 
Aquella manera de ver a Jesús vivo cesó como experiencia original: 
de esto también dan testimonio los textos. Hubo una ocasión en que le 
vieron por última vez. Pero afirmaron también que su presencia 
continuaba habitando en el mundo: «Yo estoy con vosotros para 
siempre, hasta el fin del mundo», les dijo Jesús en esta última visita 
(/Mt/28/20). 
Lo que habían descubierto en Jesús: un entusiasmo, un amor, una 
vitalidad, un fuego, experimentaron haberlo recibido también ellos 
desde entonces: habían participado de su Espíritu; era como un regalo 
que Jesús les había hecho; el poder de renovación que estaba 
encarnado en Jesús les habitaba ahora a ellos. ¡A pesar de que ellos le 
habían abandonado, renegado y traicionado tan cobardemente!: señal 
de que el perdón era total y se daba a todos gratis. 
Cincuenta días después de los acontecimientos de la Pascua, en la 
fiesta de Pentecostés, estaban reunidos y se apoderó de ellos el 
Espíritu de Cristo: fueron sumergidos (bautizados) como en un fuego; 
el poder del Espíritu ardía en ellos y a afectos de su impulso se lanzan 
a la calle y comienzan a anunciar la Buena Noticia: la aventura no 
terminará ya nunca. Llaman a cuantos encuentran a integrar la 
comunidad en la que se ofrece a todos gratuitamente el perdón, el 
fuego del Espíritu y la esperanza de un mundo nuevo. En adelante, 
mediante la comunidad, todos podrán adherirse a Cristo y recibir su 
poder renovador. 
La aventura humana de Jesús ha revelado a los hombres un secreto: 
este mundo nuestro está habitado por un amor infinito que se ofrece a 
cada hombre para que pueda vivir realmente, y a todos para que 
puedan desarrollarse juntos indefinidamente y puedan construir un 
mundo nuevo: acoger a Jesús, su mensaje, su vida y su Espíritu, es 
adherirse conscientemente a este significado del mundo, es abrirse a 
una vida que desborda por todas partes, es aceptar la amistad de Dios 
como compañía para construir un mundo de hermanos. 
Por su vida más allá de la muerte, Jesús reúne a todos los hombres: 
el Reino, el «universo nuevo de Dios» es una proposición hecha a 
todos para ponerle en práctica. E1 itinerario de Jesús, tal y como los 
testigos nos lo han transmitido, nos interroga a todos: como en el 
mismo caso de Jesús, Dios no se impone, sino que se propone como 
una llamada dirigida a los hombres: llamada a la creatividad, a la 
responsabilidad, a la liberación colectiva. Cada hombre da su 
respuesta concreta a esta llamada, en los caminos que elige cada día. 
En los caminos de la vida, es donde siempre sale al encuentro el Dios 
vivo. 

ALAIN PATIN
LA AVENTURA DE JESUS DE NAZARET
COLECCION ALCANCE, 7
SAL TERRAE. SANTANDER-1979. .Págs. 68-71