IV.-  CRISTOLOGIA   SISTEMATICA.

        4.1.- CRISTOLOGÍA  FUNDAMENTAL.

 

a)      ¿Cómo proyectar una cristología hoy?.

 

El agrupamiento sistemático de los datos surgidos en la investigación se puede establecer en tres etapas sucesivas: en primer lugar los criterios fundamentales de la sistematización cristológica; seguidamente, sus características generales; y finalmente, trazaremos sus puntos céntricos.

I/ Criterios generales.

 

-         Cristocéntrico.- establece que la cristología debe colocar como centro suyo y punto de partida a Jesucristo en su realidad concreta, o sea en su historia, los misterios de su vida. Dicho criterio impone tomar en serio que Jesucristo es la definitiva palabra salvífica de Dios a los hombres, y que lo es en su realidad concreta.

-         Soteriológico.- según el cual se establece que el discurso sobre la persona de Cristo no puede desvincularse de su actividad salvífica.

-         Contemporaneidad.- que supone la atención a la mentalidad contemporánea, a nuestra sensibilidad religiosa, pues también nosotros somos hijos de nuestro tiempo.

Ii/.- Características de la sistematización.

                       Aquí tenemos que aclarar qué tipo de cristología intentamos desarrollar, hoy se habla de una cristología trascendente, ascendente, y descendente. ¿Por qué criterio optar?. Estimamos que los tres procedimientos son válidos. Si bien, hay que recordar la necesidad de situar el discurso sobre Cristo en el marco de la historia de salvación.

                        Iii/.- Redacción del proyecto.

                       En la exposición recorremos tres etapas:

-         Aproximación a la realidad misteriosa de Jesús:

·        ¿Quién es Jesús?.

·        ¿Qué ha hecho Jesús?.

·        ¿Cuáles son los títulos de Jesús?.

-  Profundización teológica, pasando a reflexionar sobre:

·        La obra salvífica de Jesús.

·        La encarnación del Hijo de Dios.

·        La psicología humana de Cristo: el conocimiento, la conciencia, la voluntad, la santidad.

·        La unión hipostática.

-         La importancia de la investigación teológica sobre Cristo.

 

b)      Elementos de una cristología fundamental.

                     

                        Se trata de una especie de introducción a la cristología, que en cierta medida acredita la exposición dogmática sobre Cristo y pretende subrayar su importancia, y que al mostrar lo razonable de la fe en Jesucristo, le brinda a la misma fe un sólido fundamento. A veces se le llama también "cristología antropológica" porque descubre el fundamento en la existencia del hombre; o también cristología trascendental, porque se apoya en la necesidad de que el hombre, para resolver el problema del sentido de su vida, se trascienda a sí mismo y la realidad, es decir, postule una respuesta a sus interrogantes fundamentales que esté más allá de sus legítimas expectativas.

                        Esta cristología denominada fundamental, ve al hombre como el ser abierto al Absoluto; como quien desde la situación concreta en que vive se siente impulsado a trascenderse, a buscar la solución a sus problemas vitales más allá de sí mismo, en una autocomunicación de Dios en la historia humana, autocomunicación realizada mediante un salvador definitivo. Las experiencias que le dan al hombre la conciencia de esta apertura suya a Dios son, según Rahner, tres:

-         La experiencia del amor al prójimo.

-         La de la muerte.

-         La esperanza de una plena realización de sí mismo.

                    

                      I/ Líneas básicas.

                      En la línea de enseñanza de Rahner, podemos situar el punto de partida de esta cristología fundamental en la apertura del hombre a los valores cristianos, o sea de la correspondencia que el hombre encuentra entre sus expectativas más profundas y los valores que el cristianismo propone.

                        Así recurrimos al concepto existencial, con referencia al pensamiento de M. Heidegger, para referir desde el punto de vista teológico que este modo de comprender la realidad humana parece conforme con la enseñanza de la fe acerca de la superioridad del hombre respecto a las cosas y que por ello puede ser legítimamente usado para expresar el misterio de la persona humana. Seguidamente basándonos en la revelación, se da una orientación al fin sobrenatural al que Dios destina a todo hombre. Esta búsqueda de sentido está secretamente guiada y estimulada por la gracia, bajo cuya influencia se encuentra todo hombre por don absolutamente gratuito de Dios. La apertura del hombre a Dios y la solicitación de la gracia constituyen justamente el existencial sobrenatural.

                        Tres son las experiencias humanas fundamentales , que más que ninguna otra muestran la trágica finitud de la existencia humana:

-         La incapacidad de amar.

-         Lo precario del compromiso por el bien.

-         Lo incompleto de todo proyecto humano.

                       Precisamente profundizando estas experiencias, todo hombre que reflexiona se siente inducido a abrigar la temeraria esperanza de que esta tendencia hacia lo trascendente, esta apertura al infinito, pueda verse finalmente satisfecha por una autocomunicación del Trascendente y del Infinito.

 

                        Ii/ Observaciones críticas.

                       La referencia a la experiencia humana, la búsqueda del sentido de la existencia, es pués indispensable, pero no representa el criterio definitivo de la cristología fundamental, porque esta se apoya, en último análisis, en una lectura de la experiencia que de algún modo hace referencia a la fe cristiana, y por tanto está regulada por la fe de la Iglesia. Así pues, también en la cristología fundamental el criterio interpretativo indispensable es la experiencia eclesial. Y su itinerario se presenta construido sobre la pauta de la revelación, ya que está pensada en un ámbito de la fe, desde un diálogo asiduo entre dato de fe y experiencia creyente de cada día.

                        En virtud del marco de fondo apuntado, la cristología fundamental se presenta globalmente fiable. Si bien, no exenta del riesgo al que semejante procedimiento está expuesto, que consiste esencialmente en no subrayar adecuadamente la gratuidad de lo sobrenatural.

 

4.2.- JESUS, VERDADERO HOMBRE Y VERDADERO DIOS.

 

a)      Jesús, uno de nosotros.

       

                       En nuestros días surge un renovado interés por la figura de Jesús. Hoy la continuidad entre el Jesús del Kerigma y el de la historia es un dato comunmente admitido y se observa una notable floración de investigaciones sobre el judaísmo intertestamentario que ofrecen el marco histórico en el que se ubica la figura de Jesús  (ambiente social, aspecto físico, carácter, cualidades morales, actitud humana, emotividad, la obediencia al Padre, su condición de judío, sus relaciones con las facciones del judaísmo de su tiempo - los esenios, fariseos y saduceos- etc). Con todo, Jesús se presenta como alguien que concibe su vida como servicio a Dios y a los hermanos, o más exactamente como servicio a los hermanos por amor a Dios. Vió en el amor a los hermanos la "regla de oro" de su vida y de la vida de sus discípulos. Ama al prójimo como a ti mismo (Mt. 22, 39), no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan (Mt. 7,12).

                        Jesús se acercó a los hombres amándolos hasta el fin (Jn. 13,1) y enseñándoles a hacer lo mismo. Su religiosidad le posibilita una profunda disponibilidad al sacrificio. Su relación con Dios es asídua, la oración ocupa realmente el puesto central de su vida. Jesús pasa a menudo las noches en oración, se retira aparte a orar. La oración era su actitud habitual (Mc. 1, 35; Lc. 5,16).

 

b)      Jesús, el salvador.

 

                        Jesús se presenta como el mesías prometido y esperado por Israel; pero purifica la concepción mesiánica entonces corriente de las superestructuras introducidas por las vicisitudes histórico-políticas de la época, dando preferencia al mesianismo del siervo paciente de los cantos de Isaías.

                        Jesús era consciente del valor salvífico de su muerte, que expresa durante la última cena (Lc. 22, 25-27). Así pués Jesús ofreció libremente su vida por la salvación de los hombres muriendo en la cruz. Lo hizo depositando toda su esperanza en el Padre, el cual aceptó su sacrificio y lo resucitó. La resurrección, previamente anunciada por Jesús y predicada desde el principio por sus discípulos, es la coronación de la obra salvífica y la culminación del plan de Dios.

                        El Resucitado se convierte en principio de salvación para todos los hombres, ejerce su dominio sobre toda la realidad, sobre las potencias angélicas, sobre los hombres y sobre el cosmos. En particular, cuantos creen en él están envueltos en su muerte y en su resurrección, en el sentido de que deben eliminar el pecado de su vida y seguir a Jesús (Rom. 6, 2-11).

                        Igualmente Jesús resucitado le da a su Iglesia el Espíritu Santo, el Defensor, el que puede conducir a la plena posesión de la verdad enseñada por Jesús, el que enseña a orar, el que comunica los mismos sentimientos de Cristo, y que habitando en el corazón de los creyentes, los santifica e introduce en la comunión de vida con Dios.

                        También sobre la identidad de Jesús, sacamos de los evangelios otra enseñanza desconcertante: ¡es el Hijo de Dios!.

                        En efecto, el mensaje central de que es portador es el de una especial paternidad de Dios respecto a él. Jesús se dirige a él llamándole "Abba" (papá), designación que denota suma familiaridad y confianza.

                        La dignidad divina de Jesús aparece con evidencia cuando se atribuye de modo explícito el título de Hijo (Mt. 11, 25-27 - el llamado "himno de júbilo"-).

 

c)      Los misterios de la vida de Jesús.

 

                        El intento de hacer una exposición cristológica más fiel a la revelación lleva directamente a considerar los misterios de la vida de Jesús, sus momentos centrales.

                        De tal manera que cuando se abordan los misterios de la vida de Jesús, se hace un recorrido desde la encarnación, la vida oculta y las etapas centrales de su misterio: bautismo, tentación, milagros, trasfiguración, y finalmente, el misterio pascual -muerte, resurrección y ascensión- aludiendo a pentecostés.

                        Jesús en persona es misterio por excelencia, constituye su vida en conjunto un gran misterio.

 

                        I/ El misterio de la encarnación.

                       El primer acontecimiento de la historia de Jesús, el hacerse hombre el Verbo, se sitúa a la vez en la eternidad y en el tiempo. Y hay que verlo también desde la perspectiva intratrinitaria, que constituida como relación de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, también la encarnación ha de entenderse como una dilatación del amor divino.

                        El Nuevo Testamento enseña que el motivo del rebajamiento de Dios al encarnarse en la humanidad del Hijo, es triple:

-         El Verbo se hizo carne por un amor al Padre que rebasa toda comprensión humana y que se revela en una actitud de total obediencia.

-         También  se encarnó por amor a los hombres, se despojó de su riqueza haciéndose pobre para enriquecer a los hombres convertidos en hermanos suyos.

-         Se hizo hombre para revelar del modo más concreto el amor que el Padre profesa a la humanidad pecadora.

                      Si el Verbo se hubiese manifestado con la gloria divina, el hombre, que es finito, no hubiera podido entender su testimonio; si el Verbo no se hubiese manifestado en el rebajamiento de la cruz, el hombre, que es pecador, no hubiera entendido nunca la ternura del amor que Dios le profesa.

 

                        Ii/ Los misterios de la infancia de Jesús.

                       Jesús aparece profundamente insertado en la historia del pueblo hebreo (es el heredero y el realizador de las promesas hechas a Abraham y su descendencia). Y en él se recapitula también la historia de la humanidad entera. El evangelio dice que Dios quiso hacerse hombre escogiendo a María, una virgen que, permaneciendo tal, fuese la madre de Jesús, y advierte con suma discreción que ello ocurrió por obra del Espíritu Santo (Mt. 1, 20).

                        Ha de contarse entre los misterios de su infancia, también, con el misterio de su nacimiento que llama la atención sobre la pobreza y el ocultamiento del Salvador, lo mismo que sobre la fe y el amor de los humildes que le acogieron; la adoración de los magos, muestra en cambio la universalidad de la salvación y su rechazo por parte de los poderosos; finalmente, la circuncisión y la imposición del nombre subrayan fuertemente la sumisión de Jesús a la ley; el misterio de la presentación de Jesús en el templo, su significado; el misterioso hallazgo de Jesús a los doce años en el templo de Jerusalen, que presenta el primer testimonio de la conciencia de Jesús sobre su filiación divina.

 

                        Iii/ Bautismo y tentaciones, milagros y trasfiguración.

                        El bautismo de Jesús tiene un primer valor de vocación profética (su vida no le pertenece, está totalmente al servicio del mensaje de salvación que anuncia), por tanto supone una consagración especial de Jesús, una unción del Espíritu Santo, que le capacita para el ministerio de la palabra y para el sacrificio de sí mismo a que está destinado (supone un segundo nacimiento de Cristo), suponiendo un envío que da paso al comienzo de la revelación al mundo del Hijo de Dios.

                        En cuanto a las tentaciones de Jesús presenta un misterio muy rico también en significados, que en definitiva hace referencia a una experiencia que Jesús vivió, y la describe usando un lenguaje figurado, capaz de impresionar al que le escuchaba. Presentándose Jesús como el centro del designio salvífico, y que la salvación se realiza únicamente a través del servicio de Dios y de la lucha contra cuanto se le opone.

                        Por lo que respecta a los milagros de Jesús, según el Nuevo Testamento tienen dos significados:

-         Son signos de credibilidad.

-         Son signos de salvación que atestiguan la presencia del reino de Dios.

                      Finalmente en cuanto a la trasfiguración de Jesús, sólidamente atestiguado este episodio. Siendo la intención teológica de los relatos, la de manifestar la identidad de Jesús. La gloria de Dios, que está oculta en el hombre de Nazaret, en el maestro que enseña a las multitudes, se manifiesta en el Tabor, revelando que Jesús es el Hijo único de Dios, el Hijo predilecto, o sea el Hijo único. Pero además, es el profeta definitivo, al que es preciso escuchar porque la aceptación de su palabra es discriminante (Mt. 17, 5).

 

d)      El misterio pascual.

 

                        El misterio pascual engloba diversos acontecimientos de la vida de Jesús, concretamente, la pasión y la muerte en cruz, el descendimiento a los infiernos, y finalmente la resurrección, con la que se relaciona la ascensión. Pero para completar plenamente el misterio, habría de aludirse también a pentecostés, que en cierto sentido es igualmente un misterio de la vida de Jesús.

 

                        I/ Pasión y muerte de Jesús.

                       Cristo entendió su misión como la del siervo paciente de que habla Isaías, y numerosos episodios de su vida, como las controversias sobre el sábado, las acusaciones de estar endemoniado, el abandono por parte de las multitudes y de los discípulos, le prepararon ciertamente al choque final con las autoridades político-religiosas.

                        Así la cruz de Cristo le revela al que sabe contemplarla: la ruina del pecado y la gravedad de la rebeldía contra Dios. Pero además de esta enseñanza saludable, aunque siempre dura, habla también de la riqueza de la misericordia divina para con el hombre; Dios, que es dives in misericordia (Ef. 2,4), nos sale al encuentro precisamente en el crucificado y nos salva. Estos dos temas - de la justicia y de la misericordia - se comprenden, en la medida que nos es dado hacerlo, el uno a la luz del otro. En el fondo no somos capaces de apreciar la inmensidad de la misericordia si no comprendemos el odio que siente Dios por el pecado, y no comprendemos plenamente el pecado si no entendemos su amor.

                        Con la entrada en el reino de los muertos, Jesús quiso asociar a sí a la humanidad que se encontraba en una soledad dolorosa y sin esperanza; le concedió participar de su resurrección gloriosa inmediatamente en cuanto al espíritu, y al final de los tiempos en cuanto al cuerpo. Precisar las modalidades del acontecimiento más allá de estas indicaciones generales exige una profundización de la cristología  y de la antropología teológica que está por hacer.

 

                        Ii/ La resurrección de Cristo.

                        La  resurreción  de Cristo  no solo es un hecho absolutamente cierto para la f e  sino tambien un acontecimiento solidamente atestiguado en la historia.. La resurreccion  de Jesus de la muerte  no apunta en modo alguno a una vaga  superviviencia espiritual sino a la vuelta a la vida de la humanidad entera de Cristo, de su alma y de su cuerpo ; se presenta como la conclusion  perfecta de la muerte en cruz, que descubre su recondito significado y muestra la muerte como ofrenda sacrificial, inspirada por amor , que el Padre acepta y ratifica justamente resucitando a Jesus. De  siervo que sufre, Jesus  exaltado ahora y proclamado Mesías glorioso y Señor. La resurrección de Jesús es la clave interpretativa de su muerte, y además ilumina toda su vida.

                        Con la resurrección, Jesucristo se convierte en cabeza de la Iglesia, que es fundada en pascua.

 

                        Iii/Ascension y Pentecostes.

                        La Ascension es un ocultarse Cristo Resucitado sustrayendose a la mirada,o un sustraerse a la mirada ocultandose en la dimension de Dios, que se abre a El  descendiendo.

                             La dimensión de Dios es el Cielo que por lo mismo constituye la meta hacia lo alto del Resucitado. La ascensión es la vuelta definitiva a la dimension escatologica, en la que ya ha entrado con la resurreción gloriosa, se trata de la vuelta del resucitado a si mismo, a su verdadera dimensión y peculiaridad.

                        Este misterio remite a la Iglesia como criatura del espiritu y a su dimensión misionera.

                        Pentecostés manifiesta  claramente la eficacia de la efusion del espíritu santo otorgando el don del espíritu mas plenamente a la Iglesia entera que es poder santificador el  espíritu se manifiesta como alma de la Iglesia, como el corazón de aquel cuerpo misterioso formado por todos los creyentes del que Cristo es la cabeza. El es el que suscita los carismas.

                        Finalmente, Pentecostés revela de forma concreta todo el alcance de la mision  que Jesus  ha confiado a los suyos el dia  de la Ascensión, con Pentecostes se inagura ademas aquel reino de Dios  del que Jesus habia hablado veladamente en el  momento en que estaba para ascender al Cielo. La Iglesia se presenta como las primicias del reino como el camino ordinario querido por Cristo para introducir a los hombres en la comunion con Dios.

                       

e)      Los nombres de Jesús.

 

                        Durante su vida terrena Jesús se atribuyó o dejó que le atribuyeran algunos títulos, que en general explicaban su función a la luz del Antiguo Testamento, y que ya analizamos en otro epígrafe del presente trabajo. Por cuyo motivo vamos a referir una relación de los mismos:

-         Jesús, el maestro.

-         Jesús, sacerdote de la nueva alianza.

-         Jesús, rey.

-         Jesús, el hijo de Dios (Hijo del hombre, Señor, Hijo de Dios, Dios)

                       Los títulos de Jesús atestiguan claramente que las primeras generaciones creyentes entendieron de modo cada vez más profundo el misterio de su persona. Pero detrás de esos numerosos testimonios hemos de ver, la fe de gente que, sostenida por el Espíritu, llegó a proclamar a Jesús como salvador e Hijo de Dios, jugándose la vida por él.

 

                        4.3.- LA  SALVACION, OBRA DE CRISTO.

 

a)      La salvación en el Nuevo Testamento y en la vida de la Iglesia.

 

                        Comenzamos el estudio de la soteriología partiendo de lo que Jesús hizo por nuestra salvación. Partimos, pues, del pro nobis para ir hacia el in se de Jesucristo.

                        La salvación que Cristo le ha concedido al hombre es una realidad compleja, que sólo puede conocerse por aproximaciones sucesivas y complementarias. Este es el procedimiento que encontramos ya en el Nuevo Testamento, y del que no es posible alejarse.

                        I/ La salvación en el Nuevo Testamento.

                       El estudio en el Nuevo Testamento de la salvación ofrecida por Jesús requiere considerar su desarrollo comenzando por los testimonios más antiguos hasta los más evolucionados de Pablo, de la Carta a los Hebreos y de Juan.

                        El anuncio de la salvación contenido en los testimonios más primitivos es en verdad bastante simple, se refiere directamente a la resurrección de Jesús  (Lc. 24, 34; y Mc. 16,6). Pero este anuncio remite claramente al de la muerte de Jesús (respuesta de Dios a la obediencia amorosa y paciente de Cristo). La cruz pues, ha abierto el camino a la gloria de la resurrección (He. 2, 24-32); en virtud de la muerte, Jesús resucitado derrama el Espíritu Santo, trae a los hombres la bendición de Dios y la salvación, la gracia de la conversión y el perdón de los pecados.

                        Así desde el principio los discipulos predicaron la muerte y resurrección de Jesús y su valor salvífico.

                        Por su parte, la enseñanza de Pablo con la noción de "redención" que significa la liberación del hombre del pecado y su vuelta a Dios, merecidas por Cristo a través de su muerte y resurrección.

                        La sangre de Cristo no es un precio que ha de ser pagado al demonio para librar a la humanidad de la esclavitud, ni una reparación de la justicia divina lesionada por el pecado, sino expresión del amor de Dios al hombre pecador.

                        Jesucristo es instrumento de expiación, sólo en cuanto que en él tiene lugar la reconciliación de Dios con el hombre; y es Dios mismo el que, en virtud de la sangre de Cristo, perdona gratuitamente los pecados de la humanidad y establece con ella una nueva alianza que la introduce en la comunión de vida con él. En este marco se puede hablar tambien de sacrificio de Cristo, pues está claro que él derramó su sangre por amor, por obediencia al Padre y solidaridad con los hombres.

                        En la Carta a los Hebreos se recogen muchas partes de la enseñanza paulina, pero introduce también desarrollos característicos relevantes. Se encuentra en ella referencias a la doctrina de la expiación (Heb. 2,17) y de la redención (Heb. 9,12); pero tiene también matices particulares, derivados de la frecuente confrontación con los ritos sacrificiales de la antigua alianza, así como el carácter espiritual del sacrificio ofrecido por Cristo.

                        Así El es mediador (Heb. 8, 6) de una nueva alianza, que ha sido ratificada con su sangre, "porque sin derramamiento de sangre no hay perdón". Luego por la resurrección se ha sentado a la derecha de Dios, donde sigue intercediendo a favor nuestro. Por lo que como conclusión, la nueva alianza ha eclipsado la antigua con sus ritos, porque el sacrificio de Cristo tiene valor definitivo, trae una salvación eterna e inaugura la escatología. (Heb. 9, 23-28).

                        Finalmente en los escritos joánicos la doctrina de la obra salvífica de Cristo ocupa un puesto central; sin embargo ofrece algunos aspectos particulares que recordamos someramente. Así el tema de la salvación, y el de la redención son más bien raros. Alguna vez se advierte también la doctrina de la adquisición (1Jn. 2,12; 4,10), que es entendida como reconciliación entre Dios y el hombre, realizada por Dios mismo mediante la muerte de Cristo, o sea por medio de un acto de amor a los hombres.

                        Reserva mucho espacio a la obediencia de Cristo al Padre, contemplada como el elemento inspirador de toda su actividad salvífica. Adquiriendo la muerte en la cruz una función central (es la hora para la cual ha venido Jesús - Jn. 12, 27). Por ello, si la muerte de Jesús es el momento supremo de la salvación de los hombres, es a la vez el de su glorificación. Así la misma cruz se trasfigura, de instrumento de muerte se convierte en signo de su exaltación a la gloria.

 

                        Ii/ Evolución de la soteriología.

                        La soteriología del Nuevo Testamento, que tiene como polos la encarnación, la vida terrena, la muerte y la resurrección de Jesús, y como motivaciones profundas el sacrificio de sí y el amor, es fielmente recogida por los Padres, quienes la desarrollan ofreciendo de ella un cuadro sumamente rico y sugestivo. La enseñanza patrística fue acogida más tarde por la escolástica, aunque también, lamentablemente algo empobrecida. Finalmente en nuestros días la teología ha vuelto a recoger a manos llenas la enseñanza escriturística, observándose una cierta profundización doctrinal.

-         La patrística.- La enseñanza soteriológica de los Padres es bíblica, y resulta considerablemente profundizada. Los temas desarrollados son principalmente cuatro: la salvación como iluminación del hombre, como victoria sobre el poder de Satanás, como divinización y como redención. Observando en dicho periodo diversas orientaciones interpretativas de la actividad salvífica de Cristo, que lejos de excluirse, se completan entre sí. Presentándose como una reinterpretación de las afirmaciones escriturísticas, formuladas en categorías conformes con la cultura de la época.

-         El periodo medieval.- se concede especial relevancia a al aspecto sacrificial de la redención (concebida como satisfacción de una deuda contraída por el hombre con Dios por el pecado, satisfacción a la que se está obligado en estricta justicia), doctrina que fue ajustada por Sto. Tomás, como hemos tratado en otro punto del presente trabajo.

-         El periodo moderno.- En este periodo junto con la soteriología de Lutero (que manifiesta que en la cruz se revela a la vez la cólera y la misericordia de Dios) aparece una soteriología de otros autores en los siglos XVI al XIX, de índole repetitiva a las explicaciones de S. Anselmo, Sto. Tomás y Scoto.

-         Vaticano II.-  entre las enseñanzas del mismo en lo referente a la salvación hemos de destacar el carácter central del misterio pascual en el plan salvífico de Dios. Así como su posición que parece insistir en el aspecto moral de la reparación ofrecida por Cristo que está animada por el amor al Padre y a los hermanos.

-         Magisterio actual.- se mueve en la misma dirección marcada por el Vaticano II, destacando por su importancia los numerosos discursos de Pablo VI sobre la redención, y las encíclicas de Juan Pablo II, Redemptor hominis (1979) y Dives in misericordia (1.980).

 

b)      Visión sistemática de la salvación.

 

                       I/ Noción cristiana de salvación.

                      Santo Tomas describe la redencion como la resultante de cuatro elementos: el merito de Jesus, la satisfacion , el sacrificio, y el rescate.

                        La salvacion nos viene de la  humanidad de Jesus en cuanto instrumento del Verbo,intimamente unido a El.

                        La encarnacion es el momento fundamental de la salvacion, la fuente de la que brota el valor salvifico de la vida entera de Jesus,y a su vez la pasion y la muerte unidas a la resurrecion son su momento culminante. La encarnacion es la raiz de la  solidaridad de Cristo con los pecadores mientras que la cruz es su realizacion mas completa,aunque solo resulta evidente mediante la ratificacion de la resurrecion.

                        Cristo nos ha traido pues una salvacion total , que comprende el componente corporeo y el espiritual del hombre y le empeña a solidarizarse eficazmente con el mismo Cristo con la humanidad y con la creacion.

                        En  definitiva esta nocion de salvacion abarca todos los principales aspectos de la soteriologia  neotestamentaria; concretamente el don total de si que hizo Jesus  obedeciendo a la voluntad del Padre, su oferta a favor nuestro,la liberacion del  pecado,y la reconciliacion con Dios, la llamada de todos los hombres a aceptar y completar solidariamente su obra salvifica.

 

                        Ii/ El sufrimiento de Dios.

                        Hasta el final de la edad media, el problema del sufrimiento de Dios se reducia generalmente al del sufrimiento de Cristo. Los puntos eran dos:

-         Dios no puede de ningun modo padecer por que es perfectisimo.

-         El verbo encarnado puede padecer solo en cuanto hombre pero en cuanto Dios es impasible.

                        En consecuencia,el sufrimiento de Jesus era visto como un caso de la communicatio  i diomatum, a saber de la comunicación de la propiedad humana a la unica persona del verbo encarnado.

                        Lutero afirma que en la pasion de Cristo porpiamente padece tambien Dios mismo,hasta el punto de que se dice que  Dios combate contra  Dios, que el Dios que debe entregar al pecador a la muerte lucha con el Dios que ama al  pecador.

                        Para J. Maritain  logra por ultimo aclarar algo  el misterio de la cruz ya que sostiene que el sufrimiento del Dios es una perfeccion anonima de Dios.

                        Iii/ Redencion y emancipacion humana.

                        Sin entrar a fondo en la problemática de la teologia de la liberacion analizando su referencia a la tematica de la salvacion cristiana podemos afirmar que en el termino de redencion o rescate susyace precisamente la idea de la liberacion del hombre. Por tanto la teologia de la liberacion no es discutida por esta eleccion terminoligica sino por su contenido.

                        He aquí sobre esto algunos principios fundamentales .

-         La nocion cristiana de salvacion abarca toda  la vida del hombre.

-         No se da verdadera comunion con Dios sin la comunion con los hombres, y es inconcevible una autentica conversion personal que no lleve a em.prender una transformacion de la  sociedad humana y del mundo de acuerdo con el designio de Dios.

-         Sin Dios, la liberacion del hombres es mera utopia; y viceversa, donde comienza a instaurarse una sociedad mas justa, alli obra ya secretamente Dios.

Iv/ Esquemas interpretativos de la salvacion.

                        En la actualidad se admite comunmente que los esquemas interpretativos de la salvacion en la medida en que se distancian de los esquemas revelados tienen un valor contingente.

                        Con todo y a modo de conclusion de la  exposicion de la  obra salvifica, parece conveniente recordar tres consas:

-         Ante todo la continuidad fundamental entre enseñanza biblica y teologica .

-         Se ha de ver en la muerte de Jesus en cruz, el centro de la redencion.

-         La redencion de Cristo no excluye en absoluto,sino que la  exige la participacion solidaria del hombre,entendido como individuo y como iglesia.