La Hora de la Glorificación

 

CZ/GLORIA /Jn/02/11:
En el cap. 7 Juan indica: "Todavía Jesús no 
había sido glorificado" (/Jn/07/39). Sólo a partir del cap. 12 se 
empieza a hablar de la glorificación de Jesús: "Ha llegado la hora 
-dice el Señor- de que sea glorificado el Hijo del hombre" 
(/Jn/12/23); y después del lavatorio de los pies, cuando se anuncia 
la traición de Judas, y éste sale del cenáculo para realizar su delito, 
Jesús exclama: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre" 
(/Jn/13/31). Finalmente, en la última oración durante la cena, Jesús 
reza diciendo: "Padre, glorifica a tu Hijo" (/Jn/17/01).
Así pues, esta gloria de Jesús se manifestó al final de su vida, en 
la muerte, en la cruz. Así lo entiende el mismo prólogo del 
evangelio de Juan: "El Verbo se hizo carne y puso su tienda entre 
nosotros -se vino a vivir con nosotros, en nuestras pobres tiendas 
de campaña, para hacerse accesible-, y hemos visto su gloria, 
gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de 
verdad" (/Jn/01/14).
Juan vio esta gloria en el momento en que Jesús, clavado en la 
cruz, después de haber gustado el vinagre, dijo: "Todo está 
cumplido"; en el momento en que uno de los soldados le traspasó 
el corazón con la lanza y salió de él sangre y agua (cf. 19.30-37).
Solamente podemos comprender la manifestación de la gloria de 
Jesús en Caná a partir de la contemplación del crucificado 
traspasado, a partir de su muerte dolorosa en la cruz.
La gloria, de la que tantas veces habla la Escritura, es el 
esplendor de Dios, el desbordamiento de su poder, la riqueza, la 
bondad, la ternura de Dios, que invade la historia. Esto es la gloria: 
el esplendor divino que invade la historia y se hace visible.
En el A.T. la gloria divina es percibida por el hombre en 
grandiosas manifestaciones de la naturaleza: pensemos en los 
truenos, los relámpagos, la tempestad, el terremoto y el fuego del 
Sinaí.
¿Cómo es posible que la plenitud desbordante de Dios se haya 
concentrado toda ella en Jesús y en su cruz? ¿En qué sentido su 
muerte se manifiesta como gloria? ¿Por que llamamos "gloria" al 
fluir de la sangre y el agua del costado de Jesús después del último 
golpe con que se ensañan en su cuerpo torturado? ¿No es, más 
bien, una ignominia, una crueldad, una injusticia o, todo lo más, el 
silencio de Dios sobre la historia? Nosotros comprenderemos el 
misterio de la gloria del Señor partiendo del episodio de Caná y 
releyendo todo el evangelio como una sucesión de pequeños 
signos de la gran gloria de Dios en el Calvario.
-La manifestación de la Gloria en Caná.-En Caná, Jesús, 
gratuitamente, multiplica el vino para alegría de los hombres. Y 
poco después cura al paralítico, multiplica los panes, cura a un 
enfermo, devuelve la vista al ciego de nacimiento, resucita a 
Lázaro.
Así pues, la gloria de Dios consiste en que el hombre viva, en 
que no muera, en que goce, en que no sufra ni esté triste. La gloria 
de Dios es la alegría del hombre. Dios es Aquel que se 
compromete hasta el fondo por nuestra alegría; es el que se 
entrega por completo para rescatarnos de nuestra tristeza, el que 
toma sobre sí nuestros dolores, el que carga con ellos, el que no 
pone límites a la manifestación de su amor por nosotros, por cada 
uno de nosotros.
Por eso podemos intuir algo del misterio de la gloria 
contemplando a Jesús que muere en la cruz. El momento 
culminante de la gloria de Dios, el momento en que su gloria se 
revela de manera luminosa, insuperable, es cuando Jesús acepta 
voluntariamente la muerte por amor al hombre, para comunicarle el 
Espíritu, para salvarlo del pecado, para devolverle la vida y la paz. 
Ahora ya no podemos dudar de que Dios nos ama hasta el fin.
La cruz es el signo supremo de la ternura de Dios y, por tanto, 
de su gloria.

CARLO M. MARTINI
LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO
Meditaciones para los jóvenes
Sal Terrae. Santander 1989.Pág. 51 ss.